«Si se confirman los pronósticos de hoy, el Partido Popular podría sentar el próximo domingo las bases de una hegemonía política inédita en el sistema democrático español. De obtener una aplastante mayoría del poder autonómico y local, según apuntan los sondeos, su estrategia de exigir el adelanto de las elecciones generales saldrá reforzada.»
Inmerso en la sucesión de Rodríguez Zaatero, el Partido Socialista encara graves dificultades para formular y ejecutar iniciativas políticas que den sentido a los meses que restan oficialmente de legislatura. De nada sirve llorar sobre la leche derramada, lamentando que Zapatero y su entorno, tanto dentro como fuera del Gobierno, desoyeran en su momento las voces críticas o se conformaran con descalificarlas achacándolas a inicuas u oscuras motivaciones. Al final, lo que podría estar en juego a partir del próximo domingo es la existencia de un efectivo contrapeso político al PP, además del futuro de la izquierda en España como alternativa de poder en un plazo más o menos previsible. (EL PAÍS) EL MUNDO.- A tan solo una semana de las elecciones municipales y autonómicas, la encuesta de Sigma Dos que hoy publica EL MUNDO refrenda que el PSOE tiene garantizado un duro castigo electoral, con la pérdida de Baleares y Asturias, y corre el riesgo de sufrir un auténtico cataclismo y perder sus dos feudos históricos de Extremadura y Castilla-La Mancha, además de Aragón. Es decir, las cinco comunidades que gobierna. En el mejor de los supuestos, podría retener tal vez Aragón y Castilla-La Mancha o Extremadura. LA VANGUARDIA.- El drama de la economía española es acometer varios ajustes simultáneos (presupuestario, bancario y de cajas de ahorros, del gasto autonómico y del mercado laboral) sin apenas crecimiento. Y esto es lo que preocupa en los mercados, que ya han tomado nota de que ni Grecia ni Portugal han logrado hacerlo. La economía española no aporta, de momento, indicios serios de subida. Durante las últimas semanas se han sucedido los malos datos: caída del consumo, repunte de la morosidad bancaria, descenso de la demanda eléctrica, retroceso del tráfico comercial en las autopistas. Y, por encima de todo, el paro… Además, a la vuelta de la esquina espera una amenazante subida de tipos de interés que el crecimiento alemán prácticamente ha convertido en obligatoria. Editorial. El País Vísperas de cambio A tan solo una semana de las elecciones municipales y autonómicas, poco o nada han cambiado los pronósticos acerca de lo que cabía esperar de la campaña y de los adversos resultados para el Partido Socialista. El país parece mantenerse a la espera de que las fuerzas políticas desarrollen los actos electorales previstos con la indiferencia de quien asiste a un rito imprescindible, pero incapaz de influir, sin embargo, en la decisión de acercarse a las urnas y en el sentido del voto. La causa de la patente ausencia de movilización y de interés público tiene que ver, no con lo que los partidos han dejado de hacer en lo que va de campaña, sino con lo mucho que han hecho antes de que comenzase. Los mensajes políticos -o más bien las consignas y los eslóganes simplificadores- escuchados durante estos días no difieren un ápice de los que se han venido oyendo hasta el hartazgo a lo largo de los dos últimos años. El Partido Popular ha conseguido convertir la campaña para unas elecciones autonómicas y municipales en un preámbulo de las generales, ante la impotencia del Partido Socialista para situar el debate en el ámbito que correspondía, que es el de las comunidades y los Ayuntamientos. Mariano Rajoy está recorriendo el país para ofrecer lo que no está en manos de los poderes locales y regionales, como es la creación de empleo. Tampoco es seguro que pudiera hacerlo un eventual Ejecutivo popular, sobre todo si, como parece, su programa se reduce a conferir poderes taumatúrgicos a la llegada de Rajoy a La Moncloa. Ni siquiera contra este discurso elemental y contrario a cualquier lógica ha conseguido el Partido Socialista articular una respuesta que movilice a su electorado y sume nuevos votantes. Salvo que cambien las tornas durante la próxima semana, el voto del miedo habría agotado sus efectos tras las elecciones generales de 2008. Y no porque el Partido Popular haya centrado su posición, puesto que lo único que ha hecho ha sido dispersarla afirmando ante cualquier problema una cosa y la contraria. Si se confirman los pronósticos de hoy, el Partido Popular podría sentar el próximo domingo las bases de una hegemonía política inédita en el sistema democrático español. De obtener una aplastante mayoría del poder autonómico y local, según apuntan los sondeos, su estrategia de exigir el adelanto de las elecciones generales saldrá reforzada. Inmerso en la sucesión de Rodríguez Zapatero, el Partido Socialista encara graves dificultades para formular y ejecutar iniciativas políticas que den sentido a los meses que restan oficialmente de legislatura. De nada sirve llorar sobre la leche derramada, lamentando que Zapatero y su entorno, tanto dentro como fuera del Gobierno, desoyeran en su momento las voces críticas o se conformaran con descalificarlas achacándolas a inicuas u oscuras motivaciones. Al final, lo que podría estar en juego a partir del próximo domingo es la existencia de un efectivo contrapeso político al PP, además del futuro de la izquierda en España como alternativa de poder en un plazo más o menos previsible. La crisis económica ha hecho aflorar la crónica insuficiencia presupuestaria del poder municipal, salvada hasta ahora por el espejismo de abundancia provocado por la burbuja inmobiliaria: los Ayuntamientos han financiado gastos corrientes con ingresos extraordinarios que creyeron inagotables. El poder autonómico, por su parte, ha hecho frente a las dificultades endureciendo sus reclamaciones ante el Gobierno central, que no está en condiciones de atenderlas por la imperiosa necesidad de reducir el déficit. Por el momento, la campaña electoral no solo no ha servido para conocer la respuesta de las distintas fuerzas políticas a una situación que, tras el día 22, no admitirá más dilaciones, sino que se ha desarrollado como si estos problemas no existieran. Si el mapa político español experimenta un vuelco en una semana, lo que permanecerá invariable es la situación presupuestaria y financiera de autonomías y municipios, y los ciudadanos habrán sido invitados a votar a ciegas. Retroceso del PSOE La encuesta que hoy publica EL PAÍS apunta a un retroceso significativo de las expectativas electorales del Partido Socialista, tanto en términos reales como simbólicos. Por primera vez desde la instauración del sistema democrático, el Partido Popular tiene serias posibilidades de gobernar en comunidades como Castilla-La Mancha y Ayuntamientos como el de Sevilla, tradicionales feudos socialistas. También podría convertirse en la fuerza decisiva para que Barcelona pase a manos de Convergència i Unió, prefigurando, de suceder, una aproximación entre el nacionalismo catalán y el Partido Popular que parecía inviable tras los avatares políticos y judiciales del nuevo Estatuto. Si a ello se suman las incertidumbres sobre Extremadura, las elecciones del próximo domingo pueden significar un cambio de ciclo político no circunstancial, sino determinado por poderosas corrientes de fondo. Además de consolidar su poder en Madrid, el Partido Popular, de acuerdo con la encuesta, ampliaría su ventaja en la Comunidad Valenciana. Lejos de hacer mella en el Gobierno de Camps, el caso Gürtel no le impediría mejorar los resultados anteriores. A falta de una respuesta política que tendría que haberse producido mucho antes, serán los tribunales quienes, finalmente, decidirán el futuro de Camps, con el consiguiente descrédito para las instituciones y para el sistema constitucional. La encuesta sugiere el inicio de un nuevo ciclo en la política española, capitalizado por un líder que, como Mariano Rajoy, no ha hecho méritos y por un partido que, como el Popular, ha hecho de la posibilidad de la victoria su única bandera. Para el resto de las fuerzas, a comenzar por los socialistas, se estaría acercando la hora de reflexionar para construir una alternativa viable. En un sistema como el español, no solo la alternancia, sino también el reparto del poder autonómico y municipal, es la condición necesaria para estimular el debate, reforzar el control y evitar los abusos. EL PAÍS. 15-5-2011 Editorial. El Mundo El PSOE, entre un duro castigo y el cataclismo A TAN SOLO una semana de las elecciones municipales y autonómicas, la encuesta de Sigma Dos que hoy publica EL MUNDO refrenda que el PSOE tiene garantizado un duro castigo electoral, con la pérdida de Baleares y Asturias, y corre el riesgo de sufrir un auténtico cataclismo y perder sus dos feudos históricos de Extremadura y Castilla-La Mancha, además de Aragón. Es decir, las cinco comunidades que gobierna. En el mejor de los supuestos, podría retener tal vez Aragón y Castilla-La Mancha o Extremadura. El mapa electoral que sale de este sondeo -el último que permite la ley electoral- es prácticamente el mismo que el que ofrecía la encuesta realizada por Sigma Dos hace tres semanas. Ello corrobora su fiabilidad y sugiere que será muy difícil un cambio sustancial en la opinión pública en el poco tiempo que resta de campaña. Un Zapatero consciente de la debacle que se avecina enfatizó ayer en Valencia que «hay partido». Y exactamente lo mismo dice Guillermo Fernández Vara, el presidente extremeño, en una entrevista que publicamos hoy. Pero da la impresión de que la frase es una mera consigna. Todos los mensajes del PSOE en esta campaña se centran en demonizar al PP, exagerando hasta tal punto de perder toda credibilidad. Zapatero comparó ayer al partido de Rajoy con la ultraderecha racista finlandesa, lo que constituye un verdadero insulto a la inteligencia. Entrando en el análisis de las cinco comunidades, el PP tiene perspectivas muy claras de ganar en Baleares por una amplia mayoría absoluta. La encuesta le coloca casi en el 50% de intención de voto con una horquilla entre 33 y 35 escaños, suficiente para gobernar cómodamente frente a una coalición entre el PSOE y el PSM. Igualmente improbable parece que el PSOE logre retener Asturias, aunque aparezca como la lista más votada. Pero no podrá gobernar si pactan Foro, el nuevo partido de Cascos, y el PP. En Aragón, por el contrario, la relación de fuerzas está mucho más apretada, ya que el PP necesitaría los escaños del PAR para gobernar. La encuesta de Sigma Dos le da casi cinco puntos de ventaja al PP, pero, si ese margen se reduce, el PSOE, cuyas listas encabeza Eva Almunia, tendría posibilidades de forjar una mayoría con el apoyo de IU y la Chunta. En Extremadura, la ventaja del PP se amplia en medio punto respecto a la última encuesta de Sigma Dos, mientras el descenso de IU le aleja del Parlamento y priva a Fernández Vara de un aliado que podría ayudarle a conservar el poder. Si el PP logra el 48% de votos que predice nuestro sondeo e IU no consigue representación parlamentaria, José Antonio Monago será el nuevo presidente, poniendo fin a casi tres décadas de hegemonía socialista en la región. En Castilla-La Mancha, el PSOE recorta las diferencias pero todavía el PP conserva una ventaja de casi cuatro puntos. Hay algunas provincias en las que una pequeña variación modificaría el reparto de escaños, pero no parece nada fácil un vuelco electoral. Lo más probable es que el PSOE pierda también este feudo histórico en favor de Dolores de Cospedal. Los ciudadanos decidirán el próximo domingo y entonces sabremos si la debacle del PSOE es absoluta o logra al menos conservar una o dos de estas cinco comunidades, lo que no dejaría de ser un gravísimo revés. ******************************* Opinión Como bailar un chotis Victoria Prego Que no, que no. Que, a menos que los populares tengan guardados en el cajón de sus despachos unos sondeos muy solventes y muy distintos a los que se están publicando, los datos de que se dispone ahora mismo en absoluto permiten concluir que el Partido Popular vaya a arrasar en estas elecciones autonómicas. Que de ninguna manera tienen garantizadas a día de hoy las victorias en los sitios donde ellos han puesto el ojo para utilizar los comicios del domingo que viene como escalera para el asalto final de unas generales cuya anticipación podrían reclamar al Gobierno, pero sólo en el caso de obtener una victoria clarísima el próximo 22 de mayo. Éste de las elecciones anticipadas es el esquema con el que muchos trabajaban desde hace tiempo. Si se gana de verdad en las autonómicas y el mapa que enseñen las televisiones en la noche electoral es casi todo azul, le va a resultar muy difícil al presidente del Gobierno sobrevivir a la presión para que adelante las elecciones generales. Con una situación económica como la que padecemos y una debilidad política manifiesta que se habría traducido en una debacle electoral, Zapatero tendría casi la obligación de disolver las Cámaras y convocar a las urnas para el mes de octubre. Eso ya lo hizo en 1982 el entonces presidente Calvo-Sotelo: disolvió a finales de agosto y el 28 de octubre el partido de Felipe González arrasaba en el país. Algo parecido podría suceder, pero sólo en el caso de que el 22 de mayo por la noche el PP no haya dejado títere con cabeza en los gobiernos autonómicos ocupados hoy por el socialismo. Las municipales no tendrán nunca esa virtualidad política. Primero porque nadie, en ningún partido, cuenta con que la diferencia en porcentaje de apoyos suba del 3%, lo cual ya sería muchísimo para el que resultara vencedor. Y, segundo, porque nadie cuenta tampoco con que una victoria clara en los ayuntamientos permita otra cosa que hacer optimistas vaticinios sobre lo que pueda suceder en marzo de 2012. De modo que los resultados de las locales tendrán un efecto moderado en la vida política española. Serán un apunte, pero no pasarán de eso. Lo realmente decisivo y lo que, se diga lo que se diga, no está hoy nada claro, es quién puede ganar en las autonomías donde ambos partidos han puesto todo su esfuerzo. Quién va a ganar en Castilla-La Mancha, Extremadura, Baleares, Aragón, las plazas donde se juega la partida de verdad. Que el PP va a conservar los gobiernos que ya ocupa tendrá su mérito, pero no tendrá el valor político de actuar como lanzadera para las generales. La cosa está en saber -y estamos muy lejos de saberlo- si el PSOE va a lograr mantenerse a su vez donde ahora gobierna y donde el PP le está pisando los talones. Porque de barrida en pelo a cargo del PP no se ve a día de hoy ninguna prueba clara. Tampoco de lo contrario, de que los socialistas vayan a arrasar. Pero es que esa hipótesis, con los siete años de gestión, con la crisis a sus espaldas y sin un líder identificable para el futuro, no la contempla nadie en la dirección del PSOE. A lo más que aspiran es a mantenerse y a que el electorado no les eche a puntapiés de los gobiernos que ocupan. Si no lo logran, su fracaso será estrepitoso, es verdad. Pero es que no está tan claro que vayan a tener que abandonar el poder autonómico de esa manera casi ignominiosa que las encuestas sobre intención de voto apuntan insistentemente desde comienzos de año. Puede que la profunda irritación contra el Gobierno de Zapatero que los sondeos de opinión han dibujado con tanta contundencia se esté atemperando considerablemente cuando de lo que se trata -y ahora se trata de eso precisamente- es de traducir esa irritación en un castigo al gobernante socialista de cada una de las comunidades donde el poder se juega ya a cara o cruz dentro de las urnas. La realidad a día de hoy, penúltima jornada en que la legislación española permite publicar este tipo de encuestas, es que la batalla se está librando en el reducidísimo espacio de un mosaico, lo mismo que cuando se baila un chotis. Y que en la última jugada del último día un sólo dado es capaz de volcar la partida y dejar a muchos con cara de pasmo. No es un vaticinio, es simplemente la formulación de una enorme duda. EL MUNDO. 15-5-2011 Economía. La Vanguardia La crisis griega y portuguesa ponen de nuevo el foco sobre el gobierno Zapatero Manel Pérez “Es increíble, todos los inversores y fondos que pasan por aquí me preguntan cómo va la reforma de la negociación colectiva. Hasta el emir de Qatar, Hamad bin Jalifa al Thani, me planteó el tema cuando estuvo a finales de abril”, explicaba estos días el presidente Rodríguez Zapatero a diversos interlocutores, mientras ponía expresión de asombro al reconocer la preocupación internacional por un tema aparentemente anodino, casi técnico y poco común en las conversaciones diplomáticas. Pero el presidente había tomado nota y por eso también deslizó el comentario en la cena con los interlocutores sociales (Juan Rosell, presidente de la CEOE, y Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo, secretarios generales de UGT y CC.OO.) el pasado jueves en la Moncloa como argumento de autoridad para convencerles de la premura del pacto. Los líderes sindicales se quedaron tan sorprendidos como Zapatero la primera vez que un visitante exótico le preguntó por el tema. Zapatero acompaña el comentario de referencias alarmantes a Grecia y Portugal y el peligro de que se produzca algún contagio, como por ejemplo que la prima de riesgo (el sobrecoste en tipo de interés de la deuda pública española a 10 años respecto a la alemana) se desboque. Estos días ha subido claramente y ahora se sitúa en torno a los 220 puntos. El marcapasos de la Moncloa, como el mismo Zapatero la define, debe vivir enfebrecido. Aunque parezca cosa exagerada, la reforma de la negociación colectiva ha saltado fronteras y forma parte del vademécum básico sobre la economía del país incorporado a la agenda internacional. No en exclusiva, pero sí como parada relevante del programa de reformas del Gobierno. Angela Merkel, la canciller alemana, por citar otro caso significativo, también se interesa por el asunto y más de una vez ha preguntado sobre el particular al presidente de la confederación empresarial de su país, Dieter Hundt, quien a su vez, repregunta a sus colegas españoles, especialmente al catalán Juan Rosell, cabeza dirigente de la CEOE. Otro tanto ha ocurrido con la reciente visita de una delegación del Tesoro de EE.UU., encabezada por Charles Collyns, adjunto para asuntos financieros internacionales. En este caso, además de por los convenios, los estadounidenses, que visitaron el Ministerio de Economía y se reunieron con Cristóbal Montoro, portavoz de asuntos económicos del PP, se interesaron por “las finanzas de las comunidades autónomas, el estado de la seguridad social y la evolución de la reforma de las cajas de ahorros”, argumenta una persona que participó en los encuentros. Las referencias de Zapatero al entorno internacional reflejan la creciente preocupación que de nuevo despierta la economía española. También, que en la Moncloa han tomado nota. Pero el Ejecutivo español está en horas bajas. Con un presidente en retirada al que se busca sustituto y a las puertas de unas elecciones municipales y autonómicas que las encuestas auguran muy negativas para el PSOE. Eso explica en parte el alcance limitado de sus reacciones ante la amenaza de tormenta. Por ejemplo, el encuentro con los agentes sociales, que le ha valido acusaciones de oportunismo. Las fuentes consultadas apuntan que el objetivo general era impulsar el acuerdo sobre la negociación colectiva, pero que el más inmediato, apremiante, era armar a la vicepresidenta Elena Salgado para su reunión de mañana en Bruselas con sus colegas ministros de finanzas de la eurozona en la que hablarán del drama griego y la tristeza portuguesa. Se trata de que la española responda con desenvoltura si le preguntan por la reforma. La velada nocturna del jueves no arrojó novedades relevantes, pero sirvió para presionar a los sindicatos. El más directo fue el ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, tutelado por un Zapatero generalista. Las partes se han emplazado a seguir, pero la CEOE no quiere ir más allá del 25, cuando se reúne su junta directiva. “Si no hay un acuerdo explícito y concreto, la patronal presentará sus propias enmiendas al Gobierno y a los grupos parlamentarios”, señalan fuentes informadas. Una amenaza que los sindicatos se toman de momento como un farol. El plazo de presentación expira el 31, aunque podría registrar un nuevo aplazamiento de días. El drama de la economía española es acometer varios ajustes simultáneos (presupuestario, bancario y de cajas de ahorros, del gasto autonómico y del mercado laboral) sin apenas crecimiento. Y esto es lo que preocupa en los mercados, que ya han tomado nota de que ni Grecia ni Portugal han logrado hacerlo. La economía española no aporta, de momento, indicios serios de subida. El INE ha adelantado un aumento del 0,3% del PIB en el primer trimestre del año, dato que ha sido acogido con escepticismo. Pero durante las últimas semanas se han sucedido los malos datos: caída del consumo, repunte de la morosidad bancaria, descenso de la demanda eléctrica, retroceso del tráfico comercial en las autopistas. Y, por encima de todo, el paro… Además, a la vuelta de la esquina espera una amenazante subida de tipos de interés que el crecimiento alemán prácticamente ha convertido en obligatoria. Elementos que, vistos en conjunto, resaltan la gran pregunta que los mercados se formulan respecto al futuro de la economía española: ¿Cómo conseguirá aplicar los recortes y crecer lo suficiente para hacer frente a sus deudas? Es la paradoja de la austeridad. “Probablemente haya pausa hasta las elecciones del domingo, pero después los ataques volverán”, señala un asiduo de la City londinense. LA VANGUARDIA. 15-5-2011