EE UU replaza al jefe de las fuerzas de la OTAN en Afganistan

Un experto en contraninsugencia

El secretario de Defensa de EE UU, Robert Gates ha anunciado este lunes que reemplaza al comandante estadounidense y jefe de la OTAN en Afganistán, el general David McKiernan, quien ha estado en el cargo menos de un año. Gates, que visitó el paí­s centroasiático la semana pasada, ha dicho a los periodistas que es necesario tener una nueva visión, en momentos en que Estados Unidos está cambiando su estrategia en la lucha contra la insurgencia en Afganistán.

El secretario de Defensa estadounidense, Robert Gates, anunció hoy la destitución del jefe de las oeraciones militares de EE UU en Afganistán, el general David McKiernan, en momentos en que aumentan las hostilidades en este paí­s centroasiático y en el vecino Pakistán.»í‰ste es el momento correcto para hacer el cambio», ha dicho Gates a la prensa. «Nuestra misión allí­ requiere de un nuevo enfoque, nuevas ideas de nuestros lí­deres militares». El jefe del Pentágono ha contado que pidió la renuncia a McKiernan y recomendó como sustituto al general Stanley McChrystal, actual director del Estado Mayor Conjunto estadounidense, para que lidere a los 45.000 soldados estadounidenses y cerca de los 32.000 efectivos pertenecientes a la OTAN. «Hoy tenemos una nueva polí­tica establecida por nuestro presidente. Tenemos una nueva estrategia, una nueva misión y un nuevo embajador. Creo que un se necesita un nuevo liderazgo militar, dijo Gates, quien estuvo la semana pasada en Kabul para apuntalar las propuestas de Obama, que pretende incluir un plan de contrainsurgencia, que incluya elementos de polí­tica social e institucional en Afganistán, donde habrá elecciones presidenciales este año.Nadie lo dice oficialmente. Pero el ataque aéreo estadounidense que mató a más 100 civiles afganos inocentes también terminó ayer con la carrera militar del Comandante en Jefe de las fuerzas estadounidenses desplegadas en Afganistán, el general David McKiernan.Pese a que no hací­a un año que ocupaba ese delicado cargo, McKiernan -un especialista en combates convencionales- fue reemplazado ayer por el general Stanley McChrystal, un especialista en guerras no convencionales y en contrainsurgencia. la cada vez más compleja campaña de contrainsurgencia en Afganistán requerí­a un enfoque menos convencional, por eso no sorprende que el reemplazante provenga de las fuerzas especiales estadounidenses.Lo cierto es que la muerte de civiles inocentes en Afganistán y en Pakistán está aumentando vertiginosamente el sentimiento antiyanqui en esa región y está reforzando la posición de los talibán que operan de un lado y otro de la frontera. Durante una entrevista con CNN, el viernes, el presidente afgano Hamid Karzai pidió a Washington que ponga fin a los ataques aéreos y advirtió que la guerra contra los talibán requiere en especial Inteligencia y experiencia en guerra de guerrillas.McChrystal actuó como Comandante en Jefe de las Operaciones Especiales en Irak, donde fue muy exitoso en sofocar a la insurgencia. Como a su N° 2, Gates nombró al general David Rodrí­guez, ex jefe de la División 101 aerotransportada. Eso significa que los operativos aéreos continuarán, pero el acento estará puesto en tratar de vencer a los talibán desde tierra.Kabul Más allá del beneplácito con que las autoridades afganas recibieron la noticia del refuerzo de tropas estadounidenses, la situación no permite lanzar las campanas al vuelo. Muchos ciudadanos consideran que a más efectivos extranjeros, más violencia y más ataques de los insurgentes. El año pasado fue particularmente sangriento, con 2.118 ví­ctimas civiles a manos de los insurgentes (el 55% del total de estos muertos), pero también por las tropas de EE.UU., la OTAN y de Afganistán. Esto representó un aumento del 40% respecto a 2007.La situación es especialmente peor en el sur de Afganistán y toda la frontera con Pakistán, justamente donde Kabul pide que se desplieguen los nuevos efectivos estadounidenses. Es ahí­ donde surgió el Talibán y donde se está fortaleciendo. También ahí­ está el feudo de los lí­deres tribales que simpatizan con Al Qaeda. Además, es la región donde se produce aproximadamente el 90% del opio del mundo (casi 8.000 toneladas en 2008), principal fuente de financiamiento de los grupos musulmanes extremistas.La nueva insurgencia talibán se encuentra ahora a la ofensiva (el 2008 ha resultado ser el peor año para los estadounidenses), ello se debe ante todo a dos razones: el respaldo que los talibanes aún obtienen de Pakistán y una creciente reacción pastún contra una presencia de las tropas extranjeras en suelo afgano que dura ya siete años. Una escalada de las tropas estadounidenses no forzará a los jefes talibanes ni a los caudillos locales a negociar acuerdos de paz.El nombramiento de un nuevo embajador en Kabul, Karl Eikenberry, se une a la apuesta personal del presidente Obama de vincular desarrollo con seguridad. Por ello, Estados Unidos va a enviar a 1000 civiles para fortalecer su control sobre la administración Afgana y el para Washington dí­scolo gobierno de Karzay. El objetivo según la administración Estadounidense no es otro que favorecer la sustitución de los cultivos de opio por otros alternativos, pero a nadie se le escapa que EE UU quiere un cambio de gobierno para las próximas elecciones. El gobierno de Hamid Karzai no cuenta con el beneplácito de Washington. Por ello varios han sido los planes para reducir su poder. Primero se pensó en cambiarle por un afgano-americano, después nombrar un primer ministro con fuerza suficiente para hacerle sombra y ahora emerge la idea de federalizar más el paí­s.Siguiendo la experiencia de Irak algunos asesores de la Casa Blanca afirman que hasta un 70 por ciento de los insurgentes fundamentan sus acciones en motivos económicos y no en ideológicos-religiosos. Continuando con esta afirmación, Washington pretende reintegrar a la parte más moderada del movimiento Talibán en la sociedad civil aportando subsidios a los que se alejen de las armas. Esta iniciativa, que ha sido vista por muchos como una rendición, es sin lugar a dudas el punto más polémico del Plan Obama sobre Afganistán. La nueva estrategia EE UU para Afganistán se centra en una «escalada» de las fuerzas estadounidenses, no para derrotar a los talibanes en el terreno militar, sino para llegar a un acuerdo polí­tico con el enemigo desde una posición de fuerza.

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