Elecciones en Rusia, mientras se recrudece la guerra en Ucrania

Un Putin hasta 2030… y fortalecido

Es un hecho. Putin, cuyo poder en Rusia ya es máximo, ha salido fortalecido tras las elecciones ruas. Ha ganado de manera aplastante, con cerca del 90% de los votos. ¿Cómo no iba a hacerlo?

Cero sorpresas. Vladimir Putin ha ganado las elecciones en Rusia con el 87,32% de los votos, renovando su poder autárquico hasta el 2030. Nada más proclamarse ganador en unos comicios diseñados para su victoria, el jefe del Kremlin ha lanzado belicosas amenazas contra Occidente -insistiendo en el poder nuclear de Rusia y en el peligro de una Tercera Guerra Mundial- y ha anunciado nuevos esfuerzos en la «operación militar especial» sobre Ucrania

Es un hecho, Putin, cuyo poder en Rusia ya es máximo, ha salido fortalecido. Ha ganado de manera aplastante las elecciones, con cerca del 90% de los votos. ¿Cómo no iba a hacerlo?

Lo ha logrado sobre la base de un régimen que promueve sin cesar el culto a la autoridad y que ensalza cada día a la figura del «nuevo zar» Vladimir, que persigue y hostiga a la oposición real y que sólo ha dejado presentarse como «oposición» a los otros sectores del «Partido de la Guerra», representantes de las voces de la oligarquía rusa que piden al Kremlin ir incluso más allá en sus planes imperialistas, y que sirven para presentar a Putin como «moderado» y mesurado.

En este contundente resultado hay ciertamente un factor base: a pesar de todo, Rusia ha sorteado las turbulencias económicas. «Contrariamente a las expectativas generalizadas en los meses posteriores a la invasión a gran escala de Ucrania, las sanciones occidentales no han paralizado la economía rusa. Después de un declive en 2022, los pronósticos del Kremlin, así como los del FMI, auguran un crecimiento de la economía rusa de alrededor del 3% en 2024, debido al aumento de la producción militar y a la ayuda de terceros Estados –del espacio post soviético, China, la India y otros– para eludir las sanciones», afirma Mira Milosevich, investigadora del Real Instituto Elcano.

Pero el factor principal no es otro que el régimen autárquico y antidemocrático, construido desde finales de los años 90 en torno al poder de Putin como máxima figura de autoridad, y como árbitro de las diferentes facciones y grupos de la clase dominante rusa, heredera directa de la burguesía burocrática socialfascista de la URSS.

La oposición «oficial»: las facciones del «Partido de la Guerra».

Rellene la casilla: «Putin» o «desafortunado accidente». Viñeta de Graeme Keyes

El régimen de Putin cuenta con el poderoso cepo de la Ley de Partidos de 2001, que tiene el poder de vetar el registro de un partido/candidato por su emblema, su programa o el lenguaje que utiliza, si se considera «contrario a los intereses de la Patria» (algo convenientemente ambiguo), o porque no ha reunido suficientes firmas “auténticas” para su candidatura. Otro obstáculo clave es la cláusula que prohíbe que un candidato represente a una coalición.

Y así se ha vetado a la oposición real. Muriendo «casualmente» a Navalni pocas semanas antes de los comicios, aunque de todas maneras no podía presentarse por estar encarcelado, y prohibiendo (mediante trabas formales en las firmas) la presentación de una candidatura contraria a la guerra de Ucrania, encabezada por el liberal Boris Nadezhdin.

Esta oposición de atrezzo forma parte del simulacro democrático del régimen ruso

Una vez inhabilitada -por eliminación física o política- la «oposición no permitida», Putin ha ganado por goleada a tres candidatos de la “oposición oficial”, registrados y tolerados, pero bien controlados por el Kremlin. ¿Quiénes son?

Tenemos a Nikolái Jaritónov, candidato del «Partido Comunista», nostálgicos de la URSS en su versión más brezneviana; luego tenemos a Leonid Slutski, del partido Liberal Demócrata de Rusia, que preside la Comisión de Asuntos Exteriores de la Duma, y por último a Vladislav Davankov, de Nuevo Pueblo, vicepresidente de la Duma.

Los primeros -imbuídos del más reaccionario ultranacionalismo- son críticos con Putin al considerar que Rusia debería echar mucha más carne en el asador en su guerra «desnazificadora» en Ucrania, y que no deben ahorrarse esfuerzos» por liberar a Rusia de las garras de Occidente. Los dos restantes tienen diferencias mucho más insustanciales y apoyan ampliamente la política de Vladimir Putin.

Esta oposición de atrezzo forma parte del simulacro democrático del régimen ruso, y es tolerada mientras no supere más del 20% de los votos.

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Y mientras tanto, en Ucrania…

Los misiles rusos alcanzaron la central de Dnipro, la mayor estación hidroeléctrica ucraniana

Dias después del resultado de las elecciones, Rusia decidía desatar un devastador ataque sobre Ucrania. Los invasores lanzaron más de 60 drones explosivos y 90 misiles en lo que las autoridades ucranianas han descrito como el ataque más brutal contra su infraestructura energética desde que comenzó la guerra a principios de 2022.

De nuevo, el Kremlin ha usado una combinación de diferentes tipos de ataques aéreos -drones kamikaze, misiles balísticos y de crucero- sincronizados de tal manera que han sido capaces de burlar en parte a las sólidas defensas antiaéreas ucranias. Así, hasta 31 proyectiles fueron lanzados sobre Kiev, pero fue Járkov, la segunda ciudad más grande de Ucrania, la que sufrió los mayores daños. Los ataques han destruido todos los instalaciones energéticas que abastecían a esta ciudad, dejando sin electricidad a por lo menos 700.000 usuarios de Járkov, y a otros cientos de miles más en otras regiones.

Se teme que este ataque sea el prolegómeno de una ofensiva de mucha mayor magnitud en Ucrania.

Se teme que este ataque sea el prolegómeno de una ofensiva de mucha mayor magnitud en Ucrania. Rusia ha avanzado en el campo de batalla en los últimos meses frente a las exhaustas tropas ucranianas, que pasan apuros por la escasez de mano de obra y de municiones a lo largo de la línea del frente, que se extiende a lo largo de más de 1.000 kilómetros

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