Un giro brusco hacia otro Vietnam

«Hemos tenido decenas de miles de soldados en Afganistán desde hace varios años, y hemos contratado a un número aún mayor de mercenarios (o «contratistas», como se llaman en estos dí­as). Como en Vietnam, las fuerzas insurgentes son más fuertes que nunca, y el gobierno afgano es tan corrupto como el que respaldamos en Saigón».

Una vez elegido, Johnson emezó a enviar más tropas hasta que las fuerzas norteamericanas llegaron a superar las 500.000. En total, más de 58.000 estadounidenses murieron en Vietnam, y muchos más lisiados de cuerpo y mente. Esto para no decir nada de los casi 2 millones de vietnamitas que murieron bajo los bombardeos EEUU. Johnson tuvo un brillante historial en asuntos internos, pero Vietnam ahogó su sueño de “la gran sociedad”. La guerra se había vuelto tan insoportable para muchos estadounidenses –civiles y militares–, que a pesar de su victoria aplastante de 1964 no buscó la reelección cuatro años más tarde. (THE WASHINGTON POST) DIARIO DEL PUEBLO.- La Conferencia de Copenhague tiene como propósito luchar por el futuro de la Humanidad, en lugar de disputarse por el poder y el lucro. Que los países desarrollados muestren su sinceridad ayudando en fondos y tecnología a los países en vías de desarrollo a ahorrar energía y reducir emisiones; que los países en vías de desarrollo hagan todo lo que puedan para no recorrer de nuevo el viejo camino de los países desarrollados: He aquí la comprensión de la lucha común por enfrentar el calentamiento global que tengo yo, un ciudadano chino común, y también lo que espero de esta Conferencia. EEUU. The Washington Post Un giro brusco hacia otro Vietnam George McGovern* Como senador de EE.UU. durante la década de 1960, me angustiaba por la muy equivocada guerra de Vietnam. Después de hacer todo lo posible para salvar a nuestras tropas y al pueblo vietnamita de un conflicto sin sentido, la hice finalmente mi causa, llevándola al gran público en mi campaña presidencial de 1972. Hablando por todo el país, le dije al pueblo que lo único bueno de la tragedia de Vietnam sería que su enorme costo en vidas y en dólares abstendría a cualquier administración futura ir por ese camino. Estaba equivocado. Hoy, estoy asombrado de la decisión de la administración de Obama de escalar una guerra igualmente equivocada en Afganistán, y al escuchar a nuestro joven y talentoso Presidente explicar por qué se están añadiendo 30.000 soldados –más allá de los 21.000 que ya había añadido– sólo puedo pensar : otro Vietnam. Espero estar equivocado, pero la historia me dice lo contrario. Los presidentes John F. Kennedy, Lyndon Johnson y Richard Nixon todos creyeron que la mejor manera de salvar al gobierno de Saigón y derrotar a Ho Chi Minh y sus insurgentes del Vietcong era el envío de tropas de EEUU. Sin embargo, la insurgencia se fortaleció, incluso después de que hubiera más de 500.000 soldados que luchaban y morían en Vietnam. Hemos tenido decenas de miles de soldados en Afganistán desde hace varios años, y hemos contratado a un número aún mayor de mercenarios (o "contratistas", como se llaman en estos días). Como en Vietnam, las fuerzas insurgentes son más fuertes que nunca, y el gobierno afgano es tan corrupto como el que respaldamos en Saigón. ¿Por qué enviar a jóvenes americanos a arriesgar su vida en nombre de esos regímenes sin valor? La administración dice que tenemos que combatir a Al-Qaeda en Afganistán. Pero las mayores fuerzas de Al Qaeda están en Pakistán. La insurgencia en Afganistán está encabezada por los talibanes. Su objetivo es su propio gobierno, no nuestro gobierno. Su única pelea con nosotros es que sus miembros ven cómo a través de nuestras tropas y otros recursos apuntalamos a un gobierno que desprecian. La adición de más fuerzas de EEUU impulsará aún más a los talibanes. A partir de 1979, los soviéticos trataron de controlar los acontecimientos en Afganistán durante casi una década. Perdieron 15.000 soldados, y un número aún mayor de soldados mutilados o heridos. Su tesoro estaba agotado, y la Unión Soviética se derrumbó. Una suerte similar han corrido otras potencias que trataron de hacer su propia política en un cerrado Afganistán tribal y de señores de la guerra en las montañas. Tenemos los mejores oficiales y tropas de combate del mundo, pero están cansados después de casi una década de lucha en Irak y Afganistán. ¿Por qué perder estos magníficos soldados por más tiempo? Incluso si tuviéramos una buena causa para una guerra en Afganistán, simplemente no podemos darnos el lujo de pagarla. Con una deuda de 12 billones de dólares y una recesión económica grave, este no es tiempo de guerras innecesarias en el extranjero. Debemos traer a nuestros soldados a casa antes de que más de ellos sean asesinados o heridos, y antes de que nuestra deuda nacional explote. En 1964, Johnson pidió a varios senadores que no buscaban la reelección ese año, si harían campaña por él. Aseguró a los que se oponían a la guerra de Vietnam que no tenía planes para ampliar la presencia de EEUU. Johnson ganó la elección con una victoria aplastante, diciendo a los votantes que no buscaba ampliar la guerra. "No vamos a enviar a los chicos norteamericanos a nueve o 10 mil kilómetros de distancia de casa a hacer lo que los jóvenes de Asia deberían hacer por sí mismos", aseguró durante su campaña. Pero una vez elegido, Johnson empezó a enviar más tropas hasta que las fuerzas norteamericanas llegaron a superar las 500.000. En total, más de 58.000 estadounidenses murieron en Vietnam, y muchos más lisiados de cuerpo y mente. Esto para no decir nada de los casi 2 millones de vietnamitas que murieron bajo los bombardeos EEUU. Johnson tuvo un brillante historial en asuntos internos, pero Vietnam ahogó su sueño de “la gran sociedad”. La guerra se había vuelto tan insoportable para muchos estadounidenses –civiles y militares–, que a pesar de su victoria aplastante de 1964 no buscó la reelección cuatro años más tarde. Obama tiene la capacidad para ser un gran presidente, yo sólo espero que Afganistán no empañe su mensaje de cambio. Después de medio siglo de Guerra Fría y guerras calientes, es hora de reconstruir nuestra gran tierra con problemas. Cerrando los conflictos en Irak y Afganistán, se pueden desviar las enormes sumas que se gastan allí a la revitalización de nuestra propia nación. En 1972, pedí a mis conciudadanos que gritaran el "Volved a casa, América". Hoy, recomiendo esas palabras a nuestro nuevo presidente. *George McGovern fue senador por Dakota del Sur y candidato a la presidencia de EEUU por el Partido Demócrata en 1972. THE WASHINGTON POST. 13-12-2009 China. Diario del Pueblo Carta de un ciudadano chino a la Conferencia de Copenhague El precio del calentamiento climático, ¿cómo lo compartirán los 6.000 millones de habitantes de nuestro planeta? Los modos de vida con enormes diferencias entre los países desarrollados y los países en vías de desarrollo, ¿deben ser heredados de generación en generación al igual que bajo el sistema hereditario? Delegados de los diversos países a la Conferencia de Copenhague sobre el Cambio Climático: ¿Cómo están ustedes? Desde hace algunos días, ustedes están celebrando la conferencia más importante y también la más difícil de soportar en el mundo. Las disputas entre ustedes las oímos todas. Soy un chino común de origen campesino que acaba de vivir una vida algo mejor que mi generación anterior. Tener una vida mejor es el anhelo de todas y cada una de las personas. En mi tierra natal, los campesinos compran aparatos eléctricos, construyen casas y esperan ir a viajar por las grandes ciudades. En la ciudad donde vivo yo, hay cada vez más aparatos de aire acondicionado y cada vez más automóviles; muchas personas están esforzándose por un hogar un poco más amplio. Sin embargo, vivimos desafortunadamente en una época embarazosa. Muchas personas que acaban de pensar trasladar de la pantalla a su propia vida el modo de vida europeo y americano que envidian, oyen una categórica voz de “¡Alto!” Mis padres en las zonas rurales no han tenido tiempo para comprar refrigeradora y aparato de aire acondicionado para enfrentar el verano cada vez más cálido, oyen decir que sobre estos productos se impondrá el impuesto sobre las emisiones de carbono. Una fábrica donde trabajaba un compañero de estudio mío acababa de quedar en quiebra días atrás, porque no tenía fondo para comprar el nuevo equipo correspondiente a la norma de protección ambiental. Son más dignos de compasión los amigos extranjeros que viven en países insulares, pues se dice que con otra elevación de 1,5 grados en la Tierra, sus países quedarán sumergidos en aguas. Tanto yo como las personas en mis alrededores deseamos desde luego vivir en un ambiente más limpio, más fresco y con menos calamidades climáticas y pagar por esto los precios susceptibles de ser soportados. Pero lo que me resulta desconcertado es: ¿Cómo se comparten estos precios entre los 6.000 millones de habitantes de la Tierra? Ante las enormes diferencias en el modo de vida de los países desarrollados y los en vías de desarrollo, ¿acaso el de los países pobres debe ser suyo para siempre y el de los ricos será suyo propio, heredado de generación en generación al igual que bajo el sistema hereditario? Si fuera así, ¿dónde estaría la fuerza motriz de nuestra lucha por el futuro? He recorrido algunas zonas pobres del Suroeste y Noroeste de China, en donde algunas personas viven aún en condiciones bastante difíciles e incluso luchan por vestirse bien y comer lo suficiente. Pero su ambiente de vida ya ha sido afectado por el calentamiento climático: tiempos peores, vientos y arenas más violentos, y desastres naturales más frecuentes. Ellos se devoran el fruto amargo del veloz desarrollo del mundo y, en cambio, muchos de los que han creado este fruto amargo y sus generaciones posteriores viven una vida feliz en lugares a miles de kilómetros. Ellos dicen “hasta aquí” a las personas tardías en el desarrollo, sólo porque en este mundo no cabe tanta felicidad. “¡Hasta aquí!”—siendo un aldeano que entró hace poco en la ciudad, yo no podría decir estas palabras pues me remorderían la conciencia. No tengo derecho a demandar a mis paisanos sostener con su propio atraso la felicidad ajena, precisamente como yo no tengo derecho a demandar a todos los ricos abandonar sus casas quintas y dejar de usar sus autos. Lo que yo puedo hacer es apagar la luz en el momento de salir, usar aparatos ahorradores de energía, usar un poco menos de agua para bañarme, llevar trajes sencillos…llevar una vida sencilla pero agradable. Afortunadamente, en mis alrededores cada vez más personas se han incorporado a estas filas. Ellas no sólo buscan por sí un modo de vida sano y ecológico, sino que van por propia iniciativa a las zonas pobres para generalizar el uso de gas metano y energía solar, a las zonas secas para ayudar en la transformación de la tradicional estructura de cultivo, a las zonas afectadas por avalanchas de lodo y piedra y por desprendimientos de tierras para ayudar a transformar los campos escalonados y ayudar a los lugareños a enfrentar el cambio climático. Y, más aún, algunas personas se han incorporado a organizaciones populares de protección ambiental para supervisar las emisiones de las empresas, perfeccionar las planificaciones urbanas y salvaguardar los derechos e intereses ambientales de las masas. Los nuevos términos como bajo carbono, reducción de carbono y huellas de carbono se vuelven cada vez más familiarizados para nosotros los chinos. “No es que hayamos heredado de los antepasados la Tierra, sino que hemos pedido prestada la Tierra de nuestros hijos y nietos.” Todos y cada uno de nosotros nos responsabilizamos con nuestras acciones por el mundo y por nuestros hijos y nietos. Todo esfuerzo que hagamos nosotros será retribuido en un futuro no lejano y, aún después de que abandonemos este mundo, dejaremos nuestras profundas huellas. La Conferencia de Copenhague tiene como propósito luchar por el futuro de la Humanidad, en lugar de disputarse por el poder y el lucro. Que los países desarrollados muestren su sinceridad ayudando en fondos y tecnología a los países en vías de desarrollo a ahorrar energía y reducir emisiones; que los países en vías de desarrollo hagan todo lo que puedan para no recorrer de nuevo el viejo camino de los países desarrollados: He aquí la comprensión de la lucha común por enfrentar el calentamiento global que tengo yo, un ciudadano chino común, y también lo que espero de esta Conferencia. DIARIO DEL PUEBLO. 11-12-2009

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