¿Uribe tiene los dí­as contados?

Visita de Uribe a Washington

Hasta ahora, el Congreso norteamericano no aprobó el TLC alarmado por la polí­tica del gobierno de Uribe en materia de derechos humanos y, en particular, por los frecuentes asesinatos de sindicalistas que se producen en el paí­s sudamericano. Los Demócratas que domina el Capitolio ya expresaron su oposición a ratificar el proyecto, suscrito a fines del 2006, hasta tanto el gobierno colombiano no dé muestras de comprometerse con una polí­tica aceptable de derechos humanos. Uribe intenta convencer a Obama de mantener la ayuda militar a su gobierno.

Antes de este encuentro se resentaron varios rumores sobre un supuesto distanciamiento de EE.UU. con Colombia, especialmente por su récord en Derechos Humanos y los escándalos de la ‘parapolí­tica’, los ‘falsos positivos’, y los cuestionados seguimientos del DAS, que han rodeado al Gobierno de Uribe. El encuentro en Washington no estarí­a desprovisto de tensión. El encuentro tiene como antecedente el hecho de que el Tratado de «Libre Comercio» ha vuelto al congelador, pese a la promesa que hizo el presidente Obama, durante la Cumbre de las Américas, de revivirlo.Obama dejó claro su punto de vista frente al TLC. Le he dado instrucciones al Alto Representante Comercial (USTR por sus siglas en inglés), Ron Kirk, de seguir trabajando. «Colombia ha hecho extraordinarios avances en la protección de los derechos humanos, pero en el Congreso de Estados Unidos sigue habiendo preocupaciones. No toda la carga de esta labor le corresponde a Colombia. El presidente Uribe ha mostrado su interés en continuar avanzando. Pero no tengo un cronograma sobre el futuro del tratado, y tampoco lo tiene el Congreso», dijo. Sobre el tema de la reelección de Uribe el posible apoyo de Washington, la revista Semana de Colombia afirma: Ocho son suficientes. Así­ podrí­a titularse la posición asumida ayer por el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, tras su reunión con el presidente colombiano Álvaro Uribe cuando se le preguntó por la posibilidad de que un jefe de Estado sea reelegido para un tercer periodo consecutivo de cuatro años.»Estados Unidos no debe tomar estas decisiones. Las deben tomar los ciudadanos de esos paí­ses. Estamos del lado de la democracia, la legitimidad y la autodeterminación de los pueblos», respondió de entrada, muy diplomáticamente, cuando se le interrogó no sólo por la reelección del presidente venezolano Hugo Chávez sino por el intento reeleccionista del depuesto presidente hondureño Manuel Zelaya y por la iniciativa que existe en Colombia de reelegir a Álvaro Uribe. Pero Obama agregó: «Nuestra experiencia en Estados Unidos es que dos periodos presidenciales funcionan, y que usualmente, después de ocho años, el pueblo americano quiere un cambio». Luego, sentado junto al mandatario colombiano en la Oficina Oval de la Casa Blanca, dijo: «Le conté al presidente Uribe que una de las cosas que han hecho de George Washington nuestro presidente más admirado no fue sólo el hecho de que fundó este paí­s sino que, habiendo podido ser presidente de por vida, escogió dejar el poder. Eso sentó un precedente»Algunos periódicos norteamericanos como The Washington Post y The Wall Street Journal, que se han definido habitualmente por su apoyo contundente al plan Colombia y a la lí­nea aventurera de Bush, que han apoyado a Uribe, han expresado recientemente su desacuerdo con esa posibilidad. Según ellos, una segunda reelección de Uribe afectarí­a la estabilidad de las instituciones de Colombia y harí­a aún más difí­cil que el congreso de su paí­s aprobara el Tratado de Libre Comercio (TLC) firmado entre los dos paí­ses en noviembre del 2006 y ha sido bandera principal del gobierno Uribe. El acuerdo está en el congelador por determinación de la presidenta de la Cámara de Representantes estadounidense, la demócrata Nancy Pelosi, cuya bancada expresó preocupación por la violencia contra los sindicalistas en Colombia. Uribe quiere presentarse por segunda vez a la reelección, pero que probablemente desde Washington le recomienden, junto a los poderes económicos y polí­ticos de Colombia, que ya está bien. Uribe es el primer presidente en la historia de América Latina acusado simultáneamente de colaborar con el narcotráfico, proteger a los paramilitares, haber violado la soberaní­a nacional de Venezuela y Ecuador, convertir los servicios polí­ticos «en una policí­a polí­tica y haber corrompido al Congreso para conseguir su primera reelección en 2006. Se ha construido una imagen, absolutamente falsa, de un tipo honesto, austero, nacionalista, y es un tipo sometido a la polí­tica de EEUU, vinculado al narcotráfico, que ha protegido la impunidad del terrorismo de EstadoLa situación en estos momentos es paradójica, porque los mismos poderosos empresarios, polí­ticos y militares que consiguieron, a través de la propaganda que Uribe tuviese una gran popularidad, no saben como presentar una alternativa viable y a lo mejor les va a ser difí­cil encontrar otro candidato que herede su polí­tica y pueda ganar tan fácilmente como él lo harí­a las elecciones. Esta parece ser una de las razones que todaví­a el partido de Uribe se empeñe en modificar la constitución, para plantear la posible reelección.Aparentemente, Washington y la oligarquí­a Colombiana, han dado ya por concluido el periodo de utilidad de Uribe, Se necesita perfumar el sangriento lodazal en que se ha convertido la polí­tica Colombiana, para que los señores senadores de Washington firmen el TLC con Colombia sin tener que taparse la nariz. Y así­ seguir certificando la dependencia con el imperio pero sin manchar el nuevo traje limpio e inmaculado que la polí­tica inteligente que la Casa Blanca esta luciendo por Latinoamérica.Quien, por otra parte, estará «en una situación muy peligrosa» si no es elegido presidente por tercera vez en 2010. En EEUU hay «un dossier sobre él por narcotráfico» y Uribe «se podrí­a encontrar también acusado ante la Corte Penal Internacional por crí­menes contra la humanidad. Sino se mantiene en liza para la reelección corre el serio riesgo de que sus compadres en la empresa paramilitar que han montado durante estos años se vallan contra el, como ya ha anunciado tí­midamente el ex ministro de defensa Juan Manuel Santos, entre otros, estarán prestos a cortarle la cabeza una vez esté claro que no irá como candidato presidencial y que deja como heredero en su trono a alguien ajeno a sus intereses. Uribe corre el riesgo de salir por la puerta de atrás, si de las entrañas del uribismo se gestan sus mayores crí­ticos.Para la nueva lí­nea que propone la diplomacia inteligente de Obama no es el candidato más cómodo en Colombia, que sigue siendo un pivote estratégico fundamental para EE UU en América Latina, sobre todo para continuar manteniendo un cinturón de fuego prendido en medio del frente antihegemonista. El editorial de mayo pasado de «The Washington Post» que sostení­a que Uribe no deberí­a buscar otro mandato, puede ser una señal de que desde EEUU van a tratar de buscar otra alternativa.

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