«Todo está listo para atacar el régimen de Gadafi. En la cumbre parisina se ha llegado al acuerdo la aplicar de la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU sobre Libia, por lo que han dado luz verde a los bombardeos de Libia, para evitar que los aliados al régimen libio sigan atacando indiscriminadamente a la población civil contraria al dictador.»
La embajadora de EE UU ante la ONU, Susan Rice, aseguró ya anoche que el avance de las troas del régimen continuaba hacia Bengasi, la capital de los rebeldes, lo que violaba el alto el fuego exigido por Naciones Unidas para no intervenir militarmente. En respuesta, el viceministro de Exteriores libio, Kaled Jaim, aunque admitió los movimientos de las tropas, aseguró que ello no supone una violación del cese de la violencia, algo que, según él, sí han hecho los rebeldes al atacar en la región de Al Magrun, a unos 80 kilómetros al sur de Bengasi. Además, invitó a observadores de Malta, China, Turquía o Alemania a comprobarlo sobre el terreno. (EL PAÍS) EL MUNDO.- La resolución aprobada va mucho más allá de instar al establecimiento de una zona de exclusión aérea sobre Libia. Quizá esto hubiera sido efectivo hace 10 días, cuando hasta la Liga Árabe dio su visto bueno. Pero ahora no, porque las tropas gadafistas han acorralado a los rebeldes. Por eso la resolución autoriza a los miembros de la ONU a llevar a cabo «todas las medidas necesarias» para proteger a los civiles, lo que avala una amplia operación militar. Tan lejos ha ido Gadafi que a la comunidad internacional ya no le vale otra cosa que su derrocamiento. Acabar con su régimen, no nos engañemos, es el objetivo final de la misión militar internacional, «sin vuelta atrás», como admitió ayer Zapatero y como corrobora en una entrevista exclusiva a EL MUNDO el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon. LA VANGUARDIA.- Todo vuelve, sin regresar. José Luis Rodríguez Zapatero llegó al poder con los ecos de una guerra y se aproxima al final de su mandato con el inminente bombardeo de los aeródromos militares de Libia. Ganó las elecciones diciendo no a la guerra y otea la despedida diciendo sí –sí, con entusiasmo– a un ataque que tendrá más despliegue mediático que balístico. En principio. Los avatares de la política española vuelven a estar influidos por la guerra (Kuwait, Bosnia, Iraq, Afganistán, Libia…). El siglo XXI nos devuelve a los tiempos clásicos. Internacional. El País Todo listo para atacar Libia Álvaro de Cózar / Antonio Jiménez Barca El líder libio, Muamar el Gadafi, no está respetando el alto el fuego que anunció ayer nada más conocerse que las potencias occidentales se aprestaban a intervenir militarmente en Libia. De hecho, aviones de combate franceses ya están sobrevolando Bengasi, según han informado fuentes del Ejército galo y el mismo Nicolas Sarkozy, que ha anunciado tras la reunión mantenida en París que sus aviones ya evitan los ataques contra le población civil. "Nuestros aviones ya frenan los ataques de Gadafi", ha anunciado. Todo está listo para atacar el régimen de Gadafi. En la cumbre parisina se ha llegado al acuerdo la aplicar de la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU sobre Libia, por lo que han dado luz verde a los bombardeos de Libia, para evitar que los aliados al régimen libio sigan atacando indiscriminadamente a la población civil contraria al dictador. Además, Miguel Mora informa desde Roma que están llegando seis aviones F-16 daneses a la base de Sigonella y que Italia ya ha desplegado sus Tornado y cazas Eurofighter en la base de Trapani en Sicilia. Mientras tanto, en un evidente desafío a la resolución de la ONU y a su amenaza de hacer uso de la fuerza, los combates han continuado con intensidad al sudoeste de Bengasi, la ciudad que se convirtió en capital de la insurrección y últimamente en su último refugio, tras la ofensiva del dictador, cuyos portavoces niegan en todo momento que estén asaltando el bastión rebelde. Además, decenas de libios pro Gadafi se están concentrando en los potenciales objetivos del eventual bombardeo de las fuerzas aliadas, que podría hacerse realidad en las próximas horas. Los escudos humanos son especialmente visibles en Trípoli. Los rebeldes que defienden Bengasi han denunciado que han sido atacados por las tropas leales a Gadafi, lo que les ha obligado a retirarse hacia el interior de la ciudad. La cadena de televisión Al Yazira ha asegurado que tropas de Gadafi han entrado en algunos suburbios de la ciudad, a la que intentan acceder desde el sur y desde el mar. El Gobierno de Gadafi, sin embargo, niega que esté atacando la ciudad y asegura que son sus tropas las que han sido atacadas. Según fuentes médicas citadas por Al Yazira, la violencia ha causado ya 26 muertos y más de 40 heridos, que han sido llevados al hospital de Jala de la ciudad. No han dado más detalles. Poco antes, los rebeldes aseguraban haber abatido a 19 leales a Gadafi. Testigos y milicianos rebeldes han informado de que tropas del dictador habían entrado en la ciudad desde el oeste, el sur y desde la costa. Se han podido escuchar explosiones en varios puntos de la ciudad, entre ellos un cuartel de los insurgentes. "Están entrando en Bengasi desde el oeste. ¿Dónde están las fuerzas occidentales?", se preguntaba el portavoz rebelde Khalid al Sayeh. "Las explosiones comenzaron sobre las dos de la mañana. Las fuerzas de Gadafi están avanzando, hemos oído que están a unos 20 kilómetros de Bengasi", ha declarado Faraj Ali, residente en Bengasi, a Reuters. "Es fuego de artillería. Hemos visto un avión", ha dicho. En otros puntos de la ciudad, otras personas han informado de ataques aéreos: "Varios cazas han bombardeado la carretera del aeropuerto y ha habido un ataque en el distrito de Abu Hadi, en las afueras", ha relatado Mohammed Dwo. También ha habido bombardeos en algunos puntos del centro, según Al Yazira. No obstante, el bombardeo aéreo no ha podido ser confirmado. También se ha informado de que un avión militar -un caza- ha sido abatido sobre la ciudad. El corresponsal de Reuters en la ciudad ha relatado que ha visto "un avión que sobrevolaba en círculos la ciudad, salir de las nubes, dirigirse aparentemente sobre un objetivo y entonces ha sido alcanzado y se ha ido derecho al suelo en llamas y una enorme columna de humo negro se ha levantando". "Parecía que estaba atacando unos cuarteles militares en Bengasi", ha dicho. Los propios rebeldes han reconocido ya que el aparato estaba encuadrado en sus filas y pilotado por un militar unido a su causa. El líder del Consejo Nacional Libio, el Gobierno rebelde, ha pedido a la comunidad internacional que actúe rápido para proteger a los civiles. "Están bombardeando todos los distritos de Bengasi", ha dicho Mustafa Abdel Jalil a Al Yazira. "La comunidad internacional llega tarde para salvar a los civiles de las fuerzas de Gadafi. Si no ponen en práctica la resolución de la ONU, habrá una catástrofe en Bengasi hoy", ha sentenciado". Miles de personas han huido o están tratando de abandonar Bengasi ante lo que parece una asalto inminente de las tropas leales a Gadafi. Pese a la información de los reporteros y los testimonios de los testigos, el Gobierno libio sostiene que no ha iniciado ninguna acción militar sobre Bengasi. Un portavoz del Gobierno, Mussa Ibrahim, ha declarado que "en absoluto hay ataques sobre Bengasi. Como dijimos, estamos respetando el alto el fuego y queremos que vengan observadores internacionales. Hay rebeldes atacando pueblos y ciudades intentando instigar una intervención militar extranjera". La televisión estatal decía que grupos de Al Qaeda estaban atacando a las tropas. El ataque sobre Bengasi se produce pese al alto el fuego anunciado ayer por el Gobierno de Gadafi. Fue la respuesta del dictador a la resolución de la ONU que autoriza el uso de la fuerza para establecer una zona de exclusión aérea que impida a la aviación Libia bombardear a los rebeldes. Hoy, una cumbre en París de líderes políticos decidirá la organización de la intervención militar aliada. Pese a todo, ya ayer muchos desconfiaban de las intenciones de Gadafi. Alto el fuego sin credibilidad La embajadora de EE UU ante la ONU, Susan Rice, aseguró ya anoche que el avance de las tropas del régimen continuaba hacia Bengasi, la capital de los rebeldes, lo que violaba el alto el fuego exigido por Naciones Unidas para no intervenir militarmente. En respuesta, el viceministro de Exteriores libio, Kaled Jaim, aunque admitió los movimientos de las tropas, aseguró que ello no supone una violación del cese de la violencia, algo que, según él, sí han hecho los rebeldes al atacar en la región de Al Magrun, a unos 80 kilómetros al sur de Bengasi. Además, invitó a observadores de Malta, China, Turquía o Alemania a comprobarlo sobre el terreno. La medida había sido anunciada horas antes por el ministro de Exteriores, Musa Kusa, en una conferencia de prensa en uno de los hoteles de la capital donde se alojan los periodistas. Duró poco más de diez minutos y no hubo preguntas. Kusa leyó un comunicado con el gesto serio y la voz muy baja. El Gobierno, dijo, se veía obligado a aceptar la resolución y a respetar las zonas de exclusión aérea. "Libia protegerá a todos los extranjeros y sus posesiones y abrirá todas las vías de diálogo con quienes estén interesados en la unidad territorial de Libia", señaló el ministro, que lamentó que la resolución vaya a "aumentar el sufrimiento del pueblo". Luego invitó a los Gobiernos y a las ONG a "enviar misiones a Libia para comprobar los hechos sobre el terreno". Posteriormente, un portavoz de Exteriores mencionó en concreto a las autoridades turcas y maltesas, a las que pidió ayuda para aplicar y supervisar el alto el fuego. Los contrarios al régimen, difíciles de ver en las calles de la capital y mucho más apagados en los últimos días que sus compatriotas pro-Gadafi, interpretaron las palabras del ministro como un síntoma de la debilidad del régimen tras el anuncio de los ataques aéreos y navales. También eso fue lo que entendieron algunos afines al régimen. Gente que estos días expresaba su lealtad al líder dándose golpes en el pecho, manifestaba ayer su preocupación por las declaraciones del ministro y requería información de los periodistas para averiguar la mejor manera de huir del país. El anuncio del cese de la violencia contrastó con las duras palabras que había pronunciado el propio Gadafi en una entrevista con la televisión pública portuguesa, la RTP: "Transformaremos la vida de los que nos ataquen en un infierno y destruiremos el Mediterráneo". En la misma línea, el Ministerio de Defensa había advertido en un comunicado que atacaría a los extranjeros más allá de sus fronteras. EL PAÍS. 19-3-2011 Editorial. El Mundo De Sadam a Gadafi, entre lo moral y lo legal AUNQUE por muy poco, la histórica resolución del Consejo de Seguridad de la ONU sobre Libia ha llegado a tiempo para impedir lo que ya se antojaba inevitable: que Gadafi recuperara el control sobre todas las localidades que permanecen liberadas y, sobre todo, que provocara una masacre en Bengasi, feudo de los rebeldes. La comunidad internacional es un pesado elefante que se mueve con lentitud exasperante. Y nadie entendía cómo podía seguir cruzada de brazos mientras el régimen libio ejerce una brutal represión sobre parte de su población. Pero, finalmente, el clamor de la opinión pública mundial y el que Gadafi, envalentonado, abusará sin límite de la fuerza, obligaron a los miembros del Consejo de Seguridad a ejercer su responsabilidad. La resolución aprobada -un logro, en buena medida, de los oficios de la diplomacia francesa- va mucho más allá de instar al establecimiento de una zona de exclusión aérea sobre Libia. Quizá esto hubiera sido efectivo hace 10 días, cuando hasta la Liga Árabe dio su visto bueno. Pero ahora no, porque las tropas gadafistas han acorralado a los rebeldes. Por eso la resolución autoriza a los miembros de la ONU a llevar a cabo «todas las medidas necesarias» para proteger a los civiles, lo que avala una amplia operación militar -excluyendo, eso sí, el establecimiento de una fuerza de ocupación extranjera-. Tan lejos ha ido Gadafi que a la comunidad internacional ya no le vale otra cosa que su derrocamiento. Qué situación tan inversa a la de esos tiempos aún cercanos en los que él y su jaima eran recibidos con honores en toda Europa, España incluida. Acabar con su régimen, no nos engañemos, es el objetivo final de la misión militar internacional, «sin vuelta atrás», como admitió ayer Zapatero y como corrobora en una entrevista exclusiva a EL MUNDO el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon. Gadafi, que ha visto las orejas al lobo demasiado tarde, ayer anunció un «alto el fuego» para tratar de ganar tiempo, aunque la realidad es que no cesaron los bombardeos en Misrata, Ajdabiya y otros lugares. Así las cosas, la OTAN está preparada para intervenir en cuestión de horas. Francia y el Reino Unido se adelantaron con el envío inmediato a la zona de cazas militares. El anuncio de Zapatero de la participación española en la operación bélica da un giro radical a su política de Defensa, hasta ayer siempre en clave de un pacifismo mal entendido. Por lo pronto, ha autorizado el uso de aviones y barcos de guerra, y ha puesto a disposición de la OTAN las bases militares de Morón y Rota, solicitando autorización al Congreso. Rajoy no tardó en confirmar su respaldo. Se hace inevitable comparar el apoyo de los populares al Gobierno ante esta inminente operación bélica con la oposición feroz con que el PSOE desgastó al Gobierno de Aznar por su respaldo a la Guerra de Irak. Máxime porque entre ambos casos hay importantes diferencias legales, pero demasiadas similitudes de carácter político y moral. La intervención en Libia tiene el aval del Consejo de Seguridad; la de los Aliados en Irak no lo tuvo, y por tanto, se produjo en contra del Derecho Internacional -aunque una vez derrocado Sadam, EEUU sí logró que la ONU avalara la misión militar para pacificar el país-. Pero más allá de esta diferencia legal -y la legalidad en Naciones Unidas está condicionada por las contingencias y las alianzas políticas de cada momento-, Sadam era un sátrapa tan sanguinario o más que Gadafi, que cometió crímenes contra la humanidad y planificó un genocidio contra los kurdos. Y ello permitió justificar aquella guerra con las mismas razones humanitarias que ahora se invocan en ayuda de los libios. El Gobierno cuenta en este caso con una cobertura legal para respaldar nuestra intervención en Libia de la que careció Aznar en 2004. Pero quienes enarbolaron el no a la guerra entonces por razones morales -a las que se sumó con habilidad el PSOE-, difícilmente encontrarán argumentos éticos para defender otra postura ahora. EL MUNDO. 19-3-2011 Opinión. La Vanguardia ¿El Perejil socialista? Enric Juliana La historia, no lo duden, discurre en espiral. Todo vuelve, sin regresar. José Luis Rodríguez Zapatero llegó al poder con los ecos de una guerra y se aproxima al final de su mandato con el inminente bombardeo de los aeródromos militares de Libia. Ganó las elecciones diciendo no a la guerra y otea la despedida diciendo sí –sí, con entusiasmo– a un ataque que tendrá más despliegue mediático que balístico. En principio. Los avatares de la política española vuelven a estar influidos por la guerra (Kuwait, Bosnia, Iraq, Afganistán, Libia…). El siglo XXI nos devuelve a los tiempos clásicos. Historia en espiral. Los neocons están contentos. Les dijeron de todo por alentar la caída de Saddam Hussein y los pacifistas del 2003 cuentan ahora los segundos que faltan para que cazas y bombaderos despeguen de la base de Morón. Gadafi es malo, sin duda. Hussein, que gaseó a los kurdos, no era mejor. De acuerdo, ese es un argumento algo demagógico. Los neocons recurrieron a la mentira (las inexistentes armas de destrucción masiva) para forzar el voto del Consejo de Seguridad y procedieron a una temeraria invasión de Iraq. El mandato de la ONU se limita ahora a la neutralización de la fuerza aérea del coronel Gadafi, con la consiguiente defensa de los enclaves rebeldes de Bengasi y Tobruk. Una reconducción a distancia de la guerra civil libia, a la espera de acontecimientos… ¿Una acción de diseño para salvar la cara ante los jóvenes árabes, cuando la revuelta libia ya está técnicamente derrotada? ¿Una baliza de salvamento para Nicolas Sarkozy, le petit Napoleon, desprestigiado en Túnez y maltrecho en los sondeos? ¿Una cuña de Francia y Gran Bretaña –Alemania se abstiene– en una Libia que daba prioridad a Italia en los negocios? ¿Últimátum para un nuevo reparto de la gran bolsa de petróleo del Mediterráneo? La respuesta, en unos meses. Zapatero, siempre detrás de Sarkozy, estaba ayer entusiasmado. Carme Chacón, levitaba. Framing. Vuelven los buenos. Toda acción militar, sin embargo, requiere un eficaz relato. A Aznar se le fue la olla en la gesta de Perejil y en las Azores. De los guionistas de Zapatero y Chacón se espera una Tripolitania con poca sangre en horario de máxima audiencia, adjetivos mesurados, un elegante seguidismo de los franceses, consenso, mucho consenso, y pocos codazos con Alfredo Pérez Rubalcaba en el nuevo teatro de operaciones. LA VANGUARDIA. 19-3-2011