Zapatero contra ZP

«El discurso del presidente estuvo a la altura de las circunstancias. Lo que, en sentido contrario, implica que no lo ha estado durante los dos últimos años. Sustituir las difí­ciles decisiones que requerí­an la economí­a española y la defensa del euro por una retórica maniquea, y no sin ribetes populistas, en defensa de polí­ticas calificadas de sociales y de izquierda, aunque estuvieran lejos de serlo, ha hecho perder un tiempo que ahora hay que recuperar con urgencia y haber corrido riesgos sólo aplacados de momento.»

Una recesión tan rofunda como la actual exige una pérdida global de rentas, y la anunciada ayer es el sacrificio mínimo necesario para mantener la solvencia en las finanzas públicas. Zapatero y su Gobierno han perdido desde 2007 muchas oportunidades de repartir el coste de la crisis; en esta ocasión, se trata, sin embargo, de no dilapidar una prosperidad lograda entre todos y de cuya salvaguarda todos debemos, hoy más que nunca, hacernos responsables (EL PAÍS) LA VANGUARDIA.- Y lo peor está por llegar. Si en el ámbito social el Gobierno lo tiene complicado, en el ámbito parlamentario aún lo tiene peor. El Ejecutivo necesita convalidar el decreto que contendrá las medidas de ajuste y que previsiblemente aprobará el viernes el Consejo de Ministros. Ayer no había ni un solo grupo dispuesto a apoyarlo, así que no se sabe de dónde sacará la mayoría el presidente. Ni para el decreto ni para algo más trascendente, los presupuestos del año próximo. Esta incertidumbre alimentaba los cálculos sobre la posibilidad de elecciones anticipadas. EL CONFIDENCIAL.- Zapatero cambia su política de alianzas. Los sindicatos dejan de ser sus socios preferentes y ahora lo que toca es gobernar. Aunque sea con la oposición de sus bases sociales. Este es el análisis de urgencia que hacía ayer un ex dirigente sindical que pasa por ser uno de los estrategas de la Unión General de Trabajadores. Su análisis, sin embargo, va mucho más allá. En su opinión, lo que anunció ayer Zapatero -que va en la misma línea de lo acordado en Irlanda, Grecia o Portugal-, “forma parte de un todo que viene a nivel europeo”, y que no es otra cosa que un largo periodo de austeridad y de políticas neoliberales que vienen de EEUU. Editorial. El País Zapatero contra ZP El presidente Zapatero presentó ayer un recorte del gasto público que supone el mayor y más radical cambio de rumbo económico llevado a cabo por un Gobierno democrático en España. Sin duda, la extrema gravedad de la situación lo requería. Como también exigía la dureza de las medidas anunciadas, entre las que se encuentran algunas que eran inaplazables al menos desde finales de 2009. El discurso del presidente estuvo a la altura de las circunstancias. Lo que, en sentido contrario, implica que no lo ha estado durante los dos últimos años. Sustituir las difíciles decisiones que requerían la economía española y la defensa del euro por una retórica maniquea, y no sin ribetes populistas, en defensa de políticas calificadas de sociales y de izquierda, aunque estuvieran lejos de serlo, ha hecho perder un tiempo que ahora hay que recuperar con urgencia y haber corrido riesgos sólo aplacados de momento. El Zapatero que ayer tomó la palabra en el Congreso de los Diputados se desmintió a sí mismo con más contundencia que sus críticos, completando un giro copernicano en la plasmación de los principios ideológicos que invocaba. Resulta paradójico que el Gobierno promoviese en el palacio de Zurbano un pacto de Estado en torno a un heterogéneo listado de medidas de escasa trascendencia y que, apenas unas semanas después, afronte en solitario un duro ajuste del gasto público. Si algún paquete de medidas requería intentar un pacto era el anunciado ayer, y el Partido Popular corre el riesgo de erosionar su condición de alternativa si busca capitalizar desde el oportunismo, como dejó vislumbrar ayer, el inevitable coste político y social que acarreará una decisión que no admitía más aplazamientos. El Gobierno ha optado por un recorte drástico, rápido y capaz de recuperar la credibilidad perdida. El mayor volumen de gasto en la estructura del Presupuesto español se concentra en los salarios de los empleados de la Administración y las pensiones y costes sociales, con especial mención a los directamente derivados del desempleo. Desde el momento en que el Gobierno se ha visto obligado a aplicar un ajuste profundo y rápido bajo presión internacional, le ha resultado imposible mantener inalteradas las partidas con las que pretendía marcar distancias con el PP. La salida de la crisis no se juega en las escaramuzas políticas internas, sino en un tablero mucho más amplio en el que España está bajo atenta observación. Ninguna de las medidas anunciadas por Zapatero es injusta ni ilógica, incluyendo la no revalorización de las pensiones, a excepción de las mínimas y las no contributivas, o la bajada del sueldo de los funcionarios. La primera es una decisión dolorosa, pero tendrá menos impacto que una drástica rebaja, que sería necesaria si ahora no se aplica la congelación. En cuanto a la segunda, cabe explicarla porque los trabajadores del sector público no habían sufrido hasta el momento el peso de la crisis, que sí han experimentado los asalariados del sector privado. Los agentes sociales, en especial los sindicatos, no deberían enturbiar el ajuste con suspensión de negociaciones, huelgas y protestas. Tampoco el PP puede desentenderse del esfuerzo al que, por fin, ha convocado el Gobierno. Una recesión tan profunda como la actual exige una pérdida global de rentas, y la anunciada ayer es el sacrificio mínimo necesario para mantener la solvencia en las finanzas públicas. Zapatero y su Gobierno han perdido desde 2007 muchas oportunidades de repartir el coste de la crisis; en esta ocasión, se trata, sin embargo, de no dilapidar una prosperidad lograda entre todos y de cuya salvaguarda todos debemos, hoy más que nunca, hacernos responsables. Que la rectificación llegue tarde no autoriza a nadie responsable a torpedear el esfuerzo. Opinión El derrumbe del tabú Xavier Vidal-Folch Ha sucedido como con el muro de Berlín. Con estrépito. En pocas y agónicas horas, desde el pasado viernes hasta ayer, se ha derrumbado el gran tabú de la política económica española. Y los de la europea. De forma simultánea y conectada. En aras de reenderezar la economía doméstica y asentar el futuro de la zona euro, el presidente Zapatero ha renunciado a su mantra, no tocar el gasto social. Traslada la incipiente austeridad también a los sueldos de los funcionarios, a las jubilaciones medias y altas, a la dependencia, al cheque-bebé… Gran rectificación, se dijo ayer. Et pour cause. Nace un gobernante, aquel que decide lo que conviene, aunque sea amargo y allegue fracasos electorales; no lo que le gusta. Quizá para durar poco. Churchill perdió cuando avizoraba la victoria, pero la fabricó. Kohl pagó en las urnas su apuesta por el euro, pero ancló a Alemania en Europa. España cumple con estas medidas de austeridad el compromiso con la Unión, y se autoprotege. Paga su contrapartida a la creación de un Fondo de emergencia para el rescate de euro-socios en apuros financieros. El surgimiento de este mecanismo es una revolución copernicana de alcance similar a la creación del euro. Completa la unión monetaria (hasta hoy, moneda y Banco Central) garantizando su estabilidad. Y acelera la unión económica de los 27 apretando las tuercas de las políticas de saneamiento de las finanzas públicas y la coordinación presupuestaria. Europa resucita del duermevela. Para alcanzar ese hito, la UE ha debido a su vez romper tres tabús. El de que los Gobiernos sólo podían acompañar a los mercados: han plantado cara con 750.000 millones a sus segmentos más especulativos. El de mantener el veto, pues la activación de los rescates se hará por la Comisión y ya no por unanimidad del Consejo (los Gobiernos). Y el de actuar sólo caso por caso, como ante Grecia: han establecido un mecanismo permanente (de momento por tres años) y no uno improvisado para cada ocasión. Apenaba ayer oír reacciones castizo- provincianas denunciando que unos "extranjeros" imponen su "dictado" a España. Que viajen. Y aprendan que ambas decisiones, la española y la europea, son parte del mismo paquete, haz y envés. Lo son también por su origen. El terremoto en los mercados de la pasada semana obligó a España y a Europa a crecerse frente a la crisis, so pena de sucumbir ante ellos. De ahí la renuncia del Gobierno a su catecismo del gasto social. Y la de Alemania al síndrome de mirar a otro lado si arrecia una tormenta financiera. Contra Zapatero: es cierto que estaba instalado en el vaivén, sin lograr hasta ahora mostrar contundencia y, pues, convencer. A su favor: es cierto que la turbulencia especulativa de "las manadas de lobos" (retrató el ministro sueco de Finanzas, Anders Borg) rompió su cadencia de reformas, demasiado tenue. Pero nadie añadió ayer en el Congreso la otra explicación clave de la vorágine: la vacilación y tardanza europeas (cuatro meses) para suturar la crisis griega, lo que facilitó el contagio enloquecido a otros. El tabú de la intangibilidad absoluta del gasto social debe ceder paso a un paradigma más realista, un reparto equitativo de la factura de la crisis. Entre todos. De cada cual según sus posibilidades. Las izquierdas y algunos centros -como Coalición Canaria- reclamaron con razón una equidad que quedaba pospuesta. Ya no por la vía del gasto, sino del ingreso: teníamos parados ajustándose el cinturón, tendremos funcionarios y pensionistas en lo mismo, pues que también se sacrifiquen los más prósperos. Quedó como asignatura pendiente. Y los nacionalismos enarbolaron la productividad como causa mayor del crecimiento y de la lucha contra el déficit: cómo crecer, otra asignatura. Todos afinaron en su papel. Todos, menos uno. Ahora que parece que tenemos un presidente-presidente, esto es, alguien capaz de repartir disgustos y no sólo carantoñas, el jefe de la oposición mantiene su gastado oráculo: leña al mono hasta que hable inglés. Y cuando lo habla, leña doble. Con lo eficaz que le hubiera sido jugar a padre del hijo pródigo, darle la bienvenida a la austeridad y exigirle cumplir con buena letra. EL PAÍS. 13-5-2010 Opinión. La Vanguardia Zapatero se censura a sí mismo Jordi Barbeta Hay que reconocer la habilidad de José Luis Rodríguez Zapatero en adelantarse a Mariano Rajoy. Andaba el líder del PP considerando la posibilidad de presentar una moción de censura y va el presidente del Gobierno y se la presenta a sí mismo. El gobernante que se había erigido en campeón de las políticas sociales y que abanderaba la la defensa de los más desfavorecidos anunció ayer el ajuste económico más duro desde la restauración de la democracia. Sin duda, el 12 de mayo del 2010 figurará en los libros de historia como el día en que el socialismo español rectificó el rumbo de sus políticas. El diputado de ICV Joan Herrera no desaprovechó la oportunidad para reprocharlo: "Habrá un antes y un después". El partido de referencia de la izquierda española se ha identificado siempre con la defensa sistemática de la protección social. Si no podía aumentarla, centraba todos los esfuerzos en mantenerla. Hasta ayer, cuando Zapatero tuvo que escuchar de un conservador como Mariano Rajoy: "A mí no me vuelva a hablar de derechos sociales porque usted va a pasar a la historia por llevar a cabo el mayor recorte de derechos sociales que se ha visto jamás". Si Pablo Iglesias levantara la cabeza… No fue pues un gran día ayer para los fieles españoles de la socialdemocracia. Angustia, gravedad e incluso tristeza reflejaba el rostro del presidente Zapatero cuando pidió "un esfuerzo nacional colectivo" que afectará principalmente a pensionistas, funcionarios, familias que tengan descendencia o con miembros impedidos, la obra pública, las comunidades autónomas y hasta los países subdesarrollados que venían beneficiándose de la generosa solidaridad española. Zapatero se dispone a hacer lo contrario de lo que ha venido haciendo y prometiendo obstinadamente hasta ahora porque "es una obligación y sería una irresponsabilidad no hacerlo". Ni San Pablo al caer del caballo rectificó tanto ni tan deprisa, pero es que Zapatero no tuvo una visión divina camino de Damasco, sino una conminación que le sobrevino primero de Bruselas y luego de Washington. Todos los grupos de la oposición le reprocharon que tomaba las decisiones a destiempo y de forma improvisada, pero Zapatero lo negó rotundamente. "Yo no he cambiado, han cambiado las circunstancias… desde el pasado fin de semana", Se puede describir como se quiera, pero Zapatero ha recibido instrucciones precisas del eje franco-alemán y del mismísimo presidente norteamericano, Barack Obama. El presidente del Gobierno lo definió como un compromiso generalizado de todos los países miembros de la UE para combatir los desequilibrios que en España se concretan en un déficit del 11,2% del PIB y del 20% de paro. Pero quizá por esos desequilibrios, los demás países, a excepción de Portugal, no han tenido que someterse a un régimen tan severo. En esta semana horribilis de Zapatero se le negaba la credibilidad por no tomar medidas drásticas, y se le reprocha ahora que sí las toma por contradecirse, pero también porque la sensación de que el giro copernicano viene impuesta desde el extranjero alimenta la tesis de la debilidad política del líder socialista. Es "imprescindible", según el presidente, reducir el déficit en 15.000 millones de euros entre este año y el próximo. La inversión pública caerá 6.000 millones. El ministro de Fomento, José Blanco, hablaba ayer de aplazar entre seis meses y un año los proyectos de obra pública. Y afectará a todas las administraciones. Así que fácilmente el referéndum de la Diagonal, para hacernos una idea, quedará en una performance. Peor sería que se quede a medias el túnel del tren de alta velocidad bajo la Sagrada Família, pero así están las cosas. Y lo peor está por llegar, por eso lo primero que hizo el presidente fue explicar a los barones territoriales del PSOE las medidas de ajuste y pedirles ayuda para aplicarlas. Luego llamó a los sindicatos no tanto para tranquilizarles como para suplicarles comprensión. No se percibe ambiente de huelga general pero sí de protesta funcionarial. Si en el ámbito social el Gobierno lo tiene complicado, en el ámbito parlamentario aún lo tiene peor. El Ejecutivo necesita convalidar el decreto que contendrá las medidas de ajuste y que previsiblemente aprobará el viernes el Consejo de Ministros. Ayer no había ni un solo grupo dispuesto a apoyarlo, así que no se sabe de dónde sacará la mayoría el presidente. Ni para el decreto ni para algo más trascendente, los presupuestos del año próximo. Los portavoces del PNV y de Coalición Canaria, que serían los más proclives a sacarles las castañas del fuego, se encogían ayer de hombros como diciendo "a mí que me registren". Esta incertidumbre alimentaba los cálculos sobre la posibilidad de elecciones anticipadas. En las filas del PSOE se negaba rotundamente tal posibilidad, pero al mismo tiempo aseguraban que Zapatero está ahora en condiciones de vencer a Rajoy. La política española ofrecía ayer un panorama francamente desolador. Nadie hizo ni caso del Instituto Nacional de Estadística, que certificó que España ha salido de la recesión al registrar entre enero y marzo un crecimiento del 0,1%. Ni siquiera la subida de las bolsas animó el ambiente porque el alza en España fue menor que la de sus vecinos. El día más triste del Gobierno tampoco fue el más feliz del PP, que vio como se reabría para el presidente valenciano Francisco Camps, el caso Gürtel, el gran lastre que impide volar al PP. El Supremo ordenó la apertura de juicio oral contra Garzón y el presidente del Gobierno aseguró agriamente al diputado Ridao que cuanto más hablen del Tribunal Constitucional los catalanes peor para ellos. Tanta conflictividad política no augura nada bueno. LA VANGUARDIA. 13-5-2010 Opinión. El Confidencial Zapatero ha sido fuerte con los débiles y débil con los fuertes C. Sánchez Zapatero cambia su política de alianzas. Los sindicatos dejan de ser sus socios preferentes y ahora lo que toca es gobernar. Aunque sea con la oposición de sus bases sociales. Este es el análisis de urgencia que hacía ayer un ex dirigente sindical que pasa por ser uno de los estrategas de la Unión General de Trabajadores. Su análisis, sin embargo, va mucho más allá. En su opinión, lo que anunció ayer Zapatero -que va en la misma línea de lo acordado en Irlanda, Grecia o Portugal-, “forma parte de un todo que viene a nivel europeo”, y que no es otra cosa que un largo periodo de austeridad y de políticas neoliberales que vienen de EEUU. Pero no sólo eso. Para este antiguo dirigente sindical, lo que realmente está en juego es el modelo social europeo, y esa nueva cultura de la austeridad amenaza con liquidarlo, ya que no habrá recursos para cambiar el modelo productivo, abordar el cambio climático o mejorar el Estado de bienestar. Comienza, por lo tanto, una nueva época en la que hasta el sistema público de pensiones se ve amenazado por nuevos aires privatizadores. “Las entidades financieras han ganado por partida doble”, asegura, “han logrado recapitalizarse con fondos públicos y, además, le han trasladado sus problemas a la sociedad”. ¿Qué quiere decir esto? Pues que los sindicatos ven lo anunciado ayer como un movimiento de fondo que va más allá de un simple recorte salarial –aunque sea duro- o de un retroceso en el gasto social. Tanto UGT como CCOO temen que su capacidad de influencia sobre la política económica de Zapatero toca a su fin. Y eso explica la contundencia con que reaccionaron ayer a los anuncios del presidente del Gobierno. Por el momento, no han convocado movilizaciones, pero la maquinaria de la conflictividad social se ha puesto en marcha. La huelga general ha dejado de ser un planteamiento teórico y ahora vuelve a estar sobre la mesa. Aunque con una diferencia respecto de anteriores convocatorias. El desgaste de las confederaciones sindicales por su apoyo a Zapatero ha mermado su capacidad de movilización, como se ha puesto de manifiesto en las últimas manifestaciones (1 de mayo o protestas contra la prolongación de la edad de jubilación). Pero esto no significa que no la tengan. Todo lo contrario. Sobre todo teniendo en cuenta que su presencia se concentra, fundamentalmente, en la empresa pública. En concreto, y según la Encuesta de Calidad de Vida en el Trabajo, la tasa de afiliación en 2008 se situaba en el 32,8%, frente al 15,8% en el sector privado. En cinco años (entre 2003 y 2008) ha crecido en nada menos que un 28,6%. Esta capacidad de movilización en los servicios públicos (incluyendo sectores esenciales como el transporte, la sanidad o la educación) preocupa al Gobierno, y eso explica que ayer mismo Zapatero convocara para hoy a Toxo y Cándido Méndez, que ayer no descartaron una huelga general. Por su parte, la Federación de Servicios a la Ciudadanía, de CCOO, ha convocado a su comité federal, y es de esperar que a partir de esa reunión comiencen las movilizaciones. “No descartamos nada”, dijo a El Confidencial Pepe Fernández, responsable de políticas sectoriales. Fernández desveló que en la noche del martes, pocas horas antes de la intervención de Zapatero, les llegó de manera informal que el Gobierno preparaba un recorte, pero nadie pensaba que sería tan duro. Se hablaba de congelación salarial pero en ningún caso de una rebaja del 5%. ¿Cuánto ganan los funcionarios? En su opinión, es probable que el ajuste se articule mediante un Real Decreto que probablemente se aprobará no este viernes, sino el próximo, ya que “no hay nada preparado”. No se trata de un recorte fácil puesto que el Gobierno habla de un 5% como media, lo que obliga a identificar qué empleados públicos sufrirán la parte del león del recorte. La horquilla de retribuciones en el sector público es enorme. El sueldo de un funcionario del nivel 30 incluyendo el complemento de destino (pero sin trienios y sin productividad) se sitúa en 21.954 euros brutos al año. Mientras que el sueldo de un funcionario del nivel 1 -el más bajo- se sitúa en 9.030 euros. La disparidad es todavía mayor si se tienen en cuentas las retribuciones que aplican las comunidades autónomas o los ayuntamientos, donde las diferencias son enormes. Ayer otra idea ganaba peso en el nuevo escenario político. Se considera que la primera víctima del ‘decretazo’ será la reforma laboral que están negociando sindicatos y empresarios al margen del Gobierno. Nadie daba un euro porque esas negociaciones fueran a llegar a buen puerto. No parece razonable pensar que las centrales, en medio del mayor recorte social de la democracia, le vayan a sacar al Ejecutivo las castañas del fuego, a menos que sean capaces de reorientar la nueva dirección de la política económica. CEOE tampoco está en las mejores condiciones para imponer nada debido a que los problemas de su presidente están debilitando la posición de los empresarios. Y de ahí que ayer se daba por hecho que el Gobierno está obligado a legislar en solitario, pero en un contexto muy distinto. Los sindicatos contaban que el Ejecutivo pusiera dinero para mejorar los servicios públicos de empleo, incentivar la contratación de jóvenes y parados de larga duración o favorecer la conversión de empleo temporal en indefinido, pero con la nueva cultura de la austeridad no parece posible que haya recursos suficientes. Como sostiene Ramón Górriz, número dos de CCOO, “claro que lo anunciado por Zapatero contamina las negociaciones”.En su opinión, una vez más el Gobierno ha sido “fuerte con los débiles y débil con los fuertes”. Y en esta sentido reclama la recuperación del Impuesto del Patrimonio o un endurecimiento del Impuesto de Sociedades para aumentar la recaudación. Los sindicatos, sin embargo, también son conscientes de que es mejor jugar un papel en el conflicto social que echarse al monte, y por eso van a graduar mucho las movilizaciones. No romperán del todo con Zapatero, al contrario de lo que sucedió en los tiempos de Felipe González. EL CONFIDENCIAL. 13-5-2010

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