,Un nuevo candidato dinamita la coalición de Bachelet

¿Un candidato independiente?

«No se asusten, nos vemos el 13 de diciembre.» Con esas palabras Marco Enrí­quez Ominami dio por terminada su militancia tras 17 años en el Partido Socialista (PS) para encaminarse rumbo a la carrera presidencial como independiente. Su decisión se precipitó debido a que hace unos dí­as, el presidente del PS, el senador, Camilo Escalona, lo acusó de «fraude electoral», luego que E.-Ominami comenzara a recolectar firmas para una candidatura independiente siendo aún socialista.

Pero no se fue en silencio. Criticó duramente el actual manejo que están teniendo las cúulas y las directivas de los partidos oficiales, a las que acusó de tener una actitud matonesca. Si bien, el discurso que ha empleado el novel aspirante a La Moneda ha sido en confrontación, apuntando a la renovación generacional, ha dejado en claro que su malestar apunta además a la estructura y a los dirigentes. Esta opinión la reafirmó al momento de presentar su renuncia. «Mi salida no tiene que ver con el partido, sino más bien contra quienes lo dirigen, pues se alejaron de los principios que rigen.»La espinosa relación entre Enrí­quez-Ominami y la Concertación no es reciente y tiene dos capí­tulos bien marcados: la no inclusión en las primarias del conglomerado que se realizó en abril pasado entre el actual candidato a la presidencia Eduardo Frei Ruiz Tagle -de la Democracia Cristiana- y José Antonio Gómez del Partido Radical y el alza sostenida que ha presentado en las encuestas. Esos dos sucesos han quebrantando el diálogo y primaron las descalificaciones. Aunque luego de las primarias, el PS mantuvo una postura pausada, buscando el diálogo con el dí­scolo diputado para que decantara su opción presidencial, pasaron las semanas y siguió manteniendo a firme sus convicciones por dar la pelea por La Moneda en diciembre.El 15 de mayo, fiel a su estilo neoprogresista, el cineasta y filósofo de profesión presentó su plan económico, el cual arrojó discrepancias por plantear la privatización de parte de las empresas estatales. Esta idea de inmediato tuvo repercusiones dentro del oficialismo, primero por ser defendida por la derecha empresarial y luego por Escalona, que sostuvo que «esa candidatura no era posible que se presentara dentro del Partido Socialista, porque él nunca hubiese sacado ni un solo voto dentro de la colectividad con estas tesis».Ahora bien, Enrí­quez-Ominami se sigue sintiendo parte de la Concertación y lo ha dicho cada vez que puede; sin embargo, su ex compañeros no lo perciben así­ argumentando que está quebrando el conglomerado que ha gobernado durante los últimos 20 años en Chile. Además, sostienen, daña seriamente la opción de Eduardo Frei. Por eso, los cuestionamientos y el enfrentamiento han sido con su mismo bloque polí­tico y no con su adversario natural el derechista inversionista, Sebastián Piñera, quien en varias oportunidades ha señalado que le resta puntos a Frei y no a su candidatura.En ese sentido, las últimas encuestas están demostrando que la aventura del dí­scolo ex socialista está tomando fuerza y dejó de ser una «jugarreta». El primero de ellos fue el sondeo de abril que realizó la empresa TNS-Time, que lo situó con un 14%. En tanto, Frei y Piñera presentaban un «empate técnico» de haber ballottage. Además reveló que en una segunda vuelta el 50 por ciento de los votos del dí­scolo ex diputado socialista se van hacia Frei y un 25% a Piñera.Una nueva encuesta de la misma empresa en mayo reveló que Enrí­quez-Ominami arrojó un aumento de 12 puntos con un 26 por ciento, superando por primera vez a Frei quien tuvo un 22% y Piñera se mantuvo en primer lugar con 35%. A su vez, la encuesta de junio realizada por la consultora Imaginación le otorgó un 20,9% al ex PS. La cifra le da una importante alza comparada con la anterior, realizada por la misma consultora, pues el parlamentario marcaba un 10,5% de respaldo.Esta situación ha ocasionado que varios de los dirigentes de los partidos de gobierno entreguen declaraciones en contra de esta candidatura. Una de ellas fue la que realizó el presidente de la Democracia Cristiana, Juan Carlos Latorre, quien sostuvo que el incremento en las encuestas de Enrí­quez-Ominami daña a la Concertación y alegra a la derecha. Desde el bando contrario, Piñera señaló que «la Concertación tiene hoy dos candidatos y está más dividida, más gastada y sin un proyecto de futuro». Otro que se sumó a las declaraciones fue el controvertido lí­der de la Unión Demócrata Independiente (UDI) Pablo Longueira, quien afirmó que «no tengo ninguna duda de que si Marco Enrí­quez se maneja bien, pasa a la segunda vuelta, puesto que encarna la renovación oficialista».La última crí­tica vino de la ex primera dama de Chile, Luisa Duran, esposa del ex presidente Ricardo Lagos, quien en un programa radial sostuvo que «para ser presidente de Chile se necesita experiencia y cultura, no haber ido al teatro, haber hecho una pelí­cula o haber leí­do un libro, sino mucho más que eso». Ahora sólo resta esperar si logra recolectar las 36 mil firmas que la ley electoral le exige para levantar su opción a la presidencia, aunque lo que sí­ está claro es que su candidatura sigue en alza. Hasta ahora ya cuenta con la mitad. Y sigue metiendo miedo.Hijo de victima de la dictadura, con el aura de familia exiliada, perteneciente a una familia enraizada en establisment polí­tico, hombre mediático, que en lo polí­tico confunde a sus oponentes, con sus propuestas de privatización de las empresas publicas y a la vez de subida de impuestos a las grandes empresas. Algunos le denominan como un «caballo de trolla» de los monopolios, por relaciones con grandes empresas y sus asesores que provienen de monopolios como Endesa. Lo cierto es que esta dinamitando la coalición que ha gobernado Chile desde el fin del régimen de Pinochet.Las encuestas hasta ahora daban como ganador al Pinochetista Piñera, la gran popularidad de Bachelet, no se transmití­a a su candidato Frei. La nueva candidatura de Ominami, y su acenso vertiginoso en las encuestas, puede ser el tapado que el proyecto del hegemonismo necesita, en una Latinoamérica en la que el poder blando de Obama campea con su aire de conciliación, podrí­a ser el candidato perfecto que evitara un más que posible estallido social en una economí­a como la chilena, que esta engordando las filas del paro y ha entrado en recesión y mantener firme un proyecto prohegemonista para Chile alejado de las malas compañí­as de el frente antihegemonista.

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