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Un Gobierno en pleno descrédito y una oposición sin credibilidad

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EL PARTIDO Popular se sitúa hoy en el nivel de intención de voto más bajo en 20 años, si repasamos las encuestas realizadas por Sigma Dos para EL MUNDO desde los noventa. A la vez, ese partido que está en el fondo del pozo del descrédito mantiene una cómoda ventaja de cinco puntos sobre el PSOE. En conclusión, España tiene dos graves problemas: uno está en el Gobierno y otro en la oposición. Pocas encuestas como la que publicamos hoy son tan contundentes al hablar de la pérdida de aceptación social de un Ejecutivo y de la falta de credibilidad de su presidente. Rajoy empeñó su palabra al negar el sábado 2 de febrero la supuesta financiación irregular del PP y el pago de sobresueldos en dinero B a dirigentes del partido. Pero convenció a muy pocos, ya que el 78% de los españoles cree que en el PP se manejaba dinero negro, el 76% piensa que se pagaron esos sobresueldos y el 67%, que el propio presidente cobró o supo de su existencia. Es muy difícil ejercer el liderazgo si la inmensa mayoría de los ciudadanos -muchos de ellos votantes del PP- no te cree. Por eso, el político que en una sociedad democrática y abierta se aferra a gobernar al margen de la opinión pública comete un error de bulto que nunca termina bien.

Ayer, en un ejercicio de transparencia, Rajoy hizo públicas sus últimas declaraciones de la renta. Pero la sociedad le pide mucho más. Cuando el 84% de los españoles considera que Ana Mato debe dimitir por su implicación en la trama Gürtel no puede cerrar la cuestión con un «no se lo merece». En el PP hay cada vez más dirigentes que consideran insostenible la situación. Núñez Feijóo, que exigió ayer «explicaciones contundentes» a la ministra de Sanidad, no dijo sino lo que muchos piensan. Ayer vivimos todo un ejemplo con la dimisión de la ministra de Educación alemana, Annette Schavan, por plagiar supuestamente su tesis doctoral hace 33 años. «Primero el país, luego el partido y después yo misma», fue el modélico argumento de Schavan, que es amiga personal de Merkel, y que soporta unas discutibles acusaciones que se remontan a mucho antes de estar en el Gobierno. Una situación similar a la de Mato, excepto en que para la chica de Rajoy lo primero es ella y lo último el interés general.El desprestigio del Gobierno sería menos perjudicial para España si emergiera una oposición capaz de tomar las riendas de la nación a medio plazo. Pero es la primera vez en democracia que esta regla no se cumple y no sólo porque el PSOE no suba en intención de voto. Es muy significativo que en plena crisis popular la valoración de Rubalcaba siga siendo inferior a la de Rajoy: al preguntar por su honradez, los ciudadanos dan al presidente un mísero 3,76 sobre 10 y al secretario general de los socialistas todavía tres décimas menos. El PSOE debe tomar conciencia de que está dilapidando una oportunidad extraordinaria para renovar su liderazgo y presentar a una sociedad asqueada un proyecto ilusionante. Dos españoles con autoridad moral y prestigio internacional, como Plácido Domingo y el catedrático de la London School of Economics Luis Garicano, advierten hoy desde este periódico sobre el peligro de la corrupción para la recuperación económica y la necesidad de afrontarla sacando «todo a flote», como dice el tenor. Tiene razón Garicano al pedir a Rajoy que mire «a los españoles a la cara y reconozca que España tiene un problema estructural con sus instituciones». Es otra variante del «primero el país» de la ex ministra germana. Por el país, la primera obligación del presidente ahora es depurar responsabilidades en el Partido Popular.

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