Medvedev anuncia un ambicioso plan de rearme en Rusia

El Oso se afila las uñas

Medvédev ha asegurado que la OTAN no cesa en sus intentos de ampliar sus infraestructuras militares junto a las fronteras de Rusia y ha señalado que el análisis de la situación polí­tico-militar en el mundo muestra que en una serie de regiones hay un gran potencial de conflictos.

El residente de Rusia, Dmitri Medvedev, denunció hoy que la Organización para el Tratado del Atlántico Norte (OTAN) amplí­a su infraestructura militar cerca de las fronteras de su paí­s, por lo que rearmará a su Ejército a partir de 2011.aseguró que la amenaza de la OTAN hace necesario «modernizar a fondo las Fuerzas Armadas (rusas) e introducir un nuevo modelo del Ejército», informó la agencia rusa de noticias Ria Novosti.Medvédev ha asegurado que la OTAN no cesa en sus intentos de ampliar sus infraestructuras militares junto a las fronteras de Rusia y ha señalado que el análisis de la situación polí­tico-militar en el mundo muestra que en una serie de regiones hay un gran potencial de conflictos.El 5 de marzo de 2009 el representante de Moscú ante la OTAN, Dmitri Rogozin, declaró luego de reunirse con altos funcionarios de la Alianza que al parecer ésta se moví­a en dirección correcta y corregí­a sus anteriores planteamientos.Moscú ha dicho que aprecia las intenciones del presidente estadounidense, Barack Obama, de dar un nuevo comienzo a sus relaciones, aunque Medvedev, quien se reunirá con Obama en Londres el 1 de abril, ha dicho que espera que Washington iguale sus declaraciones con acciones.El plan de rearme, que afecta a todos los frentes pero por encima de todo a la defensa aérea, fue aprobado por Putin y contempla la modernización paulatina de las Fuerzas Armadas hasta el 2015. Sin embargo, la reafirmación de Medvédev ante los altos mandos militares rusos se hace en un momento muy importante. Sobre la mesa, está la cruda realidad de la crisis económica y con una agenda cargada de desafí­os estructurales, pero el Kremlin apuesta por la partida millonaria militar.En el horizonte, está la negociación del nuevo tratado de armamento estratégico que caduca a finales de 2009 y la nueva ví­a diplomática abierta con la llegada de la Administración Obama a la Casa Blanca.EE UU busca un nuevo equilibrio internacional y «reprogramar» su relación con Moscú después de las tensiones suscitadas por la instalación del escudo antimisiles en Polonia y la República Checa y la guerra del Cáucaso entre Georgia y Rusia.El tratado para la reducción de armas nucleares START vence el próximo diciembre, y Obama quiere aprovechar para hacer un recorte de proporciones históricas de los arsenales atómicos. Moscú reconoce el momento histórico para negociar y asegura que el nuevo pacto debe limitar tanto los portadores como las cabezas nucleares y prohibir las pruebas nucleares subterráneas.Al mismo tiempo, Washington y Moscú tienen que resolver sus diferencias sobre la creación del escudo antimisiles «Si la nueva administración estadounidense muestra sentido común y ofrece una nueva estructura [de defensa contra misiles] que satisfaga a las necesidades europeas y sea aceptable para nosotros, estamos dispuestos a discutirlo». Sobre este punto, ha dejado claro que la postura rusa es «muy simple: tenemos que hacerlo juntos. Tenemos que crear un escudo general contra todo tipo de amenazas, que son muchas». «Espero que esas señales positivas que recibimos de Washington se conviertan en acuerdos» afirmo Medvedev.Europa es el principal socio económico de Rusia, y Rusia es el tercer socio comercial de Europa, tras Estados Unidos y China. Pero sin integrar a Rusia en un orden de seguridad europeo normalizado y desmilitarizado (como se prometió a Gorbachov en 1990 a cambio de la histórica retirada soviética de Europa del Este), la UE nunca podrá alcanzar una polí­tica exterior coherente y efectiva, capaz, por ejemplo, de hacer oí­r su voz e influencia en el principal polvorí­n planetario, que es Oriente Medio.Impedir eso ha sido, precisamente, una de las prioridades de Estados Unidos en Europa desde que concluyó la guerra frí­a. Mantener la OTAN, ampliarla incorporando a todos los antiguos paí­ses del Este y al máximo de repúblicas ex soviéticas, y rodear a Rusia de bases militares de la OTAN o de Estados Unidos (la mitad de las catorce repúblicas ex soviéticas las tienen) ha sido la manera de mantener la tensión con Rusia. Allí­ donde no habí­a posiciones atlantistas se han fomentado revoluciones naranjas. El resultado ha sido una artificial prolongación de una seudo post guerra frí­a en la periferia continental.En ese contexto se han producido tres puñetazos rusos sobre la mesa. Uno ha sido la fulminante respuesta a la crisis de Osetia del Sur, una agresión de Georgia armada por Estados Unidos, en la que el grueso de las ví­ctimas fueron osetios que no quieren formar parte de Georgia.El otro ha sido la crisis del gas, que tiene que ver con la presión atlantista y del gobierno de Kiev por ingresar en la OTAN, pese a que la mayorí­a de los ucranianos se oponen a tal ingreso (59,6%, frente al 30,1%, según la última encuesta, con una mayorí­a del 54,4% a favor de una neutralidad y un 16,8% a favor de la alianza militar con Rusia).El tercero ha sido el anuncio de que se instalarán misiles tácticos «Iskander» en Kaliningrado, si Washington realiza su proyecto de despliegue de misiles en Chequia y Polonia.Esos tres capí­tulos han expresado una nueva y enérgica actitud rusa y, por primera vez, han logrado algún efecto; la UE, en especial Francia y Alemania, ya no quiere un ingreso de Georgia y Ucrania en la Otan, y, con el cambio de administración en Washington, el despliegue de misiles y sistemas en Chequia y Polonia se ha hecho menos claro.El mensaje es obvio; la Europa atlantista sólo hace caso a las medidas de fuerza. Nada serí­a más iluso que pensar que la crisis económica va a apartar a Rusia de la evidencia de este mensaje: a partir de ahora, cualquier nueva vuelta de tuerca del cerco ruso tendrá su respuesta.

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