SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Gallardón, Cospedal y Alonso reculan

El Gobierno y el PP, asustados por la presión social que se cierne sobre ellos por sus políticas y por los escándalos de corrupción han empezado a rectificar y recular en muchas políticas. Así lo hicieron en últimos días y horas, Cospedal, Alonso y Gallardón, y puede que pronto veamos otros casos más porque este país está en un momento muy difícil y de alta tensión política y social.

Ni la renuncia del Papa, ni los discursos optimistas de los brotes verdes, o el regreso del fútbol europeo, van a durar lo suficiente para eclipsar los problemas de España, por más que todo ello le ofrecerá un respiro al Gobierno y al PP que llevan semanas bajo una intensa presión social y mediática por la corrupción detectada en los papeles de Bárcenas y por el aumento de la crisis social. La que en el día de ayer subió nuevos escalones ante las noticias de que cuatro personas más que se han suicidado por causa de los desahucios de los bancos, lo que ha calentado los ánimos con razón y facilitado la admisión a trámite del debate planteado en el Congreso de los Diputados por la iniciativa popular de 1.400.000 firmas, lo que en un principio era rechazado por el PP. “El partido que decide” como gusta decir a su portavoz Alfonso Alonso, quien después de decir “no” por la mañana a esa tramitación, por la tarde ha dicho que “sí”, ante la presión social.

Una marcha atrás que no garantiza -o ya veremos, que ocurre- el que el PP apruebe la propuesta de la “dación por pago”, y de no más pagos en las hipotecas morosas, pero que de momento será debatida y ya veremos entonces qué hace el Gobierno. Porque las medidas aprobadas de ayudas a los afectados solo para casos muy extremos, son manifiestamente insuficientes. Y contrastan con las enormes ayudas a la banca y los escándalos de los banqueros, lo que no deja de subir la tensión política y social.

La marcha atrás ayer del PP en el Congreso, se vio acompañada por otra rectificación y marcha atrás del ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, quien podría acabar implicado en el caso Nóos por la “donación” -sin un concurso ni contrapartidas- de fondos públicos a la Fundación de Iñaki Urdangarin cuando él era el Alcalde de Madrid. Pues bien, Gallardón dice ahora que está dispuesto a rectificar su proyecto de imposición unas nuevas tasas judiciales, aceptando reformas que ha propuesto la Defensora del Pueblo, Soledad Becerril, lo que sin duda constituye una forma discreta, o pactada, para recular.

A ello tenemos que añadir la reciente rectificación de la secretaria general del PP, Dolores Cospedal, que ha expulsado de la nómina del PP al marido de Ana Mato, Jesús Sepúlveda, a pesar de que días atrás su secretario de Organización, el tal Floriano, dijera que el PP no lo podía cesar porque era “funcionario” (sic) del partido. Y a la espera estamos de que Rajoy rectifique y obligue a dimitir a Ana Mato de su cargo de ministra de Sanidad, porque la presión sobre la presunta beneficiaria de los regalos de Gürtel no cesará.

La estrategia del Gobierno de abrir frentes políticos e ideológicos -como los de las reformas de Sanidad, Educación y Justicia- a la vez que los duros ajustes económicos y sociales del déficit, y en coincidencia con el desafío catalán y los múltiples escándalos de corrupción, ha sido un gravísimo error de Rajoy quien siguió la táctica de hacer todas las reformas en el primer año de Gobierno, a sabiendas de que en ese fragor todo se podía colar gracias a la mayoría absoluta del PP. Y así colaban las reformas ideológicas del programa electoral del PP junto a las reformas económicas y sociales contrarias a ese programa electoral. Pero la acumulación de problemas y la creciente revuelta social ha obligando al PP y al Gobierno a dar marcha atrás. Y eso es lo que ahora han empezado a hacer. Máxime cuando desde la oposición le han pedido a Rajoy su dimisión por causa de la corrupción.

“Rectificar es de sabios”, dijo Cospedal a propósito de Sepúlveda. Pues bien, todo apunta a que el Gobierno y el PP van a necesitar mucha sabiduría para recomponer la complicada situación política y social, que los están hundiendo en las encuestas pre electorales y que empieza a provocar revueltas internas en el seno del Partido Popular.

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