Uribe sigue bloqueando el intercambio de rehenes

Uribe la esquizofrenia de un paramilitar

El integrante de Colombianos por la Paz, Iván Cepeda, denunció este que el Gobierno de Álvaro Uribe «sigue bloqueando», el mecanismo de liberación unilateral de cautivos, que impulsan las FARC, mientras que continúa rechazando la posibilidad de un intercambio humanitario. Con respecto a la intensificación de operativos del Ejército colombiano en la selva de la nación, dijo que, «estas operaciones militares ponen en alto riesgo la vida de las personas cautivas por parte de las FARC».

Insistió en que «cuando se avecinan las liberaciones tiende a aumentarse ese riesgo». Ivan Ceeda señaló que el organismo del cual es miembro, considera que con tales acciones, «el Gobierno sigue bloqueando esta liberación unilateral». El Grupo de Colombianos y Colombianas por la paz, «ha asumido como lí­nea de comportamiento, no responder a las acusaciones que se lanzan desde el Gobierno», anunció Cepeda.Considera que esta dinámica «obstaculiza y hace cada vez más difí­cil que se abra paso a las operaciones humanitarias, el intercambio humanitario y los diálogos tendientes a la paz».En referencia a las declaraciones del presidente Álvaro Uribe en las que manifestó que el objetivo del Gobierno es el rescate a sangre y fuego de las personas retenidas por las FARC, dijo, que tales aseveraciones «intentan desviar la atención y socavar la posibilidad de avance en estos procesos que repito pueden ser alentadores para la paz en Colombia».Colombia atraviesa por una fase preelectoral, donde el presidente Álvaro Uribe está defendiendo su candidatura a un tercer perí­odo, con «su bandera esencial: La seguridad democrática», que está «volcada sobre el poderí­o militar y sobre las acciones bélicas», según manifestó el entrevistado. En este sentido, «cuando este discurso es desafiado y contrastado con acciones de paz (…), pues obviamente ese discurso se ve debilitado».Entre las acciones que va a tomar el grupo de Colombianos y Colombianas por la Paz, está el hecho de persistir en el camino de buscar «nuevas instancias que permitan acercarse a las liberaciones y hacia el intercambio (humanitario)». «Creemos que eso va a dar resultado». aseveró Cepeda.El miembro de Colombianos y Colombianas por la paz destacó la actitud «proclive a la paz» de las organizaciones sociales, las ví­ctimas del conflicto armado, y muchos polí­ticos y afirmó además, que este hecho confirma «el sujeto polí­tico que en Colombia puede contribuir definitivamente a buscar una salida definitiva a la guerra».Precisamente el profesor, Gustavo Moncayo, padre del suboficial Pablo Emilio Moncayo, habí­a solicitado la ví­spera al presidente colombiano, su colaboración para que la liberación de su hijo se diera sin ningún inconveniente y para que cesaran las hostilidades en la zona y así­ facilitar las labores. Moncayó señaló que «si hay una verdadera voluntad de paz en Colombia, pido al presidente Uribe que cesen las actividades militares en la selva, para que mi hijo pueda salir libre».Moncayo se refirió con estas declaraciones a las operaciones militares del Ejército colombiano que se están presentando en la zona donde se encuentra su hijo.Recientemente, el ministro de Defensa colombiano, Juan Manuel Santos, coincidió en las palabras del mandatario de este sábado, al precisar que «no se permitirí­a un show mediático en la puesta en libertad de Moncayo». La reciente liberación de rehenes fue para el Gobierno un intento de la guerrilla para ganar espacio polí­tico y recuperar su imagen internacional. Las FARC aseguraron que fue un gesto para destrabar el camino hacia un acuerdo de canje.Uribe pretende sacar rédito a su firmeza de paramilitar, en un momento en el que se acercan las elecciones y parece que se presentara a la reelección. Pero ha tenido que suavizar su discurso, hacer dimitir al ministro de defensa uno de sus mas fieles defensores y permitir que se desmembrara su aparato de inteligencia instalado en el DAS sobre todo ante las nuevas exigencias de Washington. Un camino difí­cil para Uribe y la clase oligárquica Colombiana que durante años han vivido de el paramilitarismo y la guerra, utilizado sobre todo para eliminar cualquier conato de oposición, movimiento social o sindicato en Colombia. Parece que el cambio de rumbo en el imperio, que esta intentando un lavado de cara con los presos de Guantánamo y los procedimientos de sus aparatos de estado que ahora no resultan convenientes, lo esta imponiendo en Colombia. De repente jefes paramilitares presos en EE UU se ponen a cantar y denuncian a los llamados «parapoliticos». Se revelan los casos de los falsos positivos, eso produce que senadores norteamericanos se den golpes de pecho y exijan a Uribe acabar con semejante escándalo ví­a amenaza de retener fondos para el plan Colombia. A Uribe le salen casos de corrupción hasta con sus hijos. Si esto alguien cree que es una casualidad.Claramente es un aviso a navegantes. Uribe debe limar las aristas sangrientas de su polí­tica paramilitar y enterrar a todos los que hiedan a paramilitar. Se necesita perfumar el sangriento lodazal en que se ha convertido la polí­tica Colombiana, para que los señores senadores de Washington firmen el TLC con Colombia sin tener que taparse la nariz. Y así­ seguir certificando la dependencia con el imperio pero sin manchar el nuevo traje limpio e inmaculado que la polí­tica inteligente que la Casa Blanca esta luciendo por Latinoamérica. Esto no quiere decir que Washington vaya a destruir el férreo andamiaje de dependencia construido a sangre y fuego en décadas. Esto esta llevando a Uribe y los sectores que lo apoyan a un grado de esquizofrenia, por que por un lado deben mantener su polí­tica de «seguridad democrática» adscrita al Plan Colombia, pero sin sangre, cosa que va contra su propia razón de ser como asesinos.

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