Con este título y una entrevista a Joan Femenia, portavoz de Menys Turisme – Més Vida de Mallorca, iniciamos un serial de artículos en nuestras publicaciones bajo el lema ‘Viento Popular’.
Abordamos uno de los problemas que en los últimos meses han pasado a colocarse en primer plano de la actualidad: el rechazo a la llamada “turistificación”, identificada con un modelo de turismo sobredimensionado y depredador.
Manifestaciones históricas multitudinarias en Canarias, Málaga y Baleares; pero también en otras ciudades como Cádiz, San Sebastián, Barcelona, Madrid o Cantabria ya han mostrado la fuerza de un movimiento que se extiende y empieza a ejercer una influencia real.
Desde 2010 nuestro país está recorrido por intensas movilizaciones que tienen una enorme pluralidad, fuerza e influencia. Son la expresión de un ‘viento popular y patriótico’ que se opone al saqueo sobre la inmensa mayoría de la población; a los recortes de las condiciones de vida, de los salarios, de los servicios esenciales y de los derechos; y se enfrenta al expolio de las riquezas nacionales y a la degradación del país.
Este ‘viento” recorre todo el país, todas las clases populares, sectores sociales y territorios. Se asienta en un amplísimo entramado organizativo político-social. Y viene logrando victorias en la lucha por los salarios y las pensiones, contra la privatización de la sanidad o en ayudas sociales…
En las movilizaciones contra la “turistificación” se gesta el nacimiento de un nuevo movimiento social en nuestro país, como expresión de ese “’viento popular’. La lucha contra el turismo depredador y sus consecuencias para las clases populares ya no serían luchas aisladas y locales, sino que adquieren una nueva dimensión.
Este movimiento, por una industria del turismo alternativa y sostenible, no tiene una sola causa sino unas cuantas relacionadas entre sí: desde cómo afecta a las condiciones de vida de las clases populares residentes en las ciudades y zonas turísticas tensionadas, obligadas en muchos casos a abandonar el centro de las ciudades o barrios históricos; al encarecimiento de los precios de la vivienda, en alquiler o compra; pasando por las consecuencias para el medio ambiente y la injusta distribución de los beneficios económicos del turismo, acaparados en su mayor parte por grandes empresarios, cadenas monopolistas y fondos de inversión, donde campa a sus anchas el capital extranjero mientras se tiran a la baja los salarios de los trabajadores.
No es casual que Canarias, el tercer destino turístico de España y donde el 40% de los trabajadores dependen directamente del turismo, tenga los segundos sueldos más bajos de España y esté entre las cuatro comunidades con los precios del alquiler más alto del país.
Esa es la base de la pluralidad y amplitud de las plataformas que están encabezando este movimiento y las movilizaciones, donde encontramos desde asociaciones vecinales, colectivos ecologistas y organizaciones de lucha por la vivienda, a sindicatos y todo tipo de colectivos sociales. Y el secreto de su fuerza.
Un movimiento que ya empieza a demostrar su capacidad de influencia y a cosechar sus primeras victorias, como refleja un titular de eldiario.es del 25 de agosto: “La presión ciudadana obliga a PP y PSOE a tomar medidas contra los pisos turísticos por todo el país”.
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Entrevista: Pere Joan Femenia, portavoz de Menys Turisme, Més Vida de Mallorca
«Cambiemos el rumbo, pongamos límite al turismo»
Un grito que se extiende y el nacimiento de un movimiento social
Nuria Suárez
Desde que en Canarias el 20 de abril más de 100.000 personas se manifestaron en todas las islas contra el turismo masivo con el lema “Canarias tiene un límite”, se han sucedido movilizaciones en la misma línea en Málaga, Barcelona… La última, el 21 de julio en Mallorca con una enorme participación.
Pere Joan es uno de los portavoces de Menys Turisme, Més Vida de Mallorca. Forma parte de Fridays for Future, organización a la que representa en la plataforma. Pere Joan, tiene 23 años y está acabando sus estudios de Historia del Arte.
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Nuria Suárez. La manifestación que organizasteis el pasado 21 de julio fue un éxito. ¿Cómo valoráis su importancia?
Pere Joan Femenia: Calculamos que acudieron unas 50.000 personas en Mallorca. Es una de las movilizaciones más grandes que ha habido en la isla, recorrió toda la ciudad. Ha sido un punto de inflexión porque ha tenido por primera vez repercusión internacional.
¿Cómo nace este movimiento en Baleares y cómo ha ido cogiendo tanta fuerza?
No nace “de la nada”, hay un trabajo acumulado y un tejido ecologista fuerte en las islas. La plataforma surge en octubre del 2023, se hizo en Palma una Cumbre sobre turismo y decidimos movilizarnos. Con el impulso de las manifestaciones en Canarias cogimos más fuerza.
Para preparar la manifestación del 21 de julio, en vez de como otras veces limitarnos a las organizaciones habituales, nos planteamos abrir y ampliar el movimiento. Convocamos una asamblea abierta y vinieron 300 personas, había muchas ganas de movilizarse. Cogimos una dinámica de recoger las propuestas que nos hacía la gente, el malestar que se sentía… Se incorporaron entidades y ciudadanos nuevos. Y de esta asamblea surgieron grupos locales en diferentes pueblos de Mallorca que se auto-organizaron y hacían acciones.
Este modelo turístico repercute en múltiples aspectos, desde la vivienda hasta en la ecología y planteáis 14 medidas. ¿Cuáles serían las más importantes y urgentes?
Uno de los rasgos de la movilización ha sido su carácter inclusivo, integrando reivindicaciones de diferentes sectores. El motor de la plataforma ha sido el movimiento ecologista, pero hemos puesto como primera medida el derecho a la vivienda.
El centro para combatir el problema creo que es el decrecimiento del número de turistas. A partir de ahí se puede controlar la presión que hay sobre la vivienda, sectores públicos como la sanidad y la misma isla.
El lema que habéis elegido “Cambiemos el rumbo: Pongamos límite al turismo” ¿concentra vuestros objetivos y aspiraciones?
Esa era la intención. Frente a las dinámicas llevadas estos años por gobiernos de derechas y de izquierdas, hay que poner límites y cambiar el rumbo. Necesitamos otro modelo económico que no se base sólo en un crecimiento para provocar un “supuesto” bienestar, pero que en realidad provoca muchos problemas sociales y ambientales.
Decís que no es “turismofobia”, que el problema es el modelo. ¿Es posible otro modelo turístico sostenible, respetuoso con los residentes, el medioambiente…?
Es lo que reclamamos. Buscar un equilibrio entre economía y bienestar social, basado en un estudio sobre la capacidad real para acoger turistas de acuerdo a los recursos de agua, energía, vivienda…
Pero desde sectores económicos cuando se habla de cambiar el modelo, hablan de cambiar el turismo de bajo coste, de “borrachera”… por un turismo de élite. Esta alternativa no resuelve los problemas, el turismo de élite consume más recursos, un turista consume el triple de agua que un residente, un turista de élite cinco veces más.
En vuestras medidas proponéis que se pongan los beneficios de la industria turística al servicio de la mayoría social y de la regeneración del territorio. El turismo genera mucha riqueza. ¿Quién se la queda?
Nos dicen: ¿Por qué estáis en contra del turismo si vivís del turismo? Pero hay un dato muy curioso, a principios del año 2000 Baleares estaba en el puesto 40 de las regiones europeas con más PIB per cápita, ahora tenemos más turistas pero hemos bajado 100 posiciones. Más turismo no comporta más bienestar porque esta riqueza no va a parar a la sociedad y se aumentan las desigualdades. Si se crea riqueza se tiene que distribuir y llegar a la población.
En el terreno ecológico el exceso de turismo provoca la degradación del medio ambiente, hasta las playas pueden dejar de ser un atractivo. Hace falta un turismo responsable con el territorio, si no las generaciones futuras no podrán disfrutarlo. Este tipo de turismo hace uso de un espacio público y no se pone ningún sistema de retorno económico para cuidarlo. Finalmente la población sufrimos unos espacios degradados y pagamos con dinero público el mantenimiento de las playas, la líneas de costa…
¿Es el capital extranjero, como ocurre en otros sectores, quién se lleva una gran parte de esa riqueza?
Tenemos que investigar bien de qué capital son las empresas. Hay bastantes de capital extranjero, las de alquiler de coches, grandes hoteles de lujo… La riqueza se va fuera y además no fomenta ningún tejido económico propio.
Otra de nuestras reivindicaciones es limitar la venta de vivienda a no residentes como en otros países. Una de cada tres viviendas está vacía o infrautilizada y aumenta la especulación.
¿El hecho de que haya movilizaciones en varios sitios de España os da más fuerza?
Baleares después de Canarias hemos sido los focos mediáticos más importantes. Pero hay otros territorios que también han protestado, que ya están sufriendo este impacto, como en Andalucía: Málaga, Sevilla, Cádiz… Incluso algunos que no hubiéramos pensado se están movilizando: Cantabria, Donosti, Madrid… Este tema está muy ligado con la vivienda, hay muchos paralelismos. Estamos viendo de coordinar acciones que superen el nivel autonómico, queremos hacer en septiembre unas primeras acciones que anuncien otras coordinadas para octubre.
Decís que el movimiento tiene que ser amplío, constante, unir al máximo de sectores y estar organizado…
Es nuestra conclusión. Podríamos habernos limitado al problema ecológico y no interesarnos por la vivienda o por la lengua… pero el problema es amplío y el objetivo es que el cambio sea más sistémico, por eso tejemos alianzas con diferentes colectivos. El 21 de julio nos apoyaron 180 organizaciones: de agricultores, sindicatos, educación, de defensa de la lengua…
Se está hablando de poner límite a los pisos turísticos. ¿Esto es ya un primer éxito del movimiento?
El éxito principal es la movilización y crear un debate dentro de Baleares y también fuera, que los mercados emisores, Inglaterra o Alemania, se den cuenta de los problemas que tenemos y esto presione al lobby turístico.
¿Podríamos decir que está naciendo un nuevo movimiento social?
Creo que sí… Plantearnos el problema de forma estructural, no sólo de un sector concreto y también el surgimiento de grupos locales y la cantidad de entidades y personas nuevas que se suman, indica que hay un interés ciudadano.
¿Cuáles son los próximos pasos?
Ahora estamos preparando las próximas movilizaciones y en Baleares intentando que tenga fuerza institucional. Se ha creado una Mesa de la Sostenibilidad, dicen que los resultados se verán a finales del 2025… y esto no soluciona ninguno de los problemas.