Miguel Angel Berna es uno de nuestros bailarines con más prestigio nacional e internacional, con el añadido de haberse criado con la tradición jotera. Con una visión revolucionaria del folclore, basada en la tradición y, al mismo tiempo, con un profundo sentido de la libertad artística.
Rasmia, Solombra, Tierra de dragón, Mudéjar, Encuentros o El sueño de la razón roduce monstruos son los espectáculos que sigue bailando; los valores de la tierra, la sabiduría popular y una concepción avanzada del arte del baile se combinan para ofrecer la rebelión a toque de castañuelas. Miguel Angel Berna no permanece indiferente, ni deja a nadie indiferente. Se contesta preguntas que le han llevado a bailar sobre algunos de los nudos gordianos de nuestro folclore. ¿Cómo entiendes el folclore y su tratamiento?, ¿cómo combinar el respeto a la tradición con un profundo sentido de la libertad artística en el que insistes en tus espectáculos? Lo que está claro es que yo vengo del mundo de la jota. Es lo que he hecho toda mi vida, desde los ocho años, bailar y cantar la jota. He tenido que experimentar en mi cuerpo lo que simboliza, porque son valores. El problema al que me he enfrentado es que es un tipo de baile que nos identifica, pero que no está adaptado a la sociedad en la que vivimos. Eso es lo peor que nos puede pasar, porque la gente se desvincula y lo ve como una danza medieval o prehistórica que no está al servicio de la sociedad, como lo está el flamenco en Andalucía, el fado en Portugal o el tango en Argentina. Estos bailes no solo les identifican sino que siguen estando vigentes. Yo lo que me encuentro en mi mundo son muchos tópicos, y la gente joven huye de ellos porque no se identifican. Aunque lo primero que he tenido que hacer es beber de la tradición y conocerla a fondo. Si nos ponemos a hacer cosas, a evolucionar y a cambiar sin el conocimiento profundo de las cosas… entonces yo no veo ahí ningún discurso. Hablas de un sistema de valores, ¿qué valores? Los que recibo de la gente: el esfuerzo, la constancia, el sacrificio… bien entendido. O algo que es fundamental y del que la sociedad adolece, que es el amor a las cosas bien hechas, a tu profesión. Hacer las cosas verdaderamente por amor a lo que haces. El mundo está al revés porque no se le da valor ni importancia a nada. La jota es un mundo muy pequeño, anquilosado, que se ha quedado atrapado en el tiempo, pero que hace cuarenta o cincuenta años tenía estos valores. Lo que pasa es que la sociedad ha cambiado muchísimo. No solo en Aragón sino en toda España. Tenemos una gran riqueza folclórica pero si no la cuidas, si no le hechas agua, la alimentas y la regeneras, al final lo que te queda son bosques quemados. Por eso a la gente le interesan los bailes foráneos, el hip-hop, el breakdance… en lo que se sienten más cómodos. Por ejemplo, el tiempo en el que trabajamos nosotros es un ternario, pero el 95% de las canciones que escuchamos en la radio son en cuatro tiempos. Ahí hay un problema de adaptación sin perder la identidad y los valores. Tenemos un tesoro que hemos descuidado y se ve en los hechos. Que no haya un ballet folclórico en España es una barbaridad. ¿Qué entiende la gente por folclore?, yo pregunto y lo que la gente piensa es que es algo del pasado, y el folclore es la sabiduría popular, no solo la de hace doscientos años sino la de hoy en día. El hip-hop es el folclore del siglo XXI. La gente lo baila en la calle sin ningún temor ni prejuicio. Y es lo que pasaba antiguamente, la jota se bailaba en la calle como el pasodoble, la sardana, la muñeira o el chotis. Pero hoy ves un tipo bailando una jota en la calle y piensas “¿este qué hace?”. Hay un problema identificativo con el folclore porque es una palabra que está llena de caspa y prejuicios. Además el folclore no es solo baile, es también política, medicina, agricultura… la sabiduría popular, en definitiva. Pero el problema precisamente es esa concepción del folclore como algo que hay que conservar en una urna, puro e incorrupto, que no se corresponde con lo que ha de ser, pero tampoco con lo que es… Ese es el error; la ignorancia y la pureza mal entendida. Estamos hablando de valores que se adaptan al momento que vivimos, porque si no evolucionamos ¿qué hacemos?. Para seguir como los cavernícolas mejor habernos quedado ahí, tirando a las mujeres de los pelos y comiendo dinosaurios. De ahí es de dónde venimos ¿no?. Para mi el flamenco siempre ha sido un referente porque hay de todo. El folclore debe renacer y se debe reinventar. Entiendo que haya gente que le guste bailar una jota como hace cien años, y a mi también y me gusta verlos. ¡Encantado!. Pero hecho en falta que el 90% se dedique a recuperar esto y que haya muy poca gente reinventando, porque la cultura es la que marca la evolución de los pueblos, el Renacimiento, Egipto, Grecia… de acuerdo a sus emblemas entiendes qué civilización fue, primitiva, mediocre o esplendorosa. El alimento material es importante pero el espiritual es fundamental, sino no tendríamos objetivos ni propósitos. Esto está tan castigado que hay que hacer un programa de transición porque llevamos mucho tiempo de retraso. Sin embargo tenemos grandes artistas, como Falla, que han trabajado con el folclore integrándolo con lo más avanzado de su tiempo… Pues fíjate qué buenos ejemplos. La misma literatura y pintura… hoy la gente de la cultura no se ha acercado a la jota. En la música clásica me tengo que ir a 1843, ¡el siglo XIX!, ha buscar a Glinka o a Liszt para encontrar jotas espectaculares, porque hoy en día no tengo material para trabajar. Hay algo que falla. Nos han dejado tres monedas de oro y en vez de apostarlas, invertirlas y producir más, lo que hemos hecho es enterrarlas para conservarlas, y el que esconde este tesoro lo tiene mal porque no va ir a los cielos, alegóricamente. Es un pecado. ¿Qué ha pasado con el flamenco frente a la jota? Que está vivo. Algo muy trivial… tú pones unas sevillanas y si hay un aragonés, un navarro y un vasco se ponen a bailarlas aunque no sepan, ¿por qué?, porque está vigente y se ha sabido adaptar. Tienen una magia, han evolucionado y no hace falta vestirse con el traje típico. Incluso si hablamos de Falla, ha hecho alguna jota pero muy poco, lo que ha hecho en “El amor brujo”, “El sombrero de tres picos”… tanto como él como Albéniz, Granados o Turina han trabajado sobre las bases españolas, pero sobre todo de Andalucía que es donde han tenido la verdadera inspiración, porque es normal. Los demás nos hemos quedado atrapados en el tiempo. Y luego está la poesía, Machado, Lorca, Alberti… en la pintura Dalí, Picasso… cómo se acercan a este mundo es lo que le ha dado vida. Pero si en una cantá de jotas lo único que aparecen son los mismos tópicos de siempre, ¿eso a quién motiva?. Eso es lo que se han encargado de hacer, poner al campesino ignorante y tosco de prototipo, no el aragonés sobrio, serio y centrado que sabe lo que hace. Todos los intelectuales aragoneses se han tenido que ir fuera porque aquí es muy difícil crecer. En el mundo de la jota lo que he experimentado es que crece la mediocridad, los celos, el ponerle la pierna en la cabeza al otro… son miserias. Hay que quitarse esto de dentro. Parece que sabe mal verse las miserias y yo he evolucionado cuando me he enfrentado a ellas. Si yo pienso que hago un “punta-tacón” y soy una maravilla, estamos mal. Un arquitecto necesita una matemática precisa para hacer una buena obra. Ese también es un problema al que nos enfrentamos. Sin embargo la jota es universal y hunde sus raíces en toda España e incluso en Iberoamérica… Antiguamente en los grandes ballets la jota era una parte muy importante del espectáculo. Carmen Amaya, a parte del flamenco, llevaba unos joteros en su espectáculo. La jota no es de nadie y después cada región le ha dado unas peculiaridades. La jota aragonesa tiene una fuerza, pero la jota pertenece a toda España, a una forma de ser y de vivir, y que, sobre todo, se hacía a través del dolor. Aragón ha sido siempre una tierra pobre, la gente hacía las cosas a través del dolor y cuando bailaba o cantaba les salía todo. ¿Por qué ahora se ha perdido todo eso?, el hacer las cosas porque sí, por amor al arte, con trabajo y esfuerzo, sin buscar una recompensa. Ahí entra el pueblo, el folclore y el saber popular. La jota es española y cuando un compositor como Liszt en 1845 hace una composición con la jota y funciona, es porque tuvo que ver algo. Vamos a valorarlo y ver cómo progresamos en esto. Pero no hay profesionalización, interés, ni objetivos. ¿Por qué eliges “el sueño de la razón produce monstruos” de Goya? Cuando hacemos el espectáculo y en las conversaciones con el director, Luis Olmos, él pone encima de la mesa el partir de este capricho que es el número 43. Es el más conocido y lo que da sentido a toda la obra. En el momento en el que cerramos los ojos ningún ser humano tiene potestad sobre sus sueños, y nos pasamos media vida durmiendo. Y qué mejor que reflexionar sobre esto con Goya, que además es aragonés y el primero que pinta a los joteros. Un pintor que refleja perfectamente nuestra sociedad de hoy con la pintura negra, los desastres de la guerra, la filosofía y la psicología más oscura. Todo el espectáculo es un sueño, es surrealista pero todo es real. El final del espectáculo es un despertar de la conciencia para ver en color y no en sombras. Es que el mundo está al revés, se han perdido los valores y la dignidad. Ten en cuenta que nos vanagloriamos de Goya, pero él era aragonés y tuvo que morir en Burdeos. El espectáculo trata también de dignificarle. ¿No crees que toma también una posición ante su tiempo?, mientras Beethoven compuso la Heroica para Napoleón, Goya pinta los horrores de la razón ilustrada y de la invasión napoleónica. Exacto, es un reportero de su época. Ahora hablamos de los horrores de la guerra pero imagina qué supone verlos en directo, esos hombres colgados y mutilados, madres violadas… su pintura es un “hasta aquí hemos llegado”. Hay en él mucha sabiduría y mucho tormento. No hay nada que Goya haya pintado que no esté presente hoy en el mundo. Y luego está el tratamiento de los sueños y del inconsciente. Pero Goya pinta al pueblo, y después la invasión extranjera que la sufre el pueblo… Sí, pero los horrores también están dentro de nosotros. Lo que pasa es que en tiempos fáciles los monstruos están dormidos, pero espera que nos empiecen a tocar que nos volvemos fieras. En una situación extrema se pueden hacer barbaridades. Lo que pasa es que no hacemos por conocernos, cuáles son las virtudes que potenciar y los defectos para hacernos con ellos, y poder controlar los monstruos. Éste es también el mensaje que deja Goya. Hoy en día pasa mucho con los jóvenes y son la gente que en el futuro nos ha de dirigir, cuando ya no les queden neuronas en la cabeza. Pero bueno, es lo que ha pasado con cualquier civilización, que ha avanzado hasta un punto en el que ha caído. Hay que preguntarse hacia dónde vamos, porque el enemigo lo tenemos dentro. Por eso Goya es universal y se le quiere en todo el mundo. Relacionándolo con la jota, ¿no crees que igual que la famosa jota de “la Virgen del Pilar dice, que no quiere ser francesa, que quiere ser capitana de la tropa aragonesa”, en la tradición popular, la obra de Goya tiene el valor de recoger la fuerza de resistencia de un pueblo ante el invasor extranjero? Sí, pero supongo que es la época y ahora las cosas han cambiado. La gente tiene que tener unos objetivos, sino mal vamos. Porque nos quedamos en la mediocridad, que es lo que le ha pasado al folclore, aquí en Aragón y en gran parte de España. Luego tenemos que tener en cuenta que el franquismo y la dictadura potenció cosas que no se deberían haber potenciado… no me meto en política porque no lo es, es una realidad. Hay que recuperar, pero recuperar ¿cómo?, ¿de cara a la galería o recuperar verdaderamente valores dándole objetivos al pueblo?. O eso, o sencillamente se tiene a la gente ignorante y se hace del campesino tosco una maravilla. Porque los que han potenciado el baturrismo son los propios intelectuales. El Ateneo de Zaragoza en el 1900… ¡ojo!, porque el español como el aragonés tienen una filosofía propia, pero estos intelectuales encuentran un filón en el campesino tonto que hace gracia, y no en el que es una persona centrada con sus virtudes y sus defectos. Pontencian esto convirtiéndolo en el chascarrillo o en el cuento baturro, esto es lo que nos queda. Parece que se es incapaz de bailar o cantar una jota sin el traje regional. Si es lo que se llevaba entonces en el día a día. También se puede hacer vestido normal, y quedaría solo el sentido, la alegría o la pena que cuando se expulsa el cuerpo lo agradece. Hay dos palabras en el capricho 43 que son claves, fantasía y razón. ¡Fíjate!, la fantasía abandonada de la razón produce monstruos imposibles, pero unida a ella es madre de las artes y origen de las maravillas. El propio Goya es un espectáculo muy moderno.