VOX se reúne en Washington con altos cargos de Trump

Según afirma el diario barcelonés El Periódico, a finales del pasado mes de enero tuvo lugar en Washington una nueva reunión entre un dirigente de Vox y altos cargos de la administración Trump. La información remacha la tesis de que es Washington quien anda detrás del súbito empuje del partido ultraderechista, para fines desestabilizadores que cada vez van resultados más claros.

Según relata El Periódico, en noticia fechada el pasado 10 de febrero, a finales de enero tuvo lugar una reunión en Washington entre Rafael Bardají, miembro de la dirección de VOX, y el halcón de la Casa Blanca y experto en cuestiones de seguridad Elliot Abrams. El encuentro tuvo lugar pocas semanas después de otro que protagonizó el mismo Bardají con John Bolton, actual Consejero de Seguridad Nacional del presidente Trump, y superior jerárquico de Abrams.

Bardají ingresó en Vox en 2016. Con anterioridad había sido asesor de José María Aznar durante el periodo de la guerra de Irak, etapa en la que trabó relaciones estrechas con los halcones de Bush que ahora Trump ha rescatado y puesto al frente de la Seguridad Nacional. Bardají es miembro del comité ejecutivo de Vox y fue uno de los tres dirigentes del partido que participó en las negociaciones que condujeron al desalojo de los socialistas de la Junta de Andalucía. 

Elliott Abrams es sin duda de los personajes más siniestros de las cloacas de la seguridad de EEUU

En cuanto a su interloculor en Washington, Elliott Abrams, se trata sin duda de los personajes más siniestros de las cloacas de la seguridad de EEUU. Ha participado en innumerables tareas de desestabilización, sobre todo en América latina. Llegó incluso a ser condenado a dos años de prisión por el escándalo Irán-Contra, la venta de armas ilegal al régimen de Jomeini durante la guerra de Irán-Irak para financiar con el dinero a la guerrilla antisandinista de Nicaragua.  El gobierno de Bush (padre) le perdonó la condena y el de Bush hijo lo siguió empleando en todo tipo de trabajos sucios. Ahora ha reaparecido de la mano del nuevo Consejero de Seguridad Nacional, John Bolton, que ya fue también un alto cargo de la administración Bush durante la guerra de Irak. Días pasados, y antes de que trascendiera la noticia de su reunión con Vox, Elliott Abrams fue designado por Trump para gestionar la crisis de Venezuela, es decir, para encontrar la forma de derrocar a Maduro y devolver Venezuela al redil de EEUU. Abrams, que en el pasado negó matanzas y crímenes masivos en Centroamérica que luego se demostraron reales, es un halcón de primera línea, un especialista en desestabilización, al que no le tiempla la mano, ni teme mancharse con decisiones muy duras.

Los encuentros de Bardají, primero con Bolton y ahora con Abrams, ponen al desnudo varias cosas: la primera y principal, que estamos ante una verdadera estrategia de intervención de la administración Trump en la política española, por la vía de crear una fuerza afín y leal, capaz de intervenir en la política española y producir cambios (ya ha permitido cambiar el gobierno andaluz). No se trata, pues, de que VOX busque el apoyo de Trump, no. Es la administración Trump la que está convirtiendo a Vox en esa fuerza relevante. Es la administración Trump la que ha colocado a su hombre, a Bardají, en la dirección de Vox. Es la administración Trump la que ha conseguido la financiación que ha permitido el montaje de Vox: ese imponente millón de euros llegado como un maná inexplicable desde las cuentas de opositores al régimen iraní residentes en quince países distintos. Es una clásica operación que para un hombre como Abrams, que montó el Irán-Contra, no tiene ningún secreto. Es la administración Trump la que le ha abierto el camino a a Vox en los medios de comunicación, en las encuestas del Cis, en las redes sociales, la que le ha mostrado el camino para hacer una campaña electoral capaz de convertirla en una ineficaz fuerza extraparlamentaria, en un partido con votos y capacidad de decisión.

Vox no sale del Valle de los Caídos y de la tumba de Franco, sino de Washington y de la administración Trump

Naturalmente Vox comparte con Trump muchas cosas: el vocerío antiinmigratorio, el racismo, el ultraliberalismo económico, el militarismo… junto a las clásicas consignas “nacionales” de toda extrema derecha, ligadas siempre a políticas euroescépticas y contrarias a Bruselas y la UE. 

La presencia de símbolos “falangistas” y otra parafernalia en algunos actos de Vox (como la manifestación de Madrid contra Pedro Sánchez y por la unidad de España) está llevando mucha confusión a la gente, que cree que estamos ante la resurrección de la vieja ultraderecha fascista, nostálgica del franquismo. 

La realidad es que los tiros no van por ahí. Y en eso, tanto el PSOE como Podemos, no hacen sino ayudar a la confusión. Claro que son una fuerza de ultraderecha, pero de una “nueva” ultraderecha, una ultraderecha que no sale del valle de los Caídos y de la tumba de Franco, sino de Washington y de la administración Trump, que son quienes la dirigen a su antojo y conveniencia. Quienes la han financiado y quienes la están utilizando para intervenir en la situación española, con una eficacia demoledora. Nunca un partido de tan reciente creación ha sido tan eficaz en tan poco tiempo.

Empujar al PP a los brazos de Trump, desalojar al gobierno de izquierdas y recaudar votos en España para la coalición populista que Steven Bannon (el ideólogo de la victoria de Trump) está construyendo para asaltar el parlamento europeo el próximo mes de mayo, son las tareas principales que Washington parece haberle fijado a Vox. Aunque con Abrams por en medio, es de temer que también haya tareas más sucias que hacer.

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