Ucrania teme que Putin vuele la presa de Kajovka para frenar el avance en Jersón

¿Un tsunami en el bajo Dniéper?

Ucrania advierte que el ejército ruso ha minado la presa de Kajovka, en el río Dniéper, para presumiblemente volarla -e inundar miles de hectáreas aguas abajo- cuando las tropas de Kiev se apoderen de Jersón.

“No necesitamos un ataque nuclear contra Ucrania y no tiene sentido político ni militar”, dijo en tono tranquilizador Putin en un discurso, aunque luego añadió que “mientras existan las armas nucleares, está el peligro de usarlas”. El presidente ruso, que hizo estas declaraciones después de que el Kremlin ensayara un «ataque nuclear masivo» en unas «maniobras militares rutinarias», persiste en su habitual modus operandi. Muestra sus cartas, lanzando miedo y amenazas… y luego acusa a de «histerismo» a los que reaccionan con alarmismo.

Sin embargo, hace meses que la guerra no marcha bien -nada bien- para Rusia. Ante el avance de las tropas ucranianas, Moscú ha completado la evacuación de la estratégica ciudad de Jersón. Esta ciudad, capital de la región del mismo nombre -una de las provincias que Rusia se ha anexionado ilegalmente- es la puerta de entrada por vía terrestre a la península de Crimea, además de controlar la desembocadura del Dniéper, el río más importante de Ucrania. Pero además es clave de cara a recuperar el control de la central nuclear de Zaporiyia, que se encuentra en la ribera oriental del Dniéper, unos 200 kilómetros río arriba.

Infografía de Henar de Pedro (20 minutos)

Por la importancia de Jersón, cobran importancia las advertencias de quienes piensan que antes que dejar que las fuerzas ucranianas retomen el control de la ciudad, Putin está dispuesto a tomar medidas drásticas. Los servicios de Inteligencia de Ucrania han alertado de que el ejército ruso ha minado la presa de Kajovka, en el río Dniéper, una infraestructura crítica construida por la Unión Soviética en 1956, que embalsa una superficie de agua de 2.155 kilómetros cuadrados.

La voladura de esta presa provocaría «un desastre a gran escala», un auténtico tsunami, liberando de forma súbita 18 millones de metros cúbicos de agua, inundando miles de hectáreas y hasta 80 localidades, afectando incluso a la ciudad de Jersón. Una estrategia de «tierra quemada» de esta magnitud cortaría durante meses cualquier avance ucraniano en este sector, y más de cara al barro y la nieve del invierno.

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