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Tras las elecciones, todas las miradas apuntan al abismo fiscal

En su segundo mandato, el recién reelecto presidente Barack Obama afronta una economía que presenta la promesa de una vitalidad que se echaba en falta desde hace tiempo, pero que está todavía contenida por las incertidumbres fiscales y regulatorias y la desaceleración del crecimiento global.

La economía estadounidense ha mostrado signos de mejoría en los últimos meses. El desempleo se encuentra por debajo de 8%, los precios de las acciones están en alza, el sector inmobiliario está reviviendo y los consumidores empiezan a gastar más en autos y otros artículos caros después de pasar los últimos cuatro años reduciendo sus deudas.

No obstante, el crecimiento sigue siendo débil. Muchos países europeos están en recesión e inmersos en turbulencias financieras. China, la segunda economía del mundo, ha perdido fuerza y registró una expansión de 7,4% en el tercer trimestre, una caída frente a 9,2% del año pasado.

Las acciones estadounidenses empezaron a caer y el dólar se debilitó, conforme Obama confirmaba un segundo período presidencial el martes. Los mercados asiáticos también ampliaron sus pérdidas en sus primeras operaciones después de que la victoria de Obama frente al candidato republicano Mitt Romney se hiciera evidente.

Barack Obama —cuya relación con el empresariado se ha deteriorado durante su gobierno— y Romney, Mitt —que cuenta con el apoyo de Wall Street, el sector de energía y otras industrias— tiene por delante un camino largo y arduo.

El tema económico más apremiante después de las elecciones es el llamado abismo fiscal, un paquete de US$500.000 millones en recortes de gastos y aumentos de impuestos que entraría en vigor en enero, a menos que el presidente Obama llegue a un acuerdo para postergarlos o reemplazarlos antes de esa fecha. La Casa Blanca y el Congreso aplazaron las negociaciones hasta después de las elecciones, para determinar qué partido tendrá mayoría.

Si Washington puede trabajar unido, los legisladores tienen la oportunidad de reducir la incertidumbre y allanar el camino para un crecimiento más robusto y una reactivación del empleo. Un nuevo estancamiento político, sin embargo, podría arrastrar a EE.UU. a una nueva recesión en cuestión de meses conforme las alzas de impuestos y los recortes del gasto tienen efecto (…)

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