Zapatero subirá 2 puntos el IVA

Sobre el entendido de que no quiere tocar los gastos sociales, Zapatero ha preparado un paquete, que tendrá que negociar con sus socios en el Congreso, que consiste en actuar en paralelo sobre ingresos y gastos con dos partidas prácticamente idénticas. Se propone lograr un aumento de la recaudación de un máximo de 15.000 millones de euros. Por otro lado, ha puesto en marcha un recorte del gasto que supondrí­a entre 12.000 y 15.000 millones de euros.

PÚBLICO.- Pero el deslome de los ingresos tributarios, con caídas del 30% anual arrastradas por el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, amenaza con elevar el déficit presupuestario a niveles inaceptables en la UE y exige corregirlo, ya aumentando impuestos, eliminando desgravaciones y/o recortando el gasto público. El principal problema coyuntural estriba en que el desplome de la recaudación de impuestos ha enfriado la alegría del gasto público antes de que la “economía real” repunte y el paro decrezca, recordando que el saneamiento acentuará la fase depresiva del ciclo y que alguien tendrá que pagar todo. EXPANSIÓN.- Con un consumo interior deprimido, que ha provocado precisamente una brusca caída en la recaudación por IVA, una modificación al alza de este impuesto –cada punto recauda alrededor de 3.000 millones– supondrá un nuevo desincentivo para el consumidor, al tiempo que lastrará la posible recuperación, en la que España parte ya desde el pelotón de cola. Reportaje. El Mundo Zapatero subirá 2 puntos el IVA C. García Abadillo El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se ha propuesto reducir el déficit público entre 25.000 y 30.000 millones de euros en 2010. Es decir, recortar en un tercio el desequilibrio que este año elevará nuestro déficit a una tasa histórica del 10% sobre el PIB. Sobre el entendido de que no quiere tocar los gastos sociales, Zapatero ha preparado un paquete, que tendrá que negociar con sus socios en el Congreso, que consiste en actuar en paralelo sobre ingresos y gastos con dos partidas prácticamente idénticas. Se propone lograr un aumento de la recaudación de un máximo de 15.000 millones de euros. Por otro lado, ha puesto en marcha un recorte del gasto que supondría entre 12.000 y 15.000 millones de euros. La supresión del descuento de los 400 euros supondrá un ahorro fiscal en 2010 de unos 5.000 millones de euros. Por otro lado, el Gobierno pretende subir en dos puntos el impuesto sobre plusvalías , que pasaría del 18% al 20%. De ahí, el Gobierno pretende arañar unos 1.000 millones de euros. Por otro lado, el paquete prevé una subida de los impuestos al alcohol, el tabaco y los hidrocarburos, de donde se pretende recaudar otros 3.000 millones de euros. Por último, el Gobierno contempla una subida del IVA que se situaría en dos puntos (el tipo ordinario en España está en el 16%). Cada punto de IVA supone un aumento en la recaudación de 5.000 millones. El Gobierno no propondrá subir el IVA de inmediato, para no dañar a la actividad económica, sino que anunciará la medida para aplicarla en el plazo de unos meses. De esa forma, se acelerarían algunas decisiones empresariales y de consumo. La parte del león del recorte va a recaer en los ministerios de Innovación y Tecnología, en el de Industria y en el de Fomento. Todos los ministerios van a tener que apretarse el cinturón, reducir gasto en la medida que puedan. EL MUNDO. 13-9-2009 Opinión. Público Cierre en falso de la crisis J. M. Naredo Próximo a cumplirse el primer aniversario de la quiebra de Lehman-Brothers que expandió la ola de pánico y desconfianza originaria de la presente crisis internacional, los mercados financieros parecen volver a la normalidad, a la vez que se impone el sentimiento de que lo peor de la crisis ya ha pasado. ¿A qué responde este sentimiento? ¿Qué ha cambiado respecto al inicio de la crisis financiera? Lo que ha cambiado no ha sido, desde luego, el sistema monetario internacional, ni su capacidad de generar burbujas y activos tóxicos fuente de inestabilidad. El cambio de coyuntura se deriva sobre todo de las potentes inyecciones de liquidez y operaciones de “salvamento” practicadas desde entonces. Las políticas monetarias y presupuestarias expansivas alcanzaron dimensiones planetarias sin precedentes, encabezadas por EEUU. Y España no ha ido a la zaga en estas políticas, habilitando partidas presupuestarias adicionales de gastos por valor de 66.000 millones de euros y otorgando a la banca avales por valor de 100.000 millones de euros, lo que supone nada menos que el estímulo de forzar un gasto público efectivo directo del orden del 6% del PIB y un gasto potencial indirecto del 10%. Semejantes transfusiones y euforizantes han tenido dos tipos de efectos. Por una parte, el mayor gasto público contribuyó a paliar las caídas del PIB y del empleo que se han venido observando hasta el momento. Por otro, la montaña de liquidez generada se canalizó hacia los mercados financieros y –con un tipo de interés por los suelos– favoreció el repunte de las bolsas y de los precios de las materias primas, pues se reprodujo la consabida espiral de compras y cotizaciones en alza que se apoyan mutuamente, algo característico de las “burbujas”. Y a la vez que nuestros políticos saludan las subidas bursátiles fruto de los propios euforizantes administrados, los analistas tratan de justificarlas aduciendo que los pobres resultados empresariales de este primer semestre de 2009 fueron “menos malos” de lo previsto. Sin embargo la caída de la demanda, que ha venido forzando a las empresas a salvar sus resultados recortando costes y despidiendo personal, desanima su inversión en plantas y equipos e incentiva su inversión especulativa en compra de empresas y productos financieros. Se divorcia, así, la nueva euforia financiera del continuado declive de la “economía real” (y aumento del paro) sobre todo en la economía española, que ha de purgar los excesos de su particular aquelarre inmobiliario. Pero el desplome de los ingresos tributarios, con caídas del 30% anual arrastradas por el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, amenaza con elevar el déficit presupuestario a niveles inaceptables en la UE y exige corregirlo, ya aumentando impuestos, eliminando desgravaciones y/o recortando el gasto público. El principal problema coyuntural estriba en que el desplome de la recaudación de impuestos ha enfriado la alegría del gasto público antes de que la “economía real” repunte y el paro decrezca, recordando que el saneamiento acentuará la fase depresiva del ciclo y que alguien tendrá que pagar todo. PÚBLICO. 14-9-2009 Editorial. Expansión Medidas ineficaces y coste electoral A pesar de que el presidente Zapatero asegurase que la próxima subida fiscal iba a correr a cargo de los impuestos indirectos, nadie sabe aún a ciencia cierta de dónde vendrán los ingresos que necesita el Estado para hacer frente a su abultado déficit. La vicepresidenta Salgado, que ya admite la subida del IVA, reitera que todo el sistema tributario está en revisión. El Ejecutivo había eludido hasta el momento tomar cualquier medida dolorosa que empañara aún más su deteriorada imagen. Pero no ha tenido más remedio que reconocer que en las cuentas del Estado han saltado todas las costuras y que necesita subir los impuestos para evitar dejar en una crítica situación a la Hacienda pública. El problema al que se enfrenta es que, a pesar de los eufemismos utilizados para que esta píldora amarga que se van a tragar los ciudadanos sea digerible, el desgaste político es ya inevitable. Para obtener los 16.000 millones que quiere Zapatero no hay muchas salidas. Sólo la modificación de dos grandes tributos tienen la suficiente capacidad recaudatoria para conseguir los fondos que necesita el Ejecutivo para salvar el trance: el IVA y el IRPF. Zapatero ha prometido que no tocará las rentas del trabajo, aunque la supresión de los 400 euros es un golpe directo sobre éstas, que supondrá un ahorro cercano a los 5.000 millones de euros. Le faltarían otros 11.000 millones de euros y sólo una modificación del IVA, aconsejada por algunos expertos, puede dar el margen necesario para sanear las arcas públicas, aunque en el Gobierno son conscientes de que esta medida también tendrá efectos secundarios. Con un consumo interior deprimido, que ha provocado precisamente una brusca caída en la recaudación por IVA, una modificación al alza de este impuesto –cada punto recauda alrededor de 3.000 millones– supondrá un nuevo desincentivo para el consumidor, al tiempo que lastrará la posible recuperación, en la que España parte ya desde el pelotón de cola. A Zapatero le ha caducado el discurso. Los ciudadanos empiezan a ser conscientes de que la mayor protección social que asegura ofrecer el Gobierno no es más que un incremento de los costes del desempleo derivados de una política económica torpe e ineficaz. El Gobierno se agarra a un clavo ardiendo y hace suyo cualquier síntoma de mejora ajeno a su gestión. La urgencia por arreglar las cuentas públicas, aunque bienvenida, puede llegar demasiado tarde, sobre todo si el presidente se empeña en hacer creer a los ciudadanos que es posible un ajuste no doloroso. Después de meses dejándose llevar por la corriente, con medidas paliativas que se han demostrado ineficaces y que han supuesto en ocasiones una auténtico derroche, como los 8.000 millones de euros para obras municipales, el presidente sigue sin querer afrontar las necesarias reformas estructurales que eviten que el progresivo hundimiento de la economía. A cambio ha ofrecido el señuelo de la Ley de Economía Sostenible, que no deja de ser una suma de propuestas, ya anunciadas o tomadas, de menor calado, para dar sensación de actividad y dinamismo ante la crisis. A la vista de los resultados son muy pocos ya los que confían en estas recetas y eso puede tener a medio plazo un coste electoral irreversible para Zapatero. EXPANSIÓN. 14-9-2009

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