Inquietud por Rusia en los centros de poder y en los mercados de capitales. Multitud de interpretaciones y versiones tras el desplome del rublo y la caída del precio del petróleo. Entre otras cosas, porque dos tercios de las exportaciones de Moscú son del sector energético. Y en medio de rumores sobre corralito y control de capitales, la infatigable actividad del presidente Vladímir Putin suscita interrogantes.
Toda la gran prensa internacional vuelca este martes su atención a Rusia. A primera hora del lunes, el rublo se hundió con estrépito un 6,5%, aunque remontó hasta el 3% por la intervención del Banco Central. Se estabilizó en un cambio de 52,07 rublos respecto al dólar. En el ambiente revolotearon los peores días de 1998, cuando toda la economía rusa quebró, con una histórica devaluación y default en la deuda.
En esta ocasión, las finanzas rusas andan mucho más saneadas tras bastantes años de bonanza y vacas gordas, que han llenado las arcas: el Kremlin tiene reservas de divisas por más de 400.000 millones de dólares. Pero de todas formas, el desplome del rublo desde principio de año es de más del 37%.
Eso por la mañana. Por la tarde, Putin aprovechó que estaba de visita en Ankara para protagonizar otro de sus golpes de efecto: ‘En las actuales circunstancias, Rusia no puede comenzar a ejecutar el proyecto South Stream’, el gaseoducto a través del lecho del Mar Negro, Bulgaria y Serbia. ‘Es absurdo, obvio’, recalcó. Y amagó con que si no se otorgan los permisos y se solucionan los problemas, el gaseoducto no tendrá más remedio que ir por Turquía, país al que agradeció su ‘apoyo’.
Hasta aquí la síntesis de los últimos hechos conocidos. Son la continuación de una desenfrenada actividad y exhibición de poder con cazas, destructores y submarinos nucleares casi por los siete mares y los cinco continentes; de desafío a EEUU y Europa con desplantes sonados; de amenazas y hechos consumados militares en Ucrania; de declaraciones agresivas sobre el poderío nuclear y la promesa de que Rusia ‘no doblará la rodilla’.
Todo ello ha llevado a muchos analistas y expertos en relaciones internacionales a la conclusión de que Putin está fuerte porque ve a Obama débil y a los europeos inermes o poco menos, con las sanciones como único arma. Así que han concluido que Rusia está ganando lo que ya se denomina Nueva Guerra Fría o II Guerra Fría.
Así lo afirma el analista Rakesh Krishnan Simha Global Research, repicado por Russia Today. ‘Por qué Putin está ganando la Nueva Guerra Fría’. Sólo que Russia Today es el gran brazo mediático del Kremlin, y Global Research una canadiense que se dice independiente pero que constantemente pone de vuelta y media a EEUU y Europa. Pero también The Times se apunta al músculo de Putin: ‘Putin declara la guerra del gas a Europa con un acuerdo con Turquía para un gaseoducto’.
En otra interpretación, todo puede ser al revés: que Putin está perdiendo y que las sanciones occidentales están haciendo más que pupa en la economía. Esta postura se detecta en otros titulares ese martes: ‘Putin acusa a la UE por el abandono de los planes para el gaseoducto South Stream’ (The Guardian); ‘South Stream, una derrota personal de Putin’ (rankfurter Allgemeine Zeitung); ‘En una derrota de su diplomacia, Putin desvía el gaseoducto a Turquía’ (The Wall Street Journal).
Si se añade a eso la caída del precio del petróleo, un 40% desde junio, el colapso entra dentro de lo factible. ‘Deben de estar gastando millones’ para sostener el rublo, declara Tim Ash, de Standard Bank, citado por The Daily Telegraph. En el mismo diario, Lars Christensen, de Danske Bank, comenta: ‘Están aumentando de manera impresionante los problemas de financiación. Creemos que Rusia está flirteando con problemas sistémicos’.
De acuerdo con el Telegraph en una columna de su máximo experto en economía europea, Ambrose Evans-Pritchard, ‘se temen controles de capital’. Dato a tener en cuenta: ‘Algunos bancos rusos ya han empezado a limitar la retirada de dólares y euros a un máximo de 10.000 dólares, un corralito para grandes depositantes’.
¿Y si no es lo uno ni lo otro? Hay quienes creen que todo lo que está sucediendo encaja más bien con la idea de la derrota que Putin, pero no puede nunca admitir públicamente por orgullo nacional. Por eso estaría lanzado a llamar la atención, hacer extravagancias como hacer esperar más de una hora a Angela Merkel o salir pitando de la cumbre del G-20 en Australia. O como sus frases de perdonavidas. ¿No son más bien peticiones de auxilio encubiertas? De eso saben mucho los psiquiatras.