Balance literario 2010

Una año difí­cil coronado por el Nobel

El planeta literario vive tiempos convulsos, tiempos difí­ciles. La revolución digital siembra dudas sobre el futuro del papel. La globalización cultural avanza a grandes zancadas. Se escribe y publica más que nunca, pero el libro mismo está en la picota. Y, en medio de esta tormenta, un escritor de lengua española y dimensión universal, Mario Vargas Llosa, da nuevo lustre a un premio en declive: el Nobel.

La galaxia literaria vive cada vez más regida or un conflicto que algunos no dudan en calificar como existencial: el fin de la “era Gutenberg” (el fin del libro impreso) y la inminente llegada de la “era Google” (no sólo el triunfo del libro electrónico, sino la universalización digital de la cultura literaria y su difusión universal por internet). Nadie acaba de calibrar bien el sentido y el final de un cambio -revolucionario- que, por otra parte, se considera inevitable… e inminente. ¿Qué va a ocurrir con el gran fondo de la tradición literaria (desde Homero a Vargas Llosa) en el universo sin orden ni jerarquías de internet? ¿Cómo se va a garantizar y llevar a cabo su transmisión a las nuevas generaciones? ¿El triunfo del modelo de internet arrasará la gran literatura, la literatura de “calidad”, colocándola a los pies de una era de hegemonía absoluta de los best-sellers planetarios? ¿Desaparecerá la especificidad de lo literario en medio de una sopa infinita de textos de todas las características imaginables y donde se llevarán a cabo todas las mixturas posibles?Quizá por el peso creciente que este debate está alcanzando en el ámbito cultural, pero también por sus enormes virtudes literarias, sería justo considerar a Dublinesca, de Enrique Vila-Matas, como la obra más relevante de 2010, al menos en el ámbito hispano.El marco de “Dublinesca” no puede estar elegido con más acierto: asistimos al fin de de la era Gutenberg y a la llegada de una nueva era inquietante: la era digital. Es el fin del libro impreso, el fin de cierta literatura, el fin de todo un mundo, sobre todo para Samuel Riba –el protagonista de la novela-, “el último de los grandes editores literarios”, uno de esos raros editores que leían y amaban la literatura, pero que se ha visto obligado a retirarse y cerrar la editorial hace dos años. Desde entonces -dice el narrador- “vive en una potente y angustiosa psicosis de fin de todo”. Para escapar de la obsesiva reclusión a que le lleva su retiro, Riba improvisa un genial plan de fuga: marchar a Dublín y allí, el Bloomsday (el día que conmemora la jornada en que transcurre el Ulysses de Joyce, tomado aquí como tótem de la literatura) celebrar, con un puñado escogido de amigos, un funeral por la era Gutenberg, un sepelio por “la honrada vieja puta de la literatura”. Los preparativos, la realización y la extraordinaria coda final de este viaje constituyen la guía maestra de un relato que, amparado en una comicidad soterrada, acaba deviniendo en una monumental parodia de lo apocalíptico. Pero también en una aguda y penetrante reflexión sobra las inevitables mutaciones que acechan a la literatura en este verdadero “cambio” de época. Un nobel se va, otro llega En 2010 las letras peninsulares vivieron un momento agridulce, con el Nobel de testigo. El 18 de junio fallecía en Las Palmas el escritor portugués afincado en España José Saramago, el primer nobel de la lengua portuguesa, un escritor de alma campesina e idea­rio comunista que contaba en España con una verdadera legión de lectores, un iberista convencido y radical que siempre abogó por la unión de todos los pueblos de la península, un escritor convencido de que la literatura sólo tiene sentido y valor si aspira a cambiar el mundo. El autor de libros memorables como “El año de la muerte de Ricardo Reis”, “La balsa de piedra”, “Memorial del Convento” o su celebrado “Ensayo sobre la ceguera” fue un incansable buscador de respuestas, de alternativas, un espíritu crítico, lúcido y de una tozudez indoblegable, con una desconfianza natural hacia el poder, una profunda melancolía y un rechazo profundo hacia muchas formas de la modernidad, que deforman y aniquilan a la gente.Su dolorosa y llorada muerte se vio compensada, escasos meses después, con el ascenso al Parnaso literario del Nobel de un escritor de lengua española, el hispano-peruano Mario Vargas Llosa. Cabeza visible del “boom” hispanoamericano que, en los años 70 y 80 del siglo XX colocó las letras hispanas en la cima de la literatura mundial, Vargas Llosa es el gran fabulador contra todas las formas de tiranía: ya sea familiar, política, militar, económica, religiosa, sexual… Desde “La ciudad y los perros” hasta “La muerte del chivo”, Vargas Llosa ha edificado un universo literario en permanente guerra abierta contra quienes, por uno u otro motivo, por uno u otro interés, han intentado e intentan siempre cercenar la libertad, y ha descrito todas las estrategias, todas las maquinaciones, todas las iniquidades del poder, en su batalla incesante por mutilar al hombre. En sus comienzos, su literatura se nutría de sus propias experiencias vitales, y era viva, arriesgada y experimental. En una segunda etapa pierde cierto fuelle, al asentarse sobre todo en historias sacadas de fuentes documentales: es lo que ocurre en su última novela, El sueño del celta (Alfaguara, 2010), en la que, a mi juicio, el peso de lo documental ahoga el trabajo de la imaginación, lo que no ha sido óbice para que los suplementos literarios españoles (El Cultural, Babelia….) la elijan como una de las obras indiscutibles del año.Por otra parte, 2010 ha sido el año del adiós de otro gigante de nuestras letras: Miguel Delibes, el último gran escritor de una Castilla desvanecida, uno de los clásicos de nuestra literatura del siglo XX, un referente ético indiscutible y un autor destrinado a “crecer” aún más en años venideros. Volviendo la vista atrás 2010 ha sido también un año en el que muchos de los autores consagrados del panorama nacional se han subido al carro de la “memoria histórica”, auspiciado años atrás por el gobierno, y han presentado obras voluminosas, detallistas y prolijas, dedicadas a dilucidar, sobre todo, el ya muy manoseado período de la guerra civil, sus prolegómenos y sus consecuencias, quizás en busca de esa “gran novela sobre la guerra civil” que no acaba nunca de escribirse (si es que es posible escribirla). Este es el caso de Muñoz Molina y su novela “La noche de los tiempos” (editada a fines de 2009), Almudena Grandes y su obra “Inés y la alegría” (que la autora presenta, además, como primera entrega de un ciclo dedicado a “La guerra interminable”), Eduardo Mendoza que con “Riña de gatos” ganó el Premio Planeta de novela o de Alicia Giménez Bartlett, ganadora del último premio Nadal con la novela “Donde nadie te encuentre”, inspirada en la vida de una guerrillera del maquis.Mucho más atrás en el tiempo viaja Pérez Reverte con su novela “El asedio” : al Cádiz de 1811, para revivir un capítulo de la guerra de la independencia.También un cierto ejercicio de “memoría histórica” es el que hace Javier Cercas en “Anatomía de un instante”, publicada en 2009 pero agraciada en 2010 con el Premio Nacional de Narrativa, y en la que narra el golpe del 23-F. Sin necesidad de recurrir a la ficción, Cercas construye una obra realmente literaria. La aportación hispanoamericana Hispanoamérica ha vuelto a ocupar un papel muy destacado en el mercado literario español de 2010. Empezando por la muy esperada y requerida novela del argentino Ricardo Piglia, tras trece años de silencio. La extraordinaria “Blanco nocturno” (Anagrama, 2010) ha cubierto todas las expectativas, con su aura de novela total, en la que se superponen géneros, se entrecruzan argumentos y se desafían todos los moldes. La novela de un maestro, una magnífica lección del arte de narrar.También de Argentina ha llegado la voz más nueva, más novedosa, más trepidante, más “cool” del año: Pola Oloixarac y su novela “Las Teorías Salvajes”, una comedia filosófica divertida y amarga, un puzzle sobre el estado del mundo en la época de la posmodernidad madura e internet…, pero también una novela en la estela de la concepción borgeana de la literatura como una forma de indagación y de conocimiento.2010, por otra parte, ha sido el año en que se ha abierto el archivo personal de Bolaño. Con la publicación de “El Tercer Reich” -una novela iniciática, pero bien armada y poblada de “guiños” muy de Bolaño- se inicia la recuperación de un legado aún desconocido que promete ofrecer todavía más novedades del que, sin duda, es el mayor referente de la literatura hispana de hoy y el más influyente entre los escritores jóvenes. Novela extranjera En cuanto a la literatura extranjera publicada en nuestro país a lo largo de 2010 cabría destacar al menos cinco títulos mayores.1. La aparición en Anagrama de la primera de las cuatro “novelas” que componen el ciclo narrativo de W. G. Sebald: Vértigo, lo que nos permite hacernos ya una idea cabal de la obra del gran escritor alemán, un autor tardío que se ha convertido en los últimos años en una de las vigas maestras de la literatura europea contemporánea.2. Los Infinitos, del irlandés John Banville. Novela extraña y perturbadora, de las más raras que ha escrito Banville (el mejor estilista de la lengua inglesa, según Steiner), pero a la postre un libro sabio, hondo, atrevido, inquietante y juguetón, sobre la mortalidad y la inmortalidad, sobre los hombres y los dioses.3. Verano, de J. M. Coetzee. Tercera entrega del ciclo autobiográfico del escritor sudafricano, radicado en Australia, y Premio Nobel, que pone en evidencia las extraordinarias cualidades narrativas del autor y su capacidad para seguir encontrando fórmulas narrativas audaces.4. El archipiélago del insomnio, de Antonio Lobo Antunes. Una nueva vuelta de tuerca en el quehacer narrativo de un escritor imprescindible de nuestros días, uno de los testigos mayores del panorama de desolación que nos rodea.5. Los Once, de Pierre Michon. El mejor escritor francés vivo nos ofrece una visión extraordinaria sobre el trágico devenir de la Revolución francesa, desde una perspectiva inesperada y con una lucidez devastadora. Recuperación de Perec Una exposición en A Coruña ha devuelto a la actualidad la obra y la figura de Georges Perec (1936-1982), una de las figuras literarias cardinales de los años 60 y 70, uno de los escritores más originales del siglo XX, y el autor de obras maestras como “Las cosas” (insuperable radiografía de la pequeña burguesía francesa), “El hombre que duerme” o “La vida instrucciones de uso”. Literatura mayor, verdadera literatura, que cabe recobrar al calor de las nuevas ediciones que se están realizando de sus obras.

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