SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

¿Bipartidismo o caos?

Recuerdo una viñeta del genial dibujante Chumy Chúmez hace años, creo que en Hermano Lobo. Un político en campaña desde su estrado pregunta a sus oyentes: “¿Qué preferís, nosotros o el caos?”. Respondía la multitud “El caos”. Respuesta final del orador. “Da lo mismo. Nosotros somos el caos”.

El bipartidismo parece estar en imparable decadencia en la mayoría de Europa Occidental. También en España. PP y PSOE sumaron en la última elección presidencial alrededor del setenta y cinco por ciento de los votos, diez puntos menos que en la anterior. Encuestas recientes de varios orígenes les dan un escaso cincuenta por ciento, incluso alguna por debajo. Sus dos líderes cosechan una desconfianza que se sitúa entre el ochenta y el noventa por ciento de los encuestados. El régimen instaurado por la transición parece resquebrajarse y suenan las voces de alarma. Bipartidismo y caos son la misma cosa.

Gobernabilidad es el mantra, la palabra mágica. De manera explícita o más sofisticadamente se va difundiendo el mensaje que se sintetiza así: la ruptura del bipartidismo supone el fin de esa gobernabilidad porque daría paso a nuevas opciones que ven desde la izquierda radical y antigua hasta la demagogia y el populismo y, al fondo, el espantajo de Beppe Grillo y sus Grillini. Ciudadanos, la patria está en peligro. Llega el caos. Error porque el caos está ya aquí.

Frente a eso, cuánta más segura es la alternancia entre los dos grandes partidos. Aunque sea algo tan antiguo como la alternancia entre Cánovas y Sagasta en el podrido régimen de la Restauración. Ese bipartidismo con alternancia se sustenta no sólo en el PP y el PSOE (que en los grandes temas están de acuerdo y por supuesto en éste lo que les lleva por ejemplo a rechazar absolutamente una mayor proporcionalidad en la ley electoral) sino también, y mucho más importante, en las élites que los apoyan porque obtiene grandes beneficios del sistema. Basta escuchar o leer a representantes cualificados de esas élites para comprobarlo.

Pero enfrentan fuerzas también poderosas y en alza. Es el poder de una ciudadanía cada vez más consciente del tinglado y cada vez más consciente de la necesidad y la urgencia de modificar una situación crítica que tiene responsables. Es una ciudadanía que no sólo quiere votar sino además tener más posibilidades de elegir y que va dándose cuenta de que la corrupción es la resultante de la ocupación de las instituciones por esos dos grandes partidos (y los nacionalistas, vástagos necesarios del bipartidismo, en sus territorios) y esas élites. Es una ciudadanía que demanda más opciones y que sabe que eso no significa desgobierno sino mejor gobierno, más democracia y más rendición de cuentas ante el electorado. Hace falta un rescate de las instituciones del Estado hoy secuestradas para que sean ocupadas por la ciudadanía. De eso se trata. Nada menos. No se trata de algaradas ni de espontaneísmos. Hay opciones políticas sólidas, como UPyD, que han demostrado su capacidad y solvencia y que demandan un lugar al sol. Y hay reflexiones y propuesta importantes siempre a la vista como el Decálogo para reformas democráticas en este medio en el que colaboro.

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