Colombia, detenciones de congresistas paramilitares

Uribe y la»parapolí­tica»

Este lunes fueron detenidos por orden de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) los congresistas colombianos Zulema Jattin, senadora del partido de la U en el departamento de Córdoba y Jairo Alberto Llano, acusados de tener ví­nculos con grupos paramilitares.Los arrestos fueron realizados por funcionarios del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) de la Fiscalí­a General en operaciones por separado en la capital colombiana y la ciudad occidental de Manizales.

La senadora fue recluida en el Búnker de la Fiscalí­a, mientras se define su traslado a un centro enitenciario y se realizan los trámites pertinentes, después que este lunes la Corte Suprema confirmara la solicitud de captura.La Sala Penal de la CSJ procesó a los dos legisladores por concierto para delinquir, cargo que se derivó de supuestos ví­nculos de ambos con grupos paramilitares que se hicieron evidentes dentro del llamado escándalo de la «parapolí­tica».Jattin, miembro de un clan polí­tico de Córdoba, departamento costero donde los paramilitares reinaron varios lustros, que fue Presidenta de la Cámara de Representantes y senadora de la coalición gubernamental desde el 2006, estaba en el punto de mira de los jueces. Su nombre apareció en un listado de supuestos colaboradores que el paramilitar ‘Don Antonio’ guardaba celosamente en su ordenador personal.Luego otro ex comandante, Salvatore Mancuso, quien fuera jefe de las AUC en Córdoba, aseveró que la mujer era una de sus fichas. Aún así­, la Corte Suprema le permitió seguir su vida y escudarse en una excusa muy extendida entre los implicados: no pueden valer más las declaraciones de unos bandidos que la de una polí­tica honrada.Mancuso aseguró que Jattin recibió apoyo de su grupo para las elecciones del 2002 y que formó parte de los acuerdos burocráticos del 2003 en el departamento, cuando hubo elecciones regionales. Fuentes de la Corte Suprema no descartaron nuevas capturas relacionadas con las declaraciones de Mancuso sobre la polí­tica cordobesa.Jattin, hija del polémico ex cacique costeño Francisco José Jattin, habí­a negado en todo momento las acusaciones de supuestos nexos con los ‘paras’.La senadora estuvo 20 dí­as retenida por los paramilitares del departamento de Córdoba, cuando se desempeñaba como presidenta de la Comisión de Paz de la Cámara de Representantes y lideraba un proyecto de ley a favor de intercambio humanitario en 2002.Seis meses después de su liberación, recibió un emisario con una invitación para ir a la reunión de Ralito, a la que ella rotundamente se negó a asistir; «mi decisión era no tener ningún tipo de relaciones con quienes me secuestraron», resaltó en ese momento.Por otro lado, con respecto al congresista Llano, la investigación señala sus supuestos nexos con paramilitares de Caldas, su departamento. Especí­ficamente, lo señalan de supuestos arreglos con el ‘Cacique Pipintá’, el grupo paramilitar de ‘Ernesto Báez’ en Aguadas. Llanos fue alcalde de Villamarí­a (Caldas), en el perí­odo 2000-2003.Más de setenta congresistas colombianos, la mitad de ellos detenidos, han sido vinculados por el alto tribunal con esta investigación, que partió de la divulgación, en noviembre de 2007, de un escandaloso pacto de parlamentarios y otros funcionarios con las ahora disueltas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).Su captura es un golpe más para el presidente Uribe, ya que casi todos los ‘parapolí­ticos’ pertenecen a su coalición, lo cual de alguna forma deslegitima su mayorí­a legislativa. Incluso hay pequeños partidos que le apoyaron que tienen a todos sus congresistas tras las rejas bajo idéntica acusación.Uribe es un presidente elegido con un apoyo total e irrestricto del paramilitarismo. Los oficiales de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) que actúan en Colombia los llaman la «contra» en alusión a los grupos campesinos irregulares entrenados, armados y financiados por Washington que operaron en Nicaragua contra el gobierno sandinista en los años 80. Ellos se hacen llamar Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Son los paramilitares, vieja arma eficaz del terrorismo de Estado, que en este paí­s evolucionaron de escuadrones de la muerte a verdaderos ejércitos locales que controlan territorios, haciendas, vidas y conciencias.Bajo la cobertura del Plan Colombia y con fondos millonarios de la Defensa y del Congreso estadounidenses. Estas actividades comprenden la formación bajo asesorí­a estadounidense y de empresas de «contratistas» (mercenarios) de nuevos batallones contrainsurgentes de elite en zonas bajo control de la guerrilla o de importancia geoeconómica previstas para el desarrollo de megaproyectos de capital multinacional (explotación petrolera, hidroeléctricas, canal interoceánico, agroindustrias).Parece que el cambio de rumbo en el imperio, que esta intentando un lavado de cara con los presos de Guantánamo y los procedimientos de sus aparatos de estado que ahora no resultan convenientes, lo esta imponiendo en Colombia. De repente jefes paramilitares presos en EE UU se ponen a cantar y denuncian a los llamados «parapoliticos». Se revelan los casos de los falsos positivos, eso produce que senadores norteamericanos se den golpes de pecho y exijan a Uribe acabar con semejante escándalo ví­a amenaza de retener fondos para el plan Colombia. A Uribe le salen casos de corrupción hasta con sus hijos. Si esto alguien cree que es una casualidad.Parece que es un aviso a navegantes. Uribe debe limar las aristas sangrientas de su polí­tica paramilitar y enterrar a todos los que hiedan a paramilitar. Se necesita perfumar el sangriento lodazal en que se ha convertido la polí­tica Colombiana, para que los señores senadores de Washington firmen el TLC con Colombia sin tener que taparse la nariz. Y así­ seguir certificando la dependencia con el imperio pero sin manchar el nuevo traje limpio e inmaculado que la polí­tica inteligente que la Casa Blanca esta luciendo por Latinoamérica.

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