Duras acusaciones de Teherán a EEUU y Europa

Ahmadinejad advierte a Occidente… porque puede

«Con sus comentarios precipitados no lograrán entrar en el cí­rculo de amigos de la nación iraní­», dijo ayer el presidente iraní­, Mahmud Ahmadinejad, arremetiendo contra las potencias occidentales por inmiscuirse en los asuntos internos de Irán. El ministro de exteriores, Manuchehr Mottaki, y el presidente del parlamento, Alí­ Lariyani lanzaron denuncias similares contra las potencias europeas, en particular contra Gran Bretaña, a la que acusaron de haber introducido en el paí­s agentes secretos para promover los disturbios. Sin embargo el destinatario de la advertencia de las autoridades iraní­es no está en Europa sino al otro lado del Atlántico.

En su estilo, con un tono duro, el residente iraní exigió ayer a Estados Unidos y Gran Bretaña que dejen de interferir en los asuntos internos de Irán, tras las declaraciones de Barack Obama del sábado pasado, en las que hacía un llamamiento a las autoridades iraníes para que detengan las “acciones violentas e injustas contra su pueblo”. Ahmadinejad recomendó a Occidente no meterse en los asuntos internos de Irán.En términos más tajantes aún se manifestó el Parlamento iraní, que pidió a la comisión de política exterior y seguridad que ponga “en reconsideración” las relaciones con Washington, Londres, Berlín y París, con motivo de lo que calificaron de “comentarios y posturas vergonzosas” en torno a los sucesos ocurridos después de las elecciones en Irán. Ali Larijani, jefe del Parlamento, acusó ayer a Francia y Alemania por sus visiones “sesgadas e injustas” sobre la situación en Irán. Los gobiernos de París y Berlín han hecho declaraciones ciertamente duras estos últimos días: el responsable francés de exteriores, Bernard Kouchner, llegó a calificar como “mala noticia” la reelección de Ahamadinejad. Manoucher Mottaki, ministro de Relaciones Exteriores, tampoco se quedó corto. Embistió contra el Reino Unido y lo que denunció como “una inadmisible intromisión en los asuntos internos de Irán”, y delante de las cámaras afirmó que "elementos relacionados con la inteligencia británica llegaron masivamente antes de la elección presidencial" para perturbar la situación. Francia tampoco fue olvidada y Mottaki calificó de "irresponsables" las declaraciones de su homólogo, Bernard Kouchner. Más tarde, en una reunión con diplomáticos, el canciller iraní afirmó que si bien Francia es una gran nación, actualmente la gobiernan “enanos” (en clara referencia al tamaño corporal de Nicolás Sarkozy). Ante representantes de las embajadas de varios países occidentales, Muttaki habló muy claro: “aquí, en esta sala, se encuentran representantes de los países que en su momento suministraron gas tóxico (a Irak), cuyas consecuencias sufren los iraníes desde hace 20 años”.También se manifestó en el mismo sentido el jefe de Estado, Ali Jamenei, que en la Oración del Viernes en la Universidad de Teherán, aseguró que "los diplomáticos de varios países occidentales que nos hablaban hasta ahora con lenguaje diplomático han mostrado su verdadero rostro, y el primero de ellos fue el gobierno británico".Aunque el reconocimiento del fraude los haya dejado en evidencia, el régimen de los ayatolás responde a Occidente con firmeza, sabedor de que está en una posición de fuerza. De Europa nada hay que temer. Primero porque no tiene capacidad para presionar a Irán, y segundo porque es conocida la actitud de las cancillerías europeas, que tras las manifestaciones de “indignación democrática” por “los derechos humanos”, acuden precipitadamente a la mesa de negociaciones si sus intereses comerciales o económicos se ponen en cuestión.En cuanto al verdadero destinatario de la severa advertencia de Teherán, el presidente norteamericano, parece que tampoco hay que esperar –al menos de momento- un endurecimiento del mensaje. A pesar de sus palabras del sábado, el mensaje de la Casa Blanca ante la crisis iraní se ha caracterizado por una sorprendente dosis de tacto. Obama ha remarcado varias veces estos días que EEUU no pretende inmiscuirse en los asuntos internos de Irán. Evidentemente la superpotencia está interviniendo en la medida de sus posibilidades en una disputa interna de un régimen hermético a su intervención. Pero sobretodo Washington no se puede permitir echar por tierra los esfuerzos diplomáticos de varios meses. La estrategia norteamericana en Oriente Medio y Asia Central necesita de la colaboración activa -o al menos de la pasividad- de Irán, y Obama no puede permitirse el lujo de que un incidente grave haga que el régimen de los ayatolás le cierra la puerta treinta años más.

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