«Bahrein es sede de la quinta flota de EEUU, que patrulla el Golfo Pérsico y es vital para la contención de Irán. Pero la familia gobernante de la isla, al -Khalifa, que ha sido durante mucho tiempo un estrecho aliado de Estados Unidos, está haciendo caso omiso de las objeciones de la administración Obama por la sistemática persecución a aquellos que se unieron al movimiento en favor de la democracia a principios de este año»
El gobierno está tratando de roteger la relación estratégica con Bahrein. Sin embargo, al tolerar la represión está poniendo en peligro los intereses de EEUU a largo plazo. La mejor manera de proteger los intereses estadounidenses es decirle a los dos regímenes que continuar una relación de seguridad con Estados Unidos depende de que pongan fin a las políticas de represión sectaria y apliquen reformas moderadas. Mientras tanto, es hora de empezar a buscar una nueva sede para la 5 ª Flota. (THE WASHINGTON POST) THE NEW YORK TIMES.- Como la mayoría de los estadounidenses, desde hace mucho tiempo nos exasperamos por el cinismo de los líderes de Pakistán, que aceptan la ayuda "antiterrorista" norteamericana al mismo tiempo que permiten refugio a algunos de los peores extremistas anti-estadounidense. Pero nunca nos imaginamos que Osama bin Laden se encontrara escondido a la vista de todos, a dos pasos de las principales academias militares de Pakistán y a una hora en coche desde Islamabad. El comportamiento de Pakistán desde entonces sólo ha provocado más indignación. EEUU. The Washington Post Aplicar presión sobre Bahrein DADA LA GUERRA CIVIL en Libia y las matanzas en serie de manifestantes de la oposición en Siria, no es sorprendente que otra fea campaña de represión, en el emirato del Golfo Pérsico de Bahrein, no haya recibido mucha atención. A su manera, sin embargo, Bahrein podría resultar crucial para el resultado de los levantamientos árabes de este año – y si avanzan o resultan dañados los intereses estratégicos de Estados Unidos. Bahrein es sede de la quinta flota de EEUU, que patrulla el Golfo Pérsico y es vital para la contención de Irán. Pero la familia gobernante de la isla, al -Khalifa, que ha sido durante mucho tiempo un estrecho aliado de Estados Unidos, está haciendo caso omiso de las objeciones de la administración Obama por la sistemática persecución a aquellos que se unieron al movimiento en favor de la democracia a principios de este año. Desde que comenzó la ofensiva el 14 de marzo, más de 800 personas han sido detenidas, la mayoría de la mayoritaria comunidad chiíta, muchos han sido torturados y cuatro han muerto bajo custodia. Más de 1.000 personas han sido despedidas de sus puestos de trabajo en un país de 700.000 habitantes. Los funcionarios del Gobierno están siendo presionados para firmar juramentos de lealtad al régimen sunita. El domingo, las autoridades comenzaron un juicio contra 21 destacados activistas acusados de conspirar para derrocar al gobierno. Los conspiradores inverosímiles se extienden desde el líder de la mayor organización militante chiíta de Bahrein, quien regresó de su exilio en Londres durante las protestas, hasta el jefe de un partido sunita secular y liberal, cuya sedes fueron quemadas recientemente. Otros llevado ante la justicia incluyen prominentes activistas de derechos humanos, clérigos chiítas y bloggeros. A los acusados no se les ha permitido el contacto con sus abogados y se les concedió una sola llamada telefónica a sus familias. La mayoría dicen que han sido torturados y algunos han sido heridos de gravedad. La cruda estrategia política del régimen se sostiene en que su oposición está inspirada y controlada por Irán – aunque no hay pruebas de que Teherán tenga nada que ver con las protestas masivas o con su agenda laica en favor de la democracia. Los procesados están acusados, inverosímilmente, de tener vínculos con "una organización terrorista extranjera que trabaja para un país extranjero." Al final, es probable que Irán sea el beneficiario de la represión, que ha tenido el efecto de polarizar el país a lo largo líneas de división sectarias y de eliminar a los partidarios de una reforma política moderada. El gobierno de Obama alentó el camino de la reforma, que fue seguido brevemente por el miembro más liberal del régimen, el príncipe Salman bin Hamad al-Khalifa. Pero desde que Arabia Saudita envió tropas a la isla el 14 de marzo, el régimen ha practicado una implacable represión sectaria, con el apoyo de Riad. Reacios a criticar las masacres incluso de los adversarios de EEUU como Siria, la administración ha sido especialmente prudente con de Bahrein. Su mensaje leve, reiterado la semana pasada por el Departamento de Estado, es que "no hay una solución de seguridad para resolver los desafíos que enfrenta Bahrein." El gobierno claramente está tratando de proteger la relación estratégica con Bahrein. Sin embargo, al tolerar la represión está poniendo en peligro los intereses de EEUU a largo plazo, ya que la represión es probable que, tarde o temprano, se vuelva como un boomerang contra las familias gobernantes tanto de Bahrein como de Arabia. La mejor manera de proteger los intereses estadounidenses es decirle a los dos regímenes que continuar una relación de seguridad con Estados Unidos depende de que pongan fin a las políticas de represión sectaria y apliquen reformas moderadas. Mientras tanto, es hora de empezar a buscar una nueva sede para la 5 ª Flota. THE WASHINGTON POST. 10-5-2011 EEUU. The New York Times Pakistán después de Bin Laden Como la mayoría de los estadounidenses, desde hace mucho tiempo nos exasperamos por el cinismo de los líderes de Pakistán, que aceptan la ayuda "antiterrorista" norteamericana al mismo tiempo que permiten refugio a algunos de los peores extremistas anti-estadounidense. Pero nunca nos imaginamos que Osama bin Laden se encontrara escondido a la vista de todos, a dos pasos de las principales academias militares de Pakistán y a una hora en coche desde Islamabad. El comportamiento de Pakistán desde entonces sólo ha provocado más indignación. En lugar de prometer una investigación para saber qué funcionarios estaban detrás del asunto, los líderes de Pakistán –militares y civiles– han tratado de desviar la culpa y avivar más el anti-americanismo. Algunos miembros del Congreso se preguntan por qué Estados Unidos debe seguir proporcionando miles de millones de dólares en ayuda a un aliado tan infiel. Por ahora, al menos, un recorte de la ayuda sería autodestructivo. No hay que hacerse ilusiones. No vemos ninguna señal de que Pakistán esté dispuesto a dejar de jugar a dos bandas, ni nunca se darán cuenta de que la lucha contra los extremistas no es un favor a los Estados Unidos, sino algo esencial para su propia supervivencia. Es igualmente cierto que Estados Unidos nunca habría conseguido abatir a Bin Laden si no tuviera una gran presencia militar de la Agencia Central de Inteligencia, presencia que Pakistán ha permitido –y la ayuda estadounidense ha pagado– desde el 11-S. Hay muchos más extremistas escondidos en Pakistán. Mientras los líderes paquistaníes claman en público ante los ataques aéreos estadounidenses, en privado los toleran. Washington necesita la cooperación de Islamabad para los suministros a las tropas en Afganistán. La mejor esperanza para salir de Afganistán es un acuerdo político con los talibanes. Pakistán puede ayudar a facilitar un acuerdo o socavarlo. Hay otro punto escalofriante a considerar: la estabilidad del gobierno de Pakistán – y de su arsenal nuclear. El ejército de Pakistán podría ser capaz de evitar que los militantes islamistas accedan a él sin el apoyo militar estadounidense, pero no quisiéramos apostar por ello. El presidente Obama debe aprovechar este momento. Muchos paquistaníes están furiosos con la incursión en su territorio. El Parlamento celebró una sesión inusual el viernes, exigiendo respuestas del jefe de los espías que acusó a Washington de llevar a cabo una "operación encubierta entre nosotros." Sin embargo, muchos están también indignado por el hecho de que Bin Laden lograra esconderse en su país durante tanto tiempo. "¿Podrían los autoproclamados guardianes de los intereses nacionales ser ellos mismos la mayor amenaza para la seguridad nacional?", escribió Ciril Almeida, en el diario Dawn. El periodista de la televisión Kamran Khan declaró: "Nos hemos convertido en el mayor refugio de terroristas del mundo." El Parlamento aprobó una resolución que condena el ataque unilateral contra Bin Laden como una violación de la soberanía y amenazó con cerrar las rutas de abastecimiento militar estadounidense a Afganistán si no se detienen los ataques de los aviones no tripulados. No fue un gesto de ayuda. Los líderes paquistaníes están nerviosos sobre otros asuntos que se puedan conocer. El tesoro de los archivos informáticos incautados por los norteamericanos puede brindar algún bienvenido poder de negociación. El gobierno de Obama también debe prestar una mayor atención a la ayuda militar a Pakistán para determinar lo que es vital para la lucha contra el terrorismo y lo que podría estar vinculado a objetivos específicos, como la aprehensión del jefe talibán, el mulá Mohamed Omar, y los miembros de la red Haqqani. En su furia, este país tampoco debe perder de vista el hecho de Pakistán tiene el potencial de ser una pesadilla mucho mayor que Afganistán bajo los talibanes. La ayuda económica es la mejor esperanza a largo plazo de cambiar la cultura política del país. El paquete de7.500 millones de dólares en cinco años para escuelas, energía y otros proyectos no deben caer en saco roto. El Congreso debe aprobar un tratado comercial, que es la mejor manera de ayudar a desarrollar una clase media desde el exterior. La secretaria de Estado Hillary Rodham Clinton debería adelantar su visita a Pakistán. El presidente Obama debe retrasar el fijar una fecha para su viaje. Los líderes de Pakistán tienen que tomar decisiones muy difíciles de hacer. Ellos deben darse cuenta de que los días del apoyo incondicional de Washington han terminado. THE NEW YORK TIMES. 13-5-2011