La revolucionaria dieta de la zona (II)

La inflamación, la madre del cordero

La dieta de la zona parte de que la verdadera clave para el bienestar de las personas reside en conservar cierto grupo de hormonas, llamadas eicosanoides, dentro de una zona determinada, saludable.

Numerosos estudios relacionan las rincipales enfermedades de nuestro tiempo con los mecanismos inflamatorios del cuerpo. Sin embargo, pocas terapias apuntan a la prevención de estas enfermedades basada en tratamientos antiinflamatorios. A nadie se le ocurre tratar un cáncer con aspirinas pero, si no fuera por los efectos secundarios de éstas, no sería tan descabellado. Sí se toma aspirina para prevenir el infarto de miocardio. Se dirá que esto ocurre porque la aspirina es un fármaco que impide la agregación plaquetaria y por tanto la formación de trombos dentro de las arterias. Pero otros dirán que el infarto de miocardio no deja de ser una enfermedad inflamatoria, tal como la describió Virchow en el siglo XIX. En el caso de otros fármacos, indicados por sus efectos antidiabéticos o anticolesterolémicos, se ha demostrado su acción antiinflamatoria. Es el caso de la metformina, un antidiabético oral, o de las estatinas, los fármacos contra el colesterol que ocupan los primeros puestos en ventas en todo el mundo. Diabetes y colesterol son dos de las enfermedades relacionadas con la inflamación crónica, silenciosa, aunque no son hoy por hoy catalogadas como enfermedades como inflamatorias. De igual manera, se ha demostrado que los países con una dieta rica en pescado tienen un índice de enfermedad de Alzheimer menor que los demás. Los aceites del pescado, omega-3, tienen un marcado poder antiinflamatorio. La evidencia del papel de la inflamación sobre la salud es poco menos que incuestionable. La dieta de la zona parte de que la verdadera clave para el bienestar de las personas reside en conservar cierto grupo de hormonas, llamadas eicosanoides, dentro de una zona determinada, saludable. ¿Qué importancia tienen estas hormonas? Que controlan la inflamación, y afectan al funcionamiento de todo el organismo, siendo los beneficios de este control hormonal muy superiores al control de peso que suele buscar cualquier dieta en estas fechas. El control hormonal de la inflamación es el objetivo. Y, dentro de este objetivo, el control de la insulina dentro de unos límites saludables, puesto que su exceso promueve, además de la inflamación, que engordemos, el almacenamiento de grasa en el cuerpo. Ciertamente, buena parte de los recursos sanitarios actuales se consumen en el fruto de esta inflamación crónica y silenciosa, la diabetes, el cáncer, enfermedades cardiovasculares o demencias como el Alzheimer. Todas ellas tienen un componente inflamatorio que se puede controlar y prevenir con la dieta.

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