La llegada masiva de inmigrantes a Canarias ha desbordado todas las previsiones y se ha convertido en una auténtica crisis humanitaria. Las migraciones masivas tienen su base en la explotación capitalista y el saqueo imperialista, la opresión y la guerra. Los pueblos se ven obligadas a lanzarse en un peligroso viaje por el mar, ya no por una mejora de las condiciones de vida para ellos y sus hijos, sino en busca de la posibilidad de una vida.
En lo que va de año han llegado unos 18.400 inmigrantes, un 1.020% más con respecto al mismo periodo del año pasado. ¿Cuáles son las causas de este aumento de la inmigración?
En el análisis las causas no guardan relación con los años naturales, sino sobre todo con los acontecimientos del país de origen.La diferencia radical de 2019 a 2020 guarda relación con tres aspectos clave desde nuestro punto de vista. Primero, el desplazamiento, por parte de Marruecos, de personas que estaban al norte del país al sur del propio Marruecos o hacia el Sáhara Occidental. La segunda causa es el conflicto crónico de Mali, que está desplazando a personas de forma regular. Por último, lo que ha causado el desplazamiento más numeroso son las consecuencias económicas de la pandemia. Se han sumado Marruecos y Senegal a la ruta migratoria y se han convertido en los que más personas han aportado estos meses.
Las personas que se están desplazando, argumentan como causa una falta absoluta de expectativa de vida y de marco social protector en Marruecos, y una caída, casi colapso de la economía en algunas regiones. Además, es bien sabido que los inmigrantes son utilizados allí y aquí, pero eso les convierte en víctimas.
¿Qué ha ocurrido en el muelle de Arguineguín?
Arguineguín, hoy, día treinta, ha amanecido vacío por primera vez después de tres meses. Vuelve a su uso original como muelle de desembarco, zona de cribado sanitario y de derivación hacia otros espacios.
La responsabilidad del Estado español de lo que ha pasado en Arguineguín es absoluta. En el muelle quedarán los lamentos de las madres que veían a sus hijos serles arrebatados, los lamentos de las personas que dormían en el suelo a la intemperie, de las personas que hacían sus necesidades en garrafas y que han estado retenidas. Ha sido un lugar improvisado, un sumidero por donde se han ido los derechos humanos.
Hoy, por primera vez, amanece vacío. Y esto no es una victoria, ni mucho menos, es el estruendoso fracaso de una política migratoria que llega tarde. Se llegó tarde a habilitar una red de acogida humanitaria estable en un territorio fronterizo como Canarias, que lleva veintiséis años recibiendo pateras. Veintiséis años gestionando flujos migratorios y en 2020, con la pandemia sobre la mesa, no teníamos esa red hasta ahora, que la han presentado.
Muchas de las personas que llegan a Canarias no pretenden quedarse en España, sino que están de paso hacia otros países de Europa y, sin embargo, son retenidas en el puerto.
La mayor parte de las personas africanas que viajan a Canarias no es para quedarse en España, sino que están de paso hacia otros países de Europa, donde tienen sus redes de contacto. Los jóvenes de Malí y Senegal tienen a sus amigos y familiares en Francia, hablan francés, los minerales de su país son explotadas por multinacionales europeas y tienen militares franceses en su país. ¿Cómo no van a tener en su imaginario colectivo la posibilidad o la necesidad de emigrar a Francia? ¿Cómo vamos a pretender que tengan fronteras para emigrar cuando la globalización se ha llevado por delante a su familia y a su economía? Si pensamos en una sociedad global para el beneficio del norte, no podemos pensar en una sociedad local cuando al norte le convenga. ¿No habíamos dicho que la pandemia es una de las peores crisis desde la Segunda Guerra Mundial y que sus consecuencias tienen que ser atendidas de manera global?
Desde la CEAR planteáis seis medidas para hacer frente al drama humanitario de la migración, en concreto en Canarias. ¿Cómo debe ser el protocolo una vez que llegan los inmigrantes al país?
Por un lado, regular que las personas puedan migrar de forma ordenada, legal y segura, para que no tengan que arriesgar su vida, ya que es una de las rutas más mortíferas del mundo, en una de las fronteras más desiguales. Una vez en el territorio, acogida humanitaria en una red estable, y a partir de ahí, contar con apoyo de traslados, pero falta un centro de ayuda a migraciones. No solamente que se les haga la ficha policial, sino que a partir de ahí se estudien los casos y se deriven a los recursos más adecuados. Dentro de las migraciones hay situaciones muy diversas, aunque procedan del mismo país; no es lo mismo si eres una mujer que viene de una situación de violencia, si procedes de una zona en conflicto o si eres una persona LGTBI y en tu país de origen legislan contra tu vida. Hay que poner especial atención a las personas más vulnerables.
Ocurre también que las infraestructuras canarias se han saturado, y necesitamos, urgentemente, que las políticas para proteger a las personas vayan acompañadas de traslados al territorio continental para hacerlas realidad. Crear plazas y miles de plazas en Canarias no conduce a nada efectivo, conduce a la degradación de los derechos de las personas que llegan y a que salte por los aires la cohesión social en el territorio.
¿Qué hace falta para llevar estas medidas a cabo?
Para empezar, hace falta trabajar por los países de origen, para que las personas tengan el derecho a emigrar, no la obligación. Los jóvenes se desplazan porque no tienen donde agarrarse. Ven en la migración una salida más digna, mejores expectativas de vida que lo que tienen en sus propios países. Una vez llegan a territorio español, nosotros lo que pedimos es una implicación que lleve a una acogida digna, no hacer de Canarias una cárcel que impide a las personas seguir. Entendemos que en este momento es muy complicado, pero necesitamos una situación compatible con la vida. Con refuerzo policial, con más vigilancia marítima, solo aumenta el riesgo que van a asumir las personas, las cuales van a salir desde más lejos. ¿Qué alternativa tiene una persona en Senegal que ha perdido su empleo, que ve como su familia en Europa tiene acceso a derechos? ¿Qué alternativas legales tienen para poder venir? ¿Por qué no podemos entender que hay personas que necesitan emigrar porque no tienen otra alternativa? ¿Por qué no nos arriesgamos a ordenar el marco regulatorio? ¿Por qué la respuesta siempre tiene una perspectiva de interior, no de humanidad? Yo entiendo que deba haber un control, pero un control que permita, no uno que solo repela y criminalice.