El Observatorio

Arcén

El escritor valenciano Borja Navarro escribe uno de los libros más interesantes del 2023. Literatura “en los márgenes” con muchos quilates

No figurará en las tristes listas de los grandes medios (que, un año más, solo apuestan por los “consagrados”); al estar publicado en una pequeña editorial independiente no merecerá tal vez mucha atención (a pesar de que los cuatro últimos premios nóbeles habían sido editados en España por este tipo de pequeñas editoriales, convertidas hace tiempo en el verdadero refugio de la literatura); seguramente no encajará ni en el gusto dominante de críticos ni en el de muchos lectores, volcados como nunca en los mamotretos bestselleristas; será menospreciado por los benditos apóstoles de la nueva “literatura moral”, ávida de personajes y contextos edificantes; y, tal vez, moleste incluso a algunos de sus paisanos, a quienes el espejo con el que Borja Navarro los muestra les resulte incómodo, molesto y hasta ofensivo. Sin embargo, a mi juicio, este es uno de los libros que merecerá la pena recordar de la pobre cosecha que nos dejó 2023.

El escenario común de los relatos que integran Arcén (dosmanos, 2023) es la carretera CV-500, que une Valencia, o lo que podríamos llamar la icónica Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, con la población de Cullera, a unos 40 kilómetros. En ese espacio se suceden los arrozales de la Albufera, el parque natural del Saler, las playas del sur de la capital, poblaciones como Pinero, El Perelló, los Marenys, El Palmar… todo un ecosistema singular, que un día contuvo la arteria por donde se desangró una generación: la ruta del Bakalao.

Los personajes que habitan y dan vida a los relatos son camioneros, camareros, veraneantes de cámpings, turistas ingleses, chinos de bazar, chatarreros, jubilados desorientados, currantes precarios, matrimonios rotos, adolescentes perdidos… una fauna más habitual de lo que creemos, pero que suele tener escaso interés mediático y nula visibilidad. Borja Navarro escarba en esas vidas y rescata el potente valor literario que encierran. Con ellos compone una visión devastadora, llena de humor, ironía y verdad, sobre “el estado de las cosas” en el mundo que vivimos.

‘Arcén’ es una visión devastadora, llena de humor, ironía y verdad

El tempo narrativo es el actual. Tan actual que podría ser mañana. A las espaldas de esa geografía quedan los años, gloriosos y trágicos, de la ruta del Bakalao; las décadas del boom constructivo y su “crematorio” (que diría Chirbes), el furor turístico, la pandemia… que, como sucesivas excavadoras, han devastado aquel mundo tradicional hasta reducirlo a cenizas. Borja Navarro encuentra entre esas cenizas rescoldos de vida que merecen ser rescatados. Nada queda de lo que fue, solo una rutina desangelada y yerta, donde las vidas se consumen sin esperanza y sin sentido. Pero aún mantienen una potente luz narrativa, la que Borja Navarro consigue insuflarles con una mirada a la vez implacable y conmovedora.

El libro lo integran diez relatos que van detallando, personaje a personaje, situación a situación, el universo narrativo del autor. Todos son piezas singulares de un mismo puzzle y componen, a su manera, una única historia, con vasos comunicantes entre unos y otros relatos, personajes compartidos y secuelas vivas. El conjunto imbuye en el lector la sensación de haber sido atrapado por la telaraña discursiva de un autor que ha sabido tejer con maestría la trampa y nos ha llevado adónde quería.

Aunque todos los relatos están llenos de hallazgos narrativos que ponen de relieve la pericia y la inteligencia del autor, algunos de ellos son soberbios, magistrales. La economía de medios expresiva sostiene las historias merced a la precisión, la ironía, la acerada visión de las cosas, la imaginación sutil y la fuerza de algunas imágenes, metáforas y expresiones que hieren o hacer reír, o hacen las dos cosas a la vez, pues todo el universo narrativo de Borja Navarro es a la vez tragedia y carcajada.

Algunos relatos del libro son soberbios, magistrales

Leyendo estos relatos uno tiene la sensación de que aún es posible reconciliarse con la literatura. Que aún está viva la fórmula que permite aunar la narración de historias, el análisis de la realidad y la fuerza y la vigencia del lenguaje. Aún es posible sacar agua de la profundidad de ese pozo, que desde hace milenios nutre el espíritu humano.

Borja tiene la cualidad y la calidad de entrar en las habitaciones más profundas de la realidad, simplemente contando lo que ve, lo que experimenta, lo que toca su piel, simplemente siendo honesto y claro, y no aceptando mentiras ni clichés. Su literatura tiene una limpieza y un fulgor que iluminan la realidad narrativa que toca, y los objetos que describe, aunque estos sean los cacharros tirados en el arcén de la carretera o los coches abandonados en un descampado.

Pero es especialmente penetrante a la hora de trazar el perfil de las gentes de hoy, desde el jubilado que ya no espera nada a la adolescente harta de todo y que espera aún menos. Así como a la hora de definir y precisar las relaciones, ya sean laborales, familiares, de pareja o amistosas. Borja “clava” esas relaciones como un entomólogo que estuviera pinchando insectos disecados en un álbum, pero lo hace con pasión e ironía, fríamente apasionado, y siempre conmovido por el desastre al que se ha llegado.

Arcén es un libro del que vamos a disfrutar mucho. Y del que hay mucho que aprender, aunque su autor sea un joven del 94.

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