La exposición "De Picasso a Barceló. Escultura española del siglo XX" vista Pekí­n

Todo nació en Picasso

En el siglo XX, el arte español conquista también la escultura, trasladando a las tres dimensiones la poderosa mirada que agitó la pintura universal

El Instituto de Crédito Oficial (ICO) posee una de las mejores colecciones del arte español contemporáneo. En ella se incluyen la Suite Vollard de Picasso o la Colección de Pintura Española Contemporánea. O “Escultura con Dibujo”, que ahora se presenta en China, para conmemorar el 40 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre nuestro país y el gigante asiático.

Es algo más que una exposición. Permite comprender la evolución de la escultura española en el último siglo.

El arte español había marcado, con Velázquez o Goya, el desarrollo de la pintura universal. Pero parecía que su mirada sólo podía plasmarse en las dos dimensiones de un lienzo.

A partir de Picasso, todo cambió. La ciclópea creatividad de este malagueño universal abrió nuevos caminos para la escultura.

Julio González, otro de los protagonistas de este movimiento, enseñó a Picasso la técnica de la soldadura autógena. Y a esa revolución en la escultura en hierro le llamó poéticamente “dibujar en el espacio”.

Y de ese principio parte la exposición “De Picasso a Barceló”. Cada escultura se acompaña de uno o varios dibujos del mismo artista. Estableciendo un diálogo entre pintura y escultura donde lo que importa no es el número de dimensiones –dos o tres- sino el poder de la mirada.

Antes de Picasso, el modernismo de Gaudí abrió brechas en un camino cada vez más fructífero. Después vendrá la escultura surrealista de Dalí o Miró.

Y es necesario rendir un homenaje a Angel Ferrant, que en las peores condiciones de la posguerra, y marginado por las autoridades franquistas, permitió que no se cortara el cordón umbilical que une a las vanguardias anteriores a la Guerra Civil con la explosión que en los sesenta o setenta contemplará las obras de Jorge Oteiza, Eduardo Chillida, Antoni Tàpies, Pablo Palazuelo, Martín Chirino y Andreu Alfaro. Colocando de nuevo a la escultura española en la vanguardia del arte universal.

Pero no todo lo valioso lleva el sello de la vanguardia. El realismo, denostado como “tradicional” y “reaccionario” por un stablishment artístico cada vez más despegado de la sensibilidad general –y que por ello convierte la “vanguardia” en una mera pose sin sustancia alguna- nos ha ofrecido en el siglo XX las magníficas esculturas de Julio López, que luego Antonio López ha desarrollado.

Hasta culminar hoy en las obras de Susana Solano, Juan Muñoz y Jaume Plensa, representan tres ejemplos de lo que ha sido la escultura española a partir de la década de los ochenta. O en las figuras de bronce y los animales alegóricos de Miquel Barceló.

Todo un siglo de arte español, de escultura tan española como universal.

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