María José Alonso. Investigadora en la Universidad de Santiago

«Como investigadora nunca me vi enfrentada a un reto semejante»

María José Alonso es catedrática de Farmacia y Tecnología Farmacéutica de la Universidade de Santiago e investigadora en el Centro Singular de Investigación en Medicina Molecular y Enfermedades Crónicas (CIMUS). Es miembro de la Real Academia Nacional de Farmacia y de la Real Academia Gallega de Ciencias. Ha recibido entre otros los premios Jaime I de Nuevas Tecnologías, Marie-Janot, Novoa Santos o el prestigioso Founders Award. Dirige un equipo que trabaja a contrarreloj para desarrollar una vacuna contra el coronavirus. Su equipo del Cimus-Universida de Santiago forma parte de un consorcio internacional coordinado desde el Hospital Clínic de Barcelona, en el que cooperan además el CNB-CSIC o la Universidad Libre de Bruselas. 

El enfoque con el que ustedes tratan de conseguir una vacuna que genere inmunidad duradera es muy diferente al de otros tipos de vacunas. No usan partículas virales inactivadas sino que le dan a las células el ARN mensajero para que las propias células sinteticen el antígeno vírico. ¿En qué consisten las vacunas de ARNm?

Creo que podemos clasificar este tipo de vacunas como la última generación. No somos los primeros en desarrollarla, de hecho la primera de las vacunas que empezó a evaluarse en EEUU es también una vacuna de ARNm que usa como vehículo partículas lipídicas. 

La diferencia de nuestra vacuna con respecto a la americana es que nosotros vamos a usar diferentes tipos de ARNm que transcriben diferentes tipos de proteínas víricas; y también diferentes tipos de moléculas transportadoras de ese ARNm. Y esto es muy importante, porque si nosotros inyectamos el ARNm directamente por vía intramuscular no va a ser capaz de producir la proteína, a menos que lo acompañemos con una molécula, un vector, que le permita entrar en las células y llegar a su destino.

Las vacunas de ARNm son de última generación. La principal ventaja es su inocuidad. 

Nosotros lo que producimos es una especie de virus artificial, una molécula que le da capacidad a ese ARNm de integrarse en la célula, y de producir una proteína vírica que se va a expresar en la superficie celular como un antígeno capaz de estimular una respuesta inmune. Esa es la labor de mi laboratorio.

¿Qué ventajas tienen las vacunas de ARNm sobre las «estrategias convencionales» para generar vacunas?

Bueno, son un tipo de vacunas muy recientes, y aún se conocen menos sus prestaciones. Quiero ser muy cauta, porque todo esto son hipótesis, sospechas bien fundadas, pero es todo muy exploratorio. Con el coronavirus empezamos de cero. 

A priori se argumenta que la fabricación de las vacunas de ARNm es relativamente sencilla en comparación con la síntesis de otro tipo de vacuna. Además, pensamos que va a producir una respuesta inmune duradera en el tiempo. 

Presumiblemente también, una de las ventajas que se le atribuyen a este tipo de vacunas de ARNm, es que se almacenarían y conservarían mejor, serían estables durante más tiempo.

La principal ventaja es su inocuidad. Es una vacuna muy «limpia». Solo administramos las instrucciones para producir el antígeno que desencadene la respuesta inmune. Y esto no tiene riesgo de generar efectos secundarios indeseados, tóxicos, en el organismo.

El laboratorio norteamericano Moderna, uno de los que más adelantados van en la carrera mundial, está aplicando esta misma estrategia.

Así es. Una prueba de la inocuidad de las vacunas de ARNm es que la vacuna de Moderna ya está en Fase II [en la Fase I se evalúa su seguridad]. Dos de mis discípulas están trabajando en otras líneas de investigación de vacunas de ARNm, una de ellas precisamente en Moderna. 

Usted tiene una larga carrera en desarrollar nanoestructuras y vectores que sirvan de vehículo eficaz y seguro para que los fármacos lleguen a su diana específica en la célula. ¿Ha sido esta experiencia un factor clave para lanzarse a conseguir una vacuna de ARNm?

Sí, claro. Nosotros llevamos 30 años trabajando en vacunas, pero solo en los últimos años hemos comenzado una colaboración con el doctor Felipe García, del Hospital Clínic de Barcelona, en busca de una vacuna de ARNm contra el SIDA

Justamente cuando surgió el problema de la pandemia, hablamos con el doctor Felipe García, el coordinador. Dijimos: «ante esto, no nos podemos quedar quietos». Obligatoriamente, teníamos que poner toda la experiencia acumulada del doctor Felipe García o del doctor Mariano Esteban (CNB-CSIC) en la vacuna del SIDA, en función de este problema y de conseguir una vacuna de ARNm contra el SARS-CoV2. Y a ello nos pusimos, igual que han hecho muchos laboratorios, que estaban trabajando contra otros virus y han reorientado su experiencia contra esta amenaza contra la humanidad.

Hay una carrera nunca vista para lograr una vacuna contra el coronavirus. ¿Cuántos grupos hay detrás de ella en el mundo? ¿Y en España?

A nivel mundial es difícil de decir. Tenemos las bases de datos de la OMS, pero no todos los desarrollos preclínicos han sido comunicados. Se hablaba de más de 80 grupos, pero yo estoy segura de que hay más de 100 grupos en desarrollo preclínico. Y al menos hay unas 11 vacunas, las más avanzadas en EEUU y en China, ya en Fase II, en desarrollo clínico. 

En España cada día están surgiendo nuevos proyectos e iniciativas, seguramente hay ocho o diez, o más; todas ellas en desarrollo preclínico. Solo en la Universidade de Santiago somos tres grupos detrás de una vacuna contra el Covid-19. En Barcelona también hay varios grupos, de hecho nuestro consorcio -que está formado por tres grupos de Barcelona, otro de Madrid, otro gallego y uno de Bruselas- vamos a estar en comunicación permanente con otro consorcio, compartiendo conocimiento y cooperando. Así se nos recomienda desde el Gobierno y el Ministerio de Sanidad y desde luego lo importante ahora es que aunemos esfuerzos, en la medida de la complementariedad de nuestras investigaciones. 

Se impone la cooperación. El doctor Mariano Esteban, que está en este consorcio, forma parte de un equipo que persigue otro tipo de vacuna, el del doctor Luis Enjuanes que es nuestro referente mundial, en España, por su larga experiencia en los coronavirus.

La meta común de esta carrera es proteger a la humanidad. Incluso los grupos que no lleguen primero están generando una enorme cantidad de conocimiento y tecnología para luchar contra futuras pandemias. ¿Piensa usted que disciplinas como la virología, la epidemiología, o la biotecnología vacunal van a dar un salto gracias a este gran esfuerzo?

Sin duda. En los foros científicos venimos diciendo desde hace tiempo que las enfermedades infecciosas no han recibido la atención que deberían en las últimas décadas. Daba la impresión que los tratamientos antibióticos ya estaban ahí, y que no era tan amenazante. Y luego está que las enfermedades infecciosas suelen ser agudas, y no crónicas, y el retorno económico que suelen representar para las grandes empresas farmacéuticas no es tan importante y eso desincentiva la inversión. Hasta la Fundación Gates, con la que hemos colaborado nosotros ampliamente, ha advertido muchas veces que no estábamos preparados para una pandemia, y que no se estaba invirtiendo lo suficiente en prevenir y combatir las enfermedades infecciosas. 

Por tanto, creo que esto ha sido una llamada de atención hacia la investigación en este ámbito, y yo diría que hacia la investigación científica en general. En los últimos años he escuchado demasiados comentarios acerca de «que la investigación la hagan otros». Ahora nos damos cuenta de lo importante que es el I+D+i, de lo importante que es que la hagamos en España. 

Y la estamos haciendo. Quiero destacar el enorme esfuerzo de nuestros investigadores, sobre todo en la última década con grandes recortes en la investigación. Ojalá esto sea una llamada de atención -a la sociedad en general, y a todos los Gobiernos y administraciones públicas- del valor de la ciencia en nuestro país. Ojalá hagan una apuesta decidida por la Investigación y la innovación como clave del desarrollo del país, y también de la sanidad y la salud pública. La ciencia es un tesoro muy valioso.

¿Desea añadir algo más?

Sí, quiero remarcar que detrás hay un gran equipo. Y junto a nosotros, muchos otros equipos. Desde hace ocho semanas venimos trabajando sin parar, 12 horas diarias. Sin descanso, ni vacaciones, ni fines de semana. Y bajo una gran presión. Aquí no se trata de saber quién va a ganar, sino que todos tenemos que poner el máximo de nuestra capacidad al servicio de la humanidad. 

A lo largo de mi carrera de 30 años como investigadora, nunca me vi enfrentada a semejante reto. Quiero dar las gracias a toda la gente de este y otros equipos por su labor extraordinaria. 

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