El plan social del nuevo Gobern catalán

Un caramelo social envenenado

¿Que pensarí­a usted si Bárcenas presentara un plan contra la corrupción o Rajoy un plan de choque contra los recortes?. El nuevo gobern catalán, presidido por el convergente Carles Puigdemont, ha prometido que una de las prioridades de su gestión será un «plan de choque social». El mismo Puigdemont que ha prometido ser «leal a Artur Mas», el alumno aventajado de los recortes dictados para Cataluña por el FMI y Merkel, el mismo dirigente de CDC sobre el que pesan denuncias de organizaciones populares por enriquecer a grandes monopolios del agua en el ayuntamiento de Girona…¿ se presenta ahora como un paladí­n contra los recortes?

Carles Puigdemont no es un recién llegado a la política, ni siquiera es una figura -como Raül Romeva- al que ingenuamente se le pudiera dar un voto de confianza por su trayectoria ‘progresista’ en su compromiso contra los recortes sociales. El nuevo President es un hombre de Convergéncia desde hace 20 años, de la misma ‘casta’ del 3% que ha hecho del saqueo soterrado del bolsillo de los trabajadores catalanes y de las arcas públicas su modus vivendi. Una figura de la misma pasta que Artur Mas o Boi Ruiz, flamante jefe de la patronal catalana de la sanidad privada que durante años ha ejecutado despiadadamente los más sangrantes recortes al sistema público de salud de la Generalitat, siguiendo las mismas orientaciones y directrices de la troika que Ana Mato en Madrid. «Su ‘procés’ necesita revestirse de cierto cariz social para que la mayoría de los catalanes -que han votado contra los recortes y por la unidad- no lo rechacen. El veneno necesita saber a caramelo»

Los vecinos de Girona, ciudad de la que Puigdemont es alcalde, conocen -gracias a la Plataforma Aïgua es Vida y la revista independiente Café amb Llet- cómo las tramas corruptas del Ayuntamiento con la empresa de aguas AGISSA (un 20% pública y el otro 80% en manos de La Caixa, Agbar y FCC) llevaron, en plena época de crisis, a cargar casi 4 millones de euros en compras de obras de arte a la factura de agua de todos los gerundenses. O cómo el excelentísimo se subió el sueldo un 18% en plena época de recortes. O cómo sus ‘medios de comunicación catalanes’ han recibido jugosas subvenciones de la Generalitat a pesar de tener contados lectores.

Otro Artur Mas aunque con más flequillo. Esta es la figura de ‘consenso’ al que han dado las CUP el bastón de mando. Unas bases y unos concejales de las CUP que encabezaron su denuncia en Girona, y que deben estar -como poco- desconcertadas.

Es seguro que la burguesía burocrática catalana ha tomado nota. Su ‘procés’ necesita revestirse de cierto cariz social para que la mayoría de los catalanes -que han votado contra los recortes y por la unidad- no lo rechacen. El veneno necesita saber a caramelo.

Pero ¿va a renunciar la oligarquía burocrática catalana a sus mordidas y corruptelas? ¿Va a renunciar Boi Ruiz a seguir degradando y privatizando paso a paso la sanidad pública? ¿Va a oponerse Puigdemont a la parte que le corresponda a Cataluña de los 9000 millones de euros en nuevos recortes sociales que ya exige la troika?.

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