«La revolución neoliberal iniciada por Reagan y Thatcher ha creado un enorme crecimiento de las rentas superiores a costa de las rentas medias e inferiores. En otras palabras, las rentas del capital se han disparado a costa de las rentas del trabajo, que han disminuido. Es decir, en lenguaje claro, los ricos se han convertido en superricos a costa de todos los demás».
La solución es fácil de ver. Se requiere una redistribución de las rentas de manera que el 1% de la oblación vuelva a tener el 9% de la renta nacional (en realidad, con el 3% bastaría). Con ello se aumentaría el consumo, y así el estímulo económico y la creación de empleo. Ello muestra que la causa de la crisis es política: la excesiva concentración del poder del poder económico y político en nuestras democracias. (PÚBLICO) EL PAÍS.- Suiza repite liderazgo en el Informe de Competitividad Global 2010-2011 publicado hoy por el Foro Económico Mundial (FEM), una clasificación en la que España retrocede hasta el lugar 42 de 139 economías del planeta, con lo que cae al nivel de Puerto Rico y Barbados. Redactado por un grupo de siete economistas coordinados por el español Xavier Sala-i-Martin, el Indice de Competitividad Global (ICG) mide en un baremo de entre 0 y 7 un total de doce factores, que incluyen, entre otros, infraestructuras, ambiente de negocios, mercado laboral y de bienes, mercado financiero, salud y educación primaria, I+D y tamaño absoluto del mercado. ABC.- Las elecciones catalanas del 28 de noviembre tienen una serie de valores políticos añadidos que harán que sus resultados trasciendan a la política nacional, además de constituirse en el juicio ciudadano sobre la tormentosa legislatura que ahora acaba. Quiera o no el PSOE, el 28-N es la primera prueba de fuego para Rodríguez Zapatero, porque a estas elecciones llegan en mal estado dos de sus invenciones políticas más críticas: el Estatuto de 2006 y la fórmula del tripartito socialnacionalista Opinión. Público La causa de la crisis Vicenç Navarro Mucho se ha escrito sobre los factores que nos han llevado a la crisis económica más importante que hemos sufrido desde la Gran Depresión de inicios del siglo XX. Pero poco se ha dicho de las raíces de tal crisis, que es la enorme polarización de las rentas a ambos lados del Atlántico, consecuencia, en gran parte, de la aplicación de las políticas neoliberales desarrolladas por la mayoría de gobiernos de la OCDE (el club de países más ricos del mundo) desde los años ochenta. La revolución neoliberal iniciada por el presidente Reagan en EEUU y por Thatcher en Reino Unido ha creado, al aplicarse sus políticas (disminución de los impuestos de las rentas superiores, aumento de la regresividad fiscal, desregulación de los mercados laborales con el fin de debilitar a los sindicatos y a la fuerza laboral, disminución del gasto público, dilución de los derechos laborales y sociales, entre otras medidas) un enorme crecimiento de las rentas superiores a costa de las rentas medias e inferiores. En otras palabras, las rentas del capital se han disparado a costa de las rentas del trabajo, que han disminuido. Es decir, en lenguaje claro, los ricos se han convertido en superricos a costa de todos los demás (clase trabajadora y clases medias). Y ahí está la raíz del problema, la realidad más oculta y silenciada en nuestros medios. Miremos los datos y analicemos los del país donde se inició la crisis: EEUU. Según afirma el que fue ministro de Trabajo bajo la Administración Clinton, Robert B. Reich, en el artículo How to end the Great Recession (The New York Times, 03-09-10), el salario medio del hombre trabajador (ajustado a la inflación) en aquel país es más bajo hoy que hace 30 años. Este descenso ha forzado a las familias estadounidenses a que –a fin de mantener su nivel de vida– más miembros de la familia trabajen, siendo ello una de las causas más importantes de la integración de la mujer al mercado de trabajo. Mientras que sólo el 32% de las mujeres con niños trabajaba en 1970, hoy lo hace el 60%. Otra manera de compensar la bajada de salarios ha sido aumentar las horas de trabajo. El trabajador en esta década está trabajando 100 horas más al año (y la trabajadora 200 más) que hace sólo 20 años. Pero, incluso con estos cambios, la capacidad adquisitiva de las familias ha ido bajando, lo cual les ha forzado a endeudarse. Las familias estadounidenses se endeudaron hasta la médula, lo que pudieron hacer porque el aval de sus deudas, la vivienda, iba subiendo de precio. Hasta que la burbuja explotó. Y ahora las familias tienen una enorme deuda. Nada menos que 2,3 billones de dólares. Hasta aquí la descripción de lo que ha pasado con la mayoría de la población. Veamos ahora qué ha pasado con los ricos. El hecho de que la masa salarial (la suma de los salarios) fuera descendiendo como porcentaje de la renta nacional (y ello a pesar del aumento del número de trabajadores) quiere decir que las rentas del capital iban subiendo. Lo que esto significa es que el crecimiento de la riqueza del país (lo que se llama el crecimiento del PIB) beneficiaba mucho más a las renta superiores (que derivan su renta, en general, de la propiedad) que al resto de la población (que deriva su renta del trabajo). Como consecuencia, los ricos se convirtieron en superricos. El 1% de la población que poseía el 9% de la renta nacional en los años setenta del siglo XX, ha pasado a gozar ahora del 23,5% de la renta total, el mismo porcentaje, por cierto, que cuando se inició la Gran Depresión al principio del siglo XX. Y ahí está el problema. Como dice Robert B. Reich, los superricos tienen tanto dinero que consumen un porcentaje menor de su renta que el ciudadano normal y corriente. O sea, que el 23,5% de la renta nacional que controlan se utiliza menos en consumo y demanda que si lo tuvieran personas normales y corrientes. La demanda total, que es la que mueve la economía (pues es la que estimula el crecimiento económico y la creación de empleo) ha descendido dramáticamente, en parte porque la mayoría de las familias ha perdido gran capacidad de consumo y los superricos han sacado del consumo el 23,5% de la renta total del país, consumiendo mucho menos que el ciudadano medio. Y por si esto fuera poco, la situación se agrava incluso más como consecuencia de que los superricos depositan su dinero en paraísos fiscales y/o invierten en actividades especulativas que tienen elevada rentabilidad, como los famosos hedge funds, facilitado por la desregulación de los mercados financieros. Y ahí está la raíz de la crisis financiera y el colapso del sistema bancario, que ha sido salvado con fondos públicos –es decir, impuestos– procedentes de las familias profundamente endeudadas. La solución es fácil de ver. Se requiere una redistribución de las rentas de manera que el 1% de la población vuelva a tener el 9% de la renta nacional (en realidad, con el 3% bastaría). Con ello se aumentaría el consumo, y así el estímulo económico y la creación de empleo. Es más, las intervenciones redistributivas del Estado generarían más recursos públicos, con los cuales se podría, incluso, crear más empleo, resolviendo el mayor problema que hoy existe, que es el elevado desempleo. Pero los superricos, junto con los ricos y las clases medias de rentas altas (el 20% de la población) se oponen por todos los medios a estas políticas redistributivas. Esto ocurre en EEUU (como lo atestiguan los enormes problemas con los que se enfrenta la Administración Obama, en su intento de gravar a las rentas superiores y crear empleo público) y también en los países del sur de la UE, incluyendo España. Estos países tienen las mayores desigualdades de renta de la UE-15, lo cual explica que sean también los más afectados por la crisis. Y en España, el Gobierno socialista ni se atreve a subir los impuestos de los superricos. Ello muestra que la causa de la crisis es política: la excesiva concentración del poder del poder económico y político en nuestras democracias. PÚBLICO. 9-9-2010 Economía. El País La competitividad de España cae al nivel de Puerto Rico Suiza repite liderazgo en el Informe de Competitividad Global 2010-2011 publicado hoy por el Foro Económico Mundial (FEM), una clasificación en la que España retrocede hasta el lugar 42 de 139 economías del planeta, con lo que cae al nivel de Puerto Rico y Barbados. Redactado por un grupo de siete economistas coordinados por el español Xavier Sala-i-Martin, el Indice de Competitividad Global (ICG) mide en un baremo de entre 0 y 7 un total de doce factores, que incluyen, entre otros, infraestructuras, ambiente de negocios, mercado laboral y de bienes, mercado financiero, salud y educación primaria, I+D y tamaño absoluto del mercado. España cedió nueve posiciones -junto con Grecia, una de las mayores caídas del índice- y se colocó en cuadragésimo segundo puesto, con 4,49 puntos, empatada con Puerto Rico y precediendo a Barbados. "El descenso es atribuible en gran parte a una creciente gestión negativa de los mercados laborales y financieros, además del nivel de sofisticación de los negocios del país", se expone en el documento. Jennifer Blanke, una de las autoras del informe, ha destacado que España sufre un desequilibrio presupuestario "grave", especialmente en lo referente al gasto público, además de problemas derivados del desempleo, con una de las peores políticas de contratación y despido (137Aº puesto de 139 posibles a nivel mundial). España se situó un año más en los últimos puestos de la Unión Europea, superando a Portugal (46Aº) Italia (48Aº) pero lejos de naciones como Alemania (5Aº), Finlandia (7Aº), Holanda (8Aº), Dinamarca (9Aº), Reino Unido (12Aº) o Francia (15Aº). Caída de Estados Unidos Blanke también ha destacado la caída de EE UU, que el año pasado perdió el liderazgo mundial y en esta ocasión baja del segundo al cuarto puesto. "Estados Unidos es todavía muy competitivo, pero hay debilidades en áreas particulares que se están profundizando. El ambiente institucional, como la credibilidad de los políticos, la relación del Gobierno con el sector privado y, sobre todo, el gasto público son algunos de estos asuntos", ha subrayado la economista. Sobre el conjunto del planeta, "las economías más grandes no son las más competitivas en la actualidad. Las economías más competitivas son de distintas partes del mundo y eso es muy positivo", ha explicado Robert Greenhill, director gerente del FEM. Los diez países que encabezan la clasificación son, por este orden, Suiza (5,63), Suecia (5,56), Singapur (5,48), Estados Unidos (5,43), Alemania (5,39), Japón (5,37), Finlandia (5,37), Holanda (5,33), Dinamarca (5,32) y Canadá (5,30). EL PAÍS. 9-9-2010 Editorial. ABC El factor Zapatero LAS elecciones catalanas del 28 de noviembre tienen una serie de valores políticos añadidos que harán que sus resultados trasciendan a la política nacional, además de constituirse en el juicio ciudadano sobre la tormentosa legislatura que ahora acaba. Quiera o no el PSOE, el 28-N es la primera prueba de fuego para Rodríguez Zapatero, porque a estas elecciones llegan en mal estado dos de sus invenciones políticas más críticas: el Estatuto de 2006 y la fórmula del tripartito socialnacionalista. Estos ejes de la política catalana son producto de la ingeniería de partido puesta en marcha por Zapatero en 2003 para sentar las bases de una consolidación del poder de izquierda en España, lo que exigía un pacto extremista con los nacionalismos radicales contra el PP y una subversión de los principios del Estado de las Autonomías. Ambos objetivos han sido un fracaso, como se vio en Galicia y el País Vasco, donde, respectivamente, el PP gobierna y permite a los socialistas gobernar; y como se ha visto en la sentencia del Tribunal Constitucional, que desmontó buena parte del tinglado confederal urdido por Zapatero. Además, se añade el balance, puro y simple, de la gestión del tripartito de Montilla, lo que pone a los socialistas catalanes en puertas de una derrota previsiblemente abultada, una derrota que alcanzaría a Zapatero a cinco meses del resto de elecciones autonómicas y de los comicios locales, lo que explicaría los mensajes escépticos o críticos de algunos barones territoriales del PSOE sobre la deriva del Ejecutivo central y sus llamamientos bien a una crisis de Gobierno, bien a una mejor comunicación con los ciudadanos. En ambos casos, se trata de síntomas claros de desconfianza, más o menos incipiente, en el factor Zapatero como estímulo electoral. En relación más inmediata con el electorado catalán, la situación del PSC resulta claramente contraindicada para afrontar unas elecciones tan comprometidas como las del 28-N. Aparte de abandonos sonados, como el del consejero Antoni Castells, la llegada del aún ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, no ha propiciado mensajes o imágenes positivas para el futuro candidato Montilla. Por el contrario, ha sido una decisión que garantiza complicaciones para los socialistas en una campaña en la que la economía y el desempleo van a estar muy presentes. Un candidato con el marchamo de una tasa del 20 por ciento de paro es muy vulnerable, y aún le queda la huelga general. El estado del socialismo catalán es manifiestamente defectuoso, internamente inestable y externamente asociado al fracaso de Rodríguez Zapatero en el Estatuto de 2006 y en la gestión de la crisis económica. ABC. 9-9-2010