Elecciones en Europa: Portugal, Rumanía, Polonia

El avance de la extrema derecha: las orejas del lobo

El amenazador avance de las fuerzas de la extrema derecha es un hecho, y se ha dejado sentir en las elecciones de Portugal, Rumanía o Polonia. Detrás del este ascenso ultra está el impulso y el respaldo -tanto político e ideológico, como financiero- de Washington y de Moscú.

En Portugal las urnas dan un giro a la derecha, con los ultras de Chega logrando más del 22% de los votos. En Rumanía, la segunda vuelta de las elecciones frustran la victoria de George Simion -ultraderechista, proTrump y proPutin- pero el susto se ha quedado en el cuerpo. Y Polonia afronta una incierta segunda vuelta entre los conservadores europeístas y los ultraconservadores de Ley y Justicia.

La extrema derecha está en ascenso y al acecho del poder. Esta zozobra es inseparable del poder de Trump en la Casa Blanca, de los vínculos con la Rusia de Putin… o de ambos a la vez.

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Portugal: las barbas del vecino

La política española vive -casi siempre- de espaldas a Portugal. Este axioma sólo se rompe de tanto en tanto, cuando una sacudida en Lisboa nos obliga a mirar al otro lado del Duero y preguntarnos si es el momento de poner nuestras barbas a remojar.

El conservador Luis Montenegro (izq)retiene el gobierno, pero quien más asciende es el ultraderechista André Ventura (Chega) (der)

Portugal ha vivido tres elecciones legislativas en los últimos tres años. Pero el resultado de la urnas de este domingo 18 de mayo no parece -en absoluto- que vaya a resolver la aguda crisis política que vive el país vecino. Todo lo contrario: aboca a Portugal a mayores convulsiones.

Nuestro vecino ibérico ha dado un giro a la derecha. Aunque las elecciones han decidido que el gobierno luso seguirá en las manos de Luis Montenegro (centroderecha) que ha obtenido el 32,7% de los votos, el gran salto de la noche electoral es para Chega, la extrema derecha. Los fascistas portugueses han tardado en irrumpir con toda su fuerza en el país vecino, pero finalmente -aprovechándose de una aguda crisis política, de la inestabilidad y del hartazgo con los partidos del establishment- lo han logrado.

Hace seis años, los homólogos de Vox en Portugal se estrenaron en una elecciones con apenas el 1,3% de los votos. Ahora han rozado el 23% y han estado a punto de sorpasar al Partido Socialista. Todo ello con un discurso contra «los políticos» y «el régimen del 74», rabiosamente antiinmigrante (y antigitanos), y que ha logrado canalizar buena parte del profundo malestar que hay bajo el subsuelo de la sociedad portuguesa, en un país donde los índices macroeconómicos son notablemente buenos -2% de crecimiento, 6,3% de paro- pero la realidad socioeconómica es otra: salarios bajos, desigualdad y precariedad estructural, brutal subida del precio de la vivienda… (¿les suena?).

Nuestro vecino ibérico ha dado un giro a la derecha.

Hace una década, ese malestar -entonces contra los estragos de las imposiciones de la troika- fue canalizado por las fuerzas a la izquierda de la socialdemocracia, en gigantescas protestas contra las políticas de recortes y austeridad de donde nacieron fuerzas como el Bloco de Esquerdas. Ahora todas esas fuerzas han retrocedido u obtenido un magro avance, y la indignación ha sido rentabilizada por los ultras.

Las elecciones dejan descalabrada a la izquierda portuguesa. Los socialistas forzaron las elecciones anticipadas para explotar un caso de corrupción que afectaba al primer ministro Luis Montenegro, pero les ha salido el tiro por la culata. Han perdido un 23% de sus votos y han bajado 20 escaños. Su candidato, Pedro Nuno, ha dimitido.

A su izquierda tampoco están para fiestas. El Bloco de Esquerdas pierde el 60% de sus votos y se queda en un escaño. El Partido Comunista también retrocede. Sólo avanza (gana un 22% de votos) Livre, con planteamientos que podríamos homologar a Sumar

¿Cómo afectará a nuestro país este giro a la derecha de Portugal? Hay que ser cautos para hacer paralelismos. Para empezar, porque la fuerza que va a gobernar -la Alianza Democrática de Luis Montenegro, mucho más de centro que nuestro PP- no tiene mayoría absoluta y necesitará pactar para gobernar. Al contrario que nuestra derecha, Montenegro siempre se ha negado a pactar con los ultras, y parece mucho más inclinado a apoyarse en los socialistas. Sin embargo, eso puede dejar en manos de Chega el peligroso papel de principal partido de la oposición.

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El proeuropeo Nicusor Dan da la sorpresa y derrota al ultraderechista George Simion

Rumanía enseña el ajo a Nosferatu

La polarizada segunda vuelta de las elecciones en Rumanía, en las que las encuestas daban como favorito al ultraderechista George Simion, se ha resuelto con una sorpresa. El candidato independiente y proeuropeo, Nicusor Dan, ha acabado ganando con un contundente 53,81%.

Rumania se libra así de una victoria de la extrema derecha que hubiera desencadenado importantes convulsiones en Europa.

Dos carteles de las elecciones de Rumanía. A la izquierda el del candidato ultra George Simion, a la derecha, el ganador de las elecciones Nicusor Dan

El alcalde de Bucarest, de perfil europeísta y liberal, ha ganado contra todo pronóstico ante un ultraderechista que ya acariciaba el triunfo con las manos. Ha recibido un aluvión de más de 4 millones de votos, de todos los rumanos que aunque no lo votaron en primera vuelta, no querían ver a un trumpista y prorruso en el gobierno de Bucarest

Una victoria que hubiera sido sonoramente celebrada tanto en la Casa Blanca como en el Kremlin, con Trump y Putin deseosos de abrir nuevos frentes en una Unión Europea a la que quieren ver todo lo deshilachada y dividida posible. Simion ha anunciado que impugnará el resultado electoral, pero no parece posible que llegue a nada.

Rumanía se libra así de una victoria de la extrema derecha que hubiera desencadenado importantes convulsiones en Europa.

De nuevo, el ascenso de la extrema derecha en Rumania -con un fuerte aporte de votos tanto de las zonas rurales como de la diáspora migrante- cabalga a lomos del malestar social y el empobrecimiento de amplias capas de la población.

Sin embargo, a diferencia del caso luso -donde Chega no cuestiona el alineamiento internacional de Portugal- en Rumania tanto la población como las élites dominantes han maniobrado para evitar la llegada al poder de una opción que podría haber acercado demasiado a Bucarest a Moscú, quebrando los vínculos con Bruselas.

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Incertidumbre en Polonia

La primera vuelta de las elecciones presidenciales polacas ha dado la victoria con un 31,36% al alcalde de Varsovia, Rafał Trzaskowski, de centroderecha y perfil europeísta como el primer ministro Donald Tusk. Pero a pocos puntos de distancia (29,5%) está la ultraderecha de Karol Nawrocki, del partido Ley y Justicia.

La segunda vuelta está marcada por una fuerte incertidumbre, porque la tercera y cuarta fuerza más votadas -ambas se llaman Konfederacja (Confederación, en polaco)- son de perfil ultraconservador y proclives a dar sus votos a Ley y Justicia.

Detrás del auge de la extrema derecha en el continente europeo está el impulso y el respaldo -tanto político e ideológico, como financiero- de Washington y de Moscú.

Ya durante su primer mandato, Trump y sus asesores -como Steve Bannon- promovieron la formación de una auténtica “internacional de la extrema derecha”, con fuertes ramificaciones en Europa, que cada año acude a reunirse en las Conferencias de Acción Política Conservadora (CPAC) que organiza el Partido Republicano de EEUU. En esta órbita se mueve, Vox, Meloni o la Chega, pero también Orbán y los polacos de Ley y Justicia.

Por otra parte, también el Kremlin de Putin tiene fuertes vínculos -políticos y financieros- con otros partidos ultras del continente. De esa teta han bebido los de Le Pen, Alternativa por Alemania, Salvini en Italia o el rumano Simion.

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