Hace varias semanas y frente a las costas de Portugal, el buque Toconao perdió parte de su carga al caer al mar seis contenedores. Al menos uno de ellos -quizá más- contenía unos 1.000 millones de pequeños pellets de plástico, que ahora están llegando a las playas de Galicia, Asturias y puede que Cantabria y Euskadi.
Preguntamos por ello a Daura Vega Moreno, investigadora sobre contaminación marina por microplásticos de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.
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Inevitablemente, la masiva llegada de pellets frente a las costas gallegas hace que la cabeza de mucha gente se vaya a la trágica Marea Negra del Prestige en 2002, el mayor desastre ecológico que ha padecido nuestro país. ¿En qué no y en qué sí podemos comparar ambos episodios?
¿En qué no? Primero en la magnitud del vertido. En el desastre del Prestige fueron 70.000 toneladas de crudo, aquí son sólo 26 toneladas. Y segundo, el producto que se ha vertido tampoco es comparable: el crudo de hidrocarburos es una mezcla de compuestos altamente tóxicos, por inhalación, por contacto y por ingesta, mientras que los pellets de plástico en sí mismas no son tóxicos para los humanos, ni por inhalación ni por contacto físico con las manos desnudas, ni hacen falta ni mascarillas ni guantes. Se ha recomendado a las personas que las están recogiendo las granzas en las playas, por consejo de máxima precaución, que usen guantes, y por supuesto es correcto, pero no son tóxicas. Otra cosa es el impacto que van a tener en el medio a medio y largo plazo, pero no se parece en nada al gravísimo impacto que tuvo el vertido del Prestige.
¿En qué sí podemos comparar ambos vertidos? En el hecho de que son sustancias que no se mezclan con el agua, y que por tanto se pueden contener con barreras de superficie, si se actuara de manera inmediata al vertido, claro, porque ahora ha pasado más de un mes desde el accidente y ya están dispersas. Como no se mezclan con el agua no se van a disolver, pero sí se van a dispersar. El efecto de dispersión depende de las corrientes y es exactamente igual.
El Prestige fueron 70.000 ton. de crudo, aquí sólo 26 toneladas
Frente a lo que han dicho algunas declaraciones de los miembros de la Xunta, el vertido de grandes cantidades de microplásticos al mar tiene graves consecuencias para el medio ambiente y las cadenas tróficas. ¿Cuáles son?
Antes de responderte, hay que señalar que este tipo de vertidos ocurren varias veces al año. Ahora ha ocurrido cerca de nuestras costas y nos ha hecho más conscientes, pero este tipo de accidentes ocurren cada pocos meses en el Atlántico. Y esa es la gravedad: estos vertidos se repiten y se acumulan año tras año.
Lo que ocurre es que estas pequeñas partículas pueden entrar en la cadena trófica, pueden ser ingeridas por la fauna. Los microplásticos siempre pueden ocasionar un daño físico a los animales. Los organismos que ingieran estos pellets pueden ver obstruidos sus tractos digestivos y además estos plásticos tienen distintos tipos de aditivos que a la larga, con el tiempo y acumulándose, pueden presentar toxicidad para los organismos que la ingieren y en general para el ecosistema.
Aún no se conoce la composición detallada de los aditivos que portan las granzas del vertido. Se sabe que llevan un aditivo principal, en un 10%, que es un estabilizante de la luz ultravioleta, pero no conocemos la composición de otros aditivos minoritarios y secundarios, que podrían ser tóxicos a la larga.
No hay que temer la degradación como tal, al menos en el corto plazo. El plástico tarda en degradarse unos 400 años, pero sí que se van a ir rompiendo poco a poco en trozos más pequeños, y entrando en los organismos, afectando a sus sistemas endocrinos.
Las granzas del vertido son lo que se llama un masterbatch, compuesto por polietileno (PE) en un 90% y otros aditivos. Estos plásticos en nuestras casas son casi inertes, tienen buenos perfiles de seguridad y sus componentes no migran, no se disuelven, pero no están en las condiciones para las que han sido diseñados… en alta mar acaban erosionándose y pueden liberar esos aditivos ¿no es así?
Claro. Tenemos que intentar siempre hacer el esfuerzo de mirar fuera de lo humano. Efectivamente, el tipo de plásticos que se ha vertido se llama de «tipo alimenticio». Pero eso quiere decir que con esos pellets se pueden fabricar envases con los que se pueden almacenar alimentos, pero nosotros no nos comemos los envases. Por eso cuando algunos dicen «no es tóxico para los seres humanos», hay que decir: ¡claro, porque a nadie se le ocurre comerse un trozo de polietileno. Pero aquí los animales pueden acabar ingiriendo estos plásticos, porque los confunden con comida o por accidente, y entonces estas sustancias químicas -más que el plástico, sus aditivos- entran en la cadena trófica, y se van acumulando hasta llegar a nosotros.
Aún así, la cantidad que se ha derramado en este vertido en concreto, unas 26 toneladas, es insignificante para todo el tamaño oceánico. Si suponemos que además del estabilizador de ultravioleta que está en un 10% hay otro aditivo secundario en, digamos un 2-3% (que es un valor bastante alto) entonces hablaríamos de unos 1.000 kilos para todo el Atlántico.
Es en el vertido acumulado donde hay que poner el foco
Respecto a cantidades, este vertido es poco, no es de los más graves. Lo realmente grave es que este tipo de contaminación lleva ocurriendo décadas y décadas en el Atlántico. Es en el vertido acumulado donde tenemos que poner el foco, porque ahí las cantidades ya no son tan pequeñas. Y ahí ya sus efectos pueden ser más graves y acumulativos, con aditivos como el ftalato o el bisfenol A que son disruptores endocrinos y afectan a nuestro equilibrio hormonal y al metabolismo.
El derrame de la carga de pellets ocurrió frente a las costas de Portugal, aunque han llegado a Galicia porque en estas fechas la corriente predominante las ha arrastrado hasta el norte. En verano la corriente cambia hacia el sur ¿es posible que dentro de medio año veamos estos pellets en las costas andaluzas? ¿qué pasa con estas granzas de plástico? ¿siguen flotando o caen hacia el fondo marino?
Los pellets no van a cambiar de densidad, van a seguir flotando. Y efectivamente en verano pueden ir hacia el sur, y eso afectaría sobre todo a las costas de Portugal, aunque no sé decir fechas, hay que aplicar modelos y de hecho estamos trabajando precisamente en eso.
Podrían llegar algunas a las costas de Huelva o Cádiz, pero no podrían entrar en el Mediterráneo, no podrían internarse en el Estrecho de Gibraltar. Resulta que en superficie el agua sale del Mediterráneo hacia el Altántico, mientras que en profundidad la corriente es la inversa. Desde el punto de vista de la flotabilidad, el Estrecho va a representar una barrera física. A Canarias muy posiblemente algunos pellets dispersos acabarán llegando, pero con plazos no inferiores a un año o dos.
Los microplásticos van a seguir aumentando en los océanos
Aunque este vertido sea una crisis de contaminación por microplásticos, este es un problema que ya tiene una dimensión global y gravísima. Los mares se han convertido en un cementerio de polímeros casi indestructibles, con un gran «continente» de basura flotante en el Pacífico, o con las desembocaduras de muchos ríos taponadas por residuos sólidos. ¿Cuáles son las dimensiones de la contaminación por microplásticos?
Lo que está cuantificado es la cantidad de basura marina, no dividido entre microplásticos y macrobasura, porque es muy difícil de separar. Ahora mismo hay diversos estudios y análisis de superficie, o mi propio grupo de investigación, OpenPLAS, que nos dedicamos al estudio de los microplásticos por debajo de la superficie. Y hay más, a 500 metros de profundidad, a 1.000 metros, a 1.500 metros. Insisto: no hablo del sedimento, sino de microplásticos en la columna de agua.
Dar valores a nivel global es complejo, pero se sabe que se vierten al año 8 millones de toneladas de plástico a los océanos, y eso son valores tirando a la baja, otras estimaciones hablan de 12 millones de toneladas. Eso año tras año, tras año. Esto se va acumulando, y al mismo tiempo se ve rompiendo y fragmentando en trozos cada vez más pequeños, y cada vez más tóxicos. Y de hecho hay un estudio del 2022 que dice que aunque ahora mismo -de manera utópica- lográramos detener por completo el vertido de plásticos, los microplásticos seguirían incrementándose en los océanos al menos 50 años más, porque la basura que ya está depositada va a seguir fragmentándose.
Los microplásticos van a seguir aumentando en los océanos de todo el mundo hagamos lo que hagamos. El problema es en qué rango van a aumentar. Ahí sí que importa la acción humana.
¿Qué deberían hacer los gobiernos o la ciencia para tratar de resolver este gravísimo problema ambiental?
No es una pregunta tan difícil de responder. Respecto a lo que ha ocurrido en Galicia, esto pone de relieve que Europa tiene que legislar el tráfico marino de pellets, y pasar a considerarla una mercancía peligrosa no en sí misma, pero sí para el transporte. No es lo mismo que caiga al mar un contenedor de latas de conserva a que lo haga uno que lleva 1.300 millones de partículas plásticas. Por eso debe considerarse un transporte peligroso para el medio ambiente, y si lo legislas así eso obligaría por ley a las navieras a colocar en los cargueros estas mercancías en zonas especialmente protegidas del buque, donde en caso de mala mar no podrían caer.
Europa tiene que legislar el tráfico marino de pellets
Desde el punto de vista de la ciudadanía, el mensaje es claro: la importancia de reciclar. No se trata de cambiar el producto, ahora se habla mucho de bioplásticos. Para mí todo eso no tiene sentido, en realidad estos plásticos compostables acaban produciendo muchos más microplásticos. No podemos buscar otro producto para darnos permiso para comportarnos como nos hemos comportado en los últimos 50 años. Lo que hay que hacer es cambiar de cultura y de hábitos, hacernos conscientes y cambiar nuestra mentalidad.