El nuevo gobierno de Rajoy

¿Tratar con el patrón para capear a los capataces?

Se dice que la principal caracterí­stica del nuevo gobierno es que Rajoy se ha rodeado de hombres de probada confianza, sin atender, a diferencia de Zapatero, a cuotas y repartos de poder territorial o de género. Lo que parece ser cierto. Sin embargo, ha llamado poderosamente la atención que siendo un gobierno construido a la medida de aplicar los duros recortes y ajustes que exige Bruselas para España, la trayectoria de algunos de los hombres que ocupan puestos clave en el gobierno «como Economí­a o Defensa» está marcada de forma indeleble por sus múltiples y profundos ví­nculos con el corazón de Wall Street o el Pentágono.

La principal tarea del nuevo gobierno la ha definido el mismo Rajoy y todos y cada uno de sus ministros: la “prioridad absoluta” será cumplir, cueste lo que cueste, con el objetivo de no rebasar el 4,4% del PIB de déficit a finales de 2012 ordenado por Europa. Lo que implica un recorte de gasto público de 16.500 millones de euros.

O más posiblemente de 40.000 millones, dado que el servicio de estudios de las cajas de ahorros ya ha advertido que el déficit de este año será mucho mayor de lo previsto, y Rajoy deberá recortar el doble de lo que dijo en el discurso de investidura.«Con el gobierno de Rajoy, la influencia de Washington en España aumenta sensiblemente» Para hacernos una idea de lo que esto significa, basta decir que el plan de ajuste presentado por Mario Monti –el hombre de Goldman Sachs que sustituyó mediante un golpe de Estado incruento a Berlusconi– prevé una reducción de 30.000 millones de euros en tres años, para una economía cuyo PIB es un 23% superior al de España. Estos son sus planes inmediatos, de esto no hay ninguna duda. ¿Pero hay algún otro mensaje oculto en el nuevo gobierno de Rajoy? ¿Tratar con el patrón para capear a los capataces?Algunos analistas ya han advertido que una de las grandes incógnitas es conocer cuál va a ser su postura en Europa. ¿Continuar con la escandalosa actitud de sumisión absoluta y completo entreguismo de los intereses nacionales mantenida por Zapatero? ¿O intentar formar de alguna manera un frente común con otros países para plantar cara a Merkel y sus dictados? “Si opta por la primera alternativa”, concluyen, “está perdido y puede pasar a la historia como Rajoy el breve”. Esta va a ser, en efecto, la primera piedra de toque para conocer lo que Rajoy puede dar de sí. Y la misma composición de su gobierno puede ser un primer y revelador indicio. Algunos de los nuevos nombres que forman parte destacada de su gobierno, ponen de manifiesto una renovada influencia y una mayor capacidad de intervención por parte de Washington, y no tanto de Berlín, en la vida política española. Ante la incrédula sorpresa de toda la prensa europea, que lo ha resaltado abundantemente en sus titulares, Rajoy no ha dudado en poner al frente de la economía española a un hombre orgánicamente vinculado al gran capital financiero yanqui, como Luis de Guindos. Personaje que en 2008 era miembro de la comisión ejecutiva mundial de Lehman Brothers. Protagonista, pues, de forma directa y en primera persona del mayor robo global de la historia cometido por la banca de EEUU. Y que tras la caída de Lehman Brothers no tardó en fichar por otro de los buques insignia de las altas finanzas anglosajonas, la firma de auditoría Pricewaterhouse & Coopers, ligada a través de múltiples lazos con el corazón financiero de la City londinense y Wall Street.Caso similar al del nuevo ministro de Defensa, Pedro Morenés, alto ejecutivo hasta ahora de la filial en España de MBDA, grupo británico-europeo que es uno de los grandes fabricantes mundiales de misiles, vinculado estratégicamente a los planes del Pentágono y a las mayores multinacionales yanquis de fabricación de alta tecnología militar. Por primera vez en la historia, que sepamos, un hombre al que se podría calificar como “del complejo militar-industrial” se sienta en el Consejo de Ministros. Y además en la estratégica cartera de Defensa, señal inequívoca de que el acuerdo firmado por Zapatero para instalar la división naval del escudo antimisiles norteamericano en Rota va a adquirir velocidad de crucero.Dime con quién andas y te diré quien eres. No sabemos si Rajoy actuará con mayor firmeza ante las exigencias de Berlín, como le reclaman algunos sectores de la oligarquía española buscando un mejor acomodo de sus bancos y monopolios. Pero lo que sí sabemos es que, con su nuevo gobierno, el grado de influencia e intervención política de Washington en España ha aumentado sensiblemente.Lo que no quiere decir que estemos, ni mucho menos, ante un gobierno más sumiso y vende-patrias que el de Zapatero. No es en absoluto descartable que con sus nombramientos, Rajoy esté moviendo las primeras fichas en la dirección de apostar –como ya hizo Aznar durante los anteriores gobiernos del PP– por un giro en las alianzas internacionales de España, buscando contrapesar el creciente peso del eje franco-alemán sobre nuestro país con una política de acercamiento a Washington. Ofrecimiento que –tal y como reflejó la prensa norteamericana– ya hizo Josep Piqué, entonces ministro de Exteriores de Aznar a Colin Powell, al manifestarle en una de sus primeras entrevistas: “España desea una relación privilegiada con EEUU al estilo de la que mantiene Inglaterra?” A lo que el entonces secretario de Estado norteamericano contestó: “me parece excelente. Vamos a por eso”. El proyecto, tanto entonces como ahora, sería tratar directamente con el gran patrón (Washington) para así poder sortear las exigencias de sus capataces europeos (Alemania y Francia), de modo que en ese complejo juego de equilibrios y contrapesos de poderes, se pueda abrir para la clase dominante española la posibilidad de escalar posiciones en la cadena imperialista, o al menos no descender al infierno de la cuarta división europea al que ahora mismo la ha condenado Berlín. «¿Esta apostando Rajoy por un acercamiento a Washington como contrapeso a Berlín? «Aquel experimento, desde luego, acabó de forma catastrófica el 11-M. Es de suponer que si verdaderamente buscan repetir la jugada, la oligarquía española y la derecha política habrán sacado conclusiones de aquello. Sea como fuere, la seriedad y el rigor con que Rajoy ha abordado las primeras tareas, tan vivamente opuesto al alocamiento insustancial de Zapatero, obligará a estar pendientes de sus próximos movimientos en la arena internacional. El primer trimestreEn su discurso de investidura, Rajoy se dio a sí mismo un plazo de 100 días para presentar el grueso de los recortes y ajustes, que empezarían a aplicarse con toda su radicalidad a partir del mes de marzo. Vísteme despacio que tengo prisa parece ser la consigna. Y no es extraño, porque en ese mismo plazo, 100 días, se libra el tercer pulso político-electoral consecutivo de los últimos 12 meses. La elecciones andaluzas, que por la peculiar situación política que vivimos tienen un alcance muy superior al ámbito autonómico en que se celebran. En las dos citas anteriores –municipales y autonómicas de mayo y generales del 20-N– el bipartidismo ha sufrido sendos varapalos, mostrando serias fisuras que advierten de un importante agrietamiento del edificio. Sobre todo en el PSOE, su ala izquierda. Pero sin que el ala derecha, el PP, sea capaz de compensar el desplome. Los escasos votos nuevos que gana no son suficientes para recuperar el equilibrio del modelo. Al contrario, lo que se ha producido es una “fuga” en masa de votantes del sistema bipartidista. Fuga, además, que parece acelerarse en cada cita electoral, a medida que ellos avanzan en la aplicación de sus planes de rebaja de rentas y salarios y crece entre el 90% de la población el rechazo hacia ellos. Si Rajoy se apresta a diseñar en los próximos 100 días la nueva fase de recortes y ajustes, nosotros, por nuestro lado, debemos acelerar también y dar avances importantes en la tarea central de crear un frente amplio de unidad por la redistribución de la riqueza, la ampliación de la democracia y la defensa de la soberanía nacional. Un camino en el que es necesario complementar la unidad tanto por arriba (con las fuerzas políticas, sindicales, sociales, ciudadanas,…) como por abajo (entre la gente, entre el 90% de la población). Las intervenciones de una gran parte de los grupos parlamentarios en la sesión de investidura han puesto de manifiesto, una vez más, la existencia de un amplio campo de unidad y coincidencia contra la política de recortes y ajustes de Washington y Berlín.Pero la unidad que necesitamos, y que queremos, no puede quedarse ahí. Debe también, y sobre todo, construirse en cada barrio, en cada pueblo, en cada centro de trabajo o estudio. Este es el sentido y el objetivo de las agrupaciones políticas que nuestro partido estamos empezando a impulsar en toda España, y en especial en Andalucía, ante la próxima cita electoral. Tarea a la que llamamos a sumarse a todos nuestros lectores que creen que con unidad y un programa justo de redistribución, democracia y soberanía nacional sí podemos hacer frente a sus planes.

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