Melilla, el silencio de la frontera

Valla de Melilla: ¿por qué callar?

El visionado de los videos de la tragedia de Melilla en la Comisión de Interior del Congreso el pasado 25 de noviembre, y la comparecencia parlamentaria del ministro de Interior Grande Marlaska cinco días después, lejos de abrir un debate político y social, ha instalado un vergonzoso manto que ha enterrado en las fosas comunes del silencio a las víctimas de la masacre.

Con total seguridad una parte importante de la población está perpleja por este manto de silencio y se pregunta ¿qué pasa con lo ocurrido en Melilla?

La inmensa mayoría de los diputados de la Comisión de Interior que visionaron los videos a puerta cerrada el 25 de noviembre, incluyendo por supuesto a los diputados de la oposición de derechas encabezada por el PP y a quienes apoyan al gobierno, salieron diciendo que no creen al ministro del Interior Grande Marlaska, acusándole de “mentir y ocultar información” y pidiendo activar una “comisión de investigación” sobre lo ocurrido en la frontera de Melilla.

El día 30 de noviembre, en el Congreso, salvo los diputados del PSOE por evidentes intereses partidistas, ya que son el partido principal que sostiene al gobierno de coalición, todos los demás, también Unidas Podemos, cuestionaron la versión oficial: poniendo de manifiesto que, según las investigaciones de medios internacionales y nacionales como El País y los videos que acababan de ver, cuestionaban que las fuerzas de seguridad hubieran actuado de forma proporcionada, que no se hubieran producido muertes en territorio español, las devoluciones en caliente y víctimas entre las que podría haber algún muerto arrastradas hacia la zona marroquí, así como la omisión de socorro a los heridos.

“Solo hay mentiras y cinismo” en la versión oficial del ministro, resumía uno de los portavoces parlamentarios exigiendo justicia y una comisión de investigación que diera una respuesta veraz a los hechos, determinar responsabilidades y evitar que vuelva a producirse.

Pero desde ese día y hasta el momento en que escribimos este artículo quince días después solo se escucha el silencio. Las denuncias han desaparecido de las páginas de los medios de comunicación y de los telediarios. Han pasado dos semanas desde que se vieran las sangrantes imágenes y en el siempre ruidoso Twitter de los principales partidos es prácticamente imposible encontrar ninguna referencia a la tragedia. El ministro Grande Marlaska sigue manteniendo su “versión oficial” y de la comisión de investigación nunca más se supo.

¿Por qué callar? ¿Por qué desde el 30N el silencio sobre lo que se dijo aquellos días es atronador?

Se ha enterrado en las fosas comunes del silencio a las víctimas de la masacre

Recordar los hechos

Ante todo conviene por deber democrático volver a colocar los hechos sobre la mesa.

En las primeras horas de la mañana del 24 de junio de 2022 unas 2.000 personas migrantes subsaharianas desesperadas se lanzaron al asalto del puesto fronterizo de Melilla en su intento por llegar a territorio español y como trampolín para alcanzar el “paraíso” europeo. Al final de la mañana el sueño europeo se ha convertido en tragedia: al menos 23 muertos, 37 según las organizaciones humanitarias, y 77 desaparecidos a los que casi seis meses después sus familiares dan por muertos. Decenas de heridos amontonados a pleno sol en un patio. En su mayoría eran refugiados de Sudán y zonas sometidas a una latente guerra civil.

Según una investigación conjunta de El País y Lighthouse Reports, Le Monde, Der Spiegel y Enass, basada en el análisis de más de 140 vídeos y entrevistas a supervivientes y miembros de las fuerzas de seguridad del Estado, agentes marroquíes fueron grabados mientras arrastraban a las víctimas desde el lado español al marroquí y apuntan que hubo al menos un muerto en suelo español.

En las imágenes aéreas tomadas por el dron y el helicóptero de la Guardia Civil que vieron los diputados de la Comisión de Interior del Congreso se puede ver cómo desde los dos lados de la frontera  se lanzan botes de gas lacrimógeno; el humo y el gas en un espacio cerrado dificultan la respiración y la visión, y cómo los migrantes encaran a los agentes de la Guardia Civil con palos y piedras mientras éstos les rocían con gas pimienta y pelotas de goma… Cientos de migrantes, entre ellos unos 470 devueltos en caliente por la Guardia Civil, son arrastrados, atados y amontonados en el lado marroquí por las fuerzas de seguridad alauitas.

Hechos que cuestionan la versión oficial del ministerio del Interior que sigue afirmando que no se produjeron muertes en territorio español sino que los hechos ocurrieron en otro país, que los agentes españoles actuaron de forma proporcional frente a la actitud violenta de los migrantes y que la devolución de los migrantes en la frontera se hizo “de acuerdo con la legislación española”.

Hay una gota de sangre debajo de las multiplicaciones, de los cálculos electorales que se imponen a lo justo

Apagón en el Twitter

Viñeta de JM Nieto

A día de hoy, si nada cambia, el Congreso no investigará la criminal tragedia de la valla de Melilla. Después de la  sesión del Congreso del 30 de noviembre es casi imposible encontrar ninguna referencia en los medios a lo que se dijo y exigió esos días. El silencio del Twitter, portavoz digital de los políticos. es significativo.

Como diría Federico García Lorca, hay una gota de sangre debajo de las multiplicaciones, de los cálculos electorales y de los intereses partidistas que se imponen a lo justo. La necesidad de denunciar, exigir que se investigue, determinar responsabilidades y reparación a las víctimas se ha puesto en el baúl de aquellas cosas de las que no hablando hay que olvidar, o cuanto menos ponerlas en hibernación en un año 2023 donde todo se mide ya en clave electoral.

El ministro de Interior, Grande Marlaska, salió muy tocado de su comparecencia parlamentaria el 30N, puesto en la picota por todos los partidos, de la derecha y la izquierda, excepto por el PSOE. Pero ahí sigue el ministro y la versión oficial, porque los mismos que le exigían ya están a otra cosa.

El PP de Feijóo, que ya votó en noviembre con el PSOE para impedir una comisión parlamentaria, solo está interesado en cazar la dimisión Marlaska como una pieza de su estrategia electoral, sin comprometer la actuación de la Guardia Civil -como Vox-. Según el portavoz en el Senado del PP, Javier Maroto, “En el caso de Marlaska no hay duda. Hay vídeos que dicen que miente y no hay nada que investigar”.

UP, que hasta el 30N pedía la comisión de investigación, ahora acerca posiciones con el PSOE si nos atenemos a la intervención de su portavoz, Enrique de Santiago, en el Congreso. En su intervención De Santiago, duro con el ministro pero no tanto como en otras ocasiones, no hizo referencia a la exigencia de la comisión de investigación y se centró en exigir medidas de cara al futuro, como la posibilidad de que se pueda pedir asilo en la misma frontera o que se garantice la identificación de las víctimas… Según el diario El Faro de Melilla, citando fuentes de UP, “no hay una necesidad urgente de crear una comisión parlamentaria que investigue los hechos”.

Y el apagón también llega a los socios del gobierno…

Denunciar, exigir que se investigue y determinar responsabilidades es necesario, pero también llenar de dignidad a las víctimas, que se les reconozca el derecho a ser identificados, a devolverlos a sus madres y padres, hermanas, a sus amigos  y seres queridos para que les den una digna sepultura… Es de justicia y de salud democrática.

Pero la masacre de Melilla no solo es un problema ideológico, de principios, es también un problema político. Y romper el silencio, un reto que sí es urgente.

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