China necesita un nuevo patrón de crecimiento

«Después de capear el temporal que supuso la crisis financiera global, el Gobierno y la industria chinos han alcanzado consenso sobre la necesidad de transformar el patrón de desarrollo económico de China. El cambio del modelo de crecimiento y la optimización de su estructura industrial resultan imprescindibles para la nación.»

Aunque muchos la erciben como un milagro, la economía china ha sufrido grandemente, debido a su estructura irracional, merced a una demanda desequilibrada y a un suministro descoordinado, un uso ineficaz de recursos, grave contaminación ambiental y desiguales niveles de desarrollo por todo el territorio nacional. El actual patrón de desarrollo económico ha dependido por largo tiempo y en demasía de las exportaciones e inversiones, en lugar de colocar el énfasis en estimular la demanda y el consumo internos. (DIARIO DEL PUEBLO) RIA NOVOSTI.- Por lo que parece, ya se ha llegado al final del superciclo de endeudamiento masivo y hay que devolver el dinero prestado. Esta es la conclusión definitiva a la que se ha llegado en Toronto. Este es el punto en común entre todos los países inmersos en esta situación pero, entre ellos también hay diferencias sustanciales, por lo que cada uno deberá buscar su propio camino para solventar sus dificultades. La creencia en un saneamiento rápido de la economía imperante en EEUU, Japón y Europa parece bastante exagerada. Los países más ricos de occidente (en los que se incluye a Japón) están teniendo lugar tales cambios demográficos, que las deudas actuales las acabará de pagar la generación del 2030. China. Diario del Pueblo Se necesita un nuevo patrón de crecimiento Hu Shaowei La transformación económica sentará sólidas bases para el desarrollo doméstico y ayudará a propulsar la economía global. Después de capear el temporal que supuso la crisis financiera global, el Gobierno y la industria chinos han alcanzado consenso sobre la necesidad de transformar el patrón de desarrollo económico de China. El cambio del modelo de crecimiento y la optimización de su estructura industrial resultan imprescindibles para la nación. Aunque muchos la perciben como un milagro, la economía china ha sufrido grandemente, debido a su estructura irracional, merced a una demanda desequilibrada y a un suministro descoordinado, un uso ineficaz de recursos, grave contaminación ambiental y desiguales niveles de desarrollo por todo el territorio nacional. El actual patrón de desarrollo económico ha dependido por largo tiempo y en demasía de las exportaciones e inversiones, en lugar de colocar el énfasis en estimular la demanda y el consumo internos. Desde una perspectiva de diferencias urbano-rurales e inter-regionales, el proceso de urbanización de China y el desarrollo de sus regiones centrales y occidentales conllevan un gran potencial, comparado con el de las áreas costeras del este. La infraestructura agrícola de China sigue siendo vulnerable; el sector secundario es grande en escala, mas no lo suficientemente fuerte; el desarrollo de su sector terciario marcha a la zaga y algunos segmentos de la industria evidencian capacidad excesiva. La nación también está haciendo frente a la creciente presión que se deriva de la escasez de recursos y la contaminación ambiental. Según aumenta la dimensión de la economía de China, se hace más necesario que la nación transite de una economía dependiente en exceso del uso de recursos y orientada a la exportación, a otra de uso eficiente de los recursos y apoyada en la tecnología punta. Debe también propiciar que el público comparta las ventajas de un desarrollo concertado de la economía, de la sociedad y del medio ambiente, de modo que se mantenga un crecimiento rápido y sólido del desarrollo económico a largo plazo y se eviten fluctuaciones importantes. Por supuesto, el compromiso de China de transformar su patrón de desarrollo económico no es nada nuevo; ha estado cocinándose por más de una década y media. De hecho, el informe sobre la labor del Gobierno de 1981 había propuesto 10 pautas de desarrollo que se centraban en mejorar el desempeño económico. Durante el 9no Plan Quinquenal, el Gobierno central enfatizó que el patrón de desarrollo económico debía pasar del modo extensivo al intensivo. El 11mo Plan Quinquenal se centró también en la transformación del patrón de desarrollo económico. Sin embargo, no se ha apreciado ningún cambio duradero a este respecto, debido a que el aparato institucional que sostiene el patrón tradicional de desarrollo económico sigue obstinadamente apegado a su papel, y aún está por establecerse un entorno social, cultural y político sano, conducente a la innovación y al espíritu emprendedor. La transformación económica de China no sólo sentará sólidas bases para el desarrollo doméstico, sino que también conducirá al desarrollo sano de la economía mundial. Como tercera mayor economía del mundo, China deberá garantizar una transformación económica que propicie la expansión de la “demanda doméstica y el reajuste de la estructura económica”, lo cual redundará en un incremento del consumo interno y una elevación en las importaciones, lo que, a su vez, facilitará un reequilibrio de las finanzas y los negocios en todo el mundo. Por otra parte, al actualizar la estructura industrial de la nación y recurrir al uso de fuentes de energía más limpias, de seguro se reducirá su actual dependencia excesiva del uso del carbono. Todo esto tendrá consecuencias de gran envergadura en la lucha contra el cambio climático global. La década próxima será crucial en la segunda fase de reformas del país, según avance la transformación del modelo del crecimiento, que será el centro de la actividad reformista. Esta transformación afectará grandemente el desarrollo de China en las décadas venideras. Para acelerar este proceso de transformación y alcanzar las metas sostenibles de desarrollo, la nación no sólo debe reequilibrar la inversión y el consumo, así como ampliar la demanda doméstica, sino también tomar medidas a largo plazo en respuesta a su cambiante estructura demográfica. Los cambios concretos requeridos incluyen transformar el país de modelo exportador a la dependencia de la demanda doméstica; de un modelo liderado por la inversión a un modelo encabezado por el consumo; de un modelo de uso intensivo del carbono a una economía de bajo carbono; de un modelo dominado por el gobierno a otro orientado hacia el mercado y, finalmente, de perseguir un crecimiento desequilibrado a procurar un desarrollo relativamente equilibrado. Desde 2009, la dirección política china ha demostrado un alto nivel de determinación en transformar la estructura de crecimiento en varias ocasiones importantes. Por ejemplo, el Consejo de Estado está evaluando un proyecto dirigido a acelerar las industrias estratégicas emergentes; el muy esperado plan de integración de las redes triples ha salido a la luz finalmente; y la reforma del sistema de asignación de ingresos está progresando constantemente. Los logros acumulados con los esfuerzos para lograr esta transformación económica ha convencido a muchos de que China no dejará este proceso a mitad de camino. La transformación del patrón de desarrollo económico de China, que implica un esfuerzo complicado, necesita de una reforma estructural simultánea en otros campos relacionados, incluidas la gobernanza corporativa en las empresas propiedad del gobierno, y las mejoras de sus sistemas administrativos fiscales y de gobierno. Sin embargo, la transformación procurará echar raíz sin que medien mayores avances institucionales. DIARIO DEL PUEBLO. 30-6-2010 Rusia. RIA Novosti Cumbre del G-20: el fin del ciclo del endeudamiento De todos los temas que se han tratado en la reunión del G-20 en Toronto, el asunto del endeudamiento de las naciones ha sido con mucho el más escabroso. Sí, el tema estrella ha sido la deuda pública y todos sus problemas derivados: el enorme déficit presupuestario y la obligada política de austeridad económica, con recortes en las pensiones, en los salarios, la inevitable la subida de impuestos, etc. La conclusión a la que se ha llegado en la capital de Canadá es que el de que el mundo ha estado viviendo en un constante estado de embriaguez crediticia los últimos 25 años del que ha llegado el momento de despertar. Muchos analistas económicos ya hace tiempo que venían haciendo la comparación de los créditos y el alcohol. La facilidad con la que se obtenía el dinero durante la década de los noventa y el comienzo de los 2000 producía un efecto de euforia igual al de una bebida alcohólica. Tras un crédito fácil, se pedía un segundo, un tercero, un cuarto… igual que con el alcohol. El contacto con la realidad ya se había perdido y la resaca era inevitable. Esta llegó como la crisis financiera del 2008. Existe una comparación más mística, si se quiere. Hay quién piensa que la crisis financiera no es más que un castigo divino por despilfarrar nuestros recursos y por la soberbia del consumo desmesurado. Aportan la prueba de que, en arameo, la lengua de Jesucristo, la palabra deuda y pecado eran la misma. La solución sería muy simple, si a los deudores y a los pecadores se les pudiera perdonar con indulgencias del estilo del comunicado final de la reunión del G-20 y sus conclusiones pactadas sobre el papel. Lamentablemente, esto no es así y resolver este problema será algo mucho más complicado. Para empezar habrá que cambiar toda la estructura del gasto público, rediseñar el sistema financiero mundial y empezar a vivir según los recursos propios, recurriendo sólo a los créditos en caso de una necesidad real. Las naciones que incurran en déficit deberán hacer acto de contrición y, en este mundo de economía global, esto significa gastar menos. La cuestión será cómo conseguirlo. La gravedad de la situación es diferente en cada país. Rusia, en esta ocasión, ha tenido suerte con la coyuntura mundial, con los precios de los hidrocarburos y con el estado de sus reservas de estabilización. De todos los países de la reunión de Toronto, era la nación menor deuda externa. Según datos de la prestigiosa agencia Mckinsey Global Institute, la deuda bruta (deuda externa, empresarial y de consumo sumadas) corresponde al 71% del PIB de Rusia. Encabeza la lista Japón, cuya deuda es del 471 % del PIB del pais, después está el Reino Unido (466%), España (366 %), Francia (322 %) y Alemania ( 286 %). La deuda de los EEUU es del 296 % del PIB, mientras de las de China y la India son del 158 % y 129 % respectivamente. Esto son solo porcentajes, pero tras ellos se oculta un peso de cientos de miles de millones de dólares. Una deuda de más de un 100% del PIB significa que los créditos asumidos superan todos los ingresos del país. Sin embargo, estas cifras, a pesar de ser sorprendentes, todavía no son de récord, aún se pueden gestionar y se está a tiempo para solucionar el problema. El drama viene cuando la deuda es tan grande que se convierte en impagable como, por ejemplo, la de Islandia, con sus 1200 %, o la de Irlanda con sus 700 %. Como contrastre está el ejemplo de los países nórdicos, donde estos índices son diametralmente opuestos. En Noruega la deuda bruta es del 156 %, en Finlandia, el 57 % y en Suecia, de casi el 20 %. Paradójicamente, estos países cuentan con los sistemas de protección social más completos del mundo y sus gastos sociales son enormes. Sin embargo, estos sistemas también tienen el efecto de retroalimentar y servir de motor alternativo a la economía del país. En esto radica uno de los discretos encantos del llamado socialismo escandinavo. Por otra parte, a todas las economías poderosas les llega un momento cuando ya no son capaces de asumir más deudas. El síntoma más característico de esta situación es la reducción de la rentabilidad por cada unidad monetaria prestada. En el caso de EEUU, y según su agencia estadística, si en 1960 cada dólar daba una rentabilidad del 90%, hoy ésta es sólo del 10%. Por lo que parece, ya se ha llegado al final del superciclo de endeudamiento masivo y hay que devolver el dinero prestado. Esta es la conclusión definitiva a la que se ha llegado en Toronto. Este es el punto en común entre todos los países inmersos en esta situación pero, entre ellos también hay diferencias sustanciales, por lo que cada uno deberá buscar su propio camino para solventar sus dificultades. La creencia en un saneamiento rápido de la economía imperante en EEUU, Japón y Europa parece bastante exagerada. Los países más ricos de occidente (en los que se incluye a Japón) están teniendo lugar tales cambios demográficos, que las deudas actuales las acabará de pagar la generación del 2030. El mundo desarrollado está sufriendo un proceso de envejecimiento de la población muy rápido y el colectivo de la tercera edad vive mucho tiempo y con una gran calidad de vida de forma que, dentro de unos años, un trabajador se verá obligado a mantener a unos o dos pensionistas. Con esta reducción de la población activa y esta carga sobre ella, no se podrán esperar rápidos crecimientos económicos y, por lo tanto, tampoco una rápida reducción de la deuda. RIA NOVOSTI. 29-6-2010

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