La deuda exterior española alcanza el 165% del PIB

Un paí­s embargado

Ni siquiera en medio de una furibunda crisis financiera y un drástico recorte del crédito internacional, la deuda exterior española deja de crecer. Continúa incrementándose. Y aunque lo hace de una forma más suave, lo cierto es que al acabar el año 2008 ascendí­a ya a 1,66 billones de euros, el 165% del PIB. Este es el registro sangrante de uno de los dogales que lastran el desarrollo nacional, el de la dependencia de la financiación exterior. Y con el que debemos inevitablemente cortar si queremos encontrar una salida a la crisis. A través de un drástico plan de ahorro nacional que comience por el sustancial recorte de los gastos supérfluos y el despilfarro del Estado.

La deuda externa de un aís, tal como la define el Fondo Monetario Internacional (FMI), incluye los saldos de todos los pasivos frente a no residentes siempre que den lugar a pagos por amortización o intereses. La deuda viene a significar, por ello, el saldo vivo de los préstamos pendientes de pago (tanto a corto como a largo plazo), y que anualmente se reflejan en el déficit de la balanza de pagos. En 2008, el déficit exterior ascendió a 104.664 millones de euros. Año tras año, la bola de nieve ha ido creciendo hasta alcanzar esos 1,66 billones de euros. Dicho en términos más directos, la deuda externa refleja la diferencia entre lo que un país produce y lo que necesita financiar para mantener su nivel de desarrollo. Es decir, este país ahorra anualmente alrededor del 20% del PIB, pero invierte algo más del 30%, lo que da lugar a ese desequilibrio. La cifra es verdaderamente espectacular -el 10% del Producto Interior Bruto- y pone de manifiesto la enorme dependencia de España de los capitales extranjeros, lo que explica que en un contexto de crisis financiera haya sido uno de los países que más han sufrido las restricciones exteriores. En términos relativos, el endeudamiento bruto supera ya el 165% del PIB, el porcentaje más alto alcanzado por la economía española. Para hacerse una idea de lo que representa su evolución hay que tener en cuenta que hace apenas cuatro años (en el cuarto trimestre de 2004) el endeudamiento exterior equivalía a 906.924 millones de euros, lo que supone un fortísimo incremento de 755.534 millones en apenas cuatro años en términos absolutos. España, sin embargo, no sólo debe, sino que también presta dinero en el extranjero, y eso se recoge en su posición internacional. Y lo que dicen los datos publicados ayer por el Banco de España es que al acabar el año 2008 se situaba en 876.100 millones de euros. Esta es la cantidad que realmente debe España en términos netos, lo que supone un crecimiento equivalente a 48.400 millones en apenas un año. Esto significa que la deuda neta se ha duplicado respecto al cierre de 2004, lo que refleja nítidamente el progresivo endeudamiento de los agentes económicos españoles. Si se excluye al Banco de España, la posición de inversión es incluso más negativa. Asciende a 927.000 millones de euros. Este es, realmente, el dinero que España debe devolver a sus acreedores (más los intereses correspondientes) en los plazos convenidos. Cuando hay liquidez y teniendo en cuenta que España forma parte de una unión monetaria, la existencia de un elevado endeudamiento exterior no es un problema importante a corto plazo, salvo que las circunstancias cambien, como ocurre actualmente, en que el crédito está racionado, lo que provoca estrangulamientos financieros y limita el crecimiento económico por falta de dinero

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