EE UU y la libertad de prensa

Correa, ¿Sabe cuánto me importa lo que diga el secretario de Estados Unidos?

El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, afirmó este sábado que le tienen sin cuidado las peticiones del gobierno de Estados Unidos para que se garantice la libertad de expresión, al desairar en duros términos a un periódico de oposición que se hizo eco del llamamiento. «Señores de El Universo: aquí­ hay un paí­s soberano. ¿Sabe cuánto me importa lo que diga el secretario de Estados Unidos?… Aquí­ me va a importar lo que diga el pueblo ecuatoriano», dijo Correa en su programa semanal. El viernes, el portavoz adjunto del Departamento de Estado, Philip J. Crowley, pidió a todos los gobiernos que tomen medidas para garantizar la libertad de expresión y los principios de la Carta Democrática Interamericana, incluida la importancia de respetar la libertad de prensa en el subcontinente.

«Hay varios aí­ses que recientemente han tomado acciones agresivas para intimidar, amenazar a la prensa», añadió el portavoz. A preguntas luego de la prensa, señaló el portavoz adjunto del Departamento de Estado, Philip J. Crowley. «Venezuela es uno de ellos, pero ciertamente no es el único».La televisora privada Globovisión, la más crí­tica con el gobierno del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, enfrenta varios procesos legales en su contra, incluidas multas considerables, por irregularidades técnicas o por cargos contra sus directivos.El caso de Globovisión ha sido presentado tanto por organizaciones internacionales como por la oposición interna como un claro ejemplo de la progresiva intolerancia del gobierno chavista. El último en denunciar esa situación fue el Instituto Internacional de la Prensa (IPI), tras una reunión el martes.Desde San Cristóbal y Nieves en la cumbre de Petrocaribe, el presidente venezolano Hugo Chávez respondió horas después al decir: «hay un gran cinismo en esas crí­ticas. En Venezuela hay más libertad de expresión que en Estados Unidos, donde se persigue, hay pena de muerte y cuerpos de inteligencia que persiguen al mundo». «Que no vengan a hablarnos de libertad de prensa ellos, pudiéramos darles algunas lecciones sobre libertad de expresión», respondió.»Una prensa libre e independiente es un elemento vital de cualquier democracia, y juega un papel clave en la promoción de la prosperidad humana, la seguridad y la dignidad», señaló el portavoz del Departamento de Estado. «Esos son objetivos importantes compartidos por todas las naciones y pueblos en nuestra región» y por lo tanto «es importante proteger a la prensa de la intimidación y la violencia», añadió.Otros casos que han surgido en la región recientemente son los del canal televisivo ecuatoriano Teleamazonas, que mantiene un pulso con el presidente Rafael Correa, que amenaza a su vez con cerrarlos por presuntas violaciones reglamentarias.El canciller ecuatoriano, Fander Falconí­, se reunió este viernes con la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, para relanzar las relaciones bilaterales sobre bases «más constructivas», según declararon ambos al inicio del encuentro.A veces como aparatos de hegemoní­a y dirigentes de la conciencia de parte de la sociedad civil, otras como partidos polí­ticos y defensores de intereses económicos de grupos de poder, los medios de comunicación privados han emergido en Latinoamérica como entes que atentan contra el frente antihegemonista que se han establecido en la región.Mientras existe una permanente y abierta campaña mediática en paí­ses como Ecuador, Bolivia y Venezuela contra sus gobiernos; que en el caso venezolano incluye el llamado al Magnicidio, éstos son constantemente acusados por los medios de comunicación de violar el derecho de sus ciudadanos a la libertad de expresión. Desde los sectores oficiales se denuncia a los medios de ejercer un papel de empresa mediática visto afectado por los procesos de cambios que impulsan los nuevos gobiernos de izquierda.Existe en estas naciones una realidad y es que las famosas banderas éticas del periodismo: imparcialidad, objetividad, libertad de expresión, no son nada más que mitos encubridores de un negocio mediático que, en nombre de la libertad, emprende a diario acciones contra gobiernos democráticamente electos.A partir de esta situación se ha comenzado a hablar en la región de terrorismo mediático, figura en la que se aglomeran todas las acciones desestabilizadoras que se emprenden a través de los medios de comunicación, que incluye, según expertos, violaciones a la normativa del ejercicio periodí­stico.Los medios de comunicación privados constantemente minimizan los logros y avances de los gobiernos de Bolivia, Ecuador y Venezuela, pese a que estos han emprendido procesos de profunda transformación e inclusión social, gracias a lo cual gozan de un amplio respaldo popular, como se ha observado en procesos electorales recientes.Los medios de comunicación en Latinoamerica en manos de grupos monopolistas de la Oligarquias nacionales o de grandes corporaciones mediaticas como Prisa, que defienden los intereses de las corporaciones y los monopolios.PRISA posee en Venezuela inversiones cruzadas con el grupo Cisneros, que con la cadena Venevisión por bandera constituye el mayor grupo mediático del paí­s. En 1996 Cisneros se hizo con un 6,9% de Ví­a Digital, una plataforma que terminó integrada en Sogecable. A ello se suma el nexo de unión entre ambos que constituye el grupo empresarial Valores Bavaria. Cisneros es uno de los socios estratégicos de esta compañí­a, a través de la cual tiene presencia en el Grupo Latino de Radio, el holding en el que, con un 87% de acciones, Prisa agrupa toda su actividad radiofónica fuera de España. Y Bavaria reaparece en Caracol Radio, cadena lí­der de Colombia donde Polanco posee el 19% de acciones.En cuanto a sus contenidos, el socio de Prisa en Venezuela está lejos de ser un ejemplo de objetividad. Su canal televisivo, Venevisión, no sólo constituye uno de los pilares de la oposición a Chávez. También ha sido denunciada por su implicación directa en el intento de golpe de estado de abril de 2002. Los grandes medios del grupo mantienen desde entonces una guerra abierta contra el gobierno. En este enfrentamiento, los intereses comunes con Cisneros hacen que a Prisa no le cueste decidir en qué trinchera situarse.En consecuencia, Venezuela y Bolivia se han convertido en el blanco prioritario de sus crí­ticas. Artí­culos y editoriales de El Paí­s cargan en contra Chávez y Evo Morales. En ambos casos, el rigor informativo se repliega ante los intereses empresariales.

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