SELECCIÓN DE PRENSA

La CIA y una insólita operación contra Donald Trump

La Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos, la tan célebre como tenebrosa CIA, parece inmersa en otra de sus ancestrales costumbres: la de elaborar estrategias para derrocar presidentes poco amigos «de la casa». O al menos eso denuncian muchos cronistas que no se creen eso de que Rusia intervino en las elecciones de Estados Unidos a favor de Donald Trump en un inédito resabio de la guerra frí­a. Sin embargo, el pedido de investigar una posible incursión cibernética de expertos de Moscú es apoyado hasta por lí­deres del mismo partido por el que compitió el polémico empresario inmobiliario.

Tiempo Argentino. 15-12-2016

Paul Ryan, presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, fue candidato a vice de Mitt Romney en 2012 y es uno de los favoritos del Tea Party, el grupo más radicalizado dentro del partido republicano, lo que no es poco decir. A regañadientes –como muchos otros republicanos- aceptó que Donald Trump hubiera sido el aspirante a la Casa Blanca y se supone que lo votó por disciplina partidaria aunque con un broche en la nariz. Ahora se sumó al abanico de dirigentes que rechazan las nuevas alianzas que “su” presidente electo quiere establecer con Vladimir Putin. Y es uno de los conservadores que se sumó al pedido de investigación de espionaje ruso en los comicios estadounidenses que la CIA viene fogoneando en sordina desde hace meses. Un caso que, de ser verdad, implicaría no solo un escándalo internacional sino que debería poner al país en pie de guerra. Trump, sin embargo, dobló su apuesta y nombró a alguien que conoce muy bien a Putin y negoció infinidad de veces con él, como el CEO de ExxonMobil Rex Tillerson para la secretaría de Estado. Quema esos mailsDesde sectores políticos de izquierda y principalmente desde rincones libertarios de tendencia pacifista, sin ser “trumpistas” sostienen que hay en danza una colosal operación del servicio de inteligencia que se inició en mayo con la intención de limar el apoyo ciudadano al mediático empresario. Y ahora, elucubran, buscan quitarle apoyos en el colegio electoral. Es bueno recordar que Hillary Clinton obtuvo más de 2,6 millones de votos que Trump, aunque tiene 232 electores contra 302 del republicano. Justin Raimondo, un “paleolibertario antibélico”, es agudo en la ironía: “la CIA está a la altura de sus viejos trucos, derribar un gobierno democráticamente elegido. Solo que esta vez es nuestro gobierno”.El 18 de mayo, cuando las primarias estaban a pleno y Trump venía arrollando entre los republicanos, el director de Inteligencia Nacional del gobierno de Barack Obama, James Clapper, denunció una serie de ataques informáticos contra los dos partidos y adelantó que “a medida que la campaña avance probablemente sabremos mucho más” sobre el asunto.Un mes más tarde, una empresa de ciberseguridad contratada por el Partido Demócrata señaló como posibles responsables del robo de datos del sistema informático a “los poderosos y muy capacitados servicios de inteligencia del gobierno ruso”. Al otro día de la nominación de Trump, el 22 de julio, WikiLeaks publicó cerca de 44.000 mails y unos 18.000 documentos pirateados al Comité Nacional Demócrata (CND). WikiLeaks entra en el juegoNo fue sino hasta octubre, en plena disputa electoral entre Clinton y Trump y a un mes de la elección, que Clapper denunció que detrás de los ataques estaba Moscú. Desde entonces WikiLeaks fue poniendo en la web correos electrónicos de la cuenta personal del director de campaña de Clinton, John Podestá, que afectan especialmente a la aspirante a la Casa Blanca por las maniobras que expone para llegar al poder y por su responsabilidad en el uso de servidor oficial para mandar información privada.Algunos de esos mails demuestran que la esposa de Bill Clinton estaba muy preocupada por el avance de Bernie Sanders en la interna demócrata y desnuda oscuras estrategias para atacar al senador por Vermont. La defesa del CND fue decir que los mismos que habían atacado al comité son los que hackearon las cuentas y las filtraron a WikiLeaks.Tras la confirmación del triunfo electoral de Trump, desde la comisión de Inteligencia del Senado estadounidense se comenzó a menear la idea de investigar si hubo intervención de Rusia en el comicio para beneficiar al empresario. Y este último fin de semana el Washington Post y el New York Times se hicieron eco de un informe de la CIA que afirma que el gobierno ruso quiso ayudar a Trump publicando los correos hackeados a Podestá y al CND. El Post, incluso, asegura –siguiendo la línea indicada por el dossier de la CIA- que espías ligados a Rusia entregaron los correos pirateados a WikiLeaks. Y agrega, citando a un alto funcionario estadounidense al que deja en el anonimato, que “la opinión de consenso” en la agencia es que “el objetivo de Rusia era favorecer a un candidato sobre el otro, ayudar a Trump a ser elegido”.Por las dudas, el diario aclara líneas abajo que esa información es apenas una evaluación de una de las 17 agencias de Estados Unidos y que no hay pruebas de quienes serían los funcionarios rusos que ordenaron filtrar la información a WikiLeaks. El mandatario electo, como era de esperar, rechazó las conclusiones del informe de inteligencia y las calificó de ridículas. «No saben si fue China, Rusia u otro», aseveró. Y golpeó en un lugar que duele en las mentes mejor pensantes de Estados Unidos: “Son los mismos que dijeron que Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva”.¿Pirateo o filtración?La primera gran desmentida sobre la información partió desde la embajada ecuatoriana en Londres. Allí el asilado creador de WikiLeaks, Julian Assange, declaró que la fuente de los documentos publicados por el sitio no es ningún agente ni intermediario ruso. A favor de los dichos de Assange intervino Craig Murray, un diplomático, académico y bloguero británico que fue por casi dos años embajador de Londres en Uzbekistán, hasta que fue depuesto por decir cosas inconvenientes para la política de la corona como que el uzbeco era un régimen fascista. Ahora Murray reveló que no hubo hackeo en la difusión de los correos. Más aún, tras aclarar que hay una diferencia sustancial entre piratear y filtrar, asegura que la información que supuestamente benefició a Trump salió de Langley, la sede de la CIA. Y afirma que conoce al “garganta profunda” que llevó el material a WikiLeaks. Que obviamente no es ruso, recalca.El nuevo enemigo públicoVarias preguntas surgen a partir de todo esto. Una es por qué desde la agencia e incluso entre quienes proponen investigar el caso desde el Congreso -ligados al partido republicano muchos de ellos- quieren ir contra Trump. La periodista independiente Marcy Wheeler, experta en temas de seguridad y defensora de las libertades civiles, percibe que las nuevas alianzas que pretende Trump incomodan a la gran corriente de pensamiento e intereses creados en torno de la política exterior estadounidense en varias décadas.Y un punto clave sería el Medio Oriente, ya que el acercamiento a Putin implica correrse de la intervención en Siria, donde Moscú es el principal sostén de Bashar al Assad. Por otro lado, la relación con el régimen de Arabia Saudita cambiaría radicalmente, lo que dejaría a la CIA fuera de foco en esa región y complicaría una relación tortuosa pero beneficiosa para las necesidades estratégicas de Washington.“La CIA tiene una relación de larga data con Riad y juntos han trabajado asiduamente no sólo para derrocar a Al Assad en Siria, sino para forjar una alianza sunita ´moderada´ que vigile la región mientras establece a los saudíes como hegemón regional”, sostiene Wheeler.Esto explicaría algunas de las razones para ir contra el inefable Trump y también para haber planteado la operación cuando todavía se podía minar el apoyo al empresario en la interna partidaria y luego cuando se lo podía derrotar en la presidencial. La otra cuestión sería porqué con el resultado puesto seguir batiendo ese parche.El que ensaya una respuesta es Raimondo. El 19 de diciembre se reúne el Colegio Electoral que debería ungir a Trump. Los que se oponen a su nominación podrían tener en este informe de la CIA –que bueno es decirlo, carece de fuentes identificadas y no generó una protesta encendida de Obama ni de su canciller John Kerry- una buena excusa para abstenerse o votar por otro, que no necesariamente debería ser Hillary Clinton.La opción es la que desliza Paul Craig Roberts, ex funcionario del Tesoro en el gobierno de Ronald Reagan y encendido opositor ahora a la limitación de derechos que se extendió en Estados Unidos desde el 2001. “Si los oligarcas neoconservadores o de seguridad militar están dispuestos a actuar tan públicamente en violación de la ley contra un presidente entrante que podría acusarlos y someterlos a juicio por alta traición, ¿no estarían dispuestos a asesinar el presidente electo?”.Inquietante pregunta para una nación que ya sabe de qué se trata eso

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China. (12/12/2016)

La política de ‘una sola China’ no puede ser utilizada para la negociación

El domingo, el presidente electo de Donald Trump hizo algunas sorprendentes observaciones acerca de la cuestión de Taiwán. (…) el empresario devenido presidente electo utilizará la política de una sola China, la piedra angular de las relaciones chino-estadounidenses, como una moneda de cambio para vender los intereses a corto plazo de Estados Unidos.(…) La política de una sola China ha pasado a través de los siglos desde la administración Nixon. Además, la política se ha convertido en un principio fundamental del orden internacional. Líderes de todo el mundo, incluyendo los líderes de Estados Unidos, a entender la importancia de la política.

La política de Una China no está a la venta. Trump piensa que todo se puede (…) vender o comprar. Si se puede poner precio a la Constitución de los Estados Unidos, ¿querrá el pueblo estadounidense vender constitución de su país y poner en práctica los sistemas políticos de Arabia Saudí o Singapur? (…)

Si Trump renuncia a la política de ‘Una sola China’, y apoya públicamente la independencia de Taiwán(…), China no tendrá ningún motivo para asociarse con Washington sobre asuntos internacionales y para contener las fuerzas hostiles a los EEUU. En respuesta a las provocaciones de Trump, Pekín podría ofrecer apoyo e incluso asistencia militar a los enemigos de Estados Unidos.(…) Nada es imposible si la administración Trump va demasiado lejos (…)

Dada su falta de experiencia, Trump es fácilmente sujetos a los asesores de línea dura alrededor de él. Él asume todo lo que dice, no importa antes de que asuma el cargo. Vamos a vigilar cómo se interpreta la política de ‘Una sola China’ después de que Trump haya jurado. Mientras tanto, China necesita estar completamente armada y preparada para asumir una relación tipo ‘montaña rusa’ entre China y EEUU. Y muchos otros en el mundo probablemente también tengan que sujetarse el cinturón de seguridad.

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La Vanguardia 12-12-2016

Trump cuestiona la política de “una sola China”

El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, cuestionó la prolongada política de su país de “una sola China”, durante una entrevista difundida hoy por la cadena de televisión Fox News. Trump aseguró durante el diálogo que comprendía plenamente la política estadounidense de reconocer solo una China.

“Pero no sé por qué tenemos que estar obligados a una política de ‘una sola China’, a menos que hagamos un acuerdo con China que tenga que ver con otras cosas, incluyendo comercio”, comentó. La decisión de Trump de aceptar hace algunos días una llamada de la presidenta taiwanesa, Tsai Ing-wen, provocó una gélida respuesta por parte de Pekín.

Este domingo Trump dijo que no desea que China le “dicte” lo que debe hacer, reiterando que la comunicación telefónica con Tsai fue muy breve y solamente tenía el propósito de felicitarlo. “¿Por qué alguna otra nación debería estar en condiciones de decirme que no puedo tomar una llamada? Creo que habría sido muy irrespetuoso, para ser honesto, no tomarla”, señaló.

Trump volvió a quejarse de que China está afectando a Estados Unidos con la devaluación, gravando importaciones estadounidenses, “cuando nosotros no las gravamos”, y construyendo una “masiva fortaleza” en el Mar de la China Meridional. Asimismo aseguró que China no está “ayudando en absoluto” a resolver el conflicto con Corea del Norte, “y China podría solucionar ese problema”.

El ministro de Relaciones Exteriores chino Wang Yi se mostró confiado la semana pasada en que el llamado telefónico de Trump con la presidenta taiwanesa no cambiará la política estadounidense de “una sola China”. Pekín considera a la isla una provincia rebelde y rechaza todo tipo de contactos de otros gobiernos con el de Taipei.

A raíz de este incidente, el diario oficial chino Global Times ha escrito una editorial en la que afirma que el presidente electo de Estados Unidosdemuestra ser “tan ignorante como un niño en asuntos de política exterior” si piensa que puede negociar con la política de “una sola China”.

Trump estaría “equivocado”, continúa el rotativo (propiedad del Diario del Pueblo, portavoz del Partido Comunista de China), si cree que puede utilizar la política de “una sola China” como baza para forzar a Pekín a hacer concesiones en comercio y otros asuntos.

“Parece que Trump necesita urgentemente estudiar política exterior. En particular, necesita estudiar en qué consisten las relaciones entre China y Estados Unidos”, remarca el Global Times. El periódico, de corte nacionalista, sube el tono y advierte de que, si Trump llegara a abandonar la política de “una sola China”, Pekín no tendría motivos para “anteponer la paz al uso de la fuerza para tomar Taiwán de nuevo”. “La política de ‘una sola China’ no es algo que pueda ser negociado. Parece que Trump sólo sabe hacer negocios. Piensa que puede poner un precio a todo”, reitera el artículo.

El Global Times, cuyos editoriales suelen adoptar un tono más tajante que el que utiliza después el Gobierno chino, adelanta que Pekín pondría en marcha una “serie de medidas decisivas sobre Taiwán” si Washington llegara a romper con la política de “una sola China”.

La política de “una sola China”, por la que Washington solo reconoce al Gobierno de China y no al de Taiwán, ha supuesto la base de las relaciones bilaterales entre China y EE.UU. desde 1972, siete años antes de que restablecieran por completo sus lazos diplomáticos.

THE INDEPENDENT. 8-12-2016

Harriet Agerholm

Donald Trump hará que el poder estadounidense colapse

Un sociólogo acreditado por la predicción de la caída de la Unión Soviética ha advertido que el poder global de EEUU está en una fase de declive acelerado bajo el liderazgo de Donald Trump – y se derrumbará durante la presencia del magnate en la Casa Blanca.

El profesor noruego Johan Galtung es conocido como el «padre fundador» de los estudios sobre la paz como tema científico y reconocido por predecir correctamente numerosos acontecimientos históricos, entre ellos el levantamiento de la plaza de Tiananmen en China o los ataques del 11 de septiembre.

Atrajo la controversia en 2000 cuando predijo que el poder global de EEUU colapsaría hacia el 2025.

Pero bajo la administración Bush revisó su pronóstico adelantando el colapso a 2020. Ahora, dice que la realidad se está materializando tras la elección del grandilocuente multimillonario.

La elección de Trump en una plataforma antiinmigrantes coincide con una de las fases finales del declive predicho en el libro de 2009 del científico social, “La caída del Imperio americano, ¿y ahora qué?”. En dicha obra pronosticó que el aumento del fascismo haría retroceder al país.

El presidente electo ha prometido deportar a tres millones de inmigrantes ilegales tan pronto como entre en el cargo y construir un muro a lo largo de la frontera estadounidense con México.

En unas declaraciones a Motherboard dijo que la elección de Sr. Trump «acelera la declinación» (…)

El Dr. Galtung agregó que la actitud crítica del Presidente electo ante la OTAN también indica que Estados Unidos dejará de ser una superpotencia.

El republicano ha indicado anteriormente que los Estados Unidos podrían no acudir en ayuda de los países de la alianza si no cumplían con los gastos de defensa designados.

“La caída tiene dos caras”, dijo el Dr. Galtung al sitio de noticias de tecnología. “Otros países se niegan a ser buenos aliados y es el propio EEUU quien tiene que matar, bombardeando desde grandes alturas, con drones guiados por computadoras desde una oficina y las fuerzas especiales matando por doquier”.

«Ambas cosas están ocurriendo hoy, exceptuando los países del norte de Europa, que apoyan estas guerras, por ahora, lo cual probablemente no continuará más allá del 2020, así que estoy por ese plazo».

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LA VANGUARDIA. 3-12-2016

Pascal Boniface

El mundo según Fillon

La política exterior francesa se divide principalmente entre gaullo-mitterrandistas, por un lado, y atlantistas y occidentales (neoconservadores), por el otro. No divide a los socialistas de izquierda de los republicanos de derecha: esta brecha atraviesa las corrientes políticas. François Fillon –que ganó el domingo pasado las primarias de la derecha republicana– está claramente en una óptica gaullo-mitterrandista.De acuerdo con los occidentalistas, Francia pertenece principalmente a una familia: atlantista ayer, occidental hoy. Si surge una amenaza, se debe hacer bloque; hace tiempo fue en nombre de la lucha contra la Unión Soviética, hoy para defender un Occidente amenazado por una posible amenaza rusa y/o chino o islamista. Los gaullo-mitterrandistas creen, sin embargo, que Francia no se puede diluir en una única familiaatlantista u occidental. Debe demostrar su independencia para avanzar sus propias soluciones y, en este sentido, no se limita a incorporar los argumentos de Estados Unidos.

Por lo tanto, François Fillon pertenece a la línea gaullo-mitterrandista de la diplomacia francesa. Su prioridad es la independencia de la política exterior francesa más que una alineación de absoluta solidaridad, sinónimo de alineamiento con Estados Unidos. No es del todo exacto, como dicen los oponentes, que se alinee con Vladímir Putin. Por supuesto no practica un Russian bashing como se hace en los círculos de Washington o de la OTAN. Ya se decía a principios de los años 60 que De Gaulle hacía el juego a la Unión Soviética, cuando tuvo a bien establecer relaciones con Moscú para tener margen de maniobra vis a vis de Washington. Francia se consideró entonces aliado, pero no alineado con Estados Unidos. François Fillon había expresado sus reservas sobre el regreso a las estructuras militares integradas de la OTAN. La relación con Rusia todavía divide fuertemente a los políticos y los expertos de la diplomacia francesa.

Hace poco, François Fillon me concedió una entrevista sobre la política exterior francesa en el número cien de La Revue Internationale et Stratégique, donde declaró en particular que Francia sigue siendo una gran potencia, pero con una brecha creciente entre su activismo internacional y su fragilidad interna. Por ejemplo le resultaba sorprendente que algunos hayan podido reprocharle que considere Rusia como un “socio internacional que respetar”. “El general De Gaulle discutía con Stalin ¿pero sería de mala educación hablar con Vladímir Putin?”, se preguntó . “ Realpolitik se ha convertido en una mala palabra, como si se hubiera olvidado que las relaciones internacionales también fueron dictadas por el interés nacional y con sujeción a una profunda dialéctica. Se entiende que podríamos tener diferencias con Moscú sobre muchos temas, pero es de interés común que trabajemos juntos”.

Su posición en el conflicto palestino-israelí es también una visión gaullo-mitterrandista. Por lo tanto, me dijo: “¿Se puede desactivar completamente este barril de pólvora sin avanzar la paz entre Israel y Palestina? ¡No! Este conflicto es la madre de todas las frustraciones”. Por tanto, discrepaba de los más ardientes partidarios de Israel que desean minimizar la importancia de este conflicto.

Sus posiciones recientes sobre el terrorismo yihadista son dignas de análisis. Retoma los elementos del lenguaje de los neoconservadores, evocando una “Tercera Guerra Mundial” y que un desafío terrorista sería de la misma naturaleza que la amenaza nazi en el pasado. Es de suponer que, si el riesgo terrorista es innegable, no obstante, no es una amenaza existencial para nuestras sociedades. Quizás François Fillon lo mencionó para dejar sin espacio político a quien él consideraba su principal rival, Nicolas Sarkozy. Tal vez quería estar en línea con las preocupaciones del público y los medios. La diferencia es que agita esta amenaza para defender un acercamiento, no a Washington, sino a Moscú. “En lo político, la prioridad es vencer al Estado Islámico, no desmantelar el régimen de Damasco”. Por otra parte, el prestigio de Francia en el extranjero es incompatible con excesos islamófobos de algunos políticos e intelectuales franceses. François Fillon no tendrá más remedio que separarse de ellos si quiere que Francia sea respetada y popular a nivel internacional.

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EL CONFIDENCIAL. 3-12-2016

José Antonio Zarzalejos

PP-PSOE: todo un ensayo de gran coalición

La décima legislatura —entre 2011 y 2015— fue en la que un Gobierno con mayoría absoluta (186 escaños sobre 350) dictó más reales decretos leyes. Exactamente el 34% de sus iniciativas legislativas se produjeron por esa vía extraordinaria: el Ejecutivo de Rajoy aprobó por supuestas razones de urgencia 73 decretos leyes y presentó 143 proyectos de ley. Batió récords.

También en esa legislatura sacó adelante sin consenso alguno dos grandes leyes orgánicas. La de Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) y la de Protección de Seguridad Ciudadana (“ley mordaza”). Además, también sin un mínimo consenso, aprobó una amnistía fiscal y subió todos los impuestos, directos e indirectos, que dijo no incrementaría. Se comportó como un Gobierno indigesto de poder, adiposo y con alto nivel de colesterol: se lo guisaba y se lo comía todo.

En estos primeros compases de la XII legislatura el equipo de Rajoy y el propio PP, antes prepotentes, se han adaptado al terreno y se han puesto a dieta de poder. La oposición le ha obligado a desactivar la LOMCE y a reformar la innecesaria, en muchos aspectos, Ley de Protección de la Seguridad Ciudadana. Además, para lograr un acuerdo con el PSOE en el techo de gasto, ha aumentado en una décima (0,6%) el déficit de las comunidades autónomas e incrementado en un 8% el salario mínimo interprofesional. No ha tocado, al menos de momento, los impuestos directos (IRPF) y aumenta la recaudación a través de una subida de los especiales (alcohol, tabaco y bebidas azucaradas) y del de sociedades, lo que satisface también al PSOE. Al tiempo, ha ampliado la base de cotizaciones a la Seguridad Social y adoptado medidas contra el fraude fiscal.

Con este paquete de medidas el Ejecutivo altera sus pretensiones, atiende a las reclamaciones de la oposición —especialmente del PSOE— y se granjea casi con seguridad la aprobación de unos Presupuestos Generales del Estado para 2017 que no se presentarán hasta que se celebre la Conferencia de Presidentes en enero y, en ese ámbito, se plantee una profunda reforma de la financiación autonómica. De tal manera que la política gubernamental se hace más horizontal como corresponde a un Estado autonómico en el que las comunidades tienen atribuidas las competencias con más gasto social (sanidad, educación, dependencia). Todas estas medidas, compatibles con el diseño de una negociación razonable con Cataluña —que por serlo no será satisfactoria para los independentistas— y abierta con el País Vasco, con cuyas autoridades se negociará la liquidación del cupo (1.600 millones en juego), ofrecen un panorama en el que los populares asumen su minoría y el PSOE articula, silente y sin adelantar acontecimientos, un ensayo de gran coalición.

El Gobierno de Rajoy dispone de dos facultades exorbitantes. Una, la que le permite vetar proposiciones de ley o medidas del Congreso que impliquen incremento de gasto en relación con el previsto en los Presupuestos. Dos, la que le apodera para —en mayo— convocar nuevas elecciones. Rajoy ya ha dicho que cumplirá lo que “sea obligatorio” (o sea, no va admitir iniciativas que aumenten el gasto), pero se cuidará muy mucho de abortar la legislatura porque al PSOE le han subido las proteínas totales y se ha dado cuenta de que la oposición no es tan mal sitio para capitalizar algunos logros, marginar a Podemos y disminuir el protagonismo de Ciudadanos, en lo que coincide con el PP. Van a por Rivera, los unos; y a por Iglesias, los otros.

El presidente del Gobierno va a aguantar 2017 y 2018 hasta que Francia y Alemania dispongan de nuevos Ejecutivos después de sus respectivas elecciones legislativas. Más aún si Renzi, mañana, pincha y los italianos le dicen no a su reforma constitucional. Veremos, además, si Austria elige a un presidente de extrema derecha u opta por un ecologista. Por eso, el contexto internacional aconseja estabilidad en España. Con Trump de fondo. El PSOE dispone así del tiempo que necesita para cambiar el protocolo de 1978 con el PSC, celebrar su congreso extraordinario y recomponerse.

“Nueva política” para establecer contrafuertes en el bipartidismo. El primer tramo de esta legislatura apunta a un intento de recomposición del turno. El PP y el PSOE parecen haber detectado la posibilidad de aprovechar su veteranía política —a veces taimada— para erosionar a Ciudadanos y Podemos y disminuir su espacio. La bisoñez de los morados en el Congreso y sus escenificaciones excéntricas, en combinación con sus discrepancias internas y su fragmentación territorial, alientan la esperanza de una oportunidad para el PSOE. Al otro lado, la pinza entre el PP y los socialistas oprime a Ciudadanos. Y así, el Gobierno, con menos peso de poder pero más ágil, y el PSOE, con más proteínas y más moral, están poniendo en marcha un experimento de pacto subterráneo. De momento, es un ensayo. Veremos si dura y cuánto.

EL CONFIDENCIAL. 23-11-2016

Báñez anuncia de tapado un recorte del 40% en las pensiones

Juan Ramón Rallo

La ministra de Trabajo, Fátima Báñez, compareció ayer ante el Pacto de Toledo para trasladar un mensaje muy básico: las pensiones públicas no están en peligro. Según nos recordó la política del PP, la Comisión Europea estima que el gasto público en pensiones alcanzará un máximo del 12,5% del PIB en el año 2045, pasando a decrecer a partir de entonces hasta ubicarse en el 11% del PIB en el año 2060. Teniendo en cuenta que el gasto actual ronda el 12% del PIB, ¿a qué viene tanto catastrofismo sobre la sostenibilidad a largo plazo de las pensiones públicas españolas? Incluso hay países como Alemania que lo tienen más complicado que nosotros, pues se estima que sus desembolsos provisionales serán del 12,7% en 2060.De ser así las cosas, no parecería haber demasiadas razones para la preocupación: apenas con impulsar algunos parches que reconduzcan el déficit actual (…) sería suficiente como para apuntalar las pensiones públicas. Sin embargo, la llamada a la tranquilidad de la ministra de Trabajo resulta tramposa, por cuanto nos oculta el negro panorama que verdaderamente les aguarda a la mayoría de pensionistas.

Primero, la estimación de la Comisión Europea se basa en unas previsiones extremadamente optimistas para nuestra economía. En particular, presupone que la tasa de empleo (el porcentaje de población entre 15 y 64 años con trabajo) se ubicará por encima del 73% a partir del año 2040. Baste decir que la mayor tasa de empleo que hemos alcanzado en los últimos 20 años ha sido del 66,2%, y la logramos en el pico de la burbuja inmobiliaria. Cuando menos, no puede calificarse de prudente que el informe presuponga un nivel de ocupación estratosférico para los estándares españoles con el único propósito de lograr que las cuentas cuadren.

Segundo, y mucho más importante, el documento de la Comisión Europea presupone un importantísimo deterioro de las condiciones de acceso a la jubilación de los ciudadanos españoles. En particular, la Comisión prevé un hundimiento de la tasa de reemplazo de las pensiones públicas desde el actual 79% hasta el 48,6% en el año 2060. ¿Qué es la tasa de reemplazo? Pues simplemente el porcentaje del último sueldo que cobramos en forma de pensión. Por tanto, mientras que en la actualidad el pensionista medio cobra casi el 80% del último salario que percibía antes de jubilarse, en el año 2060 apenas ingresará el 48%: en términos relativos, pues, el informe de la Comisión Europea al que nos remite la ministra de Trabajo para demostrarnos la viabilidad de la Seguridad Social española augura un hundimiento de las pensiones del 40%. Solo con ese gigantesco recorte, de hecho, las pensiones públicas terminan siendo viables.

Es verdad que un 48% del sueldo medio de 2060 puede ser —y es esperable que sea— un ingreso mayor que un 79% de sueldo medio actual. Pero ese no es el quid de la cuestión: si quienes se conviertan en pensionistas dentro de 20 o 30 años desean mantener aproximadamente su nivel de vida tras jubilarse, necesitarán complementar su relativamente exigua pensión pública con un abundante volumen de ahorro personal. Si no lo hacen —porque todos los políticos los manipulan pidiéndoles que confíen en la sostenibilidad del sistema de pensiones—, llegarán a los 67 años sin ahorros y con prestaciones mucho más bajas que las actuales en relación con su último salario. Nada de esto es ciencia ficción alarmista: estamos únicamente remitiéndonos a las propias previsiones que ayer blandió el Gobierno para sacar pecho acerca de la fortaleza de nuestro sistema de pensiones… previsiones en las que se recoge un tijeretazo del 40% a lo largo de los próximos años (…)

Anatomía del Rajoy II

La Vanguardia, 20 de noviembre de 2016(…)

Enric Juliana

En sólo dos semanas, el hombre más resistente de la política española –“Mariano, tienes piel de elefante”, le dijo la canciller alemana a modo de bienvenida en Berlín– ha tenido la satisfacción de verse cálidamente acogido por el círculo dirigente europeo, en presencia de Barack Obama; ha comprobado que la legislatura será muy movida, aunque logre aprobar los presupuestos con el apoyo de dos fuerzas tan dispares como Ciudadanos y el Partido Nacionalista Vasco, y está observando cómo uno de sus mejores colaboradores en el pasado se erige en furibunda “voz crítica”, después de ser sustituido por razones que más adelante veremos. El quietista Rajoy se ve súbitamente revalorizado en el tablero europeo –italianos, franceses y alemanes se hallan pendientes del veredicto de las urnas en un momento de gran incertidumbre–, mientras constata la dureza de la legislatura que le espera y se pregunta qué relación deberá mantener con el nuevo presidente de Estados Unidos. (…)

THE WASHINGTON POST. 20-11-2016

El Congreso podría entorpecer el reset con Rusia de Trump

Josh Roging’s

El plan del presidente electo Trump de restablecer las relaciones entre Estados Unidos y Rusia [reset] ya está enfrentando una dura resistencia por parte de la comunidad de política exterior de Washington que insiste en hacer frente a las fechorías rusas en Estados Unidos y en todo el mundo.

La incipiente batalla será la primera prueba de si Donald Trump puede reorientar fundamentalmente la política exterior estadounidense contra los deseos del establishment.

A lo largo de la campaña, Trump prometió encontrar un acuerdo con el gobierno de Vladimir Putin y expresó dudas sobre la realidad y el significado de varias transgresiones rusas ampliamente reportadas, incluyendo la piratería de las principales organizaciones políticas estadounidenses y la interferencia en el proceso electoral estadounidense. Ahora que Trump ha sido elegido, legisladores y expertos en Rusia de ambos partidos temen que su equipo implementará un cambio en la relación bilateral que no sólo absuelve a Moscú de responsabilidad por su mal comportamiento, sino que sacrifica los intereses de Estados Unidos y sus aliados europeos.

La batalla en Washington para detener la primavera rusa de Trump comenzó la semana pasada cuando el presidente del Comité de Servicios Armados del Senado, John McCain (R-Ariz) llamó al plan de Trump de cooperar en Siria con el gobierno de Putin «inaceptable» (…) McCain y el senador Lindsey O. Graham (R-S.C.) tienen un plan detallado para presionar contra la política de Trump respecto a Rusia.

«Mi punto de vista no ha cambiado a pesar de que Trump ganó. [Los rusos] son un mal actor en el mundo, necesitan ser controlados «, dijo Graham. «Él es el comandante en jefe, pero el Congreso tiene una voz y un papel en todo esto».

Antes de que Trump tome el juramento de su cargo, McCain y Graham dirigirán una delegación del Congreso a Ucrania, Georgia y Estonia para tranquilizar a estos socios europeos de que Washington sigue comprometido a enfrentar la agresión rusa. A partir de enero, la pareja realizará una serie de audiencias que destacarán las transgresiones de Rusia en todo el mundo, incluidos crímenes de guerra en Siria, ciberataques, campañas de propaganda y amenazas a los Estados bálticos.

Además, Graham ha dicho que quiere usar su presidencia del subcomité de Operaciones Extranjeras del Senado para dirigir nuevos fondos a los aliados europeos para luchar contra Moscú.

Aunque Trump rechazó la evaluación de la comunidad de inteligencia estadounidense de que el gobierno ruso fue responsable de la piratería y filtración para influir en la política estadounidense este año, la mayoría de los miembros del Congreso siguen decididos a presionar por algún tipo de respuesta o castigo. El senador Benjamin L. Cardin, demócrata en la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, escribió en The Post la semana pasada que Rusia debe ser considerada responsable de interferir en la política estadounidense. También promete introducir una legislación para enfrentar las acciones rusas en Siria y Ucrania y apoyar una iniciativa de la Democracia Europea para aumentar la financiación a los países que resisten la manipulación política rusa. También hay una nueva legislación en la Cámara para aumentar las sanciones a Rusia.

«El Congreso está tratando de poner en cuestión todo el diseño de esta política antes de que se cree», dijo Heather Conley, director del programa Europa en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales. Exactamente qué forma tomará la política de Trump en Rusia es una incógnita, dijo, porque no se han citado a los hombres en los puestos clave de seguridad nacional. Pero el proceso de confirmación del Senado será otra de las palancas para que los legisladores del nuevo Congreso veten a los funcionarios de la administración entrantes sobre el tema después de la inauguración.

Trump podría encontrar algún apoyo en el Congreso para su restablecimiento con Rusia entre los no intervencionistas como el senador Rand Paul (R-Ky.) Y los legisladores pro-Rusia como el representante Dana Rohrabacher (R-Calif.). Pero la mayoría de los expertos en Rusia creen que el eventual acercamiento de Trump a Putin se volverá políticamente desagradable para Trump porque pronto se dará cuenta de que está haciendo un mal negocio. Esto se debe a que la estrategia de interferencia política está arraigada en la política exterior rusa, formando parte de una estrategia a largo plazo para socavar la estabilidad y la confianza de las democracias occidentales liberales.

«La nueva administración probablemente será quemada por Rusia en algún momento, incluso si hay un acercamiento», dijo Alina Polyakova, un miembro senior del Consejo Atlántico. Un nuevo informe del consejo detalla cómo Rusia ha estado usando una combinación de medios abiertos y encubiertos para fomentar el surgimiento de partidos políticos pro-rusos en varios países de Europa Occidental, incluyendo Gran Bretaña, Francia y Alemania.

«Moscú ve las virtudes de Occidente -pluralismo y apertura- como vulnerabilidades a ser explotadas», escribe el ex ministro de Relaciones Exteriores de Polonia, Radek Sikorski, en el informe. «Los descarados intentos del Kremlin de influir e interrumpir las elecciones presidenciales estadounidenses deben servir como inspiración para un empuje democrático».

Incluso el presidente Obama, que ha recibido algunas críticas bien merecidas por su visión demasiado optimista sobre el potencial de cooperar con Rusia, está llamando públicamente a Trump a pensárselo dos veces antes de virar la política estadounidense en una dirección pro-rusa.

Como presidente, Trump tendrá la prerrogativa de ignorar las pruebas y rechazar los llamamientos de los aliados para enfrentarse a Putin. Pero muchos en Washington están apostando por una combinación de presión y persuasión sobre la administración entrante para detener el próximo reset con Rusia antes de que empiece.

DIARIO DEL PUEBLO. 11-11-2016

Con una campaña muy cargada y extremadamente negativa, Trump logró esta semana una victoria electoral que lo convertirá en el próximo presidente de Estados Unidos, precisamente en un momento en el que el mundo está en un punto de inflexión.

La economía mundial se balancea sobre el precipicio de una posible recesión económica y las proclamas contra el libre comercio y la globalización aumentan a niveles sin precedentes.

En el Medio Oriente sigue reinando el caos, mientras la exuberancia económica y la estabilidad geopolítica de la región de Asia-Pacífico están siendo sometidas a prueba.

Y todo esto tiene cierta conexión con Washington y sus décadas de política exterior al servicio de sus propios intereses.

El mandato del presidente George W. Bush se caracterizó por la doctrina del unilateralismo y los ataques preventivos. La invasión deliberada de Irak sin causa demostrable y la guerra que desencadenó, con más de medio millón de iraquíes muertos, sigue siendo un ejemplo clásico de lo abusiva que puede ser una superpotencia.

Su sucesor, Barack Obama, ha buscado trasladar los recursos diplomáticos y militares de Washington del Oriente Medio a Asia-Pacífico. No obstante, su retirada de Irak, mal asesorada y precipitada, ha dado fuelle al terrorismo y el auge del Estado Islámico es el resultado de esa política inepta.

En Siria, la administración de Obama apoya tozudamente un cambio de régimen manteniendo vivas a las fuerzas de oposición en una guerra civil prolongada que ha desplazado a millones de sirios, los cuales están huyendo en masa hacia Europa y otras partes del mundo.

La estrategia de «pivotar hacia Asia» de Obama también ha enturbiado las aguas en Asia y el Pacífico. El intervencionismo de Washington en muchas de las disputas marítimas en la región tiene tan sólo un propósito: mantener a los países de la zona divididos y distraídos para mantener incontestada su supremacía.

La ejecución de esta doctrina, además, ha ahondado la desconfianza entre Beijing y Washington y podría, eventualmente, desestabilizar toda la región.

Durante la campaña presidencial, Trump ha presentado numerosas ideas políticas y económicas increíbles para abordar los asuntos mundiales. Aunque la propuesta de «América primero» sea alterada, su propuesta aislacionista y contra el libre comercio no es en absoluto una bendición para la comunidad internacional en este momento crítico.

Cuando sea presidente, Trump debe ayudar a fortalecer el estancando crecimiento comercial mundial, en lugar de contrarrestarlo. Como empresario de éxito, debe conocer los beneficios que una transacción comercial sólida puede llevar a su país y al resto del mundo.

Sin embargo, debe tratar el comercio como lo que es, un refuerzo clave del crecimiento económico global, y no como un arma geopolítica. La elevada popularidad del Acuerdo de Asociación Transpacífico ha demostrado no la muerte del libre comercio, sino más bien la demanda de más arreglos comerciales inclusivos, tanto locales como globales.

En el Medio Oriente, EEUU debe ser una potencia responsable, en vez de un entrometido irresponsable. Terminar con el prolongado derramamiento de sangre en Siria y la amenaza del terrorismo debe centrar su agenda en esa región. Así es como se puede curar la crisis de refugiados.

La Casa Blanca de Trump debe replantearse Asia-Pacífico, la región con la economía más vivaz del mundo, con el objetivo último de mantener allí la tranquilidad y la vitalidad.

Calificar a Beijing de manipulador de la moneda y culparlo por el déficit comercial estadounidense sería una mala opción para la venidera administración estadounidense, ya que el ascenso pacífico de China debería significar más oportunidades para EEUU y el mundo, no algo que deba ser equilibrado.

Como presidente electo que se prepara para dirigir el país más poderoso del mundo, Trump debe saber que hacer lo correcto, aunque sea a veces poco popular, es más importante que seguir las promesas venenosas hechas en la campaña electoral.

DER SPIEGEL. 14-11-2016

América ha abdicado de su liderazgo de Occidente

A veces, incluso la historia se inclina hacia el pathos. En enero de 2017, cuando Donald Trump jure como el 45 presidente de Estados Unidos, la era americana celebrará su 100 cumpleaños… y su entierro. Occidente se constituyó en su forma moderna en enero de 1917. La Primera Guerra Mundial había estallado en Europa y en Washington, el presidente Woodrow Wilson dijo a su país que era hora de que los estadounidenses asumieran la responsabilidad de «paz y justicia» (..) Declaró la guerra a Alemania y envió soldados a Europa para asegurar la victoria de las democracias occidentales, y Estados Unidos asumió el liderazgo del mundo occidental. Era una fase temprana de la globalización política.

Trump, no quiere nada con la globalización; Trump, predica el nacionalismo americano, el aislamiento, la retirada parcial del comercio mundial y la responsabilidad cero por un problema global como el cambio climático. Y todo esto después de una perversa campaña electoral marcada por el resentimiento, el racismo y la incitación (…) Trump no tiene sentido de la dignidad, ni para sí ni para los demás. Él no está calificado como líder del mundo occidental, porque es a la vez reticente a ello e incapaz de asumir ese papel.

Ahora enfrentamos el vacío – el miedo al vacío. ¿Qué pasará con Occidente, con Europa, con Alemania, sin que Estados Unidos sea su principal potencia? Alemania es una niña mimada de Occidente, particularmente de Estados Unidos, que ha renacido con la generosidad americana, alimentada con cuchara, y ahora se encuentra en un profundo estado de shock. El presidente estadounidense siempre fue simultáneamente nuestro presidente, al menos un poco, y un digno presidente de Occidente. Ahora, sin embargo, debemos llegar a un acuerdo con la falta de liderazgo occidental.

Bajo el liderazgo estadounidense, las democracias unidas tuvieron bastante éxito en acabar con los sistemas competidores. Derrotaron a los conservadores imperio Alemán y Austro-Húngaro en la Primera Guerra Mundial. En la Segunda Guerra Mundial, erradicaron los regímenes fascistas en el Reich alemán y en Italia. En la Guerra Fría, presionaron a la Unión Soviética comunista y sus secuaces hasta que se derrumbaron.

¿Qué lo hizo tan fuerte? Por un lado, era la libertad misma. La economía de mercado era claramente superior a las formas económicas que eran controladas más directamente por el Estado. En el juego libre de fuerzas, Occidente desarrolló mejores productos y mayor afluencia, junto con la fuerza para ganar guerras y carreras armamentísticas.

Y el miedo a perder la libertad era un pegamento fuerte que mantenía las sociedades unidas. Por supuesto, hubo debates, manifestaciones y enfurruñamiento, (…) pero siempre fue posible establecer una mayoría para el consenso fundamental de Occidente: Preservaremos nuestras libertades en el país y en el extranjero, y podemos incluso ampliarlos. Esta idea también mantuvo a los países unidos. Bajo el liderazgo estadounidense, y bajo el escudo nuclear estadounidense, eran fuertes y relativamente unidos como «Occidente».

La década de 1990 fue el momento más feliz. El mundo democrático había crecido, y el temor por nuestra libertad parecía haberse disipado de una vez por todas. Ya no había un poder mayor que desafiara la libertad.

Hasta el 11 de septiembre de 2001, es decir, cuando todo empezó de nuevo. Los islamistas beligerantes atacaron Nueva York, y el Pentágono. El terror ha continuado sin disminuir desde entonces.

El miedo ahora reina más que nunca, pero no es sólo el miedo al terror. Y tampoco es tanto el miedo a perder la libertad, como lo fue en el pasado, sino el miedo a la libertad misma. Este es el cambio de paradigma que pavimentó el camino de Donald Trump a la Casa Blanca. Los dos temores siempre existen simultáneamente en las sociedades occidentales. La libertad es disfrutada y temida, la libertad es defendida y combatida, y la libertad se amplía y se limita. Es sólo una cuestión de que el miedo domina en la sociedad, y de que esa corriente está en el poder (…)

Ha sido indudablemente un error dejar a estos hombres, y a las mujeres que piensan como ellos, solos con sus miedos – no tomándolos suficientemente en serio. Los temores ardientes generan furia, especialmente contra los acusados de no hacer nada para apaciguar esos miedos, es decir, el stabhlisment, tanto en la política como en los medios de comunicación. Por primera vez, Internet ha proporcionado a esta rabia una cámara de eco, que le permite llegar a un público más amplio y magnificar las voces de los temerosos y los enfadados. Cuando Donald Trump se puso a la cabeza de este movimiento de furia, encontró el apoyo que necesitaba para convertirse en presidente (…)

Todo el drama puede ser resumido en esta frase: lo que es único en Occidente -la libertad- es percibido como una amenaza. No puede haber una crisis más fundamental que esta. También ha llegado a las democracias europeas, donde el miedo y la rabia se están extendiendo, y por las mismas razones que en Estados Unidos (…)

EEUU fue durante mucho tiempo el punto de referencia para Occidente. Pero si Trump gobierna como prometió durante la campaña, (…) abdicará de su papel de líder del mundo libre. Entonces, será el turno de Europa. El continente debe resistir el populismo, con una mezcla inteligente de tomar los temores seriamente y enfrentar la rabia, pero sin frenar las libertades (…)

Desafortunadamente, Europa está en la peor forma en décadas. Los británicos están abandonando la Unión Europea. Muchos gobiernos enfatizan los temas que dividen más que unificar. Los países europeos se están alejando.

En cierto sentido, podrían permitirse hacerlo. En los 100 años durante los cuales Estados Unidos fue el poder protector y líder de Occidente, sus aliados han llevado una existencia relativamente cómoda. Tenían el lujo de dedicarse a la idea europea, porque los americanos estaban allí. Cada país mantuvo su propia relación especial con los Estados Unidos, y todos dependían de sus armas y acudían a él en caso de emergencia. Ahora, Europa probablemente tendrá que proveer para su propia seguridad – y esto en tiempos en que existen un Vladimir Putin, un Recep Tayyip Erdogan y un Estado islámico en el vecindario de Europa.

Los líderes de Occidente, menos EEUU, se enfrentan a tareas monumentales por delante. Son tareas de la canciller alemana Angela Merkel. Ella representa un país fuerte y tiene una fuerte base moral, como demostró en la crisis de refugiados (…) debe convertirse en un líder decisivo de Europa. Si no lo hace, significará que no ha reconocido los signos de los tiempos.

‘Terreno desconocido’: Estados Unidos en la era de Trump

THE NEW YORK TIMES. 10-11-2016

David E. Sanger

La presidencia de Donald Trump sume a Estados Unidos en una era de incógnitas sin antecedentes en la historia del país.

Aunque Trump no ha sido claro acerca de su postura en muchos temas, ha sido explícito en cuanto a varios asuntos que cambiarían la dirección de Estados Unidos de manera fundamental.

Si sus promesas de campaña se hacen realidad —y no está claro cuántas emprenderá en realidad— la reforma sanitaria de Obama podría ser derogada con la ayuda de una Cámara y un Senado republicanos, cuyos líderes prácticamente habían renunciado a la esperanza de recapturar la Casa Blanca. Trump dijo que reemplazaría la ley con algo mejor, pero jamás ofreció un plan.

La Corte Suprema se inclinaría a la derecha… quizá terminaría inclinándose más a la derecha de donde estaba antes de que la muerte del juez Antonin Scalia creara una vacante que ahora llenará Trump, y también está el prospecto de varias vacantes más durante su mandato. El muro que prometió construir a lo largo de la frontera con México se erigiría y el prospecto de una reforma migratoria quedaría sepultado debajo de él.

Las torturas a los sospechosos de terrorismo, un acto que el Presidente Obama prohibió explícitamente, estarían de regreso… tácticas para interrogatorios a las que el director actual de la CIA dijo que sus oficiales jamás regresarían.

Aunque Trump no será capaz de sacar a Estados Unidos del acuerdo climático de París, legalmente puede ignorar sus disposiciones; el presidente electo ha cuestionado la existencia de un cambio climático provocado por el hombre. Podría continuar con su propuesta de prohibir que los musulmanes entren al país, misma que más tarde reformuló —después de que lo acusaron de racismo— como una prohibición a visitantes de una lista de países problemáticos, casi en su totalidad de mayoría musulmana.

Le diría a la OTAN que Estados Unidos cumpliría con sus compromisos de seguridad posteriores a la Segunda Guerra Mundial solo si otros países pagan primero su parte justa.

Como presidente electo, Trump pronto sería informado acerca de cómo utilizar los códigos nucleares del país. Durante del primer año de su presidencia, debería quedar claro si Trump hablaba en serio cuando dijo que se sentía cómodo con la idea de que Japón y Corea del Sur, ambos participantes del Tratado de No Proliferación Nuclear, pudieran abandonar su compromiso y desarrollar sus propias armas.

Si Estados Unidos “sigue este camino actual de debilidad, querrán hacerlo de cualquier manera, sin importar si lo tratan conmigo o no”, dijo Trump.

Quizá el asunto más impredecible es la manera en que Trump negociará con Rusia y su presidente, Vladimir V. Putin, a quien repetidamente ha alabado en términos que incluso alarmaron a su propio partido. ¿Eliminaría las sanciones impuestas a Rusia por anexar a Crimea —una medida que, según lo que sugirió Trump, parecía estar justificada— y por su acoso a Ucrania? ¿Se retractaría de la decisión que se tomó en la presidencia de Obama de impulsar la presencia militar al exterior de las fronteras de Rusia?

“Mi gobierno”, dijo hace poco, “trabajará conjuntamente con cualquier país que esté dispuesto a asociarse con nosotros para vencer al Estado Islámico y detener el terrorismo islámico radical, incluyendo a Rusia”. El miércoles, Putin dijo que ansiaba restaurar las relaciones “plenas” con Estados Unidos.

Trump ha sido constante en algunas áreas. Desde finales de los ochenta, ha alimentado una serie de preocupaciones, principalmente que los aliados de Estados Unidos —entre ellos Japón y Arabia Saudita— están estafando a Estados Unidos. Mantuvo su postura incluso cuando Japón desapareció del mapa como potencia mundial y Arabia Sa

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