Teatro

«Yo soy Don Quijote de la Mancha»

Llega a España desde Buenos Aires un bello atrevimiento: “Yo soy Don Quijote de la Mancha”. Nos llega un Quijote porteño de la mano del director de teatro Jorge Eines y del dramaturgo José Ramón Fernández.

En el comienzo de la obra, el fantasma de Alonso Quijano está buscando un cuerpo para poder habitar y salir a la aventura. Aparece Sancho, el escudero, aparece “el Rucio”, que es el asno de Sancho, y aparece Sanchica, su hija, para pedirle que no se lleve al padre. Al final de la obra va a ser Sanchica, la niña, la mujer, la que se hace cargo del espíritu de Don Quijote, y sale a deshacer entuertos al grito de “Yo soy Don Quijote de La Mancha”.

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Una reivindicación de la figura del Quijote

Como dice la ficha técnica de la obra: “En 1508 se imprimió la novela de caballería Amadís de Gaula. Amadís, el mejor caballero, el más honrado, el más valiente, lucha para conseguir la justicia justa y el amor verdadero. Cervantes inventó otro caballero, un Quijote, que no ganó batallas, un loco que amaba la libertad para hacer el bien”. La figura de este caballero andante nacido en un lugar de La Mancha, ligada a los valores de justicia, valor y generosidad, es el eje de la obra.

El Quijote y “el loco” de la balada de Piazzola

En la obra se unen la Mancha y Buenos Aires a través de dos figuras: el Quijote y el “loco” de la balada de Piazzola. Aunque la obra está escrita por José Ramón Fernández, la idea de unir estos dos personajes es de Jorge Eines. Unir dos quijotes. El “loco” de la Mancha y el “loco” bonaerense. Un vínculo que une los dos lugares a los que Eines va y viene, viene y va desde que en 1976 tuvo que exiliarse por el golpe fascista en Argentina.

Como él mismo Eines dice: “Cervantes inventó un caballero andante que no ganó batallas como el personaje de la Balada para un loco de Horacio Ferrer y Astor Piazzola. Dos personajes que aman la libertad, buscadores de lo justo y lo verdadero y que tienen el coraje de decir las cosas tal como son”. Y así van de la mano en esta obra don Alonso Quijano y el loco de la balada. Este último cantando nos dice: “Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao, no ves que va la luna rodando por Callao…” “Quéreme así piantao, piantao, piantao…¡Volá conmigo ya! ¡Vení, volá, vení!” Para los que en España conocemos menos la balada, “piantao” es un término lunfardo del argot rioplatense común en Buenos Aires, que significa «enajenado», «loco» y «Callao» es la avenida de Callao de Buenos Aires que nace en el Congreso de la Nación.

El personaje de Cervantes se ha hecho universal porque, como nos dice la obra, cada vez que alguien hace algo bueno sin mirar las consecuencias se nos viene a la cabeza el personaje creado por Cervantes.

Todos somos Don Quijote

La obra es un alegato feminista.  Aparece Marcela, la bella pastora, acusada de asesina por los hombres que se suicidan ante su belleza. Aparece Urganda (personaje prestado de las novelas que leía Don Quijote) para que Quijote pueda preguntarle si Dulcinea existe. Y al final es Sanchica, la hija de Sancho Panza, la que encarna el espíritu de Don Quijote y sale a emprender aventuras y deshacer entuertos al grito de “Yo soy don Quijote”

Pero más allá de la defensa de la mujer, la obra nos está diciendo que todos somos Quijote o que todos podemos ser Quijote. El espíritu de Alonso Quijano nos conmueve e interpela a todos, por eso el personaje de Cervantes se ha hecho universal: porque como nos dice la obra, cada vez que alguien hace algo bueno sin mirar las consecuencias se nos viene a la cabeza el personaje creado por Cervantes.

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José Ramón Fernández

José Ramón Fernández, nacido en Madrid en 1962. Está considerado uno de los autores más importantes de su generación, su obra ha sido reconocida con premios como el Premio Nacional de Literatura Dramática, por La colmena científica o El café de Negrín (2011), el Premio Nacional de Teatro Calderón de la Barca, por Para quemar la memoria (1998) o el Premio Lope de Vega, por Nina (2003). Asimismo, fue finalista del Premio Tirso de Molina por La tierra (1998).

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Jorge Eines

Eines es catedrático en Interpretación, Director de Teatro y Teórico de la Técnica Interpretativa y, sobre todo. maestro de actores, fundador y director de su propia Escuela de Interpretación.

Empieza su carrera en Buenos Aires con obras como «Woyzeck» con la que es nominado para el Premio Molière a la mejor Dirección en 1976, momento en el que Jorge Eines deberá abandonar Argentina, perseguido por su militancia en la cultura. Se exilia en España y fija su residencia en Madrid. En estos años comienza a trabajar como profesor de interpretación en la Real Escuela Superior de Arte Dramático y Danza y realiza otros trabajos.

Fue Fundador y Director durante 15 años de Ensayo 100 Teatro

 En 2001, fundó su Escuela de Actuación, la Escuela de Interpretación Jorge Eines. Ha dirigido espectáculos en Argentina, España, Colombia, Estados Unidos e Israel y es autor de siete libros de teoría y técnica teatral.

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