El déficit altera la polí­tica y el poder global de EEUU

«En un presupuesto federal que llena la mente de estadí­sticas alucinantes, dos cifras se destacan como particularmente impresionantes, por la forma en que pueden cambiar la polí­tica y el poder estadounidense. El primero es el déficit proyectado para el próximo año, casi el 11% de la producción económica del paí­s entero. Algo que no tiene precedentes»

Pero el segundo número, enterrado rofundamente en las proyecciones del presupuesto, es el que realmente llama la atención: en las propias proyecciones del optimista presidente Obama, el déficit estadounidense no volverá a lo que se considera en general como un nivel sostenible durante los próximos 10 años. Como el asesor jefe económico de Obama, Lawrence H. Summers, solía preguntar antes de entrar en el gobierno hace un año, "¿Cuánto tiempo puede el prestatario más grande del mundo seguir siendo la potencia más grande del mundo?" (THE NEW YORK TIMES) DIARIO DEL PUEBLO.- La grosera injerencia de EEUU en los asuntos internos de China, su decisión de poner en peligro la seguridad nacional de China y de minar el proceso de reunificación pacífica del país con Taiwán, ha suscitado una ola de rechazo popular. Aunque la Guerra Fría terminó hace casi 20 años, y que EEUU ha afirmado en repetidas ocasiones que ha dejado atrás dicha mentalidad, la venta de armas a Taiwán demuestra una mentalidad de Guerra Fría y un indignante despliegue de hipocresía moral. ¿Cómo no esperar entonces que la opinión pública se sienta “sorprendida”? EEUU. The New York Times El enorme déficit puede alterar la política y el poder global de EEUU David E. Sanger En un presupuesto federal que llena la mente de estadísticas alucinantes, dos cifras se destacan como particularmente impresionantes, por la forma en que pueden cambiar la política y el poder estadounidense. El primero es el déficit proyectado para el próximo año, casi el 11% de la producción económica del país entero. Algo que no tiene precedentes: Durante la Guerra Civil, la Primera Guerra Mundial y la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos tuvo crecientes déficit, pero generalmente con la expectativa de que podrían volver a bajar una vez que se restableciera la paz y los gastos de guerra disminuyeran. Pero el segundo número, enterrado profundamente en las proyecciones del presupuesto, es el que realmente llama la atención: en las propias proyecciones del optimista presidente Obama, el déficit estadounidense no volverá a lo que se considera en general como un nivel sostenible durante los próximos 10 años. De hecho, en 2019 y 2020 –años después que Obama haya salido de la escena política, aunque cubra dos mandatos– estará aun fuertemente por encima, en más del 5% del PIB. Su presupuesto presenta el panorama de una nación que, como muchos propietarios estadounidenses, simplemente no puede sacar la cabeza por encima del agua. Para Obama y sus sucesores, el efecto de esas proyecciones está claro: a menos que haya un crecimiento milagroso, o milagrosos compromisos políticos creen algún cambio imprevisto en la próxima década, prácticamente no hay espacio para nuevas iniciativas nacionales de Obama o sus sucesores. Más allá de eso, existe la posibilidad de que Estados Unidos pueda empezar a sufrir la misma enfermedad que ha afectado a Japón en la última década. Dado que la deuda creció más rápidamente que los ingresos, la influencia de este país en todo el mundo se ha erosionado. O, como el asesor jefe económico de Obama, Lawrence H. Summers, solía preguntar antes de entrar en el gobierno hace un año, "¿Cuánto tiempo puede el prestatario más grande del mundo seguir siendo la potencia más grande del mundo?" Los dirigentes chinos, que están prestando gran parte del dinero para financiar el gasto del gobierno estadounidense y que hicieron preguntas incisivas sobre el presupuesto de Obama, cuando visitaron Washington el pasado verano, dicen que a largo plazo, la pregunta de Summers se contesta a sí misma. Los europeos también le dirán que esta es su gran preocupación de la próxima década. El mismo Obama hizo alusión a su propia preocupación, cuando anunció a principios de diciembre que planeaba enviar 30.000 tropas estadounidenses a Afganistán, pero insistió en que Estados Unidos no podía permitirse el lujo de permanecer por mucho tiempo. "Nuestra prosperidad proporciona una base para nuestro poder", dijo a los cadetes de West Point. "Paga a nuestros militares. Apoya nuestra diplomacia. Aprovecha el potencial de nuestra gente, y permite la inversión en nuevas industrias." Y luego explicó por qué incluso una "guerra necesaria", como llamó a Afganistán el pasado verano, no podía durar por mucho tiempo. "Es por eso que nuestro compromiso militar en Afganistán no puede ser ilimitado", dijo entonces, "porque la nación que estoy más interesado en construir es la nuestra." El presupuesto de Obama merece crédito por su franqueza. No disimula, no al menos en exceso, la magnitud potencial del problema. El presidente George W. Bush se mantuvo reclamando, hasta casi el final de su presidencia, que dejaría el cargo con un presupuesto equilibrado. Nunca se acercó a ello, de hecho, el déficit aumentó en los últimos años. Obama ha publicado los números de aquí a10 años, en parte, al parecer, para acabar con el insostenible bloqueo político de los últimos años, en el que la mayoría de los republicanos se niegan a hablar de aumentos de impuestos y los demócratas se niegan a hablar sobre el recorte de los programas de prestaciones. Su receta es que el problema tiene que ir a peor, con un intenso gasto deficitario para reducir la tasa de desempleo, antes de que el déficit pueda bajar. El Sr. Summers, en una entrevista el lunes por la tarde, dijo: "El presupuesto reconoce los imperativos de la creación de empleo y el crecimiento en el corto plazo, y toma medidas significativas para aumentar la confianza en el mediano plazo". Se refería a la congelación de los gastos gubernamentales, no relacionados con la seguridad nacional, el esfuerzo de reducir los costos de los servicios de salud, y la decisión de dejar que expiren los recortes fiscales de la era Bush para las empresas y las familias que ganan más de 250.000 dólares anuales. Pero el Sr. Summers, dijo que "a través del presupuesto y de la Comisión fiscal, el presidente ha tratado de proporcionar el máximo espacio para efectuar los ajustes adicionales que sean necesarios antes de que llegue cualquier tipo de crisis”. Sin embargo, transformar ese pensamiento en acción política se ha comprobado extremadamente dificultoso para el stablishment de Washington. Los republicanos permanecieron en gran medida en silencio sobre la deuda durante los años de Bush. Los demócratas lo han descrito como un mal necesario durante la crisis económica que ha definido el primer año de Obama. El interés en una solución a largo plazo parece limitado. O, como dijo el lunes en la MSNBC, Isabel V. Sawhill de la Brookings Institution, "aquí el problema no es la honestidad, sino la voluntad política." Un síntoma de la ausencia de voluntad es que las advertencias políticas se contradicen con las señales del mercado. El Tesoro ha pedido dinero prestado para financiar el déficit del gobierno a tasas muy bajas, el más fuerte indicador de que los mercados creen que van a ser pagados a tiempo y en su totalidad. La ausencia de voluntad política también se ve facilitada por el hecho de que, como dice el profesor James K. Galbraith, de la Universidad de Texas, "las previsiones a 10 años no tienen ninguna credibilidad". Tiene razón. En los primeros años de la administración Clinton, las proyecciones indicaban un enorme déficit del gobierno –sobre el nivel "sostenible" del 3%– para el año 2000. Pero para entonces, Clinton tenía un modesto superávit de alrededor de 200 millones de dólares, algo que recordó Obama el lunes para recordar de nuevo al país que se desperdició ese momento por parte de "la administración anterior y de los congresos anteriores, creando un nuevo y caro programa de medicamentos, aprobando masivas reducciones de impuestos para los ricos, y financiando dos guerras sin pagar por nada de eso." Sin embargo, con este presupuesto, el Sr. Obama ahora es dueño de este déficit. Y como el Sr. Galbraith ha señalado, es posible que las proyecciones sombrías para el 2020 sean igualmente falsas. Simplemente proyectar que los costos de la atención a la salud aumentarán sin cesar es un negocio peligroso. "Mucho dependerá de si hemos puesto en marcha las reformas financieras que puedan reconstruir un sistema financiero funcional", dijo Galbraith, para financiar el crecimiento del sector privado, el tipo de crecimiento que en última instancia salvó a Clinton de sus propias previsiones de déficit. Su mayor esperanza, dijo el Sr. Galbraith, es la ley Stein, llamada así por Herbert Stein, presidente del Consejo de Asesores Económicos bajo los presidentes Richard Nixon y Gerald R. Ford. La ley Stein ha sido recitado en muchas versiones diferentes. Pero todas tienen un tema común: Si una tendencia no puede continuar, se detendrá. THE NEW YORK TIMES. 2-2-2010 China. Diario del Pueblo Indignante mentalidad de Guerra Fría El Gobierno de Estados Unidos aprobó el 30 de enero un paquete de armas por 6.400 millones de dólares para Taiwán, ignorando la oposición firme y resuelta de China, que presentó reiteradas protestas y advirtió que la decisión tendría serias consecuencias. El portavoz del Departamento de Estado de EE. UU. Philip J. Crowley restó importancia a las posibilidades de que las ventas dañen las relaciones entre EE.UU. y China. “Hemos manejado estos problemas con anterioridad… Los solucionaremos de nuevo,” afirmó, a la vez que reiteró que la acción demuestra “el claro compromiso de esta administración de proporcionar a Taiwán las armas defensivas que necesita…” La grosera injerencia de EE.UU. en los asuntos internos de China y su decisión de poner en peligro la seguridad nacional de China y de minar el proceso de reunificación pacífica del país con Taiwán, ha suscitado una ola de rechazo popular. Aunque la Guerra Fría terminó hace casi 20 años, y de que EE.UU. ha afirmado en repetidas ocasiones que ha dejado detrás dicha mentalidad, la venta de armas a Taiwán demuestra una mentalidad de Guerra Fría y un indignante despliegue de hipocresía moral. ¿Cómo no esperar entonces que el público se sienta “sorprendido”? La venta de armas de EE.UU. a Taiwán obedece a lo estipulado en la denominada Acta de Relaciones con Taiwán, documento aprobado por el Congreso de EE.UU. a finales de marzo de 1979, como producto de la mentalidad de la Guerra Fría. Hasta la fecha, el Gobierno de EE.UU. no sólo no ha reducido sus ventas de armas a Taiwán gradualmente en un período de tiempo hasta llegar al acuerdo final del compromiso, sino que, por el contrario, demuestra cada vez más una actitud grosera. Como es sabido de todos, las relaciones a través del estrecho de Taiwán han mejorado y se han desarrollado perceptiblemente en tiempos recientes, pero las acciones perentorias e indignantes del Gobierno de EE.UU. han dañado las relaciones. Estados Unidos no hace más que establecer una línea divisoria ideológica e intenta por todos los medios posibles contener el desarrollo y progreso de China. Actualmente, la globalización económica está en pleno apogeo y se sigue consolidando la interrelación de intereses de China y EE.UU. El Gobierno estadounidense, sin embargo, sucumbe a la camisa de fuerza de la Guerra Fría y la presión comercial de su aparato militar, pasando por alto el panorama general de las relaciones chino-estadounidenses, y toma la decisión de vender armas a Taiwán. Así se acoge a una estrategia triste y miope, que interfiere seriamente con los lazos chino-estadounidenses y de seguro tendrá un impacto grave y negativo para las numerosas y cruciales áreas de intercambios y cooperación bilaterales. El Gobierno de EE.UU. se ha empeñado a fondo en mostrar su actitud de “cambio” en el último año, en una serie de problemas globales importantes, pero su venta de armas a Taiwán marcha en dirección contraria a esos gestos o al acercamiento. Mientras reafirma su respeto por la soberanía y la integridad territoriales de China, el Gobierno de EE.UU. de hecho está enviando una señal incorrecta con su venta de armas a Taiwán. Mientras pregona a los cuatro vientos su respaldo al desarrollo pacífico de las relaciones a través del estrecho, lo que hace en realidad es dar pie a una nueva noción de inestabilidad en el área del estrecho de Taiwán. Entonces ¿no son todos los pasos de EE.UU. típicos de la hipocresía moral? Debido al daño grave que la venta de armas de EE.UU. a Taiwán ha infligido a las relaciones chino-estadounidenses, como bien anunció el ministerio de Relaciones Exteriores chino, China ha decidido posponer parte de los programas de intercambio entre militares de ambas partes, así como las consultas de nivel vice-ministerial sobre seguridad estratégica, control de armamentos y no proliferación, entre otros. China también impondrá sanciones a las compañías de EE.UU. que participan en las ventas de armas a Taiwán. “Será inevitable que la cooperación entre China y EE.UU. sobre problemas internacionales y regionales importantes se vea también afectada,” añadió la cancillería china en su protesta oficial ante EE.UU. El Gobierno de EE.UU. debe tener una comprensión clara y definitiva de la situación y revocar la decisión errónea sobre la venta de armas cuanto antes. Estados Unidos dañaría aún más las relaciones bilaterales y minaría la causa de la paz mundial, además de que pagaría eventualmente por su fatídica decisión, de seguir aferrándose obstinadamente a su mentalidad de Guerra Fría, para detrimento de los intereses fundamentales y principales preocupaciones de China. DIARIO DEL PUEBLO. 2-2-2010

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