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Draghi y Rajoy en rumbo de colisión

La última vez que el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, utilizó con fuerza su institución y sus considerables recursos a la lucha en la eurozona, los líderes europeos se permitieron un poco de autocomplacencia.El billón de euros en préstamos baratos que el Sr. Draghi bombeó a las instituciones financieras de la UE en diciembre y febrero apuntaló a los bancos tambaleantes y animó a los mercados de deuda soberana, lo que provocó que Nicolas Sarkozy, por entonces presidente francés, presumiera que Europa había «pasado página». Incluso Mario Monti, el tecnócrata normalmente sensato que lidera Italia, se permitió la reflexión de que el «aspecto financiero» de la crisis había terminado.Esta vez, a medida que los líderes vuelven a trabajar tras las vacaciones, no hay tal auto-satisfacción – a pesar de la posibilidad de que el señor Draghi acuda de nuevo al rescate con un reinicio del programa de compra de bonos soberanos del BCE, cuyos contornos se espera que dé a conocer el jueves.El nerviosismo se produce a pesar de un tranquilo mes de agosto, lo que muchos achacan a Draghi, quien envió a los mercados fuertes indicios de que se estaba preparando para tomar «medidas excepcionales». De hecho, muchos altos dirigentes de la UE, que han comenzado a hacer de nuevo filtraciones en los pasillos del poder, admitieron la semana pasada que se habían preparado durante todo el verano para una oleada de pánico en el mercado que nunca llegó.Parte de la razón de la inquietud es saber que la generosidad del Sr. Draghi vendrá esta vez con condiciones mucho más duras. El jefe del banco central ha dejado claro que no va a actuar para ayudar a un país asediado con la compra de sus bonos en el mercado abierto –bajando los costos de endeudamiento a niveles más sostenibles– a menos que su gobierno esté vinculada por un «memorando de entendimiento» que someta a los gobernantes electos a reformas profundas y dolorosas.En otras palabras, los políticos deben actuar primero.Eso significa que después de la insistencia del jueves, la prueba de la carga ya no estará en el Sr. Draghi. En su lugar, estará en Mariano Rajoy, presidente del Gobierno español, que ha dejado a sus homólogos europeos frustrados con su aproximación a la crisis fiscal y bancaria en el país.Altos funcionarios en Bruselas y Berlín hacen un elogio descarado a las medidas de austeridad políticamente arriesgadas que ha impuesto el Sr. Rajoy. Los funcionarios alemanes lo elogian, comparándolo con frecuencia positivamente con el Sr. Monti, que muchos creen no ha actuado decisivamente sobre intereses creados. Pero casi al mismo tiempo, estos funcionarios se encuentran confundidos por el “oído duro” del Sr. Rajoy, cuando se trata del mundo fuera de España.Sus demandas de acción BCE sólo contribuyen a atar las manos del Sr. Draghi, ya que el banco central independiente no puede ser visto como actuando a instancias de los políticos. Los continuos cambios en los presupuestos de su gobierno –primero desafiando los objetivos de déficit de la UE, a continuación, aceptando cumplir con ellos, y luego ajustándolos aún más– ha sacudido los mercados financieros, al igual que sus cambiantes estimaciones para las necesidades del sector bancario español.Se oye frecuentemente a altos funcionarios hablar de la prevención con que el señor Rajoy se enfrenta a sus dos mayores retos: (…) una mejor estimación de la cantidad de la ayuda que deberá dar la UE a Bankia y otras instituciones financieras, (…) y su respuesta a la nueva iniciativa del Sr. Draghi.Altos funcionarios de la UE tienen la esperanza en el frente bancario. Pero, ¿qué hará el señor Rajoy después de que Draghi haga su movimiento esta semana? Él ha insistido en que cualquier programa de ayuda de la UE de la clase que se espera del Sr. Draghi debe venir con «condiciones suaves» – es decir, pocos requisitos más allá de sus actuales procesos de reforma.Dado el simbolismo político venenoso que las misiones de la troika han adquirido en Irlanda y Grecia, la preocupación del señor Rajoy de los efectos que una misión similar a Madrid podría tener puede ser correcta.Pero dada las reacciones a los rescates en el norte de Europa, no es probable que haya una nueva ayuda sin este tipo de misiones. Al convertirlas en un talismán político, podrían arrinconar a su gobierno. Según cómo el señor Rajoy salga de esta, él mismo podría establecer un difícil escenario para la siguiente fase de la crisis.

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