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¿Washington, a qué esperas?

¡Bienvenida Alemania! ¡Bienvenida Francia! ¡Bienvenida Italia!

A pesar de un Washington petulante y cínico, las tres potencias líderes europeas decidieron el martes unirse al Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII) con sede en Beijing.

El paso valiente pero racional ha expuesto el atractivo y la influencia del BAII, dada la dificultad de estas potencias europeas de alcanzar un consenso sobre asuntos relacionados con China dentro de su unión, donde a menudo se tienden a posponer las decisiones al respecto.

Eso también envía señales claras al mundo entero, y particularmente a Estados Unidos, que está tratando de establecer un frente contra el BAII de entre sus aliados.

Primero, en una comunidad internacional unida por la interdependencia, la cooperación en beneficio mutuo es más importante que cumplir solo con los intereses propios.

El BAII no es un juego de suma cero. No sirve a las ansias de hegemonía ni de dominación de nadie, sino que es una plataforma recíproca, eficiente e inclusiva, donde los estados miembros pueden conseguir una cooperación en beneficio mutuo.

Segundo, el BAII es un complemento útil y de alguna manera indispensable para los organismos de préstamo internacionales y regionales ya existentes, y controlados por EEUU, tales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Asiático de Desarrollo (BAD), debido a las carencias de eficiencia y capacidad de estos.

Francamente, el FMI y el BAD no pueden satisfacer la enorme y todavía creciente necesidad de inversión de infraestructura en Asia. En esta situación, el establecimiento del BAII puede ayudar a afrontar esa creciente necesidad de una manera mejor, y a inyectar competencia en el sistema de préstamos, monopolizado por Washington.

Uniéndose al BAII, Alemania, Francia e Italia se han asegurado su participación en la boyante inversión de Asia.

Tercero, mantener resentimiento contra el BAII muestra un Estados Unidos aislado e hipócrita.

La integración de Alemania, Francia e Italia, así como de Reino Unido, primer miembro del G7 en unirse al BAII y viejo aliado de Estados Unidos, ha abierto una grieta decisiva en el frente anti-BAII forjado por el país norteamericano.

Cuando cada vez más países occidentales meditan sobre el ingreso en el bloque encabezado por China, Estados Unidos se sentirá cada vez más solo si sigue negándose a participar.

Por otra parte, acusando el BAII de carecer de transparencia, desde fuera, no refuerza la autoridad moral de Washington, ya que la mejor manera de solucionar ese problema sería trabajar desde dentro de la nueva entidad financiera asiática.

Más hipócrita por parte de Washington es seguir tachando a China de «oportunista», como hizo el presidente Barack Obama en una entrevista con el New York Times en agosto del año pasado, durante la cual, acusó China de no tomar más obligaciones internacionales.

Sin embargo, cuando China se mueve en esa dirección, como lo que está haciendo con el BAII, Estados Unidos se inclina hacia el boicot.

Con todo, el BAII ha demostrado claramente la voluntad de China de compartir sus oportunidades de desarrollo con el mundo entero.

A diferencia de las negociaciones del TPP, encabezadas por Estados Unidos y que excluyen China, el BAII está abierto a todas las partes interesadas, incluyendo Estados Unidos.

Por eso, ¿Washington, a qué esperas?

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