Cuatro niños muertos en el desplome del polideportivo en San Boi

¿Tragedia inevitable o negligencia criminal en un barrio popular?

La localidad barcelonesa de San Boi todaví­a llora la muerte de cuatro niños, atrapados tras el desplome, durante el último temporal, de un polideportivo donde se habí­an refugiado. ¿Estamos ante una desgraciada y fortuita tragedia, achacable tan sólo a las inclemencias meteorológicas, o estamos, como el caso del Carmelo, ante una negligencia criminal, producto de la mezquindad y que vuelve a golpear a un barrio popular?

El asado sábado, un grupo de niños de San Boi había acudido, como todas las semanas, a entrenarse al campo de béisbol. Ante el virulento temporal desatado, se refugiaron en el pabellón polideportivo, considerándolo un lugar seguro. Su derrumbe, a causa del fuerte viento, acabó con la vida de cuatro menores de 9 y diez años, dejando heridos a otros siete niños. El alcalde de la población barcelonesa, Jaume Bosch, asegura que “no se puede decir la causa exacta del siniestro mas allá de manifestar que se ha producido un fenómeno atmosférico extraordinario”. Pero los vecinos de San Boi no están de acuerdo. Aseguran que el derrumbe del polideportivo pudo evitarse, y señalan directamente al ayuntamiento como responsable. Antonio Ribera, antiguo trabajador de la construcción, cuyo nieto resultó herido en el siniestro, asegura que el polideportivo no se habría derrumbado si los bloques de cemento de las paredes del pabellón no hubieran estado huecos. Ribera explicó que “esos grandes ladrillos con las que estaban construidas las paredes del edificio son huecos por dentro, por lo que, para garantizar su consistencia, deben ir rellenos de hormigón y de un forjado de varillas de hierro”. Otros vecinos aseguran que en la zona intermedia del polideportivo no había estructuras que sostuviera el techo de forma segura. Una prueba evidente de las deficiencias que arrastra el polideportivo, construido hace 25 años, es que su reforma estaba prevista para 2007. Se habilitó para ello una partida de 1,5 millones de euros en el presupuesto municipal, pero el dinero fue desviado hacia otros menesteres por el ayuntamiento, y no se empleó ni un céntimo en la remodelación del estadio cuyo derrumbe ha causado la muerte de los cuatro niños. En 2009, la reforma del polideportivo ha sido presupuestada con un euro, una triquiñuela administrativa habitual para mantener olvidados en un cajón algunos proyectos. No es sólo al “fenómeno atmosférico extraordinario” que alude el alcalde al que debe achacarse la responsabilidad de la tragedia. La mezquindad de las castas burocráticas catalanas, que recortan o postergan mezquinamente la inversión en lo que son necesidades populares, mientras cubren de parabienes a La Caixa, ha jugado el papel de catalizador de la tragedia. Una vez más, las víctimas están en barrios populares. ¿Se hubiera racaneado en los materiales de construcción, o postergado la reforma, si el polideportivo hubiera estado en Pedralbes, barrio residencial de la burguesía catalana?

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