Elecciones municipales en Turquí­a

Turquí­a y la UE

Erdogan ha prometido reformar la Constitución redactada por el Ejército en 1982 y cambiar la forma en que operan las Cortes Constitucionales, lo cual ayudarí­a a la nación a convertirse en miembro de la Unión Europea, pero podrí­a revivir las tensiones con los laicos que lo acusan de seguir una agenda islamista.

Los turcos votaban el domingo en unas elecciones locales que robablemente den al partido AK del primer ministro Tayip Erdogan un nuevo mandato, en medio de unos violentos disturbios en el sureste del paí­s que han causado la muerte de cuatro personas.Los votantes en la nación de 72 millones de habitantes y mayorí­a musulmana, elegirán alcaldes y asambleas municipales y provinciales.La votación se considera como un referéndum sobre la popularidad de Erdogan, pero se ha visto empañada por la violencia electoral en algunas zonas. Cuatro personas murieron y más de 50 resultaron heridas en disturbios en el sureste principalmente kurdo de la nación, según informaron hospitalarias.Erdogan ha prometido reformar la Constitución redactada por el Ejército en 1982 y cambiar la forma en que operan las Cortes Constitucionales, lo cual ayudarí­a a la nación a convertirse en miembro de la Unión Europea, pero podrí­a revivir las tensiones con los laicos que lo acusan de seguir una agenda islamista.Turquí­a empezó a solicitar ingresar a la UE en 1999, pero no lograba compromiso para las conversaciones de acceso. Sólo hasta antes de la Cumbre de Copenhague, su calidad de candidato comenzó a atraer la atención por un cambio ocurrido en la situación global.La interferencia de Estados Unidos es el factor más importante que revivió el asunto. Ganarse a Turquí­a siempre ha sido parte de su estrategia global. Debido a la ubicación geográfica singular de Turquí­a y a su identidad de ser el «único paí­s islámico en la alianza occidental», además de ayudar a contener a Rusia, Turquí­a ha servido de cabeza de puente en la guerra dirigida por EE.UU. contra el terrorismo y su contención de Irán e Irak, el «eje del mal», después de los ataques del 11 de septiembre. Para premiar a Turquí­a y estimularlo a tener un mayor papel en una posible guerra contra Irak, Washington cabildeó con los miembros de la UE para el ingreso de Turquí­a.El Secretario de Estado Colin Powell escribió a Chris Patten, Comisionado de Asuntos Exteriores de la UE, antes de la cumbre, pidiendo a la organización bajar los requisitos y dar prioridad a Turquí­a. El Presidente Bush también telefoneó al Primer Ministro danés, Anders Fogh Rasmussen y al Presidente francés Jacques Chirac, presionándolos por una fecha cercana para las conversaciones sobre la entrada de Turquí­a. Aunque la injerencia de EE.UU. en los asuntos de la UE concitó descontento en Bruselas, su presión ha influido en la decisión de la UE.Una Turquí­a desestabilizada serí­a susceptible de provocar una mayor violencia en el sur de los Balcanes, facilitando al mismo tiempo la reimposición del control ruso sobre los estados recientemente independizados del CáucasoTras la caí­da del Muro de Berlí­n. Rusia que, hasta entonces era la potencia dominante en el Mar Negro pasó a controlar solamente una franja costera, a causa de la independencia de Ucrania. Hoy, la flota rusa en el Mar Negro es un recuerdo de lo que un dí­a surcó los mares. Pero es que, además, la independencia de Georgia, supuso otra mordedura territorial. Otro tanto le ocurrió en la rica zona petrolera del Mar Caspio. De tener que compartir ese espacio al sur, solamente, con Irán, Rusia ha pasado a controlar solamente otra pequeña franja costera.El resto ha ido a parar a Kazajistán, Azerbaiyán y Turkmenistán. Hay que recordar que todas estas repúblicas, mayores o menores (Kazajistán es un coloso territorial con cinco veces la extensión de España) tienen un caracterí­stica común: salvo Georgia, todas las demás ¡son etnias turcas! En otras palabras: el debilitamiento de Rusia ha hecho aumentar el peso de Turquí­aAnkara está tratando de moverse con independencia de los intereses de EEUU. Su posición geoestratégica entre Asia central e Irán, por un lado, y Europa, por el otro, no agrada a Washington que trata a toda costa de mantener un embargo económico contra el paí­s persa. Sin embargo, Turquí­a quiere jugar la carta de «puente energético» en su camino de adhesión a la UE, llevando a cabo importantes inversiones que la conviertan en una potencia regional.

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