De Palestina al Mar Rojo

¿Contradicciones con EEUU?

Gaza y el Mar Rojo. En pocas semanas, se han producido dos sonoras discordancias entre el gobierno español y Washington ¿Por qué? ¿Por qué un Pedro Sánchez que durante sus cinco años de gobierno ha buscado un alineamiento de España con EEUU toma ahora esta posición?

El genocidio israelí en Palestina está alcanzado proporciones criminales, y ya sacude la política global.

En las últimas semanas, el gobierno de Pedro Sánchez ha expresado diferencias con Washington en dos puntos sensibles: denunciando las atrocidades cometidas por Israel, y esquivando la participación de España bajo mando directo norteamericano en una operación militar en el Mar Rojo.

La política española está fielmente alineada con EEUU, y eso no va a cambiar. Pero sí están apareciendo diferencias o contradicciones. Hay que estar atentos a ellas, y respaldar la posición del gobierno cuando sea justa. Por ejemplo al reclamar un alto el fuego en Palestina, que incluya tanto el fin del genocidio israelí como del terrorismo de Hamás.

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Palestina

La excepción europea

En la primera imagen, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, entre el primer ministro belga, Alexander de Croo, y el presidente español -y presidente de turno de la UE-, Pedro Sánchez. En la segunda imagen, los dos presidentes europeos son recibidos por el presidente de la Autoridad Palestina. Nótese las diferencias en cuanto al lenguaje postural y gestual.

Cuando Pedro Sánchez visitó Israel otros líderes europeos lo habían hecho. La presidenta de la Comisión Europa, Ursula von der Leyen, aplaudió la actuación de Tel Aviv, a pesar de que ya se conocían las atrocidades que Israel cometía en Gaza.

Frente al primer ministro israelí, Sánchez condenó el terrorismo de Hamás, pero también declaró que “el número de palestinos muertos es insoportable”, afirmando que “Israel debe cumplir con el derecho internacional y humanitario”.

Antes había defendido la misma postura en un tormentoso Consejo Europeo, enfrentándose al seguidismo hacia Israel encabezado por Alemania.

Y el presidente español también había recibido en la Moncloa a los promotores del manifiesto “Hay que parar la guerra. Ni terrorismo ni genocidio”. Respaldando la exigencia de un alto el fuego y reclamando el reconocimiento del Estado palestino.

El gobierno español no solo discrepaba de Alemania. También expresaba, en una cuestión global especialmente sensible, diferencias con EEUU, el gran valedor de Israel, que ha vetado en los organismos internacionales cualquier mención a la exigencia de un alto el fuego en Palestina.

La agresividad norteamericana, o de gendarmes locales como Israel, genera mayores contradicciones y puede provocar fisuras

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Mar Rojo

Sorprendente y público

El “Global Times”, portavoz oficioso del Partido Comunista Chino en política internacional, citaba a España como prueba de que “las grietas en la alianza del Mar Rojo subrayan la división entre EEUU y Europa”.

Veamos los hechos.

Aunque el secretario de Defensa norteamericano lo anunció públicamente, España finalmente no participará en la Operación Prosperity Guardian del Mar Rojo

El secretario de Defensa de EEUU, Lloyd J. Austin, anunció que España participaría, junto a otros nueve países en la operación “Prosperity Guardian” (“Guardianes de la Prosperidad”).

Se trata de un despliegue militar, bajo mando norteamericano, para proteger a los barcos que entran en el Mar Rojo por el estrecho de Bad-el-Mandeb. Es una de las grandes arterias del comercio mundial, que distribuye el petróleo del Golfo Pérsico y mercancías asiáticas. Tras las masacres de Israel en Gaza, se han intensificado los ataques de las milicias hutíes del Yemen contra los buques.

Hasta aquí nada anormal. EEUU incorpora a los países bajo su dominio, entre ellos España, en una operación militar. Esta vez el propósito es proteger el comercio global y también a Israel.

La Casa Blanca ha hecho pública su contrariedad con la decisión de España de no sumarse a la operación del Mar Rojo

Lo sorprendente es que la ministra de Defensa, Margarita Robles, nada sospechosa de “izquierdismo”, puntualizara que España participaría bajo mando de la OTAN o de la UE, pero nunca “de manera unilateral”, es decir en una operación impulsada y dirigida únicamente por EEUU.

Desde la UE se quiso resolver el entuerto, proponiendo que la Operación Atalanta, impulsada en 2009 para combatir la piratería en el cuerno de África y el Índico, colaborara con EEUU en el despliegue “Prosperity Guardian”.

Pero España vetó esa posibilidad.

Al día siguiente el presidente norteamericano, Joe Biden, telefoneó a Pedro Sánchez. En un comunicado, EEUU quiso dejar claro que no era solo una llamada de cortesía para felicitarle por su investidura. Washington remarcó que ambos hablaron sobre la situación en el Mar Rojo.

Tras ese encuentro el gobierno español anunció que no bloquearía la creación de una nueva misión, específica y diferente a la de Atalanta, pero deslizó que no participaría en ella.

Según los medios, en el comunicado norteamericano, Washington pedía que España “defina sus intereses” respecto a Oriente Próximo”. Traducido, la superpotencia exigía a España un alineamiento más firme en las operaciones que impulse.

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¿Qué explica estas diferencias?

Es la primera vez que el actual gobierno español difiere en política internacional de EEUU, y no una sino dos veces.

Hasta ahora en los ejecutivos presididos por Sánchez, en solitario o en coalición, no había habido ningún encontronazo con Washington. Es más, se había firmado una ampliación de la presencia militar estadounidense en nuestro país y un aumento del gasto militar para cumplir el mandato de dedicar el 2% del PIB.

¿Por qué ahora surgen diferencias?

En esta discordancia entre España y EEUU influye en primer lugar la influencia de una mayoría social progresista española que -a diferencia de otros países europeos- está abrumadoramente con el pueblo palestino

En primer lugar, influye de forma determinante la postura de la mayoría social progresista, que evitó un gobierno PP-Vox y sostiene al actual ejecutivo. En España el apoyo al pueblo palestino es mayor que en otros países, en la izquierda pero también en la derecha, y es más intenso el rechazo a embarcarse en guerras bajo mando norteamericano.

La posición del gobierno de Sánchez, reclamando un alto el fuego, conecta con el sentir mayoritario en España.

En segundo lugar, la posición del gobierno permite a España relanzar su peso internacional, postulándose para albergar una conferencia de paz, encabezando en la UE la exigencia de un alto el fuego -por parte de Sánchez, pero también de Borrell-, y hace mejorar las relaciones con el Tercer Mundo, solidario con Palestina.

La extensión de la guerra, un peligro hoy real, y un alineamiento cerrado con Israel y EEUU, golpearía también intereses nacionales. Atacando las tradicionalmente buenas relaciones de España con los países árabes. Y colocándonos en primera línea de fuego. Si Israel invade Líbano, las tropas españolas desplegadas en el sur de eses país estarían involucradas. Lo mismo sucedería si la operación “Prosperity Guardian” deriva en enfrentamientos.

En la posición del gobierno influye una mayoría social donde el apoyo a Palestina es mayor que en otros países

En tercer lugar, en el corazón de la superpotencia prima el apoyo incondicional a Israel, pero también los temores a que una extensión de la guerra provoque un desastre para sus intereses. La última vez que incendiaron Oriente Medio, con la ocupación de Irak, sufrieron un gravísimo revés. Por eso el secretario de Defensa de EEUU, al tiempo que respalda a Tel Aviv, advierte de que “el gobierno de Israel afronta riesgos de derrota estratégica si no da más protección a los civiles”.

La condena del terrorismo de Hamás es un requisito. Pero el seguidismo hacia Israel, practicado por la mayoría de países europeos y las fuerzas más reaccionarias en España, como PP y Vox, es inmoral y nos obliga a pagar un elevadísimo precio por cumplir los mandatos norteamericanos.

El gobierno actual no va a enfrentarse a EEUU. Pero su posición ante el genocidio en Palestina es, en lo principal, justa. Y también es positiva la negativa a participar en la operación militar en el Mar Rojo bajo mandato exclusivo norteamericano.

Esta es una primera exposición de razones. Pero cada vez es más evidente que la agresividad norteamericana, o de alguno de sus “guardianes regionales”, como Israel, genera más tensión y mayores contradicciones. Y puede provocar fisuras, aunque sean parciales.

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