SELECCIÓN DE PRENSA

Bildu escribe a Trump para felicitarle y «seguir cooperando»

La carta enviada por la coalición radical EH Bildu al presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, incluye entrecomillados muy expresivos del alborozo que para la izquierda abertzale ha representado su victoria en las «vibrantes elecciones» norteamericanas.

Bildu manifiesta su «más sincera enhorabuena» y muestra su «absoluta disposición» a «seguir cooperando» para «estrechar relaciones».

«Queremos trasladarle nuestra absoluta disposición a seguir cooperando y trabajando con el nuevo Gobierno de los Estados Unidos». La misiva es breve pero clara. Está firmada por la portavoz de la coalición abertzale EH Bildu en el Congreso de los Diputados, Marian Beitialarrangoitia. Y está dirigida a la Embajada de Estados Unidos en España. La carta fue remitida, según explicaron fuentes cercanas al envío, unos días después de la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales del país norteamericano.

Estas fuentes explicaron que la representante de la izquierda abertzale en el Parlamento envió la carta a la atención del embajador James Costos, y no fue a título personal: «En nombre de la coalición vasca EH Bildu, le queremos trasladar a usted, al Gobierno de los Estados Unidos de América, así como al pueblo americano, nuestra más sincera enhorabuena por las democráticas y vibrantes elecciones celebradas». (…)

A la atención del Sr. James Costos,

En nombre de la coalición vasca EHBildu, le queremos trasladar a usted, al Gobierno de los Estados Unidos de América, así como al pueblo americano, nuestra más sincera enhorabuena por las democráticas y vibrantes elecciones celebradas el pasado martes.

Así mismo, queremos trasladarle nuestra absoluta disposición, tal y como lo hemos hecho durante estos últimos años, a seguir cooperando y trabajando con el nuevo Gobierno de Estados Unidos.

Los lazos históricos que a través de la numerosa diáspora vasca unen a nuestros respectivos países son un claro ejemplo de los valores que compartimos ambos. También cabe recordar las importantes relaciones comerciales existentes entre los dos países.

En ese sentido, también queremos trasladarle que desde EHBildu, deseamos seguir estrechando las relaciones entre nuestra coalición y el Gobierno de los Estados Unidos de América.

Por último, le rogamos traslade al nuevo Presidente electo de los Estados Unidos, el Sr. Donald Trump, nuestras más sinceras felicitaciones.

Muy atentamente,

Marian Beitialarrangoitia Lizarralde

(Portavoz de EHBildu en el Congreso de los Diputados)

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PHILIP STEPHENS

La derecha populista derriba a la izquierda

Durante el referéndum británico, aquellos que apoyaban el Brexit reivindicaban que el Servicio Nacional de Salud de Reino Unido estaba saturado por culpa de los millones de inmigrantes turcos. Quien sostuvo este argumento fue Gisela Stuart, diputada del Partido Laborista y líder de la campaña a favor del Brexit.

La política racista y la falta de rigor son las cartas de presentación del populismo. Obtienen más poder con la unión de la derecha y la izquierda. Los nacionalistas de hoy en día se aprovechan de los problemas económicos, sociales y culturales de la clase trabajadora excluida por la globalización. Esta marea está arrastrando a gran parte de la antigua izquierda política europea.

El UKIP (Partido de la Independencia de Reino Unido) empezó adelantando a los conservadores por la derecha. El partido de Nigel Farage cosechó su primera victoria al forzar al Gobierno tory a plantear un referéndum sobre la permanencia en la UE. Pero el Brexit sólo ganó gracias al apoyo contra el establishment y la inmigración de un gran número de votantes laboristas.

Esta semana, Farage ha dimitido como líder del UKIP. Su sucesor, Paul Nuttall, cree que el futuro del partido está en el enfado de los partidarios laboristas de las zonas rurales al norte de Inglaterra

El Partido Republicano de centro-derecha francés ha decidido que su candidato para las elecciones presidenciales del año que viene sea François Fillon, al que muchos consideran el único que puede hacer frente a la extrema derecha del Frente Nacional de Marine Le Pen. Lo sorprendente es el apoyo que ha conseguido Le Pen entre la clase trabajadora. Lo que Le Pen busca es limitar las opciones entre el liberalismo «thatcherista» de Fillon y la idea de estado de bienestar del Frente Nacional.

La que no aparece por ningún sitio es la izquierda tradicional. Si François Hollande insiste en buscar su segundo mandato, no conseguirá el apoyo del Partido Socialista. Los índices de popularidad del presidente se han desplomado, muy por debajo de Emmanuel Macron, su exministro de Economía. Tal y como está la situación, Le Pen y Fillon se enfrentarán en la última vuelta. Para la UE, la victoria del Frente Nacional podría ser fatídica.

En EEUU, Hillary Clinton ganó la votación popular, pero perdió el apoyo de los estados rurales que solían ser demócratas. La rabia contra las élites, el descarado nacionalismo y el proteccionismo económico han consternado a las clases pudientes y a los estadounidenses cultos, y han ofendido a la mayoría de las minorías, pero el resultado de las elecciones refleja el mismo grito de protesta de los obreros de Reino Unido.

En toda Europa, los partidos de centro-izquierda han sufrido un castigo motivado por el discurso populista sobre el abandono de la población autóctona. En Italia, el primer ministro Matteo Renzi puede verse desplazado por Beppe Grillo, del partido nacionalista Movimiento 5 Estrellas, un partido que aplaude el nacionalismo beligerante del trumpismo. Alemania ha logrado escapar de los excesos populistas, pero el año que viene el mayor rival de la canciller Ángela Merkel será la ultraderecha y no el Partido Socialdemócrata. Y en Austria puede que el próximo presidente sea de un partido fundado por nazis.

En la izquierda piensan que la solución es adoptar una postura más de izquierdas. Aquellos que apoyaban a Bernie Sanders creen que hubiese tenido más opciones que Clinton de derrotar a Trump.

En realidad, la extrema derecha y la izquierda radical comparten su visión proteccionista de la economía. La opinión de Le Pen sobre el capitalismo mundial no dista de la de Jeremy Corbyn, líder del Partido Laborista de Reino Unido. Ambas posturas también suelen admirar a líderes «poderosos» como Vladimir Putin. En cualquier caso, la derecha siempre puede acorralar a la izquierda con las cuestiones de la cultura y la identidad.

Este hecho queda patente en los errores de políticos como Corbyn, que esta semana ensalzó los logros de Fidel Castro. El Gobierno de Theresa May está atrapado en el fango del Brexit. Los ministros están en guerra los unos con los otros, la libra ha caído y la economía se está desacelerando.

Los partidos de la izquierda y de la derecha moderada tienen claro que sólo el «centrismo» puede derrotar al populismo. La globalización no puede desaparecer, pero tampoco puede distribuir todas sus ganancias entre los más ricos. El cierre de fronteras nos perjudicará a todos, pero se deben evitar los disturbios sociales. El patriotismo puede celebrarse, pero no debe derivar en la xenofobia. Las multinacionales deben pagar impuestos, y los consejos de administración deben limitar las remuneraciones excesivas de los ejecutivos.

Los paralelismos con los años 30 son a un mismo tiempo inexactos y desconcertantes. Muchas personas han perdido la fe en el sistema. Y algo debe ir realmente mal cuando los ciudadanos de las democracias desarrolladas declaran constantemente que la situación empeorará para sus hijos. Los populistas se alimentan de ese pesimismo. La política necesita el optimismo de un centro robusto.

22 NOVIEMBRE 2016 Público

NAZANÍN ARMANIAN

EEUU y Rusia: ¿Hacia un nuevo orden mundial?

(…) Para Rusia, la misma derrota de Clinton es un triunfo, y no sólo por incitar o apoyar las protestas de 2011 en Moscú contra la elección de Vladimir Putin, de armar a los grupos y gobiernos de extrema derecha en sus fronteras, invadiendo su periferia de seguridad, sino por lo que iba a hacer: una grave intervención militar en Rusia, sin importarle provocar una guerra nuclear, como revelaban sus correos infiltrados.

¿La distensión con Rusia?

(…) Sobre las razones de la extraña simpatía de Trump hacia Rusia, se ha apuntado a los lazos financieros de algunos miembros de su equipo con Gazprom, o con los políticos pro-rusos de Ucrania, o que el propio magnate celebrase en Moscú el concurso de Miss Universo 2013. Entonces, ¿por qué Trump no ha conseguido abrir la sucursal de su hotel en Moscú cuando sí lo han hecho Ritz, Hilton o Radisson?

Quizás la respuesta esté en las fuertes posiciones antichinas de Trump: ¿Pretende romper la alianza entre Rusia y China, acercándose a una de ellas, siguiendo la misma estrategia de Richard Nixon y de Barack Obama? Es difícil que lo consiga: los dos gigantes se han unido en la Organización de Cooperación de Shanghái, en el Grupo de BRICS, y en numerosos acuerdos estratégicos militares y energéticos. La Doctrina Putin está consiguiendo, con el respaldo de China, restaurar la posición de Rusia en el mundo, poniendo fin a la unilateralidad de Washington y su Nuevo Orden Mundial declarado en 1991, año de la caída de la URSS. Ahora Rusia está recuperando Asia Central, mientras EEUU está perdiendo a Pakistán, Libia, Irak, Turquía y Arabia Saudí.

Kremlin sigue con cautela las declaraciones de Trump quien dijo que “podrá mirar” el reconocimiento de Crimea como territorio ruso (…)

En los últimos años, la esquizofrenia ha dominado la política exterior rusa: votó a favor de la agresión de la Alianza a Libia, las sanciones económicas sobre Irán, ha facilitado la ocupación y la permanencia de la OTAN en Afganistán, ofreciéndole el aeropuerto de Uliánovsk (la ciudad natal de Lenin, convertido, según la oposición, en una base de EEUU), para el tránsito de equipamientos a las tropas de Bush y Obama. Y eso a pesar de que en 2001 Washington saliera del Tratado de Misiles Antibalísticos, y le acosara en sus propias puertas desde Georgia y Ucrania. Es impensable que el Pentágono abandonara la doctrina Dominio Completo del Espectro (Full Spectrum Dominance) de controlar el espacio aéreo y las rutas marítimas.

Tampoco dejará de utilizar la OTAN para su expansión, y para desmantelar la Federación Rusa, o llevar adelante el proyecto del Siglo Pacifico de América por el que está sembrando las proximidades del estratégico Mar Oriental de China de bases militares.

No hay ninguna lógica objetiva que propicie un giro en la política exterior de Washington (tampoco lo hubo con Obama después de Bush) centrado en tres “amenazas existenciales” de China, Rusia e Irán. Barack Obama prometió una cooperación entre las potencias para el bien de la humanidad, pero la realidad es que en 2016 hablamos de la Guerra Fría 2.0.

No habrá un Nuevo Orden Mundial con un gabinete reaccionario compuesto por individuos millonarios fundamentalistas cristianos. El estado profundo seguirá con la reconfiguración del mapa estratégico global, con el objetivo de mantener la supremacía militar y política de EEUU sobre el mundo y a cualquier precio.

Aun así, hay que exigir a los líderes de las superpotencias que dialoguen y reduzcan la peligrosa tensión acumulada.

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FINANCIAL TIMES. 27.11.2016

El momento María Antonieta de las élites

Wolfang Munchau

Algunas revoluciones podrían haberse evitado si la vieja guardia se hubiera abstenido de la provocación. No hay prueba del incidente de «si no tienen pan, que coman pasteles». Pero este es el tipo de cosas que María Antonieta podría haber dicho. Suena cierto. Los Borbones son difíciles de vencer como el establishment por excelencia fuera de la realidad. Ahora tienen competencia

Nuestro establishment global liberal democrático se está comportando de la misma manera. En un momento en que Gran Bretaña ha votado abandonar la UE, cuando Donald Trump ha sido elegido presidente de Estados Unidos, y Marine Le Pen está marchando hacia el Palacio del Elíseo, nosotros -los guardianes del orden liberal global- seguimos duplicándonos.

La campaña de Tony Blair, ex primer ministro británico, para deshacer el Brexit es probablemente el ejemplo más curioso de todos. Un incidente más grave fue la previsión de la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria en el Reino Unido, que dijo la semana pasada que el Brexit tendría graves consecuencias económicas. Unos meses después de que la profesión de los economistas se desacreditaran con un pronóstico sobre las consecuencias del Brexit, este es un asombroso recordatorio de la inadecuación de los modelos de pronóstico económico.

La verdad sobre el impacto de Brexit es que es incierto, está más allá de la capacidad de cualquier ser humano para pronosticar y depende casi enteramente de cómo el proceso sea manejado. «No sé» es la respuesta técnicamente correcta. Antes del referéndum, el Proyecto Miedo era simplemente un monumental error táctico. Hoy es estupidez. Uno de los debates fue si la gente debería escuchar a los expertos. Nos hemos movido más allá de eso. Debido a la tendencia a exagerar, los macroeconomistas ya no son considerados expertos en la macroeconomía.

Los antiguos líderes fuera de la realidad y el establishment económico no son únicos. En Italia, el establishment político está considerando la modificación de la ley electoral recientemente modificada únicamente para contener al rebelde Movimiento Cinco Estrellas de Beppe Grillo. Esto se entrelaza de manera compleja con el referéndum del próximo domingo sobre la reforma constitucional.

La ley electoral que entró en vigor en julio otorga al partido más fuerte poderes cuasi dictatoriales. Se trataba de un acuerdo acordado en 2014 entre el partido demócrata del primer ministro Matteo Renzi y el ex primer ministro Silvio Berlusconi, Forza Italia. Ninguno de los dos hombres creía entonces que el Movimiento Cinco Estrellas estaría en condiciones de sacudir el acogedor duopolio. Independientemente de cómo termine el referéndum sobre las reformas constitucionales, esperen a ver uno de los esfuerzos más llamativos de manipulación en la política moderna. Pero el problema del Sr. Renzi no es el Movimiento Cinco Estrellas. Son los votantes.

La propia UE, también, se duplica cada vez que puede. El acuerdo comercial con Canadá y la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión, que aún no ha concluido, son hoy tan populares como el estacionamiento de misiles nucleares de mediano alcance en los años ochenta. Una insurrección popular está en marcha contra ellos porque la gente teme una reducción en la protección del consumidor y un poder desmesurado para las multinacionales.

¿Por qué está pasando esto? Los macroeconomistas pensaron que nadie se atrevería a desafiar su autoridad. Los políticos italianos han estado jugando a juegos de poder desde siempre. Y el trabajo de los funcionarios de la UE es encontrar maneras ingeniosas de colocar la legislación y los tratados políticamente delicados en las legislaturas nacionales. Incluso en el momento en que personalidades como la Sra. Le Pen, Grillo y Geert Wilders, del partido de extrema derecha de la Libertad Holandesa, se dirigen hacia el poder, el establishment sigue actuando de esta manera. Un regente borbónico, en un momento de reflexión poco característico de ellos, habría retrocedido. Nuestro orden capitalista liberal, con sus instituciones competidoras, es constitucionalmente incapaz de hacer eso. Duplicar hacia abajo es lo que está programado para hacer.

El curso de acción correcto sería dejar de insultar a los votantes y, lo que es más importante, resolver los problemas de un sector financiero descontrolado, flujos incontrolados de personas y capital y una distribución desigual de los ingresos. En la eurozona, los líderes políticos consideraron oportuno enredarse con la crisis bancaria y luego con la crisis de deuda soberana, sólo para encontrar que la deuda griega es insostenible y el sistema bancario italiano está en serios problemas. Ocho años después, todavía hay inversores apostando por un colapso de la eurozona tal como la conocemos.

El señor Renzi podría haber utilizado su amplio capital político para reformar la economía italiana en lugar de tratar de cimentar su poder. E imagínese lo que hubiera sido posible si la canciller Angela Merkel hubiera gastado su capital político, aún mayor, en encontrar una solución a las múltiples crisis de la eurozona o en reducir los excesivos superávits por cuenta corriente de Alemania. Si quieres luchar contra el extremismo, resuelve el problema.

Pero no está sucediendo por la misma razón que no sucedió en la Francia revolucionaria. Los guardianes del capitalismo occidental, como los Borbones antes que ellos, no han aprendido nada y no han olvidado nada.

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ALAI (Agencia Latinoamericana de InformaciónNéstor García Iturbe

23-11-2016

Qué recibirá Trump de Obama en materia de defensa

Cuando Donald Trump, en enero del 2017, después de la actividad de la toma de posesión, se siente en el despacho oval de la Casa Blanca, además de Presidente, será el Comandante en Jefe de las fuerzas armadas estadounidenses, por lo que tendrá en sus manos una buena cantidad de mecanismos de destrucción, espionaje y vigilancia, que no han sido creados por él, pero que debe decidir si los mantiene o los elimina.El terror que muchos quieren crear por la presencia de Trump en la presidencia de Estados Unidos, debió también ponerse de manifiesto cuando los que lo antecedieron, Obama y los otros presidentes, fueron fomentando una maquinaria de guerra de proporciones extraordinarias, capaz de intervenir en distintos países y de llevar la muerte a decenas de miles de personas, con la justificación de defender la “Seguridad Nacional” de Estados Unidos, que en realidad, son los intereses económicos de la clase dominante.

Lo más peligroso de la herencia recibida del Premio Nobel de la Paz, es el arsenal nuclear con que cuenta Estados Unidos, compuesto por 2.150 ojivas nucleares activas (1.950 estratégicas y 200 tácticas) más otras 2.800 en reserva y unas 3.000 almacenadas para su desmantelamiento, lo suficiente como para destruir el mundo cuatro veces. Esto cuesta al contribuyente estadounidense 21 mil millones de dólares anuales.

Cómo si todo esto no fuera poco, y en una importante contribución a la Paz, como Premio Nobel que es, Obama deja un legado a su sucesor y a los que vengan después, que implica el gasto de 1,5 billones de dólares en los próximos 30 años para la sustitución y modernización del potencial nuclear existente, además de la adquisición de 12 submarinos nucleares porta misiles, a un costo de 90 millones de dólares cada uno, 100 nuevos bombarderos de largo alcance, portadores de bombas nucleares, que costarían 65 millones de dólares cada uno y 400 misiles terrestres de la misma categoría, por los que se pagarán 30 millones por unidad.

Entre los planes futuros del Pentágono, también se encuentra el modernizar las bombas de gravedad B-61 estacionadas en Europa, crear el nuevo misil de largo alcance Standoff Cruise, y desarrollar una serie de nuevas ojivas que permite sustituir las existentes por otras de mayor potencial nuclear y tecnología más avanzada, sin aumentar el número de las existentes.

Si Trump desea encontrar partidas del presupuesto que pueden ser disminuidas, sin afectar la Seguridad Nacional, para mejorar las condiciones de vida de la población estadounidense, debe entrar en un análisis de lo que se gasta en el poderío nuclear.

Esto es solamente una parte de lo que Trump recibirá de Obama pues cuando tomamos en consideración el presupuesto solicitado por el Departamento de Defensa para el año 2017, la cifra asciende a 524.000 billones de dólares, lo cual cubrirá los gastos corrientes como salarios, combustible, compra y modernización de armamento y equipos de las tropas consideradas regulares dentro de las fuerzas armadas.

Estas tropas regulares están compuestas por más de 1,5 millones de efectivos militares, 1,1 millones de reservistas y cerca de 800,000 civiles, a lo que debe sumarse cerca de 100,000 contratistas. Desde el punto de vista organizativo, estos efectivos se encuentran agrupados en seis comandos regionales, que cubren todo el globo terráqueo, además del Comando Aéreo Estratégico y otros dos comandos especiales.

Este presupuesto cubre los gastos de una División Blindada, una División de Caballería, un Regimiento de Caballería y dos Regimientos de Caballería Acorazada, cinco Divisiones de Infantería, una División de Montaña, dos Divisiones y una Brigada Aerotransportada, todo al servicio del Ejército estadounidense.

También incluye los de la fuerza aérea, compuesta por más de 4,500 unidades en servicio activo, 1300 en la Guardia Nacional y 400 en la Reserva. Más de 2,000 misiles crucero de lanzamiento aéreo y 450 misiles balísticos intercontinentales. Además de este equipamiento, cuenta también con una flota de drones que está muy cercana a los 1000 y que permite asesinar “sospechosos”, sin hacerle juicio, sin ser condenados y sí que el que ejecutó la acción criminal tenga que rendir cuenta por lo que hizo, ni comparecer ante tribunal alguno.

La Marina de Guerra estadounidense, incluida en el presupuesto, cuenta con 10 Portaaviones, 20 buques anfibios de comando y asalto, 54 submarinos de ataque, 14 submarinos portadores de misiles balísticos, 4 submarinos de misiles guiados, 11 fragatas, 22 cruceros, 62 destructores, 13 buques barreminas, 4 buques de combate en litoral y otros medios navales especializados, entre ellos drones submarinos.

A todo esto se le puede agregar los medios con que cuenta la Infantería de Marina y otras agencias especializadas del propio Departamento de Defensa.

Dentro de los lugares donde se encuentran tropas de ocupación estadounidenses, que se han mantenido o enviado durante el gobierno del Premio Nobel de la Paz, sufragando sus gastos con el fondo para Operaciones de Contingencia en el Exterior del Departamento de Defensa, se encuentran Iraq, Afganistán, Somalia y otros países, para lo cual el Pentágono contará con 59 mil millones de dólares en el año 2017.

Algo a lo que Donald Trump se refirió durante su campaña electoral, fue que aquellos que pedían Estados Unidos le cuidara la democracia debían pagar los gastos que eso ocasiona. A la cifra mencionada en el párrafo anterior, es necesario adicionar otros 58 mil millones de dólares que se encuentran en una partida del presupuesto de Defensa denominada Relaciones Internacionales, la cual se dedica al entrenamiento y preparación de tropas de otros países y el abastecimiento a las mismas de todo tipo de armamento y equipo que requieran. Más de 100 mil millones de dólares que Trump puede destinar a mejorar las condiciones de vida de la población estadounidense.

Este asunto de cuidarle la democracia a otras naciones, desarrollado y mantenido por la administración Obama, y su política injerencista, ha traído como consecuencia, según informe del mes de abril del 2015 del Departamento de Defensa, que 200,000 estadounidenses, miembros de las fuerzas armadas, se encuentren destacados en otros países.

El informe plantea que 9800 de esos militares están en Afganistán, mientras que aproximadamente 3500 soldados están desplegados en Irak y Siria bajo el pretexto de luchar contra el grupo terrorista del Estado Islámico. En la región Asia Pacífico hay unos 50.000 militares estadounidenses —28.500 de ellos en Japón, una cifra similar en Corea del Sur, y cerca de 1000 en Australia y Singapur.

En África hay desplegados unos 5000 miembros de las Fuerzas Armadas de EE.UU., 4000 de ellos ubicados en la mayor base norteamericana en ese continente, la de Camp Lemonnier, en Djibouti, más los que se encuentran en Somalia y otros países.

Existen más de 64.000 soldados estacionados en toda Europa, en enclaves ubicados en Alemania, Reino Unido, Italia y España, además de en las repúblicas exsoviéticas del Báltico y otros tres mil en Turquía.

En el área de Centroamérica y América del Sur, hay desplegados aproximadamente 5500 militares, además de una presencia naval en el Caribe con el pretexto de la lucha antidrogas.

Trump y su equipo deberán evaluar esta “bomba de tiempo” que les ha caído en las manos, producto del famoso “legado de Obama” y demostrarán su inteligencia, si logran reducir el peligro que una bomba de este tamaño representa y sobre todo, sino explota.

ALAI (Agencia Latinoamericana de Información). 23-11-2016

Eric Nepomuceno

Brasil, rumbo al fin del mundo

En la tarde del miércoles se anunció formalmente que Marcelo Odebrecht, heredero y presidente del gigante de la construcción, firmó su “acuerdo de delación premiada”.Además de él, quien se encuentra detenido desde junio del año pasado, otros 77 altos ejecutivos del grupo, que controla la que es la mayor constructora de América latina, también empezaron a firmar acuerdos semejantes. A cambio de contar todo lo que saben del esquema de corrupción existente no sólo en la estatal de petróleo Petrobras, sino también en otras obras públicas que consumieron miles de millones de dólares, podrán tener sus condenas reducidas.

Las negociaciones entre detenidos, fiscales federales y Policía Federal suelen ser largas, tensas e intrincadas, antes de que se llegue a la firma con el Ministerio Público. En ese trámite, ya se sabe que tanto Marcelo Odebrecht como sus antiguos directores mencionaron los nombres de por lo menos 130 diputados, senadores, ministros, además de otros veinte gobernadores o ex gobernadores.

Corren rumores, en Brasilia, de que el número total podrá acercarse y hasta superar la marca de los 200. Además, ya se sabe que las denuncias no se refieren solamente a los gobiernos del PT, con Lula da Silva (2003-2010) y Dilma Rousseff (2011-2016), sino que retroceden al año 2000, cuando la presidencia era ocupada por Fernando Henrique Cardoso, uno de los mentores e impulsores del golpe institucional que destituyó a la mandataria electa por 54 millones de votos.

Entre los nombres mencionados están los del actual presidente de la República, Michel Temer, de al menos tres de sus principales ministros (Eliseu Padilha, de la Jefatura de Gabinete; José Serra, de Relaciones Exteriores, y Geddel Vieira Lima, secretario de Gobierno) y de otros políticos de importancia clave para el actual gobierno. De hecho, las delaciones alcanzan, con el poder destructivo de una bomba, el corazón del actual sistema político brasileño.El paso siguiente será la homologación, por el Supremo Tribunal Federal, de los acuerdos. Para llegar a esto, se examinarán todos los términos de los acuerdos alcanzados, se verificará su veracidad y serán pedidas pruebas de lo que consta en las declaraciones.

Lo que se sabe hasta ahora ha sido filtrado a los medios de comunicación, una práctica ilegal pero de largo uso cuando los mencionados eran nombres de peso del PT y sus antiguos aliados. Ahora les toca a los del gobierno nacido a raíz del golpe institucional probar del mismo veneno antes destinado exclusivamente al PT de Lula da Silva, lo que provoca sacudones de pánico en Michel Temer, sus acólitos y sus paniaguados.

Tan pronto se supo de la noticia empezaron a circular, en Brasilia, rumores con buena base de credibilidad, indicando que parte de lo negociado podrá implicar penas más suaves para algunos figurazos del actual gobierno. El daño moral y sus consecuencias, sin embargo, serán inevitables.

Acosado por pésimas noticias del área económica –en 2016 todos los indicadores fueron revisados para peor, e igualmente retrocedieron las proyecciones para 2017–, enfrentando fuerte resistencia en determinados nichos de la opinión pública (hay más de mil secundarias públicas y un nutrido número de universidades nacionales ocupadas por estudiantes), sin haber alcanzado siquiera vestigios de la tan ansiada legitimidad, Michel Temer se ve cada vez más acorralado.

Sigue discurseando por doquier, como si fuese otra la realidad vivida por el país y por su gobierno. Pero es nítido su creciente aislamiento y la evidente falta de estatura para conducir Brasil en un momento especialmente tenso y nebuloso (…)

Mientras, el país sigue a paso firme rumbo al fin del mundo. ¿Hasta cuándo?

¿Puede China superar a EEUU en el liderazgo mundial?

GLOBAL TIMES. 21-11-2016

(…) Algunos medios de comunicación occidentales sostienen que EEUU está renunciando a su liderazgo mundial tras la elección de Donald Trump (…) Creen que una superpotencia emergente, China, reemplazará a los Estados Unidos para liderar el mundo.Los comentarios de la campaña de Trump revelan su intención de retractarse de la estrategia global de Estados Unidos. Parece querer concentrar más energía y recursos en revivir la economía y el desarrollo social de EEUU. Pero (…) es poco probable que Trump asuma el tradicional camino aislacionista.

A los occidentales les gusta usar el concepto de «liderazgo» para definir la función de una gran potencia (…) El mundo después de la Guerra Fría estuvo dominado por el liderazgo estadounidense. Washington diseñó y mantuvo una serie de sistemas, incluyendo el sistema de comercio mundial, el sistema financiero, el sistema de Internet, el patrón de seguridad y así sucesivamente.

Estados Unidos ha invertido mucho en mantener este liderazgo y también ha obtenido beneficios considerables. En un futuro previsible, es imposible que Estados Unidos abandone su liderazgo global.

Estados Unidos buscó la supremacía sobre todo en los últimos años. Sin embargo, no tenía suficiente fuerza nacional para reforzar esta meta poco realista. Trump parece estar rediseñando el liderazgo de Estados Unidos, alejando al país de campos en los que cree que se están desperdiciando los recursos. China, por lo tanto, ganará algún espacio para ejercer su influencia, pero ¿está lista China?

China todavía no puede igualar a los EEUU en términos de fuerza integral. No tiene la capacidad de liderar el mundo de una manera global, además, ni el mundo ni China están psicológicamente preparados para ello (…)

Pero a medida que China se está desarrollando rápidamente, provocando cambios en la estructura de poder mundial, su participación en la gobernanza global será un proceso natural y gradual, en el que Beijing no puede apresurarse, pero del que tampoco puede escapar.

Si Washington se retira del acuerdo climático de París, China puede cumplir con su compromiso, pero no podrá compensar la pérdida causada por Estados Unidos. O si Estados Unidos adopta un camino anti-libre comercio, las consecuencias desordenadas estarán más allá de la capacidad de China para repararlas.

Pero por otro lado, Estados Unidos, bajo el liderazgo de Trump, no puede atrapar a los países vecinos de China para contener a China o aislarla del sistema de comercio mundial. La administración Obama ha trabajado para socavar los proyectos iniciados por China, como el Banco Asiático de Inversión de Infraestructuras y la iniciativa «Una Cinturón y Una Vía», pero en vano (…)

Durante mucho tiempo por venir, el liderazgo de EEUU será insustituible; mientras tanto, el ascenso de China sigue siendo inevitable.

EL PAÍS. 17-11-2016

Un congresista de EEUU defiende el derecho a la autodeterminación

De entre los muchos nombres que aparecen en las quinielas sobre quién puede ser el secretario de Estado de Donald Trump, hay uno con vínculos con España: Dana Rohrabacher.El veterano congresista de California es el principal aliado en Washington los políticos independentistas catalanes. Rohrabacher, que defiende el derecho a la autodeterminación, se ha reunido en el último año en el Congreso de Washington con representantes de la Generalidad. La última vez, en septiembre, con el consejero de Exteriores, Raül Romeva.

Desde la oficina de Rohrabacher ni confirman ni desmienten las informaciones que apuntan a que el legislador es una de las personas que está siendo consideradas por el presidente electo de Estados Unidos para designarlo como secretario de Estado de su Gobierno. «No estamos comentando sobre esto en este momento», dice un portavoz en un correo electrónico.

Rohrabacher, de 69 años y presidente del subcomité sobre Europa en la Cámara de Representantes, es un outsider dentro del universo washingtoniano de las relaciones internacionales. Elogia al presidente ruso, Vladimír Putin, lo que lo aleja del consenso del Partido Republicano pero lo acerca a Trump, que no oculta su afinidad con Moscú.

«El Kremlin encuentra un defensor en el Congreso», tituló en marzo de 2014, en plena anexión rusa de la península ucraniana de Crimea, el diario ‘The New York Times’ en un artículo sobre el legislador. Es de los pocos que defiende en Washington el expansionismo ruso en Ucrania bajo el argumento que se basa en un voto ciudadano. Conoce a Putin desde mediados de los años noventa. Y como Trump, apuesta por una relación más cercana entre Moscú y Washington.

Rohrabacher, amante del surf y casado con una mujer de origen vasco, lleva más de 25 años en el Capitolio. Su acercamiento más relevante a la órbita independentista tuvo lugar a primeros de septiembre de 2015, tres semanas antes de las elecciones autonómicas que el soberanismo convocó como un plebiscito sobre la independencia de Cataluña.

El congresista se reunió, junto con otros cuatro legisladores, con el entonces secretario de Asuntos Exteriores catalán, Roger Albinyana. Rohrabacher y otros dos congresistas apoyaron públicamente al derecho a decidir catalán amparándose en el origen secesionista de los Estados Unidos, lo que descolocó a la Embajada española en Washington.

«Durante muchos años ha sido consciente de todos los movimientos independentistas», explicó entonces a EL PAÍS un asesor del legislador, que aseguró que Rohrabacher apoyaba como «principio» general a la autonomía y la independencia, pero que no estaba involucrado en el proceso catalán.

El político proviene de la órbita del ex republicano Ronald Reagan. Es un experto en Rusia y Afganistán, y partidario, como Trump, de una política de mano dura con la inmigración.

Su apoyo al derecho a la autodeterminación no se limita a Cataluña y Crimea. En 2012, impulsó una resolución en la Cámara de Representantes a favor de reconocer el derecho a la autodeterminación de Baluchistán, una región al sur de Pakistán. En un artículo en el diario The Washington Post, lo justificó en las «horribles» violaciones de derechos humanos por parte de las fuerzas de seguridad paquistaníes en esa región y el trato «colonial» que recibe (…)

Joan Faus

Más allá de la trumpofobia

EDWARD N. LUTTWAK*

Cuando el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, se reúna hoy con Donald Trump, empezará en serio la inevitable normalización del nuevo presidente. Trump ha declarado que Japón debería gastar más en defensa para compartir el peso derivado de contener a China de manera más equitativa, pero no habrá exigencias groseras. Como máximo, en la próxima cumbre, o en otra posterior, Trump podría sugerir que un mayor esfuerzo de parte de Japón sería bienvenido. Como Abe se ha esforzado más en reforzar Japón y en favor de la alianza, ambos líderes encontrarán una vía de entendimiento con bastante facilidad.

En cuanto a China y su expansionismo marítimo, las otras políticas de Trump revisten mayor importancia que su política sobre China como tal: quiere retirarse de Afganistán e Irak y alcanzar acuerdos con Putin sobre Siria y Ucrania. Ello liberaría recursos militares de Estados Unidos para contener a China, aportando los medios para una respuesta más musculosa. El equipo de Obama en la Casa Blanca rechazó una y otra vez las sugerencias del Comando del Pacífico de EE.UU. de instaurar patrullas para garantizar la “libertad de navegación”, con la esperanza de que bastaría con la persuasión verbal; la consejera de Seguridad Nacional, Susan Rice, dijo que China era “moldeable” –es decir, maleable– como si fuera un pequeño país sin mucha historia a sus espaldas. Es improbable que Trump comparta tales ilusiones, de modo que no detendría al Comando del Pacífico de realizar su tarea correspondiente de asegurar que las vías de navegación marítima permanezcan abiertas.

Si la política de Trump sobre Rusia tiene éxito, reducirá las tensiones, así como la necesidad de reforzar las fuerzas de la OTAN. Pero con respecto a esto, Trump ha reiterado en muchas ocasiones que presionará en favor de una mayor equidad en lo que concierne a la tarea de compartir el esfuerzo de los miembros más ricos de la OTAN. Algunos europeos ya han dicho que cualquier intento por parte de Trump en este sentido daría lugar, por el contrario, a la creación de las propias fuerzas armadas de Europa, superando en última instancia objeciones de todas las partes. Se trataría, ciertamente, de una curiosa respuesta, porque significaría gastar mucho más de lo que Trump pidiera. La consecuencia más probable es que Trump consiga los aumentos que pide.

No cabe esperar de Trump una política diferente con respecto a Europa. Su abierto apoyo al Brexit mostró claramente su euroescepticismo. Como un número creciente de europeos, debe contemplar la Unión Europea como un experimento fallido y el sistema monetario del euro como un factor destructor del crecimiento económico. Por otra parte, ningún presidente estadounidense puede decir mucho sobre el tema una vez haya ocupado su cargo e incluso puede hacer menos. No obstante, incluso un Trump silencioso animará a los políticos euroescépticos en todas partes, quizás inclinando la balanza en algunos países.

En lo concerniente a Arabia Saudí, cabría pensar que las cosas evolucionarán desde lo malo –su encarnizada disputa con Obama a propósito de Irán– a una situación peor, dado que Trump ha dicho muchas veces que el islam islamista es una ideología hostil. Arabia Saudí es la principal fuente de ello a nivel mundial, seguida por India (sí, la India laica concede una exención fiscal al enorme seminario Deobandi que dio lugar a los talibanes). Pero la Administración Trump no iniciará disputas religiosas y no abandonará la doctrina diplomática instaurada sobre la inmunidad soberana –violada por la ley de Justicia contra los patrocinadores del terrorismo, que se acaba de aprobar pasando por encima del veto de Obama– que permite pleitos civiles contra Arabia Saudí.

Contra todo esto, existe algo mucho más importante: en su afán por alcanzar un acuerdo nuclear con Irán, Obama hizo caso omiso de las preocupaciones israelíes y saudíes en materia de seguridad –que diariamente son objeto de ataques de parte de Irán– y acogió sus objeciones con glacial menosprecio. En cambio, los políticos de la Administración de Obama se comportaron como muchachos exaltados con sus homólogos iraníes. Los saudíes lo tomaron como algo personal. Aunque Trump no rechazará los acuerdos con Irán que ha criticado tan enérgicamente, su equipo no consentirá ninguna desviación, y si la Guardia Revolucionaria iraní intenta humillar a Trump con provocaciones navales como hizo con Obama, la marina estadounidense hundirá una o dos embarcaciones pequeñas y las relaciones estadounidense-saudíes serán espléndidas una vez más.

Según el sentir de muchos, lo más alarmante han sido las críticas de Trump a tratados comerciales recientes. La creencia en el libre comercio es algo así como una religión y ello ha hecho de Trump un apóstata. Sí, no: Trump no sancionaría la Asociación Transpacífica que debe suprimir numerosas barreras aduaneras, pero hasta este punto es lo más lejos que llegará su apostasía: no retirará a Estados Unidos de la OMC y no anulará ningún tratado existente, incluido el tratado de Libre Comercio de América del Norte, que no dejó de atacar durante su campaña. Por otra parte, Trump invocaría sin duda las previsiones de barreras antidumping que sus predecesores se mostraron reacios a utilizar, por ejemplo para proteger la industria siderúrgica estadounidense frente a una inundación de acero chino.

Esperen en cambio medidas fiscales para disuadir a las industrias estadounidenses de emigrar al extranjero. Así que, en efecto: Wall Street acertó al oponerse a él y los trabajadores industriales acertaron al respaldarle.

*Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington

LA VANGUARDIA. 17-11-2016

Cataluña, entre España y Europa

JUAN FRANCISCO MARTÍN SECO | 10/11/2016

Es curioso que el nacionalismo catalán reniegue de la pertenencia a España, pero no de la integración en la Unión Europea.

Es más, que intente por todos los medios convencerse, y convencernos, de que la independencia de Cataluña del Estado español no tendría que conllevar la salida de la Eurozona. Digo que resulta curioso porque si algo amenaza hoy la soberanía de los ciudadanos es el proyecto europeo. Es la Unión Monetaria la que coarta el derecho a decidir.

Hoy, los ciudadanos catalanes son tan soberanos como los extremeños, los murcianos o los castellanos. Su capacidad de decidir, su autogobierno, no queda reducido al ámbito de la Generalitat. El habitante de Barcelona decide en su ayuntamiento con otros barceloneses, en su comunidad con otros catalanes y en el Estado español con otros españoles. (…)

La situación cambia radicalmente cuando se trata de la Unión Europea y en particular de la moneda única. La pertenencia a ella destruye en buena medida la soberanía de los pueblos, ya que se transfieren múltiples competencias de las unidades políticas de inferior rango (Estado, Autonomía, Municipio) que, mejor o peor, cuentan con sistemas representativos, a las instituciones europeas configuradas con enormes déficits democráticos. No parece que sea necesario insistir mucho en ello. Baste citar los casos de Monti en Italia; Papandreu defenestrado de primer ministro de Grecia por la simple insinuación de convocar una consulta popular; el revolcón de Tsipras y la rectificación del referéndum en el país heleno; la imposición por la Troika de las medidas más duras -en contra, en la mayoría de las ocasiones, de la voluntad de las sociedades y de los gobiernos- a Grecia, Irlanda, Portugal, Chipre, España e incluso a Italia y a Francia. O el estatuto del BCE.

Los recortes y ajustes que la Generalitat predica del Estado español y le censura, no están dictados tanto por el Gobierno central como impuestos por la Comisión y el BCE. No se entiende, por tanto, que el nacionalismo catalán sienta la unidad de España como una atadura y la integración europea como una liberación (…)

La Unión Monetaria Europea ha roto este equilibrio creando una unidad comercial y monetaria pero sin que se produzca, ni se busque, la unidad fiscal y política, lo que genera una situación económica anómala que beneficia a los países ricos y perjudica gravemente a los más débiles, ya que la unidad de mercados y la igualdad de tipos de cambios traslada recursos de los segundos a los primeros sin que esta transferencia sea compensada por otra en sentido contrario, mediante un presupuesto comunitario de cuantía significativa.

Esta situación anómala que crea la Unión Monetaria es la que ansían los soberanistas surgidos en las regiones ricas. No se puede negar que tras el nacionalismo se encuentran pulsiones irracionales, sentimientos, emociones, afectos, recuerdos que en principio pueden ser totalmente lícitos. Pero, en la actualidad, cuando se trata de países occidentales y de territorios prósperos, el principal motivo, al menos de las elites que se encuentran al frente del independentismo, es el rechazo a la política presupuestaria y fiscal del Estado, que transfiere recursos entre los ciudadanos, pero también entre las regiones. Recordemos que la deriva secesionista de la antigua Convergencia se inicia con el órdago acerca del pacto fiscal que Artur Mas dirige al Presidente del Gobierno y de la negativa de este a romper la unidad fiscal y presupuestaria de España.

Resulta ya evidente que, paradójicamente, la Unión Monetaria Europea, lejos de constituirse en un instrumento de integración y convergencia, se ha convertido en un mecanismo de desunión y enfrentamiento, incrementando la desigualdad entre los países. Pero es que, además, comienza a vislumbrarse que propicia también las fuerzas centrífugas dentro de los Estados entre las regiones ricas y las pobres. Cataluña o la Italia del Norte pueden preguntarse por qué tienen que financiar a Andalucía o a la Italia del Sur, si Alemania u Holanda no lo hacen, obteniendo beneficios similares o mayores de la unión mercantil, monetaria y financiera.

Lo más contradictorio entre los nacionalistas de izquierdas, o de los que desde la izquierda coquetean con el nacionalismo, es su defensa en el ámbito nacional de lo que critican a la Unión Europea: la carencia de una unión fiscal y política. La izquierda consciente que se opuso al Tratado de Maastricht fundamentaba su rechazo en los desastres que se derivarían de una moneda única sin integración fiscal y política. La izquierda inconsciente o acomodaticia basó su “sí crítico” en la esperanza un tanto ingenua de que con el tiempo tal convergencia se produciría. Pero en ambos casos censuraban la ausencia en Europa de un presupuesto comunitario de cuantía similar al que mantenían los Estados, capaz de corregir los desequilibrios que el euro y el mercado único iban a producir entre los países. Por eso se entiende con dificultad que aquello que se exige a Europa se pretenda destruir en España o en Italia.

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