Son los paramilitares, vieja arma eficaz del terrorismo de Estado, que en este país evolucionaron de escuadrones de la muerte a verdaderos ejércitos locales que controlan territorios, haciendas, vidas y conciencias.
Uribe ha edido que el esfuerzo colectivo vaya dirigido a auxiliar al Ejecutivo de Felipe Calderón. «Todos tenemos que ayudar ahora a México y apoyarlo en esta gran batalla, y nosotros con todo país centroamericano que sufre ese flagelo, lo único que queremos es ayudar, trabajar coordinadamente», ha afirmado Uribe, . En este sentido, ha advertido que la única garantía de éxito en la lucha contra el narcotráfico es encarar el combate «hermanadamente».La lucha contra las drogas, ha insistido, necesita «la ayuda de Estados Unidos y la ayuda de toda la comunidad internacional». Si en Colombia no hubiera narcotráfico «ya habrían desaparecido las guerrillas hace mucho rato» y «no habría tenido paramilitarismo», ha asegurado.En un nuevo capítulo de la pelea interna que desde hace semanas se desarrolla en el interior del gobierno colombiano, el presidente Álvaro Uribe rechazó ayer la posibilidad de poner fin al Plan Colombia, tal como lo había propuesto en la víspera el vicepresidente, Francisco Santos, y que terminó desatando un vendaval político al tiempo que reclamó que se haga extensivo a México para ayudarlo a «combatir el narcoterrorismo».Como se va ha plantear Uribe ir en contra de su propia esencia, el pretende con los auspicios de Washington exportar el plan Colombia a Toda Latinoamérica especialmente en un contexto en que los países del frente antihegemonista expulsan a los agentes de la DEA de su territorio y denuncian la intervención de los paramilitares y el ejercito Colombiano fuera de sus fronteras.Es un presidente elegido con un apoyo total e irrestricto del paramilitarismo. Los oficiales de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) que actúan en Colombia los llaman la «contra» en alusión a los grupos campesinos irregulares entrenados, armados y financiados por Washington que operaron en Nicaragua contra el gobierno sandinista en los años 80. Ellos se hacen llamar Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Son los paramilitares, vieja arma eficaz del terrorismo de Estado, que en este país evolucionaron de escuadrones de la muerte a verdaderos ejércitos locales que controlan territorios, haciendas, vidas y conciencias.Bajo la cobertura del Plan Colombia y con fondos millonarios de la Defensa y del Congreso estadounidenses. Estas actividades comprenden la formación bajo asesoría estadounidense y de empresas de «contratistas» (mercenarios) de nuevos batallones contrainsurgentes de elite en zonas bajo control de la guerrilla o de importancia geoeconómica previstas para el desarrollo de megaproyectos de capital multinacional (explotación petrolera, hidroeléctricas, canal interoceánico, agroindustrias).la restructuración del estamento castrense en áreas de planeación, logística, entrenamiento, doctrina, estrategia, inteligencia, reclutamiento y técnicas de interrogatorio; el suministro de equipos militares, armamento, helicópteros, aparatos e infraestructura de aviación para apoyar vuelos de naves espías y de combate, provistas de radares aire a aire y de modernos equipos de comunicación y sistemas de imagen infrarroja (FLIR, por sus siglas en inglés) para operaciones nocturnas, así como el emplazamiento de una red de radares en tierra diseminados por todo el territorio colombiano.El contexto se complementa con el presupuesto para la «guerra total» solicitado por Uribe al Congreso, como parte de un plan que comprende duplicar el número de soldados profesionales, el llamado a filas de reservistas y la vinculación de un millón de informantes pagos para actividades de inteligencia y lucha contra la «subversión»; los denominados «soldados campesinos», remedo de las «rondas campesinas» institucionalizadas por Alberto Fujimori en el Perú, con estatuto de «fuerzas complementarias» de las instituciones castrenses en la lucha contrainsurgente.