Análisis

Algunos contornos sobre la guerra de Israel contra Gaza

Los acontecimientos en Gaza son dramáticos y centran nuestra atención. Pero no debemos dejar de prestar atención a los contornos de esta criminal guerra para entender bien el contexto.

La situación en Gaza es dramática. La actual ofensiva sobre la Franja no admite comparación con las anteriores (2008, 2009, 2012, 2014, 2021, y 2022). Gaza está ante la perspectiva de su aniquilación.

Hemos asistido a una semana en la que Israel ha cometido los más horrendos crímenes de guerra: ha cortado todo acceso al agua, la luz y los alimentos; ha bombardeado -incluso con fósforo blanco- barrios residenciales, edificios de viviendas, campos de refugiados, mercados, hospitales, escuelas y refugios de la ONU, ambulancias y sanitarios, periodistas, convoyes civiles huyendo del norte de Gaza… Ya hay más de 2.800 muertos – 800 de ellos niños- más de 10.800 heridos y miles de personas desaparecidas y atrapadas bajo los escombros. Con más de un millón de desplazados internos y los hospitales colapsados, apurando las últimas horas de combustible en los generadores.

No sabemos qué pretende realmente Netanyahu. Es posible que busque invadir y ocupar la parte norte de la Franja, la más poblada, desplazando a 1 millón de palestinos, pero hay razones para pensar que pretenda la expulsión definitiva -hacia Egipto- de los 2,3 millones de gazatíes, y la demolición completa de la Franja. Una limpieza étnica. Un holocausto. La “solución final”.

Al mismo tiempo, cada día crece el peligro de una gran conflagración en Oriente Medio que ponga en peligro la Paz Mundial. Israel ha atacado aeropuertos de Siria, ha lanzado proyectiles sobre el sur de Líbano contra Hezbolá, apoyados por Teherán, y amenaza con atacar la misma Irán.

Biden va a realizar una gira por Israel y Jordania, buscando evitar una escalada militar descontrolada en Oriente Medio. Sin desautorizar a Netanyahu, y colocándose como árbitro, el presidente de EEUU ha advertido a Tel Aviv del «gran error» que sería ocupar militarmente la Franja de Gaza.

Esta es la foto fija de un torbellino de acontecimientos. Pero vayamos ahora a los contornos sin los que no se puede comprender lo que está sucediendo.

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El papel de EEUU

No se pueden entender los 75 años de guerra, genocidio y apartheid contra Palestina sin situar en primer lugar el papel de EEUU. El Estado de Israel nació y se ha fortalecido como el principal gendarme militar de Washington en Oriente Medio.

Aunque el origen del sionismo -como corriente ideológica y política- bebe del nacionalismo étnico alemán del s.XIX, sus dirigentes buscaron desde el principio que una potencia mundial “apadrinase” su proyecto de Estado Judío. Y esos fueron los EEUU de Eisenhower tras la II Guerra Mundial.

Utilizando toda su influencia política y diplomática, en 1947, la recién nacida superpotencia norteamericana alienta y protege el nacimiento de un Estado de Israel que va a ser una pieza clave en “el área de mayor importancia estratégica del Mundo”, cerrándole el paso a la influencia soviética en Oriente Medio.

El primer ministro israelí, Ariel Sharon y el presidente de EEUU George W. Bush, en el rancho del norteamericano en Texas, en abril de 2004

Desde entonces, EEUU ha amparado todas las guerras y agresiones de Israel contra Palestina y el resto de los países árabes, ha protegido el apartheid sionista, y ha vetado cualquier resolución de condena en la ONU.

Cada salto en la tensión de Israel contra Palestina ha ido de la mano de los proyectos geopolíticos de EEUU. La provocación de Ariel Sharón en la Explanada de las Mezquitas en 2000, que provocó la Segunda Intifada y voló por los aires los acuerdos de paz de Camp David y la vía de los Dos Estados, incendiando Oriente Medio, fue previa al 11-S, y a la imposición de la línea de dictadura terrorista mundial de Bush, que luego invadió Afganistán e Irak.

La relación entre la clase dominante norteamericana y la israelí -así como entre sus élites políticas- es orgánica y estructural. Algo que es especialmente evidente entre los halcones del sionismo -entre los que está Netanyahu- y la línea de Bush y de Trump, más ligada al complejo militar-industrial. Pero que también podemos ver en un Biden que en los años 90 decía «si Israel no existiera, EEUU debería inventarlo para proteger sus intereses en la región».

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Washington y Tel Aviv alentaron el nacimiento de Hamás

Tampoco es un secreto que el Estado de Israel y los centros de poder hegemonistas estuvieron detrás del nacimiento de Hamás en los años 80, para dividir y enfrentar a la causa palestina, liderada entonces por una Organización para la Liberación de Palestina (OLP) de Yasser Arafat alineada con la URSS.

El liderazgo de un Yasser Arafat que luego abriría paso a los Acuerdos de Paz de Camp David y a la solución de los Dos Estados era un problema para los sectores más reaccionarios del sionismo, así como para los sectores más belicistas de Washington. Y alentaron el surgimiento de Hamás como una facción islamista que quebrara la unidad de la causa palestina

En 1987 estalla la Primera Intifada, con un Arafat liderando de manera indiscutible la causa palestina. Entonces Washington y Tel Aviv decidieron aplicar el «divide y vencerás» y la promoción del islamismo político y sus contradicciones con la OLP. Siguiendo el mismo patrón que llevó a Washington a apoyar a los islamistas radicales que luchaban en Afganistán contra las tropas de Moscú, dando después orígen a los talibanes.

«Si nos fijamos en la historia de Hamás, encontraremos que fue alentada e inicada por Israel para contrarrestar a Yasser Arafat» , afirma el congresista norteamericano independiente Ron Paul

Desde entonces, la amenaza de Hamás le ha sido muy útil a Israel. “Quien quiera frustrar el establecimiento de un Estado palestino tiene que apoyar a Hamás. Debemos aislar a los palestinos en Gaza de los de Cisjordania”, declaró Benjamín Netanyahu en una reunión del Likud en marzo de 2019. “La Autoridad Palestina es una carga [para Israel], Hamás es un activo”, dijo en 2015 Bezalel Smotrich, entonces solo un diputado, hoy ministro de Finanzas y líder de uno de los partidos ultras aliados de Netanyahu. “Israel está contento de que Hamás gobierne Gaza, así podemos tratarles como enemigos”, decía el jefe de la inteligencia militar israelí en 2007

Los sectores más ultrasionistas de Israel -y sus contrapartes halcones en EEUU- están frontalmente en contra de «la solución de los dos Estados», un Estado palestino viable que conviva con el Estado de Israel. Al mismo tiempo, esta derecha sionista lleva azuzando el conflicto palestino y los ataques de Hamás como una potente arma electoral, y del encuadramiento ideológico de su población en el más negro racismo antipalestino.

No están teledirigidos. Es evidente que en la actualidad Hamás está antagónicamente enfrentada a Israel, pero eso no significa que no pueda ser usada por sus enemigos.

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El criminal terrorismo de Hamás sirve al mismo tiempo a varios intereses imperialistas.

El terrorismo es fascismo, siempre, venga de donde venga. No es un fruto natural de la lucha de los pueblos, ni surge de ellos. No sólo por la negra base de principios («el fin justifica los medios») que practican. Los grupos terroristas, por su naturaleza criminal y opaca, son siempre instrumentos -voluntarios o no- de clases dominantes y de grandes potencias, al servicio de inconfesables agendas ocultas.

Aunque no tengamos todos los datos, podemos vislumbrar cómo esta afirmación se aplica, de manera exacta, en este caso.

Israel posee uno de los aparatos de inteligencia más potentes del mundo, que actúa como una sucursal de la CIA. Resulta difícil creer que el Mossad o la inteligencia norteamericana no supieran nada de la operación que Hamás estuvo planeando durante más de un año, para cruzar -por tierra, mar y hasta en parapente- la ultrafortificada frontera de Gaza y llevar a cabo lo que el mismo gobierno de Netanyahu ha denominado como «el 11-S de Israel», que ha causado más de 1.400 muertos israelíes, y que mantiene a cientos de civiles -incluidos niños- secuestrados en manos de Hamás.

Netanyahu en una conversación familiar, en 2001: «el mundo no dirá nada. El mundo dirá que nos estamos defendiendo, conseguiremos esto gracias a la ayuda de Estados Unidos que pueden imponer el relato fácilmente».

Netanyahu y el resto de su gobierno -el más ultraderechista e hípersionísta de la historia de Israel- han abogado, en público y en privado, por el aplastamiento total de Palestina, comenzando por Gaza, un territorio que no controlan. Y por una escalada de tensión en Oriente Medio que obligue a EEUU a intervenir.

Pero para llevar adelante esta «solución final» necesitaban de un acontecimiento catastrófico que les permitiera imponer -como en el caso del 11-S- un encuadramiento por el terror de una sociedad israelí que se ha manifestado en su contra masivamente el último año. Esto es lo que les ha entregado -en bandeja- el brutal golpe ¿consentido? de Hamás

Por otra parte EEUU, golpeado por la lucha de los pueblos, ha perdido influencia en la región. Algo que no ha dejado de aprovechar Irán o Rusia para ganar peso en Oriente Medio. Hay una línea (Obama) que ha apostado por la distensión con Irán para poder concentrarse en Asia-Pacífico, pero hay otra línea -la de Trump, a la que Netanyahu está especialmente ligada- que apuesta por la confrontación con Teherán, por incendiar Oriente Medio para recuperar terreno.

Tampoco debemos desdeñar la intervención de otras potencias.

Al régimen iraní -que es el mayor apoyo político y financiero de Hamás-, fuertemente cuestionado por la «revolución del velo» también está interesado en una antagonización del conflicto en Palestina, y en un choque con Israel que le permita encuadrar a su pueblo por el miedo a la agresión occidental.

A Rusia, el estallido de la nueva guerra le viene como anillo al dedo. Supone que EEUU y la OTAN -en los que ya hay voces que piden dejar de gastar tanto, y que Kiev acepte «paz por territorios»- van a tener que centrarse en Israel y Oriente Medio, aliviando la presión en la guerra en Ucrania.

Ambos están interesados en la escalada de la agresión de Israel hacia Palestina, que pone muy tensas las costuras de los «Acuerdos de Abraham» -auspiciados por EEUU- de Israel con Arabia Saudí, Emiratos Árabes (recién incorporados a los BRICS, como también Egipto) o Marruecos.

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Los imperios proponen, pero la lucha de los pueblos dispone

Nadie debe despreciar la capacidad de resistencia del pueblo palestino, ni la solidaridad de millones de personas a lo largo y ancho del planeta, para detener este genocidio.

En primer lugar debemos tener en cuenta el ocaso norteamericano. También la lucha de fracciones dentro de la clase dominante norteamericana.

Manifestación contra la guerra de Gaza en la Puerta del Sol en Madrid

La línea Biden tiene contradicciones con el gobierno Netanyahu, vinculado a la línea Trump, y es posible que maniobre para contener la expansión del incendio. Aunque su primera reacción ha sido cerrar filas con su gendarme, la dimensión del genocidio y el peligro de que el incendio se propague por Oriente Medio, ponen en juego intereses estratégicos de EEUU. Biden se ha declarado contrario a la ocupación militar de Gaza, y aunque aboga por la necesidad de derrotar a Hamás, ha matizado que debe lograrse “una vía hacia un Estado palestino”.

Debemos tener en cuenta a actores como China -que condena sin matices el terrorismo de Hamás al mismo tiempo que llama a detener la guerra- y el peso de unos BRICS a los que no les interesa el incendio descontrolado de Oriente Medio. También a las voces de la UE que (como Borrell) han desautorizado el vergonzoso alineamiento de Von der Leyen con Israel, y claman contra la invasión, los bombardeos y por un alto el fuego.

Manifestación contra la guerra de Gaza delante de la Casa Blanca, en Washington DC

Pero sobre todo, no debemos olvidarnos del pueblo palestino, seguramente el más castigado del planeta, que ha soportado 75 años de guerra, genocidio y apartheid sin jamás doblar la rodilla, sin ceder ni un ápice en su férrea voluntad de resistencia, de independencia y autodeterminación.

Tampoco de la enorme, gigantesca ola de solidaridad con Gaza que ya recorre el mundo. A pesar de que algunos gobiernos como el francés o el británico, o la alcaldía de Berlín, hayan prohibido las manifestaciones propalestinas, ya se están produciendo gigantescas movilizaciones contra la guerra en todo el planeta, de París a Londres, de Berlín a Estambul, de Madrid a Sídney, de Nueva York a Bagdad. En muchas de ellas -como la cadena humana que ha rodeado la Casa Blanca- son los propios judíos antisionistas los que con la consigna “No en nuestro nombre” llaman a detener un nuevo holocausto.

A pesar del dolor, del horror y la guerra, los pueblos avanzan y el imperio retrocede.

2 comentarios sobre “Algunos contornos sobre la guerra de Israel contra Gaza”

  • Excelente el vídeo de Ron Paul que no deja lugar a dudas del origen de Hamás. Sí, el Mossad y la CIA financiaron y apoyaron al jeque Ahmed Yassin para contrarrestar el poder de la OLP(que me acabo de enterar que era de la órbita soviética). Hacían escuelas, hospitales, comedores,etc para ganarse el apoyo de los palestinos. Pues un estilo a Herri Batasuna y su sindicato LAB

  • Damián Sánchez Núñez dice:

    Buen artículo con algún algunos matices pero dónde está la alternativa de unificación comunista a la situación actual oh es que el de verdad solo se va a dedicar a ser un periódico más de análisis y de información de la situación si no hay alternativa no hay futuro

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