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Arañazo a las pensiones

Apenas había margen para la sorpresa en los Presupuestos del Estado para el ejercicio de 2013, en el que el déficit tendrá que replegarse un poco más, hasta el 3,8% del PIB. Las peores previsiones apuntaban hacia el Fondo de Reserva de las Pensiones como posible caja de resistencia ya que no hay de donde sacar: los impuestos están al máximo y hay serias dudas de su potencial de recaudación. El Gobierno ya ha anunciado este jueves el primer arañazo serio al patrimonio pacientemente acumulado en los últimos años. Es posiblemente la peor noticia económica de los últimos meses, aunque ya se esperaba.

Hoy en día, hacer previsiones sobre lo que se puede recaudar con una subida de impuestos es casi imposible y el titular de Hacienda lo sabe bien. Su lamento de estos días según el cual el nivel de evasión fiscal ha subido a cotas insospechadas y desde luego muy altas es toda una declaración de impotencia. Una economía exhausta y cansada, con escasos incentivos y altos grados de desmoralización, no es un caldo de cultivo apropiado para explorar nuevos ingresos por la vía de las subidas fiscales. De ahí que el Gobierno haya recurrido a uno de los pocos mecanismos en los que es posible coger el dinero antes de que llegue al destinatario, imponer un 20% a los precios de los juegos de loterías para recaudar unos 800 millones de euros en el año. Las alegrías de los afortunados seguirán siendo grandes en cualquier caso, pero un 20% menos.

Lo más triste de todo el cuadro de ingresos y gastos es la libertad para meter la mano en la caja de reserva de la Seguridad Social, ese depósito con el que contaban los pensionistas para garantizar el cobro futuro de las pensiones. Hace unos pocos meses, el Fondo de Reserva de las Pensiones contaba con 67.950 millones de euros almacenados en sus cuentas, algo más del 6% del PIB, cifra que equivale a menos de un año de pagos de las pensiones. O sea que la Seguridad Social podría estar algo menos de un año (apenas 10 meses) echando mano de la caja del Fondo de Reserva para pagar las pensiones en el supuesto de que no entrara ni un euro en las arcas de la Seguridad Social, situación lógicamente irreal ya que las cotizaciones siguen aportando un elevado caudal de ingresos a pesar del desfallecimiento del número de afiliados.

De los 67.950 millones de euros que había hace pocos meses (primavera de 2012) en la caja del Fondo de Reserva, poco más de 3.000 millones irán en los próximos meses a pagar pensiones, es decir, el equivalente a medio mes de prestaciones. Las últimas cifras de coste mensual por pensiones apuntan hacia los 7.400 millones de euros cada mes. El Fondo de Reserva español es un organismo joven, apenas una docena de años de vida, y no le han dado mucho tiempo para hacerse una buena dote ni para acumular un patrimonio del que se pueda vivir, como sucede con los fondos estatales de algunos países del norte de Europa o algunas de las naciones más adineradas de la OPEP, que acumulan ingentes rentas procedentes del petróleo.

En los últimos tiempos, y dado que el Fondo de Reserva invierte en Deuda Pública (un 90% española), la rentabilidad de sus inversiones apenas llega a los 2.200 millones de euros (ingresos financieros netos del año 2011 completo). La rentabilidad del patrimonio del Fondo es del 3,9%. Es decir, el Fondo se quedaría sin dinero en menos de un año si tuviera que pagar las pensiones en su totalidad, en solitario.

De momento, el sistema de la Seguridad Social se encuentra en un cierto equilibrio, aunque el aumento de pensionistas está siendo más fuerte que el incremento de cotizantes, ya que estos disminuyen a causa de la crisis del empleo. Quizás en el año 2012 el equilibrio se rompa a favor de los beneficiarios, es decir, habrá déficit. Y en el año 2013 este déficit posiblemente se repetirá, incluso con mayores cifras. Estamos, por lo tanto, ante un escenario dificultoso de cara a garantizar las pensiones del futuro, con déficit anual a la vista en el sistema y con los primeros arañazos en el patrimonio del Fondo de Reserva. El año 2013 va a suponer por ello un giro radical en la sostenibilidad del sistema público de pensiones, un asunto que exigirá una seria reflexión a todos.

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